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La amiguita de mi novia

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Primero que nada debo poner en situación a los hechos de aquel sábado caluroso de un noviembre feliz para mi novia y para mí.

Se nos venían dando muchas buenas cosas, tales como la graduación de ella en su carrera de psicóloga, a mí la finalización de un proyecto destinado a la potabilización del agua con medios más higiénicos, salubres y de mejor infraestructura, y su posterior premiación en un congreso internacional de ecología y medio ambiente, y nos pudimos comprar un auto, con mucho esfuerzo. No era 0km, pero nos alcanzaba para movernos por la ciudad y viajar de vez en cuando.

Para colmo faltaba poco que nos den una casa en un barrio nuevo, gracias un plan de vivienda que pagamos religiosamente. Ya no podíamos seguir viviendo en lo de sus tíos.

Con Paola llevamos una relación de tres años, y todo sigue siendo maravilloso entre nosotros.

Ese sábado, a eso de las cuatro de la tarde llegó Tatiana, una de las amigas de Paola. Extrañamente con ella se habían dado un par de situaciones, creo que impulsadas por el morbo de Paola, ya que durante el secundario hubo un picoteo entre ellas.

Paola se define como bisexual, aunque solo cuando está conmigo, y nunca le cierra la puerta a ninguna fantasía que pronto se le ocurre, o que yo le sugiera.

Tatiana es preciosa con su culo formidable, su olor a menta cada vez que habla, unos ojos verdes muy misteriosos, un pelo sedoso y lacio, con dos tetas normales aunque de pezones visibles, ya que se le erectan con facilidad, y una vocecita que enternece.

En ocasiones que nos juntamos los tres a tomar algo, Tatiana siempre buscaba la forma de hablar de sexo. Cierta vez me largó:

¡che Nacho, es verdad que a los hombres los vuelve locos una buena chupada de pija?!

No supe qué responder, y Pao no le paraba el carro. Más bien se reía y me hacía responderle o prenderme en la joda.

Ahí me enteré de que no se animaba a petear a su novio.

¡pero la Pao te la chupa rico?, y le acabás en la boca?, y esta cochina se la traga?!, curioseó luego.

Mientras yo me ponía colorado le respondí que sí a todo eso. Hubo más preguntas, y una de esas veces Paola le dijo eufórica:

¡Tati, si tantas ganas tenés de chupar una pija, hacelo conchuda!, o se la querés comer a mi novio?!

Las dos se rieron con estrépito, y la Tati deslizó:

¡no estaría mal, pero, por ahí no me gusta el gusto, o el olor, no sé!

Paola incentivaba a su amiga a preguntarme cosas. Así se atrevió a querer saber si me gustan más culonas que tetonas, si las prefiero depiladas, si me gustan los juegos previos, si tengo fantasías con otra chica, y un sinfín de detalles más.

En un par de ocasiones en las que el alcohol y el porro deambulaban por nuestras neuronas, nos comimos la boca entre los tres, aunque yo jamás le puse un dedo encima a Tatiana.

Pero aquel sábado fue demasiado.

Apenas le abrí bajo un sol autoritario, me comió la boca, me apretujó contra la pared del pasillo de la entrada de casa y frotó con descaro su culo majestuoso sobre mi verga. Yo estaba descalzo y con una bermuda roja muy finita, en cuero y con sed.

¡andá a buscar a Paola que me muero de ganas de lamerle los pechos!, dijo con cierta angustia en la garganta.

En cuanto le eché llave a la puerta me confió que su novio la cagó con una veterana, que solo le escribió una carta de despedida con una foto de la fulana en cuestión, y que le devolvió algunos regalos. Ella pareció tener hambre de venganza. Estaba afiebrada por el sol, y cuando la abracé para aliviarle el llanto, la muy turra me manoteó el paquete.

¡seguro me dejó porque no se la chupé!, pero vos me vas a dejar hoy, no guacho?!, dijo serenando sus pesares, y caminó a la cocina donde se sentó a esperar que le sirva algo fresco, y a que le avise a Paola de su llegada.

Mi novia estaba echada en la cama. No bastó que le explicara nada. Lo sabía todo!

¡la Tati te quiere coger Nacho, y yo quiero garcharmelá, así que dejate hacer lo que quiera… además, a vos te calienta un poquito no?!, dijo Paola mientras se ponía de pie. Y ambos fuimos a la cocina.

Paola solo traía un vestido hasta las rodillas, sin corpiño, con el pelo suelto y descalza. Por lo que, mientras yo cortaba un budín marmolado, servía tres vasos de jugo y los llevaba a la mesa junto con la hielera, ella le pone las lolas desnudas en la cara a su amiga, diciéndole bajito:

¡te gustan perrita?!

La Tati se las besa alternando ruiditos, jadeos y estiraditas a sus pezones mientras ronronea:

¡qué ricas son, estás re trola pendeja!

Decido sentarme al lado de Tatiana, idiotizado por el concierto de sus chupones y los pedidos de Paola, me bebo mi vaso de golpe cuando oigo que la descarada dice:

¡me dejás tocarle la pija a tu novio turrita?!

Y, directamente me entrego al mismísimo diablo de mi sangre tras oír que mi novia le precisa:

¡sí nenaaa, pajealo, calentalo bien, pero no pares, comeme las tetas!

Durante un instante angelado y perpetuo, la Tati estuvo apretándome la verga sobre la bermuda y saboreando cada partícula de las gomas de mi novia con su lengua, la que mi mente idealizaba habilidosa y chiquita.

Hasta que presa de las exigencias de Paola, se agachó para morderme la puntita de la chota encima de la ropa, al tiempo que Pao le azotaba el culo, intentando bajarle sin éxito el ajustado jean que traía.

Tatiana gemía con sus dientes ansiosos. Me olía con frenesí y juntaba los suspiros que no podían contener sus labios. Luego, nuestra invitada tuvo el ingenio de poner un hielito entre las lolas de mi chica e ir a la carga con su boca para hacerla gemir con unos agudos que aún no le conocía cuando se las chupaba con mayor atrevimiento.

Cuando fue mi turno, Tatiana se metió otro hielo en la boca, me bajó bermuda y bóxer a la vez, lamió mi pija con su lengua gélida mientras el cubito caía por entre mis huevos, y me la escupía con fuerza. En ese momento Paola le besuqueaba los hombros, le apoyaba las tetas en la espalda y, hasta se hincó para lamerle uno a uno los dedos de los pies tras despojarla de sus sandalias.

Tatiana, poco a poco se veía más derrotada por el placer.

Tanta furia contenida la obligó a chuparme los huevos y a pajearme con un hielo en la mano. Sentir su lengua fue para mis hormonas el devenir inmediato de una oleada de semen, y no en mucho tiempo más. Pero yo sabía controlar mis eyaculaciones.

Paola le pedía que se quede en tetas, pero Tatiana no paraba de apretarme la tripa, lamer mis bolas y oler mi bóxer. En un momento dijo:

¡che, tiene olor a pis este calzón Nachito, sabías?, haceme pis en la manito, dale!

Cuando al fin la complací, aunque solo fueron tres gotitas locas, la piba gimió y se levantó para quitarse el pantalón.

Aun así no me dejaba tocarla, y eso me consumía por dentro.

Cuando al fin empezó a fregarse la tuna encima de la bombachita, Paola le abrió las piernas para frotarle las lolas en su mitad, para olerla como a un jazmín floreciendo en navidad y ponerle hielitos debajo de la bombacha.

Se besaron con pasión, Paola le paseó la lengua por todo el rostro, y mientras se quitaba el vestido le bailaba con sensualidad con el propósito de lamerle los pezones.

Pronto la Tati se agachó para directamente introducirse toda mi pija en la boca. Lo último que alcanzó a decir fue:

¡cogeme la boquita nene, que quiero hacer muchos petes!

Fui cortes con ella, entretanto Paola la acariciaba y le masajeaba la espalda con más hielitos. Pero le arrancó la remera y el corpiño apenas la oímos expresar:

¡qué pija pibito, quiero que tenga el gustito de la concha de Pao, dale, cogétela, y después quiero tu pija en mi concha!

Paola pareció ofuscada, aunque todo fuera parte del show. Entonces le pidió que restregué sus tetas contra mi verga mirando al techo, tan dura como una tumba, y mientras la Tati cumplía con creces, su amiga tomaba agua y se la escupía por todos lados. Incluso en un momento atinó para comerle la boca y se la escupió en la cara.

Creo que cegado por la presión testicular de mi calentura, tomé a la Tati de los brazos y la arrodillé pegada a la pared para cogerle la boca, como se lo merecía.

Los sonidos de su garganta entre eructos pequeños, hipos, arcadas, sorbitos profundos y lametones a mis pelotas me conducían solo a querer llenarla de leche. La idea de que luego la compartan con mi novia en medio de un besuqueo feroz me quemaba el marote. Para colmo la lengua de Paola pululaba en mi culo, y aunque no se atrevía a transgredirlo, ese contacto húmedo me erotizaba aún más.

En medio de la locura de tamaña mamada la Tati murmuró:

¡meame las gomas perro!

Pero Paola me prohibió hacerlo bajo amenazas imposibles de describir.

La Tati se levantó contrariada, le corrió la bombacha a Paola para morderle las nalgas y perfumarse los pulmones con su esencia. Le chupó las tetas otra vez, y luego de corretearse un poco, comenzaron a darse tetazos en la cara una a la otra, mientras entre las dos me pajeaban.

La Tati dijo:

¡acabame en la mano chanchito, dame esa lechita que es mía!, y me lamía la oreja al tiempo que mi novia me chupaba y mordisqueaba las tetillas.

Le acabé en las manos a la Tati cuando todo lo que lograba distinguir en la realidad era mi propio cuerpo repleto de sacudones, escalofríos y descargas sísmicas indomables.

Paola le chupó los dedos y caminamos como pudimos hasta la pieza. Ahí, de repente Tatiana extrajo de su bolsito personal un consolador para apresar a mi novia contra el ropero. No sé de dónde sacaba tanta adrenalina!

Todos destilábamos sudor y placer, pero ninguno como ella necesitaba tanto sexo.

Le bajó la bombacha, la re pajeó mientras la penetraba con el chiche y me peteaba con cierta incomodidad, ya que yo estaba de cuclillas pegadito a ellas.

Cuando Paola, algo arrebatada por los orgasmos que su amiga le otorgaba exclamó:

¡qué te pasa chiquita, querés cogerme a mí también?!

La Tati dudó en hacer un retazo de tela inútil con su bombacha, ni de pegarle un par de cachetadas. A eso le siguió una guerrita entre manoseos, arañazos, rasguños, mordidas y trompadas, de la que yo no debía participar.

El resultado de eso fue mi novia reducida a cuatro patas en el suelo, yo delante de su cara para que me mame la verga que volvía a su estado bélico, y la Tati detrás de ella le cogía la conchita con ese pene largo y cabezón, aunque delgado y flexible. Además se pegaban en la cola, y se pajeaba haciendo resonar la abundancia de los jugos de su conchita en el cuarto, y estaba cada vez más molesta porque, los caprichos de Paola aún no le permitían sacarse la bombacha.

Mi novia me chupaba la pija con una obsesión desenfrenada, y nutría mis huevos con su saliva. Solo cuando lamía mi escroto y me pajeaba podía hablarle a su amiga. En uno de esos espacios le gritó:

¡así nena, dame verga, dame todo, haceme acabar putita, sacame la calentura perra!

La Tati desató un huracán de reclamos con sabor a reproches, ahora dándole más duro a su conchita con el aparato.

¡cómo te gustaba que te tocaran el culo eh, y tocarle la conchita a las pibas en el cole, por qué a mí no me lo hacías cochina?, te encantaba chuponearte con todos, mearte en clase, pedirle a los chicos que te coman la boca, bajarles los pantalones y quedarte a dormir en casa para manosearme!, le contaste eso a tu novio mami?!

Paola solo gemía pidiendo más.

Hasta que Tatiana no pudo controlarse.

La recostó boca abajo, se le trepó para enterrarle el chiche en la almeja y chuparle las tetas.

Aquello solo resistió unos breves minutos.

Pronto a Tatiana se le ocurrió sentarme en la cama medio a los tropezones y balbucear con su pubis contra mi cara:

¡sacame la bombachita con la boca, porfys!

En cuanto lo hice nos tranzamos con unos besos de lengua tan obscenos que le faltamos el respeto hasta a los muertos de la familia, con su bombacha empapada junto a nuestras narices.

Paola intentaba pajearla, pero la Tati le bloqueaba el paso apretando sus piernitas.

Después me devolvió a su pubis de vellos enrulados y renegridos, donde rodeé su clítoris hinchado con mi lengua, le di unos golpecitos con ella, la deslicé en su vagina que era un columpio de flujos, y recuerdo que fueron cuatro o cinco chupaditas las que la convencieron de tirarme en la cama con un empujón maestro.

Entonces su cuerpo se mecía a centímetros del mío, y cuando sus jugos goteaban de su vulva dijo:

¡pao, me lo voy a coger, dejame que me quema la concha guacha!

Ahí se me subió encastrando mi pija en su hueco caliente, como si toda la vida hubiese estado navegando allí. Se movía de un costado al otro, de atrás hacia adelante, se frotaba, saltaba, meneaba las gomas, jadeaba con la boca abierta como una perrita y soportaba que Paola le pegara en el culo, le pellizcara los pezones y que le dijera de todo.

La Tati solo me pedía la leche diciendo:

¡dame lechita, lechita quiero, toda la lechita que soy chiquita y quiero lecheee, quiero la mema y el chupete, damela toda y me porto bien!

Mi novia no paraba de oler la bombacha de su amiga, de palmotearse la concha y de arengarla para que me cabalgue cada vez más desprejuiciada.

¡así putita, bien ramera te quiero, cógelo así reventadita, me alegro mucho que tu novio te ponga los cuernos, porque a vos te pone loquita la pija no, y él no te hacía gozar… seguí puta, que esa concha se coma la verga de mi macho! Qué tal si te meto esto en el orto pendeja?

Definió pronto mientras le pasaba el chiche por los labios después de lamerlo. Tatiana no quería eso, pero Paola ya le lubricaba el ano a escupida limpia y se lo punzaba con un dedo y con el pito trucho ese.

Gritó cuando al fin le entró la cabecita, pero no frenaba el ritmo de su galope en mi verga a punto caramelo.

En ese momento, en cuanto supuse que me iría en leche en esa concha apretadita, Tatiana se me despegó y me tiró encima a mi novia.

La cola de Paola se fregaba en mi glande sensible, tanto que buscaba un agujero urgente.

Tatiana se pajeaba con el juguete, y se lo pasaba por las tetas a Paola para luego amamantar de ellas. Cuando Paola sintió el empellón de mi verga en su orto gritó, y eso impulsó a Tati a ponerse una punta del pito en la concha y subirse a la cintura de su amiga, para que el otro extremo las una por completo.

Tatiana la garchaba como si fuese un macho recién salido de la cárcel, y yo con las dos sobre mí trataba de culearla lo mejor que pudiese.

Pero entonces, volvimos al piso.

Yo estaba boca arriba con mi novia encima, solo que ahora le penetraba la concha, y Tatiana le hacía el culo.

No puedo precisar en qué momento acabé. Tampoco la cantidad de insultos, groserías, mordidas, chuponazos y azotes que se prodigaron. Solo sé que la pija no se me bajaba, y no pude salir del caos de sus cuerpos encendidos porque la Tati acababa una y otra vez revotando en el culito de mi novia.

Sé que se hizo pis, que Paola deliró con ese episodio aunque se le burlara, que Tatiana le pedía un dedo en el culo, que Paola le repetía varias veces:

¡enculame, sucia, meona, rompeme el culo!

A mí me pedía más leche, me hacía doler las tetillas con sus dientes y me pedía que le muerda los dedos a ella y a su amiga.

Cuando la insolencia de tantos orgasmos al fin las aturdió, me dejaron tirados en el suelo, se comieron la boca y Paola puso algo de música suave. Llamó a una rotisería para encargar unas pizzas, abrió un vino y armó un fasito.

Por suerte Tatiana se apiadó de los toneles de leche que aún circundaban por mis testículos. Solo que de una manera muy peculiar.

Se sentó sobre mi cara pero sin rozarme siquiera, me pidió que me pajee y le diga si me gusta su concha, y que no deje de olerla. Mi mano aumentaba velocidad y mi mente entretejía tanto morbo que temí volverme loco.

La imaginaba con un chupete, usando pañales y oliéndole la bombacha a mi novia en el colegio, o lamiendo juntitas un mismo chupetín, o persiguiendo a un pibe para tocarle el pito.

Todo eso era inspirado por el olor a sexo y a pichí que atesoraba su conchita abierta, jugosa y lejana para mi desgraciada lengua.

Segundos antes de acabar, ella y su intuición fueron hacia mi pija y, apoyando su vulva en mi pecho se la metió de lleno en la boca.

La imaginé a upa de un profesor meta tranzarlo, y después a mi Paola dejando que otro profe le toque las tetas, y no aguanté. Mi cuerpo se arqueó un poco, mi pija se estremeció y liberó todo su semen en el interior de una boca que parecía una aspiradora, mientras ella se hacía pis sobre mi pecho frotando su semilla en mi piel.

Paola la mandó a bañarse, y como la noche no invitaba a otra cosa que a descansar, luego de las pizzas y los vinos le rogamos que se quede a dormir con nosotros, que por la mañana la llevábamos a su casa.

Aceptó. Aunque parezca mentira, los tres dormimos en la misma cama desnudos, y aguantamos dos horas sin tentarnos.

Hasta que en el apogeo de la madrugada oigo que Paola le chupa las tetas y le pide con desesperación:

¡meanos la cama Tati, dale zorra, que a Nachito le encanta!

Ella estaba en el medio de los dos.

Demás está decir que obedeció, y que entonces todo volvió a empezar! fin

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