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La chica del bañador amarillo - 2ª Parte

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Habían pasado ya unos días desde mi primer encuentro con Sofía, y menudo encuentro por cierto, cuando decidí volver a la piscina. Fue a primeros de septiembre, unos días antes de que la cerraran y con un tiempo algo desagradable. Al entrar descubrí que había muy poca gente, lógico por la época que era, el poco sol que hacía y un vientecillo que hacía presagiar que el agua estuviera algo fría.

Unos metros más allá me encontré con Sofía, tumbada en su misma hamaca, solo que esta vez había cambiado su eterno bañador amarillo por uno rojo. Me incliné hacia ella y le di un casto beso en la mejilla.

-Hola guapa ¿qué tal estas? Le pregunté.

-Muy bien ¿y tú?

-Aquí como siempre y contento de volver a verte. No sabía que estarías aquí casi a finales de verano.

-Pues sí, aquí estoy. Vendré hasta el último día que abran la piscina. ¿Contento de verme?

-Claro que sí. Mi amiguito y yo estamos muy contentos, jejeje.

-¡Qué picarón! ¡Oye, eres un descarado! ¡Qué cochino! jejejeje.

-Tú has empezado con ese cuerpazo que tienes guapa.

-Uhhh, mira quien fue a hablar, tú también estas tremendo.

La verdad no estoy mal y con ese bañador azul que llevaba, si hubiese habido más mujeres en la piscina, no me habrían quitado el ojo de encima. Estuvimos un rato hablando y decidimos ir al bar pero al llegar vimos que estaba cerrado.

Sofía me dijo: ¡Al agua patos! ¡Tonto el último!

Saltó a la piscina por sorpresa y yo tardé un momento en reaccionar y me tiré al agua un segundo después. No la veía en el agua y poco después me di cuenta de que ya estaba en el fondo. Nadaba muy bien.

Salimos los dos a la vez y la cogí en mis brazos y nos dimos un morreo tremendo con lengua.

Oímos una voz detrás de nosotros. ¡Eh, que hay tortolitos! Era el socorrista. Vaya, parece que no había nadie más por allí y tenía que venir a molestarnos. Nos reímos cómplices y decidimos salir del agua.

Nos secamos los dos uno a otro y nos tumbamos en la hamaca. Charlamos de cosas triviales durante un buen rato. Teníamos buena conexión porque nos reíamos de nuestras tonterías y así estuvimos durante casi una hora.

Quedaba todavía un rato para que cerraran la piscina y Sofía me miro con sus ojazos marrón claro. Sus intenciones quedaban bien claras.

-Vamos a intentar algo arriesgado hoy. Me gusta el riesgo. Me dijo. ¿Has traído condones?

-Claro, un paquete entero.

-Vamos a los vestuarios.

-¿A los vestuarios? Pero ¿y si nos pillan?

-Ahí está el morbo de la cuestión. Me encanta hacerlo sabiendo que pueden pillarnos.

-Estás loca, pero me encanta.

-Anda vamos, te voy a sacar toda la leche que llevas dentro.

Ufff, ver esa cara de morbosa que puso me volvió loco. Cogí rápidamente la cajita de condones extrafinos que llevaba y la seguí.

Entramos en la zona de vestuarios y Sofía dudó si entrar en el de hombres o el de mujeres.

-Vamos, por aquí. Agarró mi brazo y yo me deje arrastrar.

Habíamos entrado en el vestuario de hombres y nos dirigimos a uno de los retretes cerrados. Me sentó en la taza y empezó a besarme como una loca. Nuestras lenguas se enredaban sin cesar, besándonos apasionadamente. En ese momento nos detuvimos en seco, porque oímos unos pasos por el vestuario. Alguien acababa de entrar en el baño de al lado. Nos miramos riéndonos en voz baja, mientras el pobre hombre hacia pis al lado de nosotros. Sofía se había subido de un salto encima de mí, para que el hombre solo pudiera ver mis pies en caso de que oyera ruido y mirara. Así encima de mí me estaba poniendo muy duro. Al poco rato se oyó el ruido de la cadena y el hombre salió del baño, se lavó las manos y nos dejó solos otra vez. Sofía sacó mi polla del bañador erecta como un mástil y empezó a chupármela despacito.

-¿Qué tal?

-Aaaah, que bien lo haces. Me das un placer inmenso. ¡¡¡Ooooohh que gustooooo!!!

-Muy bien mi tigre. Así me gusta, que goces un montón.

-Ahora me toca a mí. Le bajé el bañador y le chupe las tetas. Esas hermosas tetas que tiene. Acabé por quitarle el bañador entero y bajé entre sus piernas. Le comí su chochito húmedo. No podía parar de gemir, pero estaba elevando el tono y no quería que nos pillaran ahora que cualquiera podía ver sus pies por debajo del cubículo, así que le tapé un poco la boca y sonriendo me mordía los dedos flojito.

-No seas malo, que no nos oye nadie. Me dijo poniendo carita de niña buena.

-Es por nuestro bien, que nos pueden pillar, jejeje.

-Vaaleee, te haré caso. Gemiré en silencio.

Cuando me dijo eso con esa carita, no puede aguantar más. Saqué un condón extrafino, me lo puse casi a ciegas y la penetré lentamente saboreando la sensación de estar dentro de ella una vez más.

Ella empezó a cabalgarme y al poco acompasamos nuestro ritmo. Un ratito después empezamos a movernos más rápido. Sofía gemía, pero en silencio. Aceleraba más y más, entonces tuvo un espasmo que fue su primer orgasmo. Yo aún aguantaba, pero sabía que no por mucho tiempo. Después de lo que creí un segundo orgasmo de Sofía, yo me corrí aguantando un gemido enorme.

Al momento de tranquilizar nuestras respiraciones, nos miramos picaros y Sofía me preguntó:

-¿Qué tal?

-Muy bien, le dije. Esta vez correrme dentro de ti ha sido increíble.

-Yo también lo he disfrutado mucho.

-Eres fantástica Sofía, follas como una diosa.

-Me alegro, pero si te queda un poco de aguante aún podemos darnos otro homenaje.

-¿Otro? ¿Qué has pensado?

-Pues mira, estaba pensando hacerlo.... en las duchas.

-Pero ahí podrían pillarnos...

-Pero si ya no queda casi nadie.

-Acuérdate del socorrista antes. Y eso que solo nos estábamos besando. Él es un hombre y podría entrar en este vestuario.

-Pues entonces, ¡al vestuario de chicas!

-¡Estás loca Sofía! ¡Nos pillarán!

-Que no hombre, que no. Mira el morbo de hacerlo en el lavabo, en las duchas no hay puertas, será mucho más interesante.

No sé cómo me dejé convencer. Entramos en el vestuario de mujeres y no había nadie en ese momento, pero quien sabe si alguien podría pillarnos.

Sofía se quitó el bañador, abrió la ducha y empezó a chuparme la polla. Justo en ese momento vimos unos pasos que venían en nuestra dirección. ¡Era una mujer que se dirigía a las duchas!¡Iba a vernos de frente! Sofía hizo un movimiento rápido y en pelotas los dos nos cambiamos a la ducha de al lado. Por un pelo no nos vio la mujer.

Abrió el grifo y empezó a ducharse, pero entonces me di cuenta de algo. Pegué el odio a la pared de al lado y le hice a Sofía un gesto para que no dijese nada. En ese momento unos gemidos empezaron a brotar del otro lado. Pese al ruido de la ducha podía oír perfectamente como la mujer de al lado se estaba masturbando.

-¿Qué? Me dijo Sofía, ¿Creías que solo nosotros lo íbamos a pasar bien en la ducha? Agarró mi polla y me la chupó hasta tenerla tiesa como un palo. Su mamada y el morbo de oír a la mujer de al lado masturbándose hizo que me pusiera como un toro.

Sofía y yo empezamos a follar bajo la ducha pero sin abrir el agua, la otra mujer se habría dado cuenta. Yo miraba su preciosa cara y sentía que me corría, pero quería retrasarlo lo más posible.

Entonces se me ocurrió algo. Sofía date la vuelta, le dije, quiero follarte de espaldas.

-¿En serio?

-Sí, es que me... apetece hacerlo así.

-Vale, está bien. Probemos algo nuevo. Sofía obediente, se dio la vuelta, se agachó un poco poniendo su precioso culo a mi alcance y yo la penetré de nuevo, bombeando con ardor. Estaba dándole bien a Sofía desde atrás, con esa magnífica vista de su hermoso culo y no podía evitar gemir, aunque bajito, buf, buf. Se oía un poco el roce del condón con su coño húmedo, pero estaba seguro de que la mujer no podía oírnos.

En ese momento la ducha de al lado se cortó y oímos, en pleno bombeo como la mujer se corría bien a gusto. ¡Aaaaaaaah! exclamó. Esto hizo que los dos nos pusiéramos a cien y prácticamente un momento después, ambos extasiados, llegáramos al orgasmo.

-Uf, dios, que gusto David, eres una fiera. Me he corrido hasta el fondo.

-Y yo Sofía. Eres magnifica.

Después de un rato nos dimos cuenta que la mujer se había ido ya y decidimos salir. Cogí los condones usados y los envolví en papel higiénico para tirarlos fuera de la piscina, para eliminar las pistas.

Nos vestimos y salimos por separado del vestuario. Al llegar a la puerta, Sofía me dio dos castos besos en la mejilla y se despidió.

-Bueno el verano casi se acabó, quizá esto también se haya acabado.

-¿Pero qué dices? ¿No te ha gustado? ¿No te he follado bien?

-Sí, eres un amante fantástico, pero... Dejémoslo en manos del destino.

¿Destino? ¿Qué quería decir con eso del destino?

La vi marchar calle arriba y....

¿Sería la última vez que nos veríamos?

¿Continuará?

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