Nuevos relatos publicados: 16

La Feria viene al vecindario

  • 9
  • 5.876
  • 8,21 (19 Val.)
  • 7

Estaba totalmente cansada y obstinada del vecindario, los cuentos interminables de las viejas chismosas, aunque mis amigas me decían que eso se debía a la enorme envidia que me tenían, claro por mis enormes tetotas y mis grandes nalgotonas. Eso a su vez me provocaba risa y a la vez molestia. Por otro lado el aburrimiento se hacía costumbre las tardes en el lugar asi que algo llamó mi atención para cambiar de opinión. Observé en un folleto de publicidad que la feria llegaba al vecindario con todas sus atracciones. Eso me puso muy emocionada ya que me hizo recordar mi adolescencia cuando al salir de la preparatoria nos íbamos a divertirnos sanamente entre amigos.

Eso hizo que me vistiera para la oportunidad de divertirme esa tarde, me puse un vestidito blanco muy corto y de tela ajustada que llegaba apenas a tapar mis voluptuosas nalgotas y que por delante dejaba marcar la forma redonda de mis dos inmensas tetas. Me hice una cola de caballo en el cabello y me puse unas sandalias de tacón alto con un trenzado que llegaba a mis pantorrillas. De ropa interior me puse un bikini pequeñísimo de encaje negro y el brasier me molestaba un poco con el broche del vestido asi que no me puse nada sobre las tetas eso hacía que se notaran mis aureolas por encima de la estirable telita del vestido.

Cualquiera pensaría estaba vestida muy atrevida, pero para asistir a una feria donde todas las personas van a disfrutar del entretenimiento y los parques de diversiones me sentía bastante tranquila y cómoda. Me maquillé bastante bien y al mirarme en el espejo me noté despampanante, espectacular y exquisita.

Luego de estar ya lista, tomé mi bolso y salí con mucha alegría al lugar donde estaba instalada la feria que era solo a un par de cuadras de mi casa. Solo bastó caminar unos cuantos metros cuando me di cuenta que varios automóviles me tocaban la bocina al pasar a mi lado. No pensé fuese por algo del otro mundo pero al revisar cómo iba mi vestido observé que al caminar se me subía hasta la mitad de mi culote, no es lo mismo medirse un vestido parada que caminar con él. Eso me pasaba factura ya que debía bajármelo en unos cuantos pasos que daba. Por eso los conductores se volvían locos al ver tal monumento de hembra más bien una potra culona y tetona andando por el vecindario moviendo con tal gracia sus sendas piernotas de caballota.

Por otra parte mis tetazas hacían su espectáculo delante al caminar bamboleándose con cada paso que yo daba, estirando y contrayendo la fina telita y con eso casi transparentándola dejando ver las amplias y maravillosas aureolas de mis tetones. En ese momento me cercioré que estaba vestida muy provocativamente en otras palabras como una tremendísima puta. Pero la emoción de llegar a la feria de degustar un rico algodón de azúcar no iba a hacerme regresar para cambiarme de ropa.

Por unos cuantos segundos casi llegando a la feria me descuidé de ajustar mi vestido que cuando mire al frente de mí, entre mis piernotas vi como mi tanguita de encajes y frente transparente estaba totalmente expuesta dejando ver mi carnosa chucha, mi vestido se había subido demasiado. Eso mientras un conductor que pasaba sonaba fuertemente la bocina de su auto, no quise ni imaginar cómo venía mostrando la parte de atrás, prácticamente ya traía mis dos suculentas nalgototas mostradas meneándose jugosamente al caminar. Rápidamente volví a ajustar mi vestido bajándolo bien y seguí acercándome a la feria que ya estaba justo frente a mí.

Al irme acercando noté que la feria no era como a las que estaba acostumbrada a ir, más bien lucía algo descolorida y barata, los parques de diversiones se veían ya oxidados y viejos y las atracciones no eran nada espectacular, sin embargo traté de pasar un buen rato, compré una bebida y seguí caminando. Había incluso poca gente, algunos practicando el tiro al blanco otros viendo trucos de magia. Y para colmo de males un par de hombres gordos me seguían al ver la hembrota que andaba frente a sus ojos. Quizás no podían creer que en un lugar tan descuidado anduviera andando una portentosa potra de tan ricos dotes.

Para ellos era tal vez el espectáculo de la feria.

No quise que se volvieran más locos siguiéndome asi que ajustaba continuamente mi vestido para no mostrarles de más, y pronto decidí tratar de dearlos atrás subiéndome a la noria que estaba ya cerca, asi que compre un par de tickets y me subí en una de las cabinas...

Ya casi alcanzó a arrancar, se escuchaban gruñidos de metal y eso me asustó un poco, no quería que esa cosa se cayera de repente. Me crucé de piernotas mi vestido se subió muchísimo, y traté de disfrutar el panorama. Esperando que esos dos viejos gordos ya se hayan ido al bajarme. Creo se veía bajo mi pierna toda mi tanguita tratando de tapar mi jugosa y carnosa chucha. Y al dar la primera vuelta en la noria allí estaban frente a mí esos dos señores con caras de morbosotes mirándome toda. Parecía disfrutaban el espectáculo que les daba.

Ya estaba casi anocheciendo, ya casi cerraba la feria. Al bajar de la noria salí por una puerta posterior para perder a los dos hombres morbosos. Así que me tranquilicé al perderlos de una vez por todas y ya casi me iba a mi casa. Anunciaban la última entrada a la casa del terror cosa que no me animaba mucho pero aún tenía un ticket de atracciones. Así que decidí entrar para gastarlo, le di el ticket al portero y atravesé una cortina negra con murciélagos pintados.

Dejé mi bolso en una mesa para pertenencias y en frente de mi estaban dos payasos con cara terrorífica y panzones, reconozco me asustaban un poco. Pero para ser sincera no creo que hubiese algo dentro de esa casa del terror que fuese a asustarme del todo. Ellos se acercaron a mí con cara burlona y me dieron la bienvenida con voz profunda y abismal. Cada uno me tomo por un brazo y me condujeron por los pasadizos de la casa. Caras de Drácula, murciélagos, gritos y máscaras abundaban dentro de ese laberinto. Me llevaban por varios pasillos tomada por cada uno de mis brazos, eso me puso algo nerviosa caminaba lento porque no tenía posibilidad de ajustar mi vestidito.

Con cada intento de asustarme sus manos iban a tocar ligeramente mi cinturita y ciertas partes de mi cuerpazo de hembrota pero acepté que sería parte de que debían conducirme y no quise parecer exagerada no lo tome como irrespeto, más bien me tenía nerviosa que mi vestido se subiera más de lo normal y ya añoraba se terminara ese recorrido por la casa del terror. Poco a poco mi vestidito se deslizaba por mis piernotas cada vez mostrando un poco de mi tanguita al frente y detrás mis enormes nalgotones.

Nada de lo que vi en esa casa del terror me asustó del todo y mi cara de desentendida lo decía, ellos parecieron notarlo, mire a mi vestido y al frente dejaba ver de nuevo toda mi chucha bajo la tanguita transparente, esperaba que los dos payasos no se hubieran dado cuenta. Ya casi terminaba el recorrido, uno de ellos dijo que nada parecía asustarme y el otro dijo que quizás otra cosa si me asustaría. Eso me puso pensativa y de repente cada uno de ellos se abrió un poco el pantalón sacando sus dos enormes pollotas ya bien tiesas.

Brincoteaban como dos plátanos de goma mientras me decían que como podría haber entrado allí vestida como toda una zorra, en parte sabia tenían razón y que me habían estado viendo el culote y las tetotas todo el paseo. Me dijeron que nunca había entrado allí una hembra tan sabrosa y ricota como yo, eso me ruborizo un poco mientras les miraba un poco sus sendas vergotas gordas.

Me parecía algo muy curioso ver dos payasotes terroríficos con los dos enormes miembros afuera bien paradotes frente a mí, me tentaba la idea de ser gozada allí mismo al momento que me sentaron en un pequeño taburete de madera, mi cara daba a sus pollones. Ellos me los pusieron cerca de mi boca. Era una situación muy morbosa e inusual, y pronto me tomo uno de mi cola de caballo el otro de mi mejilla y de una zampada ya tenía una de las vergotas en mi boca bombeándomela como si me diera una cogidota, el otro esperaba que apenas salía la primera me empujaba la otra dentro de mi boca rellenándola con gorda carne de polla.

Yo solo alcanzaba a ver sus dos panzotas y las cara de payasos morbosotes, estuvieron largo rato dándome polla en la boca mientras me quitaban el vestido descubriendo tal hembron ante sus ojos sus garrotes se pusieron más tiesos en seguida. Mis tetonas al aire y yo ya disfrutaba dándoles una deliciosa mamada.

Pronto ya me guiaban para iniciar la tremenda faena me subían encima de uno que estaba acostado en la alfombra posando su tiesa pollota en mi carnosa chucha al mismo tiempo que hacía a un lado mi tanguita...

Yo brincoteaba como toda una putota encima de aquel payaso cuyo rostro verdadero no veía pero que si gozaba de su espléndida vergota el otro me restregaba su miembro en mi cara dejándolo algo baboso y oloroso a vergoton. Pronto se posó detrás de mí tomándome de las caderas, la cabeza de su miembro empujaba justamente en el centro de la aureola de mi culote. Me estaban dando una cogida doble. Me bombeaban el culo y la chucha ricamente yo gemía con todo placer pues nadie parecía escuchar con los ruidos de la casa del terror.

En el extremo de esa habitación había un pequeño unicornio donde me hicieron subir, mi culotote quedo totalmente expuesto que quedaba totalmente arqueada. Ellos detrás empezaban a tomar turnos de a ratos para cogerme en mi culo. Yo gozaba como zorra de esos dos morbosos payasos. En un momento me arrodillaron para vaciar sus dos gordas vergotas con abundante semen espeso y cremoso cubriendo toda mi cara mi boca y mis tetas.

Salí de allí ya vestida y limpia pero sentía que me había portado como toda una zorra pero que tremenda cogidota me habían dado y esa fue la atracción más agradable y deliciosa de la feria.

(8,21)