Nuevos relatos publicados: 9

Las aventuras de Afrodita III

  • 7
  • 5.490
  • 8,33 (12 Val.)
  • 0

Después de ese primer encuentro con Ares, su vida cambió, se avocó por completo a entregarse a sus pasiones furtivas ya que la relación con su mal aspectado marido estaba lejos de satisfacerla, amante de la belleza y dueña del amor lujurioso no dudaba en escaparse cada vez que podía a Tracia, lugar donde se encontraba el palacio de Ares, dios de la guerra y objeto de su deseo.

La belleza de Afrodita no era indiferente al resto de los dioses, como Zeus, que a pesar de sentirse fuertemente atraído, más aun por el hermoso ceñidor (cinturón), prefería abstenerse y tratarla como un amoroso y vigilante padre, a pesar de no serlo. Pero para el resto esto no era así.

Helios, el dios del sol, no escatimaba en piropos y cortejos pero ella aún estaba aferrada a la pasión que sentía por Ares, además conocida era la rivalidad entre estos y la cercanía de Helios y su esposo Hefestos, quien era protegido y defendido por la diosa madre, la celosa Hera.

- Buen día Afrodita!

- Helios! buen día... que te trae por acá??

- Solo me tomé un breve descanso y quise descansar la vista con tan bella imagen. - Dijo galante y coqueto

- Pero que es más bello que el amanecer?

- Tu, mi diosa, ni siquiera me atrevería a comparar! - Afirmó tomándola de la mano y besándosela. Ella no podía evitar la coquetería y sensualidad innata que fluía desde su interior y solo le sonrió. Helios tomo esa sonrisa como una afirmación y la atrajo hacia si para tratar de robarle un beso. Afrodita se separó violentamente enfurecida y lo abofeteo diciendo - No te equivoques conmigo! estoy casada y tú eres cercano a mi esposo, que esto no se vuelva a repetir si no quieres que Hefestos y todo el Olimpo se entere!- sentenció.

Helios sobándose el rostro la tomó por la quijada y contra advirtió. - A mí no me engañas!! Estoy acostumbrado al brillo y tu ceñidor no me ciega, es verdad que eres la más bella de todas, pero que dices que yo no soy tan bueno para ti? Bah!, acaso insinúas que Ares es mejor que yo?? Crees que no sé qué te revuelcas con el mientras tu esposo no descansa??

Afrodita logro liberarse y algo consternada contestó - A… a… a que te refieres? como te atreves?

- Recuerda q soy el Sol y todo lo veo, he visto salir a Ares de tus aposentos y a ti de los suyos, maldito sea!, he fantaseado mil veces que soy yo, el que te toca, el que te posee, el que se bebe ese néctar divino que emana de ti cada vez que abres las piernas!! déjame demostrarte lo que en verdad es un dios!

- Tendrás que seguir fantaseando!! Eso nunca sucederá!, eres vil! y si tienes razón... no creo que seas tan bueno como Ares, pero eso jamás podrás probarlo! - y comenzó a retirarse ofuscada.

- Ya lo veremos! dijo para sí sobándose la barbilla Helios, quien no se olvidaría de este desprecio.

A los pocos días Ares acudía a una de sus tantas citas con Afrodita.

- Oh hermosa mía, te extrañado, la guerra se extendió una eternidad sin ti!

- Ares ya calla y poséeme, ya no me hagas esperar más! y se abalanzó sobre él, y comenzó a recorrerlo lamiendo y besando cada centímetro de su piel hasta llegar a su verga, que como era de esperar ya estaba empinada y dura como el mármol que cubría los suelos del palacio, esta vez no pudo contenerse mucho tiempo, ella lo noto y lo miro con los ojos inundados de lujuria engullendo su miembro con celeridad hasta llevarlo al éxtasis, el semen comenzó a fluir y ella lo esparció por su hermoso y perfecto busto diciendo - Mira estoy marcada por ti, tu hombría recorre mi pecho ahora ven que también lo quiero dentro - recostándose sobre la cama y dejando ver se húmedo sexo.

Ares no pudo contenerse y se lanzó sobre ella, la inmovilizo tomando fuertemente sus delicadas muñecas y la penetro incansable y brutalmente por horas sin pronunciar palabra más que un gemido hasta acabar y volver a empezar, solo la volteaba de vez en cuando para penetrarla analmente, ella estaba entregada al más profundo éxtasis y solo se dedicaba a recibir y aguantar cada embestida que la inundaba de placer y delirio, tanto que olvidaron que amanecía no y tampoco notaron que había alguien presenciando el pasional encuentro.

En un rincón oculto estaba Helios, envuelto en ira y celos, pero también contagiado por la lujuria, no pudo evitar sentir la dureza en su miembro al ver como poseían a Afrodita, comenzó a masturbarse frenéticamente hasta acabar de forma furibunda. Preso de los celos y la indignación corrió hasta donde se encontraba Hefestos y le conto lo que había presenciado, omitiendo claramente la parte donde el también se había autosatisfecho con el espectáculo que brindaban los adúlteros dioses. Ambos corrieron hasta el palacio pero ya era tarde, Ares se había retirado y Afrodita se encontraba en los baños así que cualquier prueba había desaparecido, Hefestos se dirigió a Helios con una profunda tristeza... - No digas nada! por ahora, pero no te preocupes te creo y esto no se quedará así! era demasiado bueno para ser verdad solo quiero que me hagas dos favores, primero tengo un plan, pero necesito que cuando ellos vuelvan a estar juntos hagas que amanezca mas temprano, al menos una hora.

- Cuenta con migo!, pero que más quieres que haga?

- Quiero los detalles de lo que este maldito le hacía a mi esposa, no omitas nada!

- Estas seguro??

- Que sí, necesito saber qué es lo que la ha vuelto tan loca, ya que a mí no me presta atención hace ya tiempo.

Helios no se hizo esperar y relato todo lo presenciado, la sensual brutalidad con que Afrodita era penetrada vaginal y analmente y como esta gemía sin pudor al recibir el placer, como sus caricias y besos eran inagotables las numerosas posiciones en las que era embestida y todas las veces que explotaban en orgasmos que harían sonrojar hasta la más promiscua de las prostitutas de Grecia.

Hefestos no pudo evitar sentirse humillado y furioso, pero a la vez excitadísimo, dejo a Helios hablando solo y e dirigió al baño donde Afrodita reposaba en una enorme tina del más fino mármol y entro desnudo e intempestivamente

- Que haces aquí?? Me estoy dando un baño retírate, ya iré contigo - Espetó displicente Afrodita.

El no hizo caso y la tomó fuertemente como a una muñeca de trapo, ella no pudo oponer resistencia ya que su esposo le triplicaba en tamaño y fuerza, la volteó con el culo hacia arriba apoyada sobre la orilla de la tina, abrió sus nalgas y escupió en ellas esparciendo la saliva por la entrada de su ano con la punta de su falo erecto, grueso y venoso.

Incrédula y alterada pregunto - Qué haces?? Me lastimas!! Sabes que esto no me gusta!! Suéltame bestia!

Fue en vano el sin pronunciar palabra prosiguió con su tarea y sin miramientos perforo el perfecto y blanco culo de Afrodita de un solo empujón, una vez dentro comenzó un descomunal mete y saca, haciendo caso omiso de los gritos.

Afrodita no se explicaba que ocurría con su esposo jamás se portó así, pero a pesar de todo lo que él le provocaba, esta actitud tan viril por llamarla de alguna forma comenzó a editarla y todo su dolor y resistencia fue tornándose placentero, y sus gritos fueron reemplazados por gemidos que retumbaban por todo el palacio, más cuando Hefestos comenzó a introducir uno de sus gruesos y rasposos dedos en su concha que ya destilaba fluidos, así comenzó a moverse al compás de las embestidas bestiales de pronto ambos alcanzaron el orgasmo al mismo tiempo como nunca antes.

Los gemidos de ambos llegaron hasta el salón donde aun aguardaba Helios quien ofuscado e iracundo se retiró diciendo para sí entre dientes - Se comporta como una vil prostituta y el cornudo la premia dándole placer, pero juro que esto no durará mucho...

Desde ese día Helios se avocó a la tarea encomendada por Hefestos hasta conseguir su cometido.

Continuará...

(8,33)