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Feliz esclavo de mi prima Gladys

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Éramos adolescentes mi hermosísima prima Gladys, y yo.

Cuando me entero que vendría a quedarse a vivir para siempre en casa, una electricidad erótica me recorrió entero. Gladys, siempre me había gustado y excitado de manera monstruosamente bestial, desde mis despertares a las cosas del amor.

Llega Gladys pues a casa con su hermosura encantadora, su cuerpo bonito y sus gordísimas piernas hermosas, y desde su llegada, me entrego a ella como embobado declarándole mi deseo de ser su esclavo. Se rio mirándome con una sonrisita por demás maliciosa y cómplice, anunciándome con esa risita, que estaba yo desde ese mismísimo momento, atrapado.

-"En cuanto quedemos solos, te agarro!" -me dijo- Los dos, nos miramos riéndonos cómplices, ahí con mis padres andando cerca pero sin vernos, mientras me hacía ella una pícara morisqueta sacándome la lengua, y yo le daba un beso prolongado en la punta de la nariz.

Mis padres vivían saliendo de casa, y ese mismo día que Gladys llegó y a los dos minutitos yo le hice esa declaración, a los diez minutos mis padres nos comunican que en momentos saldrían de viaje para estar una semana fuera del país, y con ella nos mirábamos de continuo esperando que llegara ese momento de ellos partir, para caer yo en las manos de ella que me agarraría para comenzar a divertirse con mi cuerpo.

Los dos... ¡ardíamos!!! Y fue salir mis padres despidiéndose de nosotros que quedábamos ya completamente solos en la casa, y yo, que estaba ya como enredado en la telaraña de mi prima, al irse mis padres, así como una inmensa araña va rápidamente a atrapar al bichito enredado en su tela, así, exactamente así, Gladys corrió a capturarme viniéndoseme encima atrapándome.

Era verano y vestía yo un pequeño shortcito viejito y ajustadito y medio rotito notándoseme la extravagante erección que no podía yo contener por mi desaforada calentura, y ni bien mi prima me agarró, me lo arrancó de un solo tirón rompiéndomelo y dejándome completamente desnudo con mi enorme chorizo al aire y largo y bien grueso y duro, y mis huevos henchidos por aquella calentura bestial que tenía, y ahí nomás Gladys comenzó a divertirse sumergiéndome en una avalancha de cosquillas atroces que me empezaba a hacer haciéndome gritar y reír y suspirar de placer y desesperación pero feliz de empezar a ser el juguete de ella.

Mi prima se largaba las carcajadas haciéndome a dos manos cosquillas de todo tipo y agarrándome la pija y pajeándome y mamándome y me ponía sus pies en la cara y yo se los lamía y a la vez gemía y gritaba de excitación y placer y aquello era ya un desenfreno donde mi prima me hacía lo que quería y yo aguantaba feliz sabiendo que era ya… ¡su esclavo!!!

Completamente desnudo y caliente mi prima comenzó a montarme subiéndose acaballada sobre mis hombros, comenzando a hacerme andar con ella encima mío así llevándola por toda la casa que en su inmensa amplitud y con escaleras que llevaban a los pisos superiores, iba y venía yo con ella montada encima mío desnudo y caliente sintiendo su peso y viendo ahí contra mi cara sus hermosísimas piernotas gordas que yo besaba con sonoros besos mientras ella me iba dando pataditas en las bolas arrancándome ya los primeros orgasmos haciéndome acabar haciéndome saltar la leche así con ella andando acaballada sobre mis hombros. Era, algo así como "el bautismo" dominante de mi prima sobre mí... montado, caliente, desnudo, y acabando. ¡Cómo se reía mi prima! Y yo... con ella.

Por lo claro y en mi cara me decía que iba yo a ser su juguete y esclavo, y yo me reía feliz y nos reíamos cómplices.

Gladys era una verdadera tormenta lujuriosamente avasallante haciéndome cosas, pero yo era un valiente masoquista disfrutando aquella continua paliza dominante. Éramos, verdaderamente... el uno para el otro. O, mejor dicho..."yo, para ella".

Mi febril calentura adolescente estaba en la cresta de la ola erótica, y mi hermosa prima la aprovechaba completamente. Le causaba risa mi entrega así tan ilimitadamente absoluta a ella, y se reía en mi cara y yo me reía con ella. Yo mismo le aportaba ideas diciéndole cómo podía utilizarme para divertirse mejor, y Gladys de largaba las carcajadas haciéndomelas. Me azotaba a cintazos desnudo, me hacía lamerle desde los pies hasta el culo y su anatomía entera, me vivía montando y me llevaba a los empujones a la cama para follarme amasándome como desaforada, y, en fin: todo lo que quería hacerme, me hacía.

Me amarraba desnudo a la cama así amarrándome las manos y los pies a los cuatro barrotes, y allí comenzaban aquellas interminables sesiones de torturas deliciosas haciéndome todo tipo de enloquecedoras cosquillas, pellizcones, cachetadas, mamadas folladas y pajeadas, y yo enloquecía debajo de su dominio teniéndome horas enteras haciéndome lo que se le antojaba, ¡ay... qué cosa!

Le encantaba jugar con mi inmensa verga ya que tengo la fortuna natural de tener un falo verdaderamente superdotado por regalo de la naturaleza, y eso, era para ella un deleite que le encantaba disfrutar aprovechándolo a sus más completas anchas.

Mis lubricaciones emanantes que en la adolescencia a los varones nos salen pija afuera en abundancia, ella las aprovechaba ya comiéndoselas, como también, haciéndome aquello de meterme adentro de la pija sus dedos metiéndomelos uno tras otro así metiéndomelos por el agujero de la pija mandándolos para adentro hasta el fondo completamente... uno y otro... uno y otro... varias veces... yo, retorciéndome así sintiendo sus dedos meterse adentro de mi pija, y ella… riéndose.

Se metía enormes bananas ya peladas adentro del culo y poniéndose con el culo contra mi boca me las largaba adentro de la boca haciéndome comérmelas.

También, solía colgarme atado de los pies así con mis piernas separadas -completamente desnudo obviamente-, y atadas mis manos detrás, me hacía cosquillas por todo el cuerpo y se montaba entre mis piernas hamacándose montada en mí, colocándome sus plantas descalzas sobre mi cara.

Durante el resto del día "cuando no me amasaba"-digamos-, yo la servía obedeciendo todas sus órdenes. Nos reíamos...

Un día nos dimos cuenta que de verdad estábamos enamorados. Fue... hermoso!!! Y, para festejarlo, le pedí que multiplicáramos por diez o por cien las cosa que me hacía. ¡Cómo se largaba las carcajadas mi prima! en realidad yo... le daba risa.

Cuando mis padres estaban en casa, era una verdadera pena para los dos no poder hacer nuestras cosas, pero afortunadamente mis padres en su profesión de tremendos contrabandistas vivían más fuera del país que aquí, en cuanto se iban mi prima saltaba encima de mí y en dos segundos quedaba yo completamente desnudo como debía ser.

Hoy, a años de aquello, somos los dos una feliz pareja cada día más enamorados, y aunque nuestro amor tenga esa cosa loca de ser yo su feliz esclavo y ser ella mi dueña, los dos somos felices en eso, y vivimos un loco amor mi prima y yo, felices felices felices!

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