Nuevos relatos publicados: 7

Amor hereditario -1

  • 10
  • 31.296
  • 9,13 (45 Val.)
  • 0

La casa en la que vivo fue construida hace 80 años por mi tátara-abuela (hace cinco generaciones) con el deseo que no la vendiéramos en 90 años. Por esto la remodelamos. Aquí sólo vivimos mi mamá y yo. Al ser una casa antigua a veces se oyen pasos, se siente una presencia, los cuadros se mueven solos y otras cosas extrañas.

¡Ah! Déjenme presentarme, mi nombre es Arturo tengo 25 años y trabajo como contador para una empresa. Trato de mantenerme en forma al ir al trabajo en bicicleta, recorriendo tres kilómetros, ayudando en el almacén con las pesadas cajas que llegan. Mis hobbies son escuchar música, especialmente las diferentes variedades de rock y leer libros de diversos tipos, así como comic’s. Y como ya dije tengo un complejo edípico.

Mi madre se llama Rosa tiene 50 años, divorciada, desde hace dos años, de mi padre (quien fue su único enamorado), trabaja como sub-gerente en una empresa de venta de vehículos. Se ve mucho más joven de lo que aparenta, nadie le pone más de 35 años y es muy recatada y pudorosa. Sus hobbies son ver seriales de crímenes o psicológicos en la televisión, películas cursis y animaciones en 3D, pasear y conocer diversos lugares. Lo cual compartimos juntos y la pasamos bien. A veces pienso que si no fuera mi madre ya hace mucho hubiéramos sido pareja. Es perfecta.

Una mañana que mandamos cambiar una de las tuberías, dentro del muro apareció una caja en la cual había una foto de una mujer. Yo conocía a esa mujer, había soñado con ella muchas veces, incluso algunos sueños húmedos. Se trataba de la abuela de mi abuela, quien mandó construir la casa. En el cuaderno con una caligrafía redonda y larga narraba la historia de cómo había mantenido una aventura con su padre. En otras palabras la atracción que siento por mi madre la llevaba en los genes. Llámese memoria genética, desviación psicológica hereditaria o cómo quiera, el hecho es que ya había sucedido.

Dentro del diario también había una hoja suelta dirigida a alguno de sus descendientes y explicaba que ella (mi tátara-abuela) su espíritu permanecería en esa casa esperando a algún descendiente con la sensibilidad suficiente de sentirla y hablar con ella, ya que necesitaba su ayuda y ella se comunicaría a través de los sueños. Al parecer ella habría tenido algunas facultades de médium.

Al dormirme soñé con ella y me dijo que se había metido en mis sueños y en los de mi madre donde el amor que sentimos el uno por otro es muy fuerte, pero debido a su pudor no había dado el primer paso. A veces rozábamos nuestras manos en el cine, o le hacía masajes en sus hombros y pies y ella en la noche se masturbaba pensando en los toques y caricias que no se atrevía a dar. Por lo que mi ancestro me dijo que diera el primer paso, pero antes había que desinhibir a mi madre con una pócima.

Me dijo que hiciera un brebaje con anís, nuez moscada, pétalos de rosa y mi semen y se lo diera de beber. Asimismo me eche un perfume preparado con la carne de una almeja, la saliva de algún animal en celo y uno de sus vellos púbicos. Esa fragancia aparte de la persona a quien le des la pócima excitará a alguien que te ame en secreto y podrás hacer tu esclava sexual a alguien que te odie. Si fue un simple sueño o no, no perdía nada con intentar.

Me hice una paja pensando en mi mamá, lo puse en un frasco y pensé en hacer un ponche con los ingredientes antes dicho y esperar a que mi mamá lo tome.

Para la loción fui a la casa de una amiga que tiene gatitas, por suerte una de ellas aún no estaba esterilizada e iba a entrar en celo en los próximos días. Pero también conseguí la saliva de la perrita del trabajo, la cual estaba alunada. Los vellos púbicos fueron lo más difícil. Por suerte mi madre se seca con una toalla aparte para sus partes privadas. Lo único que tendría que hacer era cogerla antes que la meta en la lavadora.

Apenas salió de la ducha me ofrecí a llevarle su ropa sucia, no sólo la toalla sino también sus pantaletas.

En dos días más la gata entró en celo. Junté la saliva de ambos animales para la loción e hice el ponche con los ingredientes. Se lo di de beber mientras veíamos televisión y esperé. Nada. Me ofrecí a darle a mi mamá un relajante masaje, lo cual no es fuera de lo común entre ambos. Pero me dijo que estaba muy cansada y sólo quería dormir.

Me sentí defraudado. Luego se me ocurrió ir a su cuarto, abrí la puerta despacio y lo que vi me dejó estupefacto: Mi madre había metido dos dedos en su coño y con la otra mano se había puesto la almohada en la boca para no hacer ruido. Me acerqué sigilosamente y vi su coño mojado. Me excité mucho y empecé a besar sus pies -era lo que tenía más a mi alcance- subí mi lengua a sus tobillos. Seguí subiendo con mi boca y fue ahí donde recobró el pudor. Trató de taparse sus partes y me dijo que me detuviese pero no lo hice. Seguí tocándola suavemente y besándola desenfrenadamente por todas partes. Con sus labios suplicaba que me detuviera pero su cuerpo decía lo contrario.

Le dije:

—vengo a darte placer

Le besé los senos, mientras que con mis manos le acariciaba su mojada vulva, su clítoris se inflamaba y empezaba a chorrear gran cantidad de flujos. Ya la había vuelto loca, ya casi era mía. Mis labios besaron los suyos y con mi lengua traté de darle un beso francés. Por su recato carecía de experiencia. Por lo que me decidí a besar su cuello y continué bajando por sus hombros, senos, estómago pelvis, su peluda concha, sus piernas, lamí sus labios vaginales y al llegar a su clítoris ya estaba a punto de explotar, caliente, muy mojada, de sabor salado y dulce a la vez.

—“Sí, hijo, así.” “Arturito dame más, por favor”.

Mientras tanto con mis manos me quitaba el pantalón dejando mi polla afuera. Sin dejar de besarla subí hasta su cuello mientras con mis manos le sobaba la concha y le abría las piernas.

Al ver mi polla gritó:

—¡No! ¡Eso no podemos hacerlo!

—Mamá... te deseo tanto. Te quiero follar...ya...ahora...aquí mismo.

Sobé sus piernas y vagina y luego la clavé lentamente. Sus súplicas decían que no, pero su cuerpo reaccionaba contrariamente. Sabía que estaba mal, pero no le importaba. En ese momento sólo era una hembra ávida de placer.

Mordiéndole el cuello empezaba a follarla. Me di cuenta que a mi madre le faltaba experiencia. La volteé y le hice la pose del misionero y le besé la nuca. Mientras ella se deleitaba con cada embestida, cada penetración. Su vagina era estrecha, caliente, húmeda.

La puse de perfil y con mi mano cogí la suya y la dirigí a su vagina de arriba hacia abajo y luego dirigí su mano a su boca. Lamió cada uno de sus dedos. Ella me rodeaba con sus muslos y mi polla entraba dentro de ella. Resbalaba hasta el fondo de su coño.

Sin embargo, todo lo bueno tiene que terminar y yo ya me estaba viniendo. Saqué la polla y la froté en su estómago, tres chorros de semen salieron disparados hacia su vientre y senos. Ella tomó algunas gotas con su mano preguntándose qué hacer. Dirigí dos dedos con semen y los posé en sus labios y le hice la señal de que lamiera.

Ella estaba en shock. Se había corrido dos veces con su hijo. Esa pasión, esa mezcla de amor, deseo y lujuria ya había pasado. El tiempo la fue diluyendo poco a poco hasta hacerla desaparecer. Se puso a llorar. Le dije:

—“¡shuu! Todo está bien. Los dos lo deseábamos. ¿Quieres otro?”

La respuesta fue una sonrisa lujuriosa.

—Esta vez cambiamos –le dije.

—¡Ummm!, mi niño se quiere follar a su mami. Yo también quiero que mi bebé me folle. Quiero que mi niño me meta su linda polla en el coñito que lo trajo a este mundo...

La senté en mi vientre y la cogí de las nalgas mientras la empezaba a balancear de arriba hacia abajo. Ella bufaba y gemía clavándome sus uñas de la excitación. Al parecer el olor de la gata en celo la había vuelto loca. Mientras tanto traté de fundirla en un extenso beso.

El cuarto empezó a destellar luces de diversos colores y vi a mi tátara-abuela y a su padre amarrados en la misma posición. Mi madre también se percató pero no quería parar.

—“¡Ya basta! No sigas. Déjalo ya. Es tu hijo, por el amor de dios", pensó. Pero al instante siguiente, en su cabeza resonó: "Se está corriendo dentro de mí. Me estoy corriendo con él", mientras el agua del sudor y fluidos caía sobre nosotros

Nos venimos muchas veces durante toda la noche. Por suerte al día siguiente era domingo y podíamos seguir follando.

Mi madre me pidió que le enseñe. Es una buena alumna y aprende rápido. Hemos conseguido algunos videos porno, los cuales nos sirven como recetario. Por lo pronto está aprendiendo a lamer una polla, aunque le da asco, pero eso lo solucionamos con algo de leche condensada. Por lo pronto ya aprendió a decir: “Please! Fuck me! “Me dijo:

—Siempre seremos madre e hijo de la puerta para afuera. Pero en esta casa o en la intimidad siempre seremos amantes. ¡Ummhh! Arturo...mi tesoro lindo. Mami está muy cachonda. ¿Ves cómo me chorrea el coñito?

—Sí... lo tienes muy mojado.

—Muy muy mojado... ¡Ummmm!... Arturo, hijo... ¿Sabes lo que deseo?

—Dime mamá. ¿Qué deseas?

—Deseo que mi niño me folle. Deseo que vengas a mi cama y me folles bien follada. ¡Oh, dios!... Arturo ¿Quieres follarte a mami?

No le respondo. Me arrodillo entre sus piernas. Ella saca la mano de su coño y extiende sus brazos hacia mí. Me dejo caer sobre ella. Guío mi polla hacia su coño y de un sólo golpe se la clavo hasta el fondo.

—¡Aggggg! hijo... ¡Cómo siento tu polla dentro de mí! ¡Qué dura!

No puede seguir hablando. Mi boca se lo impide. Nos fundimos en un apasionado beso. Y empiezo a follarla. Le saco la polla hasta la mitad y se la vuelvo a clavar: Una y otra vez. Ella arquea la espalda, estira el cuello, ofreciéndomelo. Lo beso, lo lamo, lo chupo. Lo muerdo.

—¡Aggg, dios mío! ¡Mi niño me está follado! ¡Mi niño se está follando a su mami! ¡No pares!... ¡No pares!... ¡Fóllame!... ¡Fóllame más!.... ¡más!

Mi madre me rodea con sus piernas, atrayéndome hacia ella, haciendo aún más profunda la penetración. Nos volvemos a besar, enroscando nuestras lenguas. Acelero mis envites. Estoy a punto de correrme. No puedo más.

—¡Mami!... ¡me voy a correr!... ¡me voy a correr!... ¡Me corro!

—¡Sí, sí, síiiiiii! ¡Córrete mi amor! Llénale a mami el coño de tu leche caliente. ¡Dámela toda!... ¡toda...!

Con la polla totalmente enterrada en su coño, me corro. A borbotones, con fuerza, golpeando el fondo de su vagina con chorro tras chorro de caliente semen. Y para mi alegría, ella se corre conmigo. Levanta la espalda de la cama, me empuja contra ella con sus pies tan fuerte que no me deja moverme.

Alrededor de mi pulsante polla noto las contracciones de su orgasmo. Mi orgasmo termina y ella aún sigue gozando el suyo. La miro. Tiene los ojos cerrados, los dientes apretados. Está, simplemente, hermosa.

Durante cinco generaciones tal vez nos encontremos y seremos amantes nuevamente. O tal vez reencarnemos en familias separadas y podremos ser libres de expresar nuestro amor.

(9,13)