Nuevos relatos publicados: 13

Mi hijastra me sedujo

  • 10
  • 38.854
  • 8,96 (28 Val.)
  • 1

Esto que les contaré es una confesión de cómo le fui infiel a mi esposa con su propia hija, mi nombre es Roberto tengo 38 años, soy de México, soy un exitoso empresario y tengo una vida social bastante activa, entre fiestas de negocios y cocteles, y en uno de esos eventos conocí a una mujer llamada Mariana, nació en Colombia, tiene 36 años, y con un cuerpo de infarto, piel blanca y rosada, cabello negro lacio hasta la cintura, unos pechos redondos y frondosos, una cintura de avispa, unas caderas voluptuosas, unas nalgas redondas y deliciosas, y unas piernas carnosas, pero lo que me termino por conquistar fue su linda cara de ángel y su simpática forma de ser.

Al yo ser un empresario exitoso y bien parecido, nunca tuve problema en llevarme mujeres bellas a la cama, de hecho en cada fiesta o coctel, siempre me iba con una mujer para hacerla mía. Pero Mariana era especial, fue la primera mujer en mucho tiempo en resistirse a mis encantos; pero no me di por vencido, después de un tiempo pude tener un noviazgo con Mariana que des encadeno en una pronta boda, la verdad ella era para mí y yo para ella, no debo recalcar que desde que empezamos el noviazgo, no perdía oportunidad de hacerle el amor como si no hubiera un mañana.

Ella en alguna ocasión me comento que tuvo otra relación importante en la que había tenido una hija llamada Antonella, cuando Mariana aún tenía 15 años, así que hoy en día su hija tenía 21 años cumplidos, ella vivía en Argentina (de donde es su papá, vivía con su padre, pero últimamente recibía llamadas constantes de ella y de su ex que la alteraban mucho, después de un tiempo de casados, Antonella dijo que vendría a vivir con nosotros; noticia que no me gustó mucho ya que Mariana y yo teníamos una vida muy buena de casados y haciendo el amor en cualquier parte de la casa a la hora que quisiéramos y por supuesto la llegada de su hija significaba el fin de eso.

Antonella llegó un 21 de marzo en la noche, con una actitud poco agradable, se notaba que mi esposa y ella habían estado discutiendo en el camino de regreso a casa, Antonella tenía la piel más morena, como si estuviera bronceada, y la verdad era una señorita bastante guapa, había heredado los buenos genes de su madre, con un cuerpo increíblemente hermoso, tenía un cuerpo de una mujer más desarrollada para su edad, con una cara de jovencita, su cara no se parecía a su madre, obvio eso lo saco de su papá, pero aun así era muy linda.

Mariana me presentó a su hija y yo educadamente le extendí mi mano para saludarla, ella extendió su mano con una actitud pedante, como si lo hiciera por compromiso, noté rápidamente su actitud altanera, pero no quería tener un problema con mi esposa así que lo ignore y procedí a enseñarle su cuarto a Antonella, gracias a mis negocios, tenía una casa muy grande con varias habitaciones, y le di a Antonella la habitación más alejada a nuestro cuarto, ya que quería seguir teniendo sexo con mi esposa sin tener que restringirme por el ruido que pudiéramos hacer.

Los días posteriores pasaron con naturalidad, la verdad la presencia de Antonella no se notaba en la casa para nada, sólo cuando era hora de comer, fuera de eso estaba todo el día encerrada en su cuarto, lo que para mi fue perfecto ya que podía seguir acostándome con mi mujer sin miedo a que ella apareciera o nos escuchara. Un día en la noche mi esposa recibió una llamada de su hermana gemela, sí; mi esposa tiene una hermana gemela, pero nunca había conocido porque ella era una trota mundos, le aviso a mi mujer que su madre estaba delicada y estaba en el hospital y necesitaba que alguien fuera a cuidarla, mi esposa salió sin pensarlo, yo la entendí al salir, aunque estaba decepcionado de que esa noche no podría hacer mía a mi mujer.

Esa noche tuve problemas para dormir debido a que no tuve sexo esa noche, era las 10:30 pm y estaba viendo la televisión en la sala de la casa, algo que no acostumbro a menos que sea para ver una buena película, de un momento a otro como si los planetas se alinearan, Antonella salió de su cuarto, cosa súper rara ya que ella nunca interactuaba conmigo ni su mamá, al pasar ella le pregunte si necesitaba algo de manera amable, ella se limitó a mirarme de manera indiferente, no me ofendió su actitud, la verdad ella nunca me ha causado problemas para que yo tenga algo en contra de ella, pero su falta de educación paso a segundo plano al ver como estaba vestida, usaba un short amarillo muy chico, y una blusa de tirantes rosa que dejaba al descubierto su perfecto abdomen plano, la vi de espaldas y vi su hermoso trasero, que dejaba ver perfectamente que usaba tanga debajo del short.

Estuvo en la cocina agarrando comida para hacerse un sándwich, pero se portó de una manera muy rara ya que en varias ocasiones se empinaba dejando ver perfectamente su culo, también se agachaba lo que hacía lo que se viera su tanga blanca de encaje, esa imagen la verdad me excito mucho, tanto que me imagine a mi hijastra en muchas situaciones en las que teníamos sexo salvaje, me excite tanto que no me había dado cuenta que ya tenía una erección, ella cuando termino de hacer su sándwich, salió de la cocina y pensé que se iría a su cuarto, en vez de eso salió y se sentó a mi lado a ver la televisión y comer, poco a poco se acercó a mi hasta quedar lo suficientemente cerca para que ella pudiera recargar su cabeza en mi hombro, eso me dejo muy extrañado, ya que nunca habíamos cruzado muchas palabras, pero en ese momento parecíamos muy unidos, de un momento a otro recostó su cabeza en mis piernas, de pronto empezó a hablar sobre el programa que veíamos en la tele, yo no supe bien que hace al principio pero termine interactuando con ella y tuvimos por primera vez una plática decente.

La verdad era una chica muy agradable y bastante madura para su edad y así como llego se fue a su cuarto sin decir nada, yo al poco tiempo me dio sueño y me fui a mi cuarto, de camino a la cama seguí imaginando a mi hijastra teniendo sexo conmigo, la vedad es que era muy sexy, tan sexy como su madre pero con ese aire de juventud que Mariana había perdido por ya no ser una jovencita. Estuve en mi cama rodando sin poder dormir ya que en lo único que pensaba era en tener sexo con mi hijastra, imaginarme poseer su gran cuerpo; cuando empezaba a conciliar el sueño algo que nunca me imaginé paso Antonella entro a mi cuarto y dijo que no podía dormir que estaba preocupada por su madre, pensé que me diría fuéramos que le marcara para saber cómo estaba pero en vez de eso me pidió dormir conmigo, yo al principio me negué ya que si mi esposa llegaba y veía eso seguramente me castraría, además que realmente amaba a Mariana.

Al final termine aceptando ya que recordé que mi esposa me dijo que estaría toda la noche con su madre y me marcaría antes de venir, lo que me ayudaría a poder estar prevenido, me acosté del otro lado de la cama para poder estar lo más lejos posible, la tensión sexual que sentía hacia ella era latente, por un momento no pasó nada hasta que Antonella me dijo que la abrazara porque tenía frío, cosa que era mentira porque estábamos en un habitación con una buena temperatura. Por alguna razón mi conciencia no me hizo negarme y al instante la me acerque a ella y la abrace, ella me daba la espalda, así que trate de no acércame tanto, sólo lo necesario para poder abrazarla, ella poco a poco y sin que yo me diera cuenta acerco su culo a mi pene, y se movía muy sutilmente, era delicioso sentir esas nalgas frondosas y juveniles.

Ella cada vez movía más las nalgas, y mi erección era cada vez más notable, con lo delgada que era su ropa y la mía seguro sentía como mi pene iba creciendo, de un momento a otro como si yo no me diera cuenta; empecé a frotar mi pene en sus nalgas también, nos coordinábamos bastante bien y se sentía la gloria, aunque mi pene pedía más, ninguno de los dos hablaba, sentíamos que si lo hacíamos se estropearía el momento así que sólo nos limitamos a seguir moviéndonos, entonces conscientemente agarre uno de sus pechos, era tan suave y firme, o frote por afuera de la ropa y note que su pezón estaba parado, eso provoco que ella moviera sus nalgas más fuerte y rápido. Me volví a aventurar y metí mi mano adentro de su short para tocar su lindo sexo, la delgada tela de la tanga hacía que se sintiera que no tenía nada debajo del short, ella empezó a lubricar casi al instante de tocarla.

Después de un tiempo frotándonos decidí bajarle el short y la tanga al mismo tiempo, ella no opuso resistencia y con una habilidad no propia de su edad me quito mi pijama sin siquiera darse la vuelta, seguí frotando mi pene en su culo desnudo ahora y tocaba su vagina al descubierto, cuando sentí que ya estaba lo suficientemente lubricada procedí a poner mi pene en la entrada de la vagina, y por primera vez ella emitió un gemido apagado, como si quisiera que no me diera cuenta y al mismo tiempo tenso su cuerpo y lo movió ligeramente hacia adelante, pero yo no me iba a quedar así, la agarre de la cadera con más fuerza que antes y metí poco a poco la cabeza de mi pene, se sentía muy caliente ahí adentro, ella volvió a emitir otro gemido apagado, entonces metí la mitad de mi pene, volvió a gemir pero un poco más fuerte, aún trataba de que yo no me diera cuenta y eso me excitaba más.

Empecé a metérsela en una posición que algunos llaman "de cucharita" se sentía increíble estar ahí adentro, era una mezcla de humedad y calor, se notaba que su vagina era juvenil y que no había sido usada tanto, estaba apretadita, cada vez aumentaba la fuerza de mis embestidas y el choque con sus nalgas se sentía de locura, estuvimos así por un buen rato hasta que ella se movió, pensé que ya no quería, pero en vez de eso se acostó boca abajo y paro un poco su culo, al parecer lo que trataba era no tener contacto visual, lo que era difícil con la luz apagada. Ya estando en esa posición logré meterla más profundo y con más fuerza, ya para estos momentos Antonella ya no podía disimular sus gemidos, y yo disfrutaba de esas ricas nalgas, al final termine afuera de su vagina llenando su sexo de mi leche; al sentirlo ella gimió más fuerte y paro más las nalgas.

Me acosté al lado recuperando el aliento, ella se metió al baño de mi cuarto me imagino que para limpiarse levándose con ella su ropa; tardo como unos 15 minutos y al salir se dirigió a la salida de la habitación y dijo: ahora sé porque mi mamá grita tanto cuando te la tiras. Yo me quede boquiabierto, yo pensé que ella nunca se había dado cuenta de las veces que tenía sexo con su madre, pero al parecer no era la primera vez que nos escuchaba, mi concepto de Antonella cambio drásticamente después de esa noche.

(8,96)