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Los infieles

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El hotel tiene un ventanal grande, una cama y un ventilador viejo... puede que sea Acapulco, pero llueve; los truenos al lado del mar cimbran las ventanas. Hay rayos y lluvia a ratos ligera, a ratos fuerte. Empiezo en el ascensor, besándote y metiendo mano bajo el vestido; traes un vestido primaveral, no esperábamos la tormenta. Está la agitación de sentirse expuesto...de ser atrapados. El jugueteo dura apenas un minuto o menos, suficiente para palpar tu entrepierna y darme cuenta de que también me deseas. Mis bermudas están electrizadas y mojadas por tu excitación. Tú te das cuenta del bulto en ellas y también acaricias y cuando me besas muerdes ligeramente mi labio inferior. Salimos del elevador pero el camino al cuarto es largo, vamos buscando rincones en el pasillo para besarnos y fajarnos: toco tus pechos por encima del vestido, tus nalgas, me acaricias el pene y me muerdes la oreja, el cuello, la barbilla. Disfrutas hacérmelo con esa locura que me enloquece. Cuando te beso acaricio tu cara, tus hombros, huelo tu cabello, eso me gusta: olerte, como un animal, imaginarte a través del olfato y no sólo a través de la vista o el tacto. El gusto, el oído, me gusta ejercitar todos los sentidos contigo. Sé lo sensitiva que eres a mis caricias. Me preguntas del tiempo, te digo que no tenemos límite, que inventé una coartada y que espero que tú hayas hecho lo mismo.

Nos sabemos prohibidos, por eso nos disfrutamos más. Llegamos al cuarto, lo abro, pero justo antes de entrar nos enlazamos en otro beso apasionado, algo húmedo, con nuestras lenguas jugando tímidamente pero con firmeza; hago que empujes la puerta con el culo, nos metemos al cuarto y lo cierro con seguro... Te arrojas a mis brazos y untas tu cuerpo junto al mío. Sé que estás húmeda... caliente y deseándome. Te abrazo y te doy un beso tierno, te llevo al ventanal, está grande, casi del tamaño de tu cuerpo; pongo tus manos contra el cristal y comienzo a besar tu cuello. Recorro con caricias suaves tu cuerpo, un rayo se escucha cerca y cimbra la ventana, nos espanta a los dos, pero no te permito que pierdas la posición; desde el hotel de enfrente cualquiera nos puede ver, sobre todo a ti, yo estoy detrás tuyo, acaricio tus pechos, tu vientre y tu pubis por encima de tu vestido, beso y muerdo tus orejas y beso y chupo tu nuca y el espacio de espalda que deja ver tu vestido.

A ambos nos excita el peligro... la idea de que nos vean. Me gusta cómo mueves tus nalgas deseando que te arranque la ropa. Mueves tus nalgas, levantándolas hacia mi virilidad que se excita con el contoneo; me endurezco fuertísimo. Levanto tu vestido para ver tus nalgas, me gustan y aprovecho que debajo traes un bikini de dos piezas para agacharme y halar con los dientes el hilo para que caiga. Tu pubis ha quedado al desnudo debajo del vestido, pero es un secreto que sólo los dos sabemos; beso tus nalgas, las chupo, las muerdo, me gustan mucho. El olor a deseo llena la habitación... tus gemidos constatan tu placer. Ahora eres tú la que prueba mi aroma... mi sabor... quieres sentir la dureza de mi miembro entre tus labios.

Estoy realmente excitado, caliente, erecto, pero tú me llenas más de saliva... lo haces suavemente... Metes por completo mi virilidad dentro de tus labios. Me gusta cómo lo mueves, cómo me lames, cómo recorres cada centímetro de él. Qué excitado me tienes. Pero te quiero devolver el favor, así que te pido que levantes tu vestido, con las nalgas hacia la ventana, quiero que si algún fisgón se asoma del edificio de enfrente te mire el culo. Abres tus piernas como las alas de un ave que emprende vuelo: así me hinco para rezarte como sólo yo sé, con mi lengua en tenues espirales, chupo y succiono, sientes mi lengua tibia entrando en ti, despacito, acaricio tus nalgas, me sostengo de ellas, sigo lamiendo hundiendo cada vez más la cara. Me gusta deleitarme con tu sabor, es salado, va perfecto con el mar y la tormenta, la lluvia, los truenos y tu sabor hacen una excelente combinación que me llena de goce los sentidos, chupo y lamo, sin descanso, muevo mi lengua en zigzag, beso y lamo tu clítoris, luego en vaivenes sientes mi lengua buscándote cada vez más profundo, estás mojada, escurres y yo lamo hasta la última gota, recojo de tus muslos las gotas que eróticamente se deslizan. Muerdes tus labios y escandalosamente sale el placer de tu garganta... que digo de tu garganta... de cada poro de tu piel... te excita aún más el pensarte vista por otro, el pensarte vista por otra y que te envidie por el placer que te causo.

Así estoy lamiendo, jugando con tu entrepierna, hasta que te corres una y otra vez, de lleno en mi lengua, en mi boca, te disfruto plenamente. Me pongo de pie y te doy un beso, te gusta probar tu propio sabor a través de mi boca, te abrazo para besarte, luego te volteo, de nuevo, pero esta vez bajando la parte superior de tu vestido: también es bikini tu parte de encima e igual, jalo con mi mano derecha el hilo para dejar al descubierto tus hermosos pezones. De espalda a ti, acaricio tus pechos, aprieto tus pezones, mis manos se mueven en suaves movimientos ondulatorios y beso tu espalda, me inclino y te inclino un poco para besar hasta tu espalda baja. Ves que un vecino nos observa, piensas en detenerme pero tu excitación puede más, me dices que nos observan, busco al fisgón, le sonrío y agarro tus pechos para apuntarle con ellos, como si tus pezones tuvieran leche, hago como que te ordeño y le disparo leche, eso nos hace sonreír, pero también nos excita; te abrazo por la cintura y te penetro, apenas sientes la punta de mi glande das un pequeño salto. Estás aún más mojada y excitada, me suplicas que siga dentro de ti. Te penetro, mi miembro entra limpio, estás lubricada y me recibes fácilmente pero también aprietas, gimes y levantas el culo un poco más, lanzas hacia mí tu sexo caliente como un reto, pero también como una súplica. Sabes cómo metérmelo y cómo complacerme con todas tus artimañas -Susurras. Te penetro mientras acaricio tu monte de venus, tu clítoris. Lo muevo y te digo al oído cómo me gusta ser visto mientras me das ese hermoso regalo de los dioses... Te digo también lo que me gustas, lo que te he extrañado, lo mucho que me gusta estar dentro de ti, lo placentera y sensual que eres, lo mucho que me excitas. Tú respondes enloquecida. Y lo sientes, cuando mi pene se pone cada vez más grueso dentro de ti, y tú aprietas deliciosamente, llevándome al éxtasis.

Me dices que lo quieres más duro, más fuerte... más rápido. Gimes diciendo Por favor, hazlo. Y yo te quiero más gritona, que tus gemidos llenen el cuarto y mi alma. Me gritas ¡Vente en mi piel... en mi cara.. permite que me beba cada milímetro que brota de tu verga! Así te cojo más fuerte, fuera de mí, con violencia y pasión, retorciendo tus pezones mientras mi verga va y viene en tus entrañas. Me suplicas que no pare. Me succionas, siento el calor y la humedad de tu vagina, es como un agujero negro que me reduce a nada, es una delicia indescriptible cogerte; te llamo puta, zorra y azoto tus nalgas mientras mi verga entra y sale, fuertísima, cada embate es más atroz, como un disparo ciego, como una embestida en la oscuridad. El tipo que nos observa se masturba y eso me excita, aprieto tus pechos para que se vean más grandes y retuerzo tus pezones ¿Te gusta cómo te cojo? Cada poro de mi piel demuestra lo que te deseo... ni puedo ni quiero dejar de hacerlo.... pero he llegado a un punto donde o me vengo o mi cuerpo colapsará... Te pregunto dónde quieres mi semen. Me respondes que en la boca, que quieres beber cada gota de él, me dices que no pare, que tome tus cabellos entre mis manos. Me excitas y me enloqueces.

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