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Mis dos familias - 09 de 10

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Regresábamos para casa y mamá tuvo que romper el encanto y la alegría de la tarde, llamó para decir que se retrasaba, el coctel al que acudía se alargaría y no vendría a cenar tampoco, Don detuvo el coche al borde de la carretera para responder la llamada y cerró el móvil quedándose pensativo.

Sentí como se venía abajo y quise gastarle una broma.

-No se preocupe don Fernando, los negocios funcionan y aumentan el beneficio cada día. -primero me miró serio y luego rompió a reír y yo con él abrazados, cuando quise dame cuenta su boca estaba sobre la mía, nos estábamos besando desesperados y como locos.

-¡Ohh! Don, te quiero, te quiero tanto. -su única respuesta resulto apartarme de él y volver a poner en marcha el auto.

No volvimos a hablarnos y cenamos en silencio, lo único que se escuchaba era el ruido de los cubiertos, con los que jugábamos en lugar de comer, y los pasos de la chica retirando los platos sin probar, para colocar otros que seguirían el mismo camino. Terminamos de cenar y me acerque para darle un beso de buenas noches.

-Hasta mañana Don, me voy a dormir. -subí las escaleras con unas ganas de llorar enormes, me lavé la boca y coloqué un pantalón ligero para meterme en la cama y llamaron a la puerta.

-¿No te has acostado aún? Tenemos que hablar, no me has contado nada de tu viaje y como lo has pasado. -salió de mi todo lo peor que pude encontrar en mi corazón, toda mi decepción acumulada, todas mis ganas de hacer daño.

-¿Me preguntas cómo lo he pasado? Divinamente, ejerciendo de puto todas las noches, dejándome follar por todo el que ha querido poseerme, lo que tu me has obligado a hacer. -no esperaba esa reacción que me dejó asombrado, se acercó con la cara hecha una furia y me dio una tremenda bofetada que estuve para caerme al suelo.

Le miraba, creo yo que con los ojos desorbitados, sintiendo el tremendo calor en mi dolorida cara, di la vuelta y me tiré en la cama llorando.

-¡Te odio Don, te odio!, puedes quedarte con tu puto coche, no necesito ni quiero nada de ti. -se acercó a la cama y se sentó sobre ella intentando sujetarme.

-Perdóname Telmo, no quería hacerte daño, perdóname pequeño. -me abrazó muy fuerte mientras las lágrimas corrían a raudales por mi cara.

-No me he podido contener al escucharte, mi niñito pequeño y dulce. -me besaba el cabello, con dulzura acariciaba mi espalda desnuda, me soltó un momento y caí de espaldas, él sobre mi sin dejar de besar y acariciarme la piel.

-Mi bebé pequeño, nunca lo volveré a hacer, lo siento, lo siento, tienes que perdonarme, dime que me perdonas. -abrí mis piernas y acogí su cuerpo entre ellas, estaba encima de mi, con solo su pijama puesto y yo con solo el pantalón, sentía el calor fogoso de su fuerte cuerpo sobre el mío, sus besos que no cesaban y mi llanto se fue calmando, y respondía a su besos con los míos, sin hablarle para no romper el encanto.

Ahora me acariciaba el pecho y me lo besaba dulcemente, pasando los labios por mis pechos, mojándolos con su aliento y deje escapar un débil gemido sujetando su cabeza, enterrando mis dedos en el pelo, empezaba a sentir que su pene despertaba apretado contra el mío.

Hubo un instante que se dio cuenta de donde estábamos llegando y se elevó apoyándose en las manos, nuestras miradas se juntaron y perdió definitivamente los papeles, y arrodillado se quitó la chaqueta con prisa, dejándome ver su velludo pecho con muchos pelos blancos y sus sonrosadas tetillas surgiendo naciendo del vello.

Me senté para ayudarle a quitarse el pantalón y me retiré el mío, estábamos los dos desnudos examinándonos, su poderosa verga con la punta roja del glande apuntando directamente hacia mi, su cara absorta mirándome, el brillo lujurioso en su mirada.

-¡Precioso! Muñequito de porcelana. -depositó sus grandes manos sobre mis hombros llevándome hasta unir nuestros pecho tan diferentes y que se acoplaban como si tuvieran que estar siempre así y esa fuera su posición esencial y primaria.

Froté mi pecho blanco, de piel fina, sobre el vello fuerte del suyo e incliné la cabeza para lamer su rosada tetilla. Se la lamía con la punta de la lengua cual gatito, y luego la metía en la boca succionando hasta que le escuche el primer suspiro, y cambié a la otra volviendo a repetir el proceso

-Déjame verte pequeño. -me tumbó sobre la cama como estaba antes pero sin el pantalón, con las piernas abiertas todo expuesto a su mirada, con mi polla apuntando al techo y los gordos huevos colgando entre las piernas tapándome el perineo.

Estuvo unos minutos pasando la punta de los dedos por mi pecho apretando sobre mis pezones y los deslizaba por mis delicados y apenas marcados abdominales.

-Eres perfecto, mi nene. -me tapé los testículos con las manos, me sentía tímido y ruboroso de que los viera tan gordos. Me las apartó y los pasó los dedos con delicadeza.

-También son hermosos, no los cubras, me gustan, se ven poderosos, de toro. -de todo mi ser era lo único que se podía llamar poderoso.

Sus besos me enloquecían y deseaba agarrarle la verga para lamerla y darle placer, él no me lo permitía, me retira la mano sin cesar de besarme y llegó hasta mi ano para empezar a acariciarlo y meterme los dedos.

Cesé en mis intentos y le dejé que actuara y dirigiera el acto, me sometí por entero a su fuerza. Se arrodilló entre mis piernas y las elevó para colocarlas sobre sus hombros dejando la entrada de mi ano a la altura exacta de su verga.

Tuve envidia de mamá al no poderme sentir como ella y tenerlo cuando quisiera, si fuera mujer podría disputarle el amor de Don…, y, desafortunadamente, no lo era.

Sujetó mis piernas con una mano para que no las moviera y con la otra orientó la polla colocándola para empujar y meterla, no necesitaba hacer mucho esfuerzo para que fuera entrando hasta que llegó al final pegando su pubis sobre mi culo..

Suspiré de gusto y agarré sus muslos para que no se moviera, no pude retenerle mucho tiempo y empezó con movimientos frenéticos a entrar y salir de mi ano sintiéndole en lo más hondo reventándome el culo, haciendo que gimiera enloquecido.

Su cuerpo sudoroso se rozaba a veces con el mío erizándome la piel al contacto de sus pelos húmedos, no cesaba de gemir y hasta las lágrimas se me saltaban.

Ahora cedía en sus arremetidas entrando lento y dejándola quieta un momento mientras me besaba la boca y luego se elevaba soltando mis piernas que estaban dormidas y llevando mis manos a su pecho para le acariciara mientras volvía al mete y saca de su pene delicioso.

Al cabo de unos minutos de intenso placer explotó en abundantes chorros de semen que sentía dispararse en mi vientre. Sin salirse de mi meneó mi polla dos o tres veces y comencé a correrme llenando la habitación de mis gritos.

Me sentía exhausto mientras acariciaba su cara y volvía a besar su pecho una y otra vez, y otra, y otra hasta me sujeto la cara, me besó y me aparto de su lado.

-Vamos a prepararnos, tu madre estará para llegar. -marchó a su habitación y no quería moverme ni vaciarme de lo que me había depositado dentro.

Era la primera vez, sabía que Don no sería mío ni me pertenecería, pero intentaría que aquello se repitiera las veces que pudiera hacerlo.

Durante cuatro días conseguí que volviera a hacerme el amor, aprovechando cualquier momento del día y en los lugares más insospechados, y de repente y abruptamente me dijo que no. Volví a comportarme como un niño caprichoso llorando y peleando con él pero no cedió.

Habían comenzado las clases y a mis amigos les encantó el regalo de Don, mi flamante automóvil, ahora podía desplazarme a la universidad por mi mismo y sin depender de que él, o que el hermano mayor de Kilian me llevaran y trajeran.

Resultaba extraño pero Kilian ahora prefería la compañía de Samay, en la calle resultaba normal que así fuera y en la cama imagino que su coño iría incluido, pero que me ignorara de esa manea me sorprendía, hasta que un día me abordó cuando iba a subirme al coche y partir para casa.

-¿No me vas a dar un paseo en este coche tan chulo? -había metido el pecho por la ventanilla y con la mano me acarició la mejilla.

-Yo diría que eres tú quien está entretenido en algo que te atrae más.

-Déjame conducirlo. -no lo dudé ni un momento, me corrí al asiento del copiloto, abrió la puerta y ocupó su lugar ante el volante, miró un momento el salpicadero y los distintos mandos.

-¡Joder, sí que es chulo! También yo quiero un regalo así. -creía que iría directo a su casa y allí me lo entregaría pero tenía otra idea. Condujo unos treinta minutos hasta salir de la ciudad, subimos por la carretera que conducía al parque provincial.

-¿Donde vamos Kilian? -teníamos que volver ya que pronto se haría profundamente de noche.

-Ahora regresamos, es de fábula como funciona, tienes que dejármelo algún día y a cambio dejaré que uses tu vicio. -me sujetó la mano para llevarla al bulto que se le marcaba bajo el pantalón. Lo sentía caliente y algo duro y pasé la palma de la mano por él en una tierna caricia.

-Sácalo y comienza a mamarlo, será genial que lo hagas mientras conduzco. -la carretera tenía bastantes curvas y no estaba dispuesto a que nos estrelláramos contra cualquier árbol.

-Ni se te ocurra pensarlo, no lo voy a hacer, tu estas loco. -aparté la mano y pude ver como se mordía el labio enfadado. Igualmente yo quería chupársela, solamente sentirla en la mano ya me había puesto caliente y si se portaba bien le dejaría que probara mi culo por vez primera.

-Vamos a mi casa, puede que tenga una sorpresa para ti. -ahora sonreía, disfrutando por anticipado la follada de boca que pensaba darme.

Don iba para el salón cuando entramos, había vuelto del trabajo y se había envuelto en la bata de seda de estar en casa. Le saludamos nerviosos y se quedó mirándonos mientras subíamos las escaleras.

Cerré la puerta con pestillo para evitar cualquier incidencia, Kilian esperaba impaciente y sin más empujarme para que me arrodillara sacándose la polla morcillona, se le había bajado la erección.

-No, espera, quiero que te desnudes. -seguía empujándome para arrodillarme ante él.

-Para que me la chupes y puedas comerte mi leche no necesito quitarme la ropa, comienza a chuparla, ¡ahora! -su enfado seguía el mismo camino que el empalme de su pene, iba a resultar que Samay no se le regalaba con facilidad.

-Quiero que me folles el culo, ¿no era eso lo que siempre me pedías? -inmediatamente me soltó y me puse de pie, no se lo esperaba y el asombro se reflejaba en su cara.

-¡Joder, haberlo dicho marica, ya tenía ganas de romperte el culito, creía que nos haríamos viejos esperando. -ahí comenzó a quitarse la ropa nervioso mientras yo lo hacía despacio, mirando como se desesperaba para quitarse los botones de la camisa, hasta que decidió sacársela por la cabeza. Los pantalones cayeron rápido junto con su slip y los zapatos, se quedó con los calcetines puestos.

Miré su pene curvo mirando al ombligo, los había visto mejores últimamente, los tres que me habían usado el culo resultaban más atractivos visualmente y más grandes, pero una verga siempre es una verga y la suya sabía rica y jugosa en mi boca.

Sin miramientos de cualquier tipo me empujó hasta que caí en la cama de espaldas y se lanzó en plancha sobre mi. Ni un beso, ni una caricia, parecía loco empujando con sus piernas las mías para que me abriera y en un segundo tenía su verga en la entrada de mi culo empujando para entrar.

-Me haces daño, ¿es que nunca has follado? Tienes que dilatarme cabrón, o te crees que eso es mi boca. -dejó salir una aguda e histérica risa.

-Tu no me vas a enseñar a mi, me gusta que el agujero se me resista. -me di cuenta de que por ese camino no avanzaría.

-¡Por favor Kilian! méteme los dedos antes. -la duda se le marcó en la cara.

-Si es eso lo que quieres. -sin mojarse los dedos ni pedirme que lo hiciera yo, los apuntó en el ano y metió dos de golpe, grité por el dolor que me causó, se detuvo unos segundos como si tuviera dudas y empezó a meterlos y sacarlos, a abrirlos sin miramientos y con fuerza, dejó de moverlos y me miró furioso.

-Soy tu segundo plato maricón, ya te han usado y abierto tu puto culo. -me sujetó las piernas con los brazos evitando que pudiera moverme y menos defenderme, solamente podía intentar contenerle apoyando las manos en sus rodillas y fue imposible parar sus embestidas y puntazos hasta que introdujo el glande haciendo que volviera a gritar dolorido.

-Así me gusta, puta maricona, que me sientas y sepas de una vez quien es tu macho. -con ninguno de mis folladores me había sentido dolorido y lastimado, en mi dolor me alegraba que Kilian no hubiera sido quien me desvirgara, podría haber sido terrible.

Me la metía con furia y con saña insultándome, cada vez que entraba en mi culo soltaba un insulto haciéndome gemir de dolor sintiendo arder el culo, se cansó y me dio la vuelta sin retirarse y terminar de sacar la polla. Ahora me daba desde atrás, con la misma violencia y empezó a golpearme las nalgas aumentando el dolor.

Di gracias por que no la tuviera del tamaño de Don, pareció cansarse y bajó la intensidad de las folladas, el dolor de los golpes en mi culo se había convertido en un agradable calor y la segregación de sus fluidos facilitaban que su verga entrara sin tanto dolor hasta que sentí el placer que me llegaba inundándome.

Kilian debió notar que disfrutaba al acompañarle con mis nalgas en su recorrido y tirarme hacia atrás para sentirlo mejor, volvió a meterla como antes pero ahora no dolía, era la gloría y comencé a gemir, ahora de placer que él no quería que sintiera comenzando a azotarme el culo con fuerza.

Se me clavó hasta sentirle los pelos en el culo y se vaciaba entre estertores llamándome puta y guarra, se apoyó en mi espalda para dejar que las últimas gotas de semen salieran de su polla, mientras me masturbaba yo mismo con una mano hasta correrme sobre la cama.

Salió de mi como había entrado, con la verga aun dura volviendo a dolerme, Kilian era un bestia cabronazo que solo pensaba en él y su placer. Sin hablarme se fue al baño, imagino que a limpiarse.

Salió y aun estaba en la cama tumbado intentando asimilar todo lo que había pasado, la violación a la que me había sometido voluntariamente, y lo más jodido de todo, que al final lo había disfrutado.

Se vistió en unos segundos, por sus movimientos sabía que continuaba enfadado.

-No se, ni quiero saber quien te ha follado y roto tu puto culo de zorra, pero a partir de ahora vas a tener clara una cosa, me perteneces a mi y tu culo y boca son míos, recuérdalo si no quieres que mi furia te ponga en tu lugar para que sepas lo que eres.

No se lo tomé en consideración, yo haría lo que quisiera y él no iba a mandar en mi salvo lo que yo decidiera, además en el fondo disfrutaba de su victoria, aunque fuera de segunda mano había conseguido lo que demandaba tantas veces.

-Lo que tu digas Kilian. -creo que notó la sorna con que le respondí.

-¿Y qué es lo que he dicho? -hablaba airado y lleno de ira.

-Que te pertenezco y mi culo y boca son tuyos. -y ahora resultaba evidente la ironía que rezumaba mi respuesta.

-No lo olvides ni lo tomes a broma, no hace falta que me lleves a casa, disfruta de haber recibido una verga de hombre. -salir él y Don hizo acto de presencia, Kilian había salido y no tuve la precaución de cerrar la puerta con seguro.

-Ese muchacho no te hace bien, y tápate de una vez, se escuchaban tus gritos perfectamente para saber, sin tener que adivinar, lo que estaba pasando. -no le hice caso y continué tendido, sintiendo el semen de Kilian salir de mi culo que ahora acusaba el daño infligido.

-Es mejor que no te metas en esto Don, es mi vida y algo sagrado que se llama intimidad. -sabía por experiencia, desde que era niño, que mi habitación siempre estaba abierta para él, solamente quería recordarle lo evidente.

-Déjame ver lo que te ha hecho ese hijo de puta. -continuaba quieto perdido en mis pensamientos, nada agradables por cierto, ahora llegaba el arrepentimiento por haberme dejado tratar como algo sucio y sin valor, el dolor quedaba en segundo plano pero no quería llorar delante de Don.

Confiaba en que Samay arreglara lo que estuviera mal con Kilial y me olvidara como otras veces, por lo menos durante una temporada, pero yo… ¿que haría sin un hombre en mi vida? Era totalmente consciente que después de haberlo probado no resistiría y necesitaba un hombre a mi lado, el celibato no era mi opción, ni por lo más remoto, y tampoco estaría dispuesto a buscar verga con quien fuera.

Escuchaba a Don protestar, a veces violentamente, del comportamiento de Kilian y que su presencia estaba prohibida en su casa desde ahora, me acompañó al baño y tuve que evacuar el semen del macho que me terminaba de follar con él delante.

Algo de mi problema tuvo solución al ceder Don, en algunas y contadas ocasiones y dejar que lo sedujera, siempre era yo el que iniciaba la persecución y el chantaje, inclusive culpándolo de lo que me sucedía.

Por supuesto que él me deseaba, y mucho, pero resultaba, en alguna ocasión, hasta denigrante como conseguía que me la metiera.

¿Y Kilian me olvidó? a veces si y otras no, como ya no podía ir a mi casa para estar a solas conmigo, me follaba en los aseos de la universidad o en pleno monte porque no deseaba ir a su casa y enfrentarme a sus padres. Don había hablado con ellos y no admitían que su hijo fuera de esa manera, yo era el perverso que le perseguía, y quizá lo hicieran pensando en el principio de nuestra tormentosa relación.

Álex y Carla, aunque estudiaban en la misma universidad, cursaban otra carrera y nos veíamos en la cafetería, o cuando quedábamos después de clase. Mi amiga ahora estaba muy ocupada con su Paco y Álex, dentro de su amabilidad y buenas maneras, frecuentaba otras amistades, sobre todo la del chico con el que se le veía con frecuencia, parecían simplemente amigos pero estaban juntos muchas veces.

No entendía el motivo de que fuera ahora cuando me fijaba tanto en Álex, cuando antes casi escapaba de él, llegaba a pensar que sentía celos por verle feliz, una tontería sin más, si yo lo había rechazado…, y él tenía todo el derecho del mundo a tener sus amistades, o algo más, y cuando llegaba a ese (o algo más), me sentía terriblemente mal, y por eso terminaba como al principio, rehuyéndolo.

Llegaban las vacaciones de Semana Santa, Javier me llamó para saber cuando tenía previsto visitarlos, fijamos el día y ahora todo consistía en buscar los vuelos y reservarlos.

Deseaba volver a verlos, aunque no me entusiasmaba demasiado sabiendo que Diego no querría estar conmigo, y eso que no debía cogerme de sorpresa por que ya había ocurrido en el pasado.

Tuvimos los exámenes y como era predecible todo resultó bien, Don se encargó de los billetes y prácticamente todo estaba preparado para mi marcha. Un día antes no podía levantarme de la cama por la alta fiebre que tenía, con unas anginas como garbanzos dijo el médico, algún frío de algo que había tomado, nada de importancia pero que me obligó a guardar cama y no hacer ese viaje al que fallaba por primera vez después de cinco años realizándolo.

Los días que estuve enfermito en casa me visitó Carla con su Paco, este daba muestras de preferir estar a solas con ella, y no mirando como su chica se besaba con su amigo gay sin dejar de hacerle mimos. En honor a la verdad, y como desagravio, Kilian también me visitó, Don no le permitió más que verme y saludarme estando él presente. Extrañé el que Álex no viniera y no quise preguntarle a Carla por el motivo, resultaba tan inusual en él.

Pasaron Abril y Mayo, nos metíamos de plano en preparar los exámenes de final de curso, el día se alargaba, hacia sol y a veces retozábamos en el verde de los jardines de la universidad, pero ese día llovía a cantaros y tuvimos que quedarnos en la cafetería.

Una reunión de amigos no exclusivos, hasta ese chico que no se separaba de Álex últimamente y al que yo no dirigía la palabra. Apareció Kilian como si saliera del aire, sin darme cuenta lo tenía a mi lado, saludo y sin más me sujetó del brazo.

-Vamos fuera, quiero que hablemos. -me resistí a atenderle, no me gustaba que me diera órdenes y menos cuando estaban mis amigos delante, sabía lo que deseaba y no era el momento.

-Puedes decirme aquí lo quieras. -mis modales no fueron muy elegantes y me desasí de su agarre con violencia.

-¡Te he dicho que vengas, coño! -había hablado bastante brutalmente para que Carla aguantara y empezó a defenderme.

-A ver Kilian, te ha dicho “no”, ¿qué palabra es la que no entiendes? -estaba decidido a llevarme con él y no desistía.

-Nadie te ha pedido tu opinión, así que estaría bien que te ocuparas de tus asuntos y callaras. -volvió a agarrarme del brazo tirando de mi, estuve en un tris de caer de la silla y entonces, Álex el tranquilo, se levantó y le sujetó del brazo con el que me cogía.

-Telmo te ha dicho lo que piensa y todos estamos de acuerdo, suéltalo y deja la fiesta en paz, o siéntate con nosotros para hablar. -había dicho más que lo que cualquier pudiera esperar de él sabiendo como era.

-¿Tu te crees mejor que los demás? Te equivocas sabiondo, él es mío y no que me lo quitarás, ni tu ni nadie mejor. -nos dejó a todos pasmados y con la boca abierta, Kilian estaba reconociendo, delante de todos, que yo le interesaba de alguna manera. Nuestro mujeriego, adorado y admirado amigo se quitaba la careta. Carla fue la primera en reaccionar, se levantó y vino a nuestro lado

-Kilian, ¿sabes lo que estas diciendo? -nos miraba asombrado a su vez, se le había escapado al dejarse llevar por el despecho y la rabia que sentía, y se le asomaron las lágrimas antes de darse la vuela y avanzar con rapidez hacia la puerta huyendo.

Nos quedamos todos en silencio, sin podernos creer aún lo que terminábamos de escuchar de sus propios labios. Los siguientes días serían un suplicio para Kilian cuando la noticia corrió, como pólvora encendida, entre todos los conocidos y admiradores hasta ahora incondicionales. Tenía la suerte de su parte y quedaba poco tiempo para las vacaciones de verano. Para el próximo curso todo estaría olvidado.

Sin soslayar que era un soberbio, también era nuestro amigo, todos se volcaron en facilitarle esos días, arropándole para que no se sintiera solo.

Por mi parte aún tendría que soportar la reacción de Samay el viernes siguiente. Cuando salíamos de clase caminaba al lado de Carla, y Álex a su otro costado, escoltándola camino del parking, no había traído mi coche y vendría Don a buscarme, eso esperaba; que me llevara el hermano de Kilian lo veía poco probable ese día ya que seguía molesto y sin hablarme.

Nos los encontramos de frente, Samay venía sujetando a Kilian del brazo, enseguida adiviné que tendríamos problemas cuando se soltó y se dirigió hacia nosotros, nos detuvimos esperando lo que iba a pasar, Carla a la defensiva para protegerme.

-La zorra quiere pelea. -por supuesto que Samay la escuchó el insulto.

-Aquí la única zorra es tu amiguito que va lanzando acusaciones sobre Kilian. -esta era la respuesta para Carla y no se detuvo ahí.

-Entérate de una vez, si tu eres un maricón deja a Kilian de una vez y no lo acoses, él no es un puto como tu. -y esto venía para mi, gritado a todos los vientos y escuchado por todo el lo quiso oír.

-Oye guapa, estas mintiendo, y tú no sabes decir la verdad. -Carla me defendía como si a mi me importara lo que pensaran los demás.

-No me digas que miento, esa es tu manera para defender a tu amiguito ya que él no sabe hacerlo. -Cala se precipitaba sobre Samay y Álex la sujetó evitando un escándalo mayor.

Sentía repugnante aquella increíble discusión, donde los dos que no participaban éramos Kilian y yo.

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Continuará…

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