Nuevos relatos publicados: 6

Mi fantasía contigo

  • 7
  • 10.883
  • 9,59 (34 Val.)
  • 13

Nos conocimos en la fiesta de cumpleaños de un amigo en común, me gustaste tanto que aprovechaba cualquier descuido de mi novio para coquetear contigo y me di cuenta de que eso te encantaba. Han pasado dos años desde esa noche y todo este tiempo hemos seguido platicando por teléfono, mandándonos mensajes y viéndonos en algunas ocasiones, pero siempre como amigos; y aunque se nota que los dos queremos, todavía no ha sucedido nada entre nosotros, salvo aquella vez que me invitaste al cine y a la mitad de la proyección estuvimos a punto de besarnos. Lo recuerdo, porque esa misma tarde tuve que dejarte de prisa porque tenía que ver a mi novio. Él me llevó a su casa y mientras le entregaba mi cuerpo, yo no paraba de imaginar que eras tú el que me penetraba. Estuve a punto de llamarlo por tu nombre cuando me estaba viniendo. Te lo confieso porque quiero que sepas a qué grado te he deseado todo este tiempo.

Un día te hiciste novio de esa amiga tuya que tan mal me caía. Te odié por eso y todavía más cuando dejaste de invitarme a salir por estar con ella. Cuando cumplí 18 viniste a mi fiesta con ella y yo tuve que aguantarme los celos cuando vi cómo la besabas; tan celosa me puse que para que me notaras, prácticamente tuve que fajar con mi novio delante de ti y de nuestros otros amigos. Pero me dio gusto saber que haberme exhibido de esa forma tan vulgar había dado resultado, cuando a la mañana siguiente recibí un mensaje tuyo, por fin.

Te invité a venir a mi casa para almorzar y a ver una película y cuando aceptaste, supuse que sabías que no era eso lo que terminaríamos haciendo. Yo estaba muy nerviosa porque de verdad quería acostarme contigo aunque los dos tuviéramos un bonito noviazgo con alguien más. Recuerdo que estuve a punto de cancelar nuestra cita porque me sentía culpable, pero ya ves que no pude. Este sábado mi familia me dejará sola desde muy temprano y en cuanto el coche de mi papá se pierda de vista, yo me apresuraré a ponerme bonita para ti.

Estando en la ducha me siento tentada a tocarme, estoy muy caliente pensando que se acerca nuestro gran momento, pero creo que será mejor reservar la urgencia de mi vagina para ti y no me masturbaré. Te recibo en la puerta de mi casa una hora más tarde. Me fascinó tu reacción al verme usando una diminuta versión de la falda negra tableada que llevaba cuando me conociste y una blusa blanca de tirantes muy ligerita y pegada que resalta mi busto. Normalmente llevo el pelo suelto, me gusta cómo se ve porque me llega hasta media espalda, pero hoy me lo he amarrado en una coleta alta y me he puesto los aretes grandes que una vez me dijiste que te gustaban.

Estamos platicando como siempre de cualquier cosa mientras almorzamos; me haces reír y eso me gusta mucho de ti. Me había sentado a tu lado para sentirte más cerca y porque sabía que en cualquier momento te animarías a besarme. Disimuladamente tu mano se pone en mi rodilla y yo abro mucho las piernas para invitarte a seguirme tocando. En un momento tus dedos se pierden debajo de mi falda, acaricias la suave piel de mis muslos, yendo cada vez más cerca de mi vulva, que he depilado por completo pensando que así te gusta más.

Haces a un lado mi ropita interior y mis jugos mojan la punta de los dos dedos que me estás empezando a meter. Yo no puedo más. Me abrazo a tu cuello y mis tiernos gemidos de adolescente en tu oído, te excitan haciendo que tu miembro te levante el pantalón. Me tomas la mano para que toque tu pene y yo no me resisto, al contrario, te bajo el cierre y libero mi ansiado premio. Mis dedos rodean tu verga, la tienes durísima y me gusta; por fin empiezas a besarme; y qué rico me besas mi amor, metiéndome tu lengua en la boca y dejando que yo la chupe a ratitos, como si fuera mi dulce favorito. Abres los ojos un instante, ves que los míos están cerrados y notas que se giran un poquito hacia arriba cuando me dedeas más fuerte.

Echo mi silla hacia atrás y tú sabes que quiero mamarte la verga, así que te acomodas sentado, preparándote para verme hacer algo que deseabas desde hace tiempo. Mis labios llevan un lip gloss rosado y encierran tu glande en un apretado anillo que empieza a moverse hacia abajo y hacia arriba, cada vez más rápido, haciendo que los grandes aros de mis aretes choquen con mis mejillas. Nos miramos a los ojos mientras mi lengua da vueltas por toda la punta de tu pene. Te obedezco cuando me dices que me la coma toda. Penetras mi boca y me tomas de la coleta del pelo para empujar tu carne hasta mi garganta, sabes que me quejo porque me estás ahogando, pero te lo mamo tan delicioso que me obligas a permanecer ahí.

Cuando por fin me liberas, tengo los ojos llorosos y algo enrojecidos por lo que me hiciste; te inclinas para besarme y yo te correspondo, sabes que en el fondo me gusta que me trates así. Me quito la blusa y el sostén, mis tetas te sorprenden por su tamaño, no esperabas que fueran así de grandecitas; mis pezones están duros y me acomodo junto a ti para que los pruebes. Tus lamidas me hacen gemir y me abro de piernas para sentarme sobre ti. Sujeto tu pene y lo froto en mis labios vaginales, impregnándolo de mi humedad. Lo acomodo al centro de mi rajita y me tomas de las nalgas, las abres para que yo me ensarte poco a poco en tu verga.

Me la clavas toda y sientes el borde de mi falda moviéndose al ritmo de mi cadera que sube y baja enterrando una y otra vez tu hombría en mi vagina. Tus manos siguen sujetando mis nalgas y al poco rato encuentras mi ano, lo embarras con mi fluido, que ya tiene empapado a tu miembro y aunque trato de detenerte y te digo que no, tú me metes un dedo por atrás. Al principio me da miedo, no sé por qué, tal vez porque nadie lo había hecho; pero poco a poco voy dejando que profanes esa parte de mi cuerpo y me pregunto qué se sentirá tener tu pene ahí dentro. Lo descubro un momento después, cuando me inclinas sobre la mesa y me levantas la faldita para darme mi primera experiencia anal.

Volteo a verte sobre mi hombro para pedirte que no me cojas tan duro, pero eso solo logra excitarte más y me tomas del pelo, forzándome a seguir recibiendo tu verga en mi culo. Es extraño para mí, pero sentirme sometida me excita mucho y comienzo a frotarme el clítoris mientras continúas ultrajando mis nalgas. Mis gemiditos se convierten en gritos de dolor y placer; y es que te siento muy adentro, mi amor, vas a hacer que me venga.

Mis piernas tiemblan mientras experimento el mejor orgasmo que haya sentido. He esperado tanto tiempo, que el primer estallido de placer que me causaste, solo consigue que yo quiera más. Te llevo de la mano hasta el sofá y me recuesto para recibirte con las piernas abiertas. Me coges tan rico, no sabes cuánto me gusta que me lo metas así. Siento en mis manos los músculos de tus glúteos tensándose a cada metida que me das. Sé que estás cerca de terminar, así que estiro mis piernas y empiezo a moverme para ordeñar tu verga al mismo tiempo que le doy unos apretoncitos dentro de mi cavidad.

Tú tratas de salirte para no inseminarme, pero yo no te dejo porque estás por llevarme de nuevo al cielo. Está bien, mi amor, vente dentro. Mientras me besas, eyaculas en mi interior y el semen hace que tu pene resbale más rico, provocándome otro orgasmo.

Mi falda está sucia de nuestros fluidos y mientras me la quito, recuerdo cómo se sentía tu leche escurriéndome por el culo. Falta media hora para que mi novio pase por mí, creo que quiere llévame a un hotel y mi vagina todavía tiene rastros de ti.

(9,59)