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Mis dos familias - 10 de 10

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Y aquí volvemos al principio del relato, cuando regresamos Don y yo de Rianxo, de pasar aquel fin de semana tan fructífero sexualmente hablando. Quedaban pocos días de clase, lo ocurrido con Kilian y Samay ya era pasado, y como no tenía otra opción mejor, comencé a pensar en como sería el verano en la playa con Diego, Manuel y Julio.

Aquellos días el estudio y último esfuerzo, ocupaba nuestro tiempo, por eso me extrañó que Álex me llamara el sábado pidiéndome que saliera al cine con él. ¿Y su amigo, que era su sombra, estaría con nosotros?

-Te lo agradezco, la verdad es que tengo la cabeza dándome vueltas, no tengo tu inteligencia y consigo mis notas a base de estudio y con mucho esfuerzo, además no quiero ser un estorbo entre Jaime y tu. -me costaba esfuerzo decir el nombre de su amigo. Ahora con Kilian alejado de mi y la renuncia para seguir seduciendo a Don, pensaba cada vez más en Álex, descubriendo nuevas facetas de su carácter que me gustaban. Quizá también algo más que me daba miedo.

-Por eso creo que es bueno que salgas un rato a distraerte y liberar la cabeza, ¡ah!, y por Jaime no te preocupes, estaremos solos los dos a no ser que quieras añadir a Carla y a su amor, y creo que esos prefieren estar solos. -no lo pensé ni un segundo para decirle que sí, debió resultar evidente mi alegría y se dio cuenta.

-Entonces, te recojo en una hora en tu casa. -se detuvo unos segundos indeciso.

-Me hace mucha ilusión Telmo. Voy para allá en un segundo. -comencé a sacar mi ropa del armario y ponerla sobre la cama, no sabía que colocarme para resultarle interesante, quería reconquistarle como fuera. Me duché rápidamente, no tenía tiempo para secarme el pelo y me ponía nervioso intentando dejarlo en su lugar.

Salí corriendo al pasillo cuando escuché la campana de la entrada al jardín, me tropecé con Don que llegaba en ese momento.

-¿Dónde vas tan corriendo? Te matarás por la escalera. -le abracé y le besé en la cara nervioso.

-Te dejo, me espera Álex, vamos al cine e igual regreso tarde. -vi la sorpresa en su cara pero no me hizo preguntas, solo me dio un azotito cariñoso en el culo para que marchara.

No le habían abierto la puerta cuando baje a la entrada, abrí y estaba muy derecho, como un soldado, esperando encontrarse a una persona que no fuera yo.

-¡Me has dado tiempo! Estoy preparado. -nos mirábamos los dos nerviosos, como si no nos hubiéramos visto el día anterior, nos dimos cuenta y comenzamos a reír.

-Telmo. -no continuó, y dudaba, me había acostumbrado a su manera de ser, tan titubeante cuando hablaba conmigo.

-Sí. -le animé.

-Estás…, se te ve muy bien, en lo oscuro del cine no lo apreciaran. Ya he escogido la película. El Cisne negro de Natalie Portman, no te he consultado y puedes haberla visto. -se trababa al hablar y tuve que agarrarle del brazo para que arrancara de una vez, cerrando la puerta a nuestras espaldas.

-No la he visto, he escuchado que resulta bastante compleja y que la prota lo hace muy bien. -había traído un coche sencillo para ser él. Durante el camino no cesaba de preguntarme sobre mis planes para el verano y los lugares que visitaría.

-Tengo que pasarlo con mi padre y su familia.

-¿Todo el verano vas a estar allí?, espero que tengas donde divertirte y no sea un aburrimiento.

-No pienso en aburrirme, no me dejarán. Tendré que ayudar en el restaurante de mi padre, hay unos arenales grandiosos para nadar y las noches son cálidas y entretenidas en la calle.

-Me alegro que lo pases bien y no sabía que trabajabas allí. -dejé que saliera mi risa, si él supiera.

-A veces solo hago estorbar.

-Estaré en Sevilla un par de semanas, si no te importa podría hacerte una visita ya que estaremos cerca. -le miré con atención, ¡qué ciego había estado hasta ahora!

¡Joder! Lo veía guapo a pesar de sus fuertes rasgos y las cejas tan negras y pobladas y sus labios rojos en sangre.

-Puedes ir, desde ahora estas invitado, tendrás que dormir conmigo en mi habitación, en verano no tienen huecos libres. -el resto del trayecto lo hicimos en silencio, miraba sus fuertes muslos embutidos en un pantalón ajustado, las manos huesudas, con las muñecas pobladas de vello que se escapaba por el puño de la camisa de verano y manga larga.

No podía engañarme, no era como Kilian, un dios griego, pero tenía lo suyo y todo muy viril y masculino, y me gustaba.

Compró un enorme cubo de palomitas y nos sentamos hacia la mitad del cine. Natalie estaba muy guapa y más delgada que yo, al principio la prestaba toda la atención, me gusta ver el comienzo muy centrado en el argumento, para luego seguir la trama con mas facilidad y comprensión.

De fondo escuchaba el ronroneo que producía Álex al comer las palomitas que me ofrecía y yo rechazaba, ahora parecía un niño con los ojos muy abiertos y llevándose la mano llena a la boca, sin que le cupiera lo que portaba y esperaba a terminar para volver a meter sin descansar hasta que terminó con todo el contenido.

La peli me gustó aunque no terminé de entender el final muy bien y pasé algún momento de miedo. Le hubiera cogido la mano en esos álgidos momentos pero no me atreví por miedo al rechazo.

-¿Podemos dar un paseo? -salimos de la sala a la zona de restaurantes y tiendas.

-Tengo que regresar pronto y dormir, mañana me levantaré temprano, quiero mejorar la nota lo que pueda, es nuestro primer año, y la verdad, me gustaría pasarlo desahogado. -claro que me hubiera gustado dar ese paseo, y hasta pasar toda la noche a su lado, pero lo dejaría para otro momento de menos trabajo, anidaba ya en mi corazón que tendríamos muchos como este.

-Tienes razón, entonces vamos a tomar lo que quieras y te llevo a tu casa. -accedí porque no teníamos que movernos del lugar y el parking estaba en el mismo subterráneo.

No sabía como despedirme de él y estábamos dentro del coche a la puerta de mi casa sin saber que hacer.

-¡Gracias por la invitación! Han sido unas horas muy bonitas y la Portman ha estado genial. -impulsivamente levanté el culo del asiento, le rodeé el cuello con mis brazos y le estampe un fuerte beso en los labios, escape corriendo hasta la cancela del jardín y me volví al oírle gritar.

-¡Telmo, Telmo! -me giré, estaba sentado en el coche con una inmensa cara de sorpresa.

-Esto si ha sido genial. -corrí por el jardín sin detenerme hasta llegar a la casa, sin volver otra vez la cabeza, para no tener la tentación de regresar y seguir lo que había comenzado.

No volvió a pedirme que saliera con él, podíamos vernos entre clases, en la cafetería o en el campus, por tanto me centré en dedicarme a estudiar hasta que comenzaron los exámenes que aprobé con buena nota, mis profesores fueron benévolos conmigo y estaba satisfecho.

Los estudiantes de último año de derecho preparaban su fiesta de despedida, había oido hablar de esas celebraciones, que además de servir para pasarlo bien, conseguían dinero para hacer un viaje. Aún no había asistido a ellas, según decían terminaban con excesos en bebida y práctica de sexo. Carla nos animó para que fuéramos y como Álex dijo que estaba de acuerdo me decidí a acompañarlos, en parte intrigado por lo que pudiéramos encontrarnos.

El lugar elegido sería el mismo campus, cerca de su facultad, preparado para eventos como este que se daban todos los años. Llegamos temprano aunque había abundante público concentrado, no era una fiesta exclusiva para ellos, querían mucho público que les llenara el bolsillo.

Saludamos a grupos de amigos y conocidos mientras nos acercábamos al lugar donde expendían las bebidas y bocadillos.

Había podido observar que algunos grupos llevaban su propia bebida y se sentaban en círculos sobre la hierba para beber y hablar. Cerca de los mostradores tenían colocado el equipo musical y resultaba imposible soportar los decibelios que salían de las torres de altavoces.

Recogimos nuestras bebidas y nos alejamos formando nuestro particular circulo de amigos y conocidos, Álex me ofreció un lugar a su lado para sentarme. Cada cierto tiempo algunos se levantaban para buscar nuevas bebidas, a la segunda cerveza decidí no beber más imitando a Álex.

Se hizo de noche y aparecieron gruesos velones que encendían, iluminando fantasmalmente los grupos, bastantes se habían disgregado, formando parejas o acercándose hasta el lugar de la música para bailar. Carla y su novio se habían volatilizado y resultaba difícil localizarlos visualmente por la oscuridad reinante, a pesar de tener una hermosa noche de luna casi llena.

Álex se había tumbado mirando al cielo plagado de estrellas, eclipsada su belleza por la plateada luz de la luna. Podía escuchar los latidos de su corazón con mi cara pegada sobre su abdomen, más potente para mi que el lejano ruido de las voces y la música.

-¡Telmo! -esperé que siguiera, notando como enredaba los dedos en mi pelo y lo acariciaba.

-Es todo tan bonito y tranquilo… -realmente, y a pesar de los lejanos ruidos, solo se escuchaba algún murmullo o suspiro, escapando de las bocas de los amantes cercanos al besarse.

-Sí, resulta todo muy tierno. -sentí envidia de los bultos que se movían sobre la hierba, cadenciosos y llenos de misterio, imaginando lo que sucedía por los murmullos y sofocadas risas.

Álex me adivinó el pensamiento, me retiró la almohada que era su abdomen y se situó paralelo a mi. Nos giramos para vernos de frente y se acercó hasta fundir los alientos.

Me besó al principio con un roce leve de labios por segundos de tiempo, cuando los iba a separar los seguí con los míos y le abracé el cuello, gimió dejando caer la cabeza sobre el verde.

-¡Telmo, Telmo, Telmo! ¡Te quiero, joder, te quiero! -sus besos eran fuego y respondía a todas sus caricias, éramos una más de las parejas de enamorados, o con ganas de sexo, revolcándose en la hierba.

-Yo también Álex, creo que te quiero y me estas enamorando. -sacó mi camisa del pantalón y metió la mano para acariciarme el estómago y el pecho, yo resulté más atrevido, o adelantado, y busqué su entrepierna con la mano.

Por lo que pude palpar Álex estaba bien dotado, nunca lo había visto totalmente desnudo, como máximo en bañador y ahora su polla latía bajo la palma de mi mano, la pasé varias veces por su longitud y mi chico comenzó a gemir. Eso me animó a bajarle la cremallera y meter la mano buscando el calor que desprendía su sexo.

Álex proyectaba las caderas para hacer más contacto y a través de la tela se lo agarré. Me había levantado la camisa hasta el cuello y lamía una de mis tetillas chupándola.

-Te deseo Telmo. -tuve que retirar la mano cuando se apretó contra mi pierna frotando su bulto contra ella.

-¿Quieres que lo hagamos? -le pregunté apretándole la cabeza contra mi pecho.

-¿Tu lo deseas?

-Sí Álex, quiero que me tomes y me hagas tuyo, lo deseo, mira. -le cogí la mano para llevársela a mi polla y que notara lo excitado que me tenía.

-Pero, ¿aquí? -pareció dudar y no quería que me dejara en el estado en que me encontraba.

-Lo hacen todos, escucha. -se oían los gemidos apagados, algunos no se podían contener y sabías el momento que gozaban de un orgasmo o eyaculación.

-Ven sígueme, nos alejaremos un poco. -fui a su lado hasta una pequeña bajada en desnivel, a medio camino había un sauce llorón no muy grande, sus ramas parecían una falda de mujer, como unas cortinillas donde las miradas no podían penetrar y estaba bastante oscuro.

Me apoyó la espalda en el tronco del sauce abrazándome y continuando sus besos, para mi era más fácil meterle la mano y cogerle el pene, todo ello a oscuras y dejando que nuestras manos obraran, me sentía tan feliz que no me importaba que me follara allí o en una cama.

Se abrió un poco la camisa para que su pecho tocara el mío y seguía besándome acalorado, metiendo la lengua en mi boca y reclamando que le hiciera los mismo, entrelazábamos las lenguas y el aliento compartiendo las salivas.

Le acaricié el fuerte cuello y subí las manos hasta su cabeza jugando con el pelo, mientras él me iba bajando a tientas los pantalones junto con el calzoncillo, me desnudó a medias y me dio la vuela para que apoyara las manos en el árbol aplastándome contra él.

Jadeaba emocionado, iba a ser mi primera vez con Álex, no resultaba el lugar mejor del mundo ni el más cómodo, pero la calentura y el deseo nos arrastraba. Había dado por supuesto que el chico era activo, no habíamos hablado de ello, aunque por su forma de conducirse resultaba evidente que pasivo total, como yo, no lo era.

Me sujeté apoyando las manos en el tronco mientras sentía como él se bajaba los pantalones y se cogió la polla para acariciarme con el glande las nalgas superficialmente, con un movimiento brusco y repentino bajó más mi ropa.

La sorprendente, aunque leve violencia que empleó, me encantó dejándome sin aliento.

-¡Oh! Álex. -le hice que notara mi entrega sacando ligeramente el culo hacia él.

-¿Qué?

-Me gusta, me gusta. -me golpeó el culo con la polla varias veces, desde luego era larga. Su comportamiento áspero me excitaba, jamás pensé que este muchacho fuera así en el sexo, como tampoco pensaba que Álex hubiera follado, pero resultaba indudable que sabía lo que hacía y tenía cierta práctica.

-Métela, hazlo ya porfa…

-Yo también quiero penetrarte. -le sentí reír nervioso y rasgar un envoltorio que abrió con los dientes y supuse que sería un condón. Además resultaba precavido y estaba preparado para lo que surgiera.

-Date prisa…

-¿Desesperado?

-Lo has adivinado. -hasta su forma de llevar la acción me calentaba.

Sujeté las manos, una sobre la otra en el árbol, y me incliné echando la pelvis hacia atrás, separé lo que pude las rodillas ofreciéndole mi culo.

Con una mano me cogió la pierna y me la elevó dejándome sostenido sobre un solo pie, entorpecido por el pantalón y a punto de caer, pasó un dedo untado de algo por el ano y seguido colocó la punta del pene en la entrada y apretó.

-¡Ummm! -un gemido quejumbroso fue lo único que emití.

-¿Te hago daño?

-No, no, es muy bueno.

Había entrado de repente y únicamente sentí el volumen que me llenaba el culo.

-¿Entonces te gusta? -no podía negarlo y le reconocí que su polla era exactamente lo que necesitaba mi culo.

-Si, dámela toda.

Álex comenzó embestirme empujando lenta pero sin detenerse, golpeándome la próstata hasta sentir que mis piernas temblaban.

¡Joder!, que rico se sentía, que buena estaba la follada que Álex me estaba dando, aumentado el placer por el morbo de alguien nos descubriera.

-Tu culito está delicioso y cerradito. -sonreí agradecido, me sentía orgulloso de que, a pesar de que me lo hubieran follado, mi culo volvía a recobrar su dureza dentro de la elasticidad que poseía.

-Dame, dame Álex, fóllame duro.

Me hizo caso y sus envites me levantaban del suelo elevándome en el aire, entrando cada vez más profundamente en mi y logrando que incrustara las uñas en la corteza del árbol.

-¿Así, te gusta así?

-¡Dios no pares, está riquísimo! -me sentía temblar como una hoja agitada al viento y me cogí la verga dura y tirando líquidos, estaba a punto de sentir un orgasmo que me obligaba a apretar el ano.

Y Álex no paró, no se detuvo, continuó golpeando con su dura verga en mi próstata y me abrazó muy fuerte por la cintura mientras me besaba el cuello y mordía la oreja.

Sentía que su orgasmo se precipitaba escuchándole gemir en mi nuca, al tiempo me retorcía eyaculando sobre la corteza del árbol. Escuchaba sus gruñidos a la vez que llenaba el condón con sus fluidos.

-¡Telmo, Telmo! Me corro. -apreté el culo para exprimirle hasta la última gota de leche que entre estertores despedía.

Quedó un par de minutos pegado a mi espalda, con la verga dura en mi culo, respirando dificultosamente en un abrazo posesivo de macho que no quiere soltar a su pareja.

Se separó y me ayudó a subirme la ropa, por lo menos no tendría el problema de que su semen me corriera por las piernas, había quedado todo almacenado en el condón y escuche como lo sacaba de su verga y lo tiraba.

-¿Estás bien Telmo?

-No lo se, pero lo repetiría si pudieras. -soltó una alegre risa y me ayudó a subir la ladera hacia las luces que brillaban a lo lejos.

Buscamos sin poder localizar a Carla y la envié un mensaje de que nos marchábamos para casa.

Álex había traído su coche y yo había llegado con Carla y Francisco. Me llevó hasta la puerta de casa y no quería bajar del coche, me resistía a dejarlo que ahora se fuera..

-Telmo, quédate conmigo, vamos a mi casa, pasemos la noche, dentro de unos días partirás, nos queda poco tiempo. -me estaba pidiendo justo que lo deseaba escuchar y lo sujete del cuello para besarle apasionado.

Volvimos a la ciudad, a su casa donde estaba todo en silencio, dejamos el coche en la calle para no abrir las grandes puertas del jardín y entramos sigilosos como ladrones.

Aquella fue la noche del encuentro, al entrar en su habitación comenzó a desnudarme.

-Déjame que envíe un mensaje a casa para que estén tranquilos. -lo envié mientras me dejaba desnudo mirándome incrédulo los testículos, siempre causan admiración o hasta temor.

Mensaje a Don: “No os preocupéis, llegaré tarde y estoy con Álex” Suficiente para que me entendiera. Tiré el móvil sobre una mesa después de callarle para que no sonara y le ayudé a quitarse su ropa.

Lo primero que hizo fue llevarme al baño donde el uno al otro acariciábamos con la disculpa de limpiarnos, me palpó los gordos testículos delicadamente, pasando las manos enjabonadas por ellos.

-Es increíble, pareces un toro. -ya me lo había dicho alguien más, me hacía reír de gozo al ver que aquello que resultaba anormal a él le encantaba. Terminé arrodillado sobre la loza ofreciéndole mi trasero y él, de pie, volvió a entregarme su polla que veía por vez primera, más o menos resultaba del tamaño de la de Don, y que en Álex, al ser más delgado, parecía más grande. Indudablemente más potente si que era y durante esa noche lo comprobaría.

Resultó una noche lujuriosa donde pude mamarle la polla, hasta derramarse en mi boca y saborearle el semen, gozar de cada rincón de su cuerpo y hablar entre follada y follada. Saber que Álex no era el inocente chico que yo creía conocer, quizá él tampoco esperaba lo que yo había vivido en el sexo. Y era un activo total, al menos nunca había dejado que le follaran su culo, hasta ahora.

Hablábamos y luego volvía a reanudar su cortejo hasta conseguir que me entregara sin oposición y deseoso de él. Destrozados dormimos hasta la mitad de la tarde del día siguiente. Me aseguré a mi mismo que no permitiría que Álex se me escapara, aunque tuviera que renunciar a muchas cosas, a lo que él quisiera, por él.

Falló el hecho de que no me pidiera ser su novio y oficializar de alguna forma el compromiso, pero eso llegará con el tiempo. Me sentía, a pesar no hablarlo, su pareja y a él le sucedía lo mismo.

Los días que faltaban para mi marcha transcurrían felices, Álex me hacía el amor enamorado locamente, igual a lo que yo sentía, y como si fuera la primera vez, en su casa o en la mía, ya resultaba normal el que cada uno frecuentáramos la casa del otro, y sin hacerlo público nos aceptaran en nuestras familias, en verdad sus padres lo deseaban una vez aceptada la sexualidad de su hijo y Don y mi madre estaban encantados. Me dolía tener que separarnos pero ahora tenía en quien pensar y él iría a pasar unos días a mi lado.

Fue entonces cuando Don me comunicó la noticia. Llegué a casa a la noche, dispuesto a que mi chico me diera una de sus sesiones de sumo placer antes de despedirnos.

-Telmo, ha pasado algo con Diego. -dudaba al hablar y presumí que algo malo pasaba.

-¿Qué ha sucedido Don?, no me tengas en ascuas. -le zarandeé del brazo para que dijera lo que fuera de una vez.

-Parece que llevaba varios días desaparecido, lo buscaban, y ahora aparece ahogado. -no pude reprimir mi grito angustiado.

-No es cierto, Diego no, ¡Oh Dios mío! -Don me abrazó intentando consolarme, algo imposible de momento, realmente había llegado a querer a mi hermanastro y sentía un dolor interno que me desgarraba.

En algunos momentos lo veía caminar a mi lado en la playa, sirviéndole como ayudante en su trabajo, y había muerto ahogado, me resultaba imposible de creer. Diego era un pez en el el agua. ¿Cómo estaría Javier? ¿Luz Maria su madre y su hermana Sandra? Pensaba en su dolor que sería más fuerte que el mío y volvía a llorar entre temblores.

Don me dejó entre los brazos de Álex que no sabía la manera de consolarme. Tenía que estar con ellos, sufrir a su lado el calvario del dolor, esa era mi obligación ahora.

-Tengo que ir allí Don, adelantar mi viaje para estar a su lado.

-Ya he pensado en ello y he cambiado los billetes para mañana temprano, en el primer vuelo tienes la reserva, no hace falta que lleves equipaje, nosotros estaremos allí al otro día.

Don, como siempre había pensado en todo y esa noche Álex estuvo en la cama conmigo, no de la forma que habíamos previsto, soportando mi dolor como el mejor amigo.

Tomé un taxi que me llevara al restaurante, habían dejado al cargo a Manuel y ellos tres estaban en el tanatorio, volví a pedir un taxi que me llevara con ellos.

Estaban acompañados por familiares de Luz y amigos de ellos, al verme entrar mi padre vino a abrazarme en silencio, para llevarme ante la cristalera tras la cual exponían el cuerpo de Diego.

Estaba irreconocible, cubierto enteramente de tela y tuve la loca esperanza de que hubiera sido un error y no fuera él, estaba totalmente vendado y en el féretro sus restos parecían tan frágiles. Mi Diego, mi hermanito del alma era ese despojo envuelto en una túnica blanca. Mi hombre adorado que me había mostrado el camino y querido a su manera.

Ese mismo día lo convirtieron en cenizas y al día siguiente, a la tarde, lo despediríamos para siempre. A la noche hablé con Manuel, en una cena imposible donde ninguno podía ingerir bocado. Salimos a caminar al lado del agua.

-¿Tú crees que Diego puede haber muerto ahogado? -Manuel se me abrazó temblando.

-Yo creo que han sido esos malditos, Nasty y los suyos, y ahora buscan a Esteban que los robó. -hablaba aterrorizado y entre jadeos, tenía que hacerle repetir las palabras.

-Despacio Manuel, ¿tú sabes lo que ha pasado?

Según Manuel, todo había comenzado en una recogida en la playa, llegaron las motoras zodiacs a la arena, cuando las estaban descargado apareció la policía abortando la operación y haciendo que todos salieran huyendo, la policía se hizo cargo del alijo además de algunas detenciones que practicaron a los que lograron apresar.

Dias más tarde alguien comenzó a vender una mercancía de la que nadie sabían la procedencia, resultó fácil para Nasty y los suyos deducir que era parte de la partida encautada y seguirle la pista a los que la ponían en el mercado.

Diego no tenía nada que ver con la apropiación, según Manuel, pero Esteban había escondido la droga en su casa donde encontraron lo que quedaba por vender. Diego desapareció hasta que lo encontraron ahogado, Manuel sabía por los rumores que circulaban que ahora buscaban a Esteban.

-Entonces lo han asesinado Manuel, tienes que contárselo a la policía para que los detengan. -me detuvo en medio de la nada tirando con fuerza de mi brazo para que lo mirara, las lágrimas le afloraban y se veían brillantes en la noche clara.

-Estas loco Telmo, todo eso es lo que se habla en la calle, lo que dejan conocer Nasty y los suyos sin pudor alguno, ellos mismo lo pregonan para que sirva de escarmiento y advertencia para otros. No hay pruebas para presentar, y además si lo denuncias pones en peligro a los tuyos.

Volvimos para atrás y lo tenía que llevar abrazado, además del dolor que sintiera por la pérdida de Diego, también había mucho miedo aflorando de su cuerpo.

Para la despedida en la iglesia llegó Don con mi madre y traían a Carla con ellos, también vino Álex con sus padres, en la ceremonia se colocó a mi lado izquierdo, tomé su mano y la apreté buscando consuelo.

Se soltó de mi y me sentí confuso, temeroso, resbaló su mano por mi brazo hasta llegar a mi hombro y me estrecho en un cálido y tierno abrazo, y lloré en mansas lágrimas por Diego, por aquel maravilloso muchacho que no quería verme inmiscuido en sus, no se hasta que punto, turbios negocios, y que se mostraba a veces grosero para apartarme de su lado.

Había un mañana al lado de Álex, y en él me refugiaba apretando su cintura haciéndolo mío y sintiéndome de él.

Fin

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