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Todo por mi nieta

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Quien lo hubiese pensado hace unos años; seguramente nadie, ni siquiera yo me imaginé que pudiese ocurrir lo que ocurrió. Pero que tonta soy, estoy hablando y aún no saben siquiera quien soy. Me paso a presentar, soy lidia Capdevilla, de 53 años de edad, nacida en Córdoba Capital, para más decir; hoy de excelente posición económica, no gracias a haber estudiado sino a esas cosas de la vida que a una la van formando… pero vamos por parte ya que la historia que quiero relatar, es mi historia y creo que a alguien puede interesarle ya que si bien a mí, económicamente hablando, me fue bien no le deseo lo mismo a nadie, de allí que lo cuente.

Mi despertar sexual fue como el de casi todas mis hermanas a muy temprana edad, pero lamentablemente no me fue como a ellas, pues yo quede embarazada, motivo por el cual al comienzo de mi adolescencia ya era madre de una niña; mis padres temerosos del que dirán hicieron creer que la niña recién nacida era hija de mi madre, es decir mi hermanita, y como si eso no fuese suficiente me enviaron a la capital del país, para que ayudase a una tía que recientemente había sido mamá.

El tiempo pasó y yo casi me olvidé que también era madre, de allí que cuando conocí al que fue mi esposo no le comenté nada de la niña. Él era un hombre de treinta y ocho años y quedó prendado de mí el día en que fue a ver a mi tío para cerrar un negocio, cuando yo aún no había cumplido los veinte años.

Nos casamos a los pocos meses y en el viaje de regreso de la Costa Brava, lugar en el que transcurrió nuestra luna de miel pues mi marido quería que tuviese toque francés, por lo cual la comenzamos en el pueblo de Blanes y la terminamos en Portblou, en la frontera con Francia, tuvimos un accidente a resultas del cual mi esposo falleció y yo estuve varios meses internada; Si bien yo no fenecí como él quede imposibilitada de tener hijos por lo que me tuve que contentar con ver crecer a los hijos de otras, entre ellas a las de las enfermeras que me atendían. Lo cierto es que cuando llegue a los 27 años, recibí una carta de mi madre para que fuese urgentemente a verla.

Temerosa de su salud fui y para mi sorpresa mi madre me dijo: Cuidé de tu hija haciéndola pasar como hija mía, no obstante ella repitió tu historia, por lo cual dentro de pocos meses también será madre y yo, ya no puedo hacerme cargo del niño pues ya nadie creerá que con 60 años he vuelto a parir, por ello es que te pido que vos te hagas cargo de la criatura.

Cuán grande fue mi desazón al verme ante tal circunstancia, pero comprendiendo que mi madre tenía razón tome a mi hija y con ella volví a Madrid, aunque al llegar hice creer a todos que se trataba de mi hermanita. Cuando su hijo nació, yo como había hecho mi madre, me hice cargo del mismo, de la misma sería correcto decir, y mandé nuevamente a “mi hermanita” a Córdoba y yo seguí con mi vida en la gran ciudad atendiendo el negocio de mi marido como si nada hubiese ocurrido; no obstante y dado que la gente es mala y comenta me mude del pequeño palacete en que vivía en la calle Serrano del barrio El Viso a un chalet en la calle Mirasierra en el barrio de Majadahonda donde pude criar a mi nieta, lejos del cotorreo de las chismosas que por más alta alcurnia que tuviesen no dejaban de ser chismosas.

A mi nieta la crié como si realmente fuese mi hija, esa hija que no pude criar y a la cual solo había visto en dos ocasiones desde que vine de mi provincia natal.

El tiempo fue pasando y como quien no quiere la cosa, a mis cuarenta años, me encontraba con que aquella a quien llamaba hija se hizo mujer. Ese hecho me marcó mucho ya que, teniendo en cuenta mi pasado y el de mi hija verdadera, y no queriendo que a ella le pasase lo mismo, comencé a acompañarla a cuanta fiesta iba y traté de estar siempre a su lado, aun cuando a los ojos de los otros padres fuese una metida, una mujer que no sabía colocarle límites a su hija, o una madre que no tenía confianza en su descendiente. Lo cierto es que, como si fuese su hermana mayor, concurrí con ella a cuanta fiesta o baile fue y me hice amiga de sus amigas y amigos, a tal nivel que hacían la previa en mi casa y contaban conmigo como con una amiga; para todos, incluso para ella, yo era su madre. La madre piola que todos querían como propia, la madre cariñosa y compañera que le permitía hacer previas en su casa, la madre piola que hacia lo que hacía su hija y que le permitía hacer o que quisiese, casi sin ponerle límites. Si supiesen la verdad, me decía en ocasiones, se morirían de un sincope, por lo cual nunca les dije nada.

Con Carla, así se llamaba mi nieta, compartíamos todo, desde los zapatos hasta las remeras, pasando por los pantalones y las polleras; en muchas ocasiones íbamos juntas a comprar la ropa y comprábamos aquella que nos gustaba a ambas.

A pesar que una y mil veces le dije que no se fijase en chicos y se centrase en estudiar, no me hizo caso, lo cual comprobé el día en que me comentó que había, un chico que le gustaba y quería tener mi opinión sobre si le convenía o no, ya que si bien, era muy buen estudiante era unos cuantos años mayor que ella, y ella no sabía que hacer pues yo siempre le decía que estaba en la edad de estudiar y no de estar de novia. La escuche y me dio pena por lo cual, ablandándose mi corazón le propuse que lo invitase a pasar el fin de semana en casa, ya que así con la excusa de disfrutar de la pileta yo podría evaluarlo y darle mi opinión.

Fue así que ese viernes no hicimos previa, y nos fuimos a dormir bien temprano; el sábado nos levantamos tipo 8 de la mañana, nos bañamos y desayunamos, a eso de las 10 llegó, el chico que tenía, a pesar de usar lentes, un aire de pendenciero, que hizo que no me cayese bien. Dicen que la primera impresión es la que vale, pero… tendría que fumármelo todo el fin de semana para darle a Carla la opinión que me había causado.

Pasamos unas horas en la pileta, luego almorzamos, jugamos con la play y volvimos a la pileta. Facundo, tal era su nombre, resulto ser muy simpático y amable y para nada desagradable como inicialmente me había parecido. En un dado momento, tipo 6 de la tarde, decido ir a buscar algo para tomar, por lo que voy a la cocina y preparo unos jugos, para los tres, pero antes de ir al fondo decido pasar por el baño y en él me encuentro a facundo, masturbándose, no me sorprendió el tamaño de su miembro, ya que era el común para un chico de su años, pero sí me llamo la atención como se la movía. Cuando él vio que entraba luz en el baño abrió sus ojos y al verme no supo que decir, entonces yo, como adulta, le dije “no te preocupes pero deja ya de hacer eso y vete a la pileta”

Él se fue, yo orine y fui al fondo llevando los jugos como si nada. El resto del día transcurrió sin ningún altercado y pude comprobar que facundo no se había encerrado en el baño por mucho tiempo. A la noche al acostarnos estaba yo un poco caliente por la situación que había presenciado por lo que comencé a tocarme, pero al rato y ya totalmente mojada, decidí ver que estaba haciendo Facundo, por lo cual, e inconscientemente, fui a la habitación que le habíamos preparado; digo inconscientemente porque solo llevaba puesto mi camisón, sin corpiño ni bombacha ya que para dormir no los uso. Al abrir la puerta de su habitación me percate que estaba durmiendo, entonces me acerque a su cama y comencé a observarlo. El abrió sus ojos y al verme se asustó, pero yo tocándole el cabello le dije “Tranquilo no pasa nada solo estoy acá porque quiero hablar con vos”, entonces y tratando que mi nieta no repitiese las experiencias mías ni de su madre le empecé a decir que estaba mal que se masturbase pensando en chicas de su edad que no sabían ni siquiera lo que era un pene, que él como hombre debería pensar en mujeres más grandes y que se yo cuantas cosas. Mientras yo hablaba él no quitaba sus ojos de mis senos y note como la sabana que lo cubría palpitaba, por lo cual mi vagina comenzó a mojarse aún más de lo que estaba y mis pezones a endurecerse.

En un momento dado le dije “lo que pasó quedará entre nosotros si me prometes que te transformaras en el hermano de Carla y cuidaras que nadie se acerque a ella” a lo que él acepto de buena manera. Decidí entonces irme a mi habitación a masturbarme, por lo cual le di un beso en su frente, cuando se me ocurrió que podía satisfacer a ese muchacho y ver como se pajeaba, por lo cual le dije” si quieres puedes pajearte pensando en mis tetas que tanto miras“ a lo que me contestó, ruborizándose “perdóneme señora pero es que me las imagino amamantándome, y realmente estoy esperando que se vaya para hacerlo”, “hazlo entonces” le dije y el me respondió “pero es que usted está presente” a lo que le dije “no hay problema, puedes hacerlo tranquilo que no serás el primer hombre que vea pajearse” y antes de que terminase de decirlo ya había llevado su mano a su pene y empezó a pajearse, tapado por la sabana , entonces yo le dije “¡No, así no! déjame ver como lo haces, así si algo haces mal puedo corregirte” y le corrí la sabana dejando ante mí su polla parada agarrada por su mano. El continuó pajeándose y yo mojándome al ver como lo hacía, creo que era por el placer de enseñar a ese niño ya que su pene no era ni muy grande ni muy gordo, sobre todo comparándolo con las inmensas vergas que ya me había comido. En un dado momento vi que facundo puso sus ojos en blanco y comenzó a eyacular; un poco de su semen cayo en mi camisón y como una zombi llevé mi dedo hacia él y después de tomarlo lo llevé a mi boca, cerrando mis ojos y disfrutando de su sabor; pensé que facundo no me veía, pero cuando abrí mis ojos, vi los suyo, que grandes como platos, me miraban. Solo atine a decirle “es rica y nutritiva” como no dándole importancia y luego le pregunte si se sentía bien después de haber eyaculado, me dijo que si y entonces me levanté y le dije hasta mañana mientras le daba un beso en su frente. Al agacharme para hacerlo vi que su pequeño pene estaba nuevamente duro y sin poderme contener llevé mi boca hacia él y comencé a mamárselo, que placer, poder llevarme un pene completamente a mi boca y sentir el sabor del semen que minutos antes había salido del mismo.

Levanté mis ojos y vi su carita de felicidad y le pregunté si le gustaba, a lo cual me dijo que sí y yo le dije “ves, esto una niña de tu edad no te lo hará pues no sabe”.

Me sentía una maestra frente a su alumno, y de hecho lo era, ya que le estaba enseñando lo que es el placer, y me moje aún más, mis pezones estaban a punto de romper mi camisón, de tan duros que estaban, y mi vagina drenaba liquido como si me estuviese orinando, creo que era el morbo de desvirgar a un pequeño lo que más me calentaba, ya que aun cuando me había comido gruesos y largos penes, nunca me había sentido tan caliente como me sentía en ese momento.

No pudiéndome contener más, me quite el camisón, me acosté a su lado, y abriendo mis piernas, mientras agarraba su violáceo capullo con una mano, con la otra lo hacía girar a él para que quedase sobre mí. Oriente su pene hacia la entrada de mi vagina, y cuando estaba en la entrada de ella, mirándolo a los ojos le dije “ahora eyacularas pero en una vagina, no en tu mano y recuerda que esto te lo daré siempre, si cuidas que Carla no lo haga” a lo que me dijo “sí, yo la cuidaré, ella no lo hará con nadie”, tuve que cerrar mis ojos porque casi me mareo cuando sentí que, dejándose caer sobre mí, su pene ingresaba centímetro a centímetro en mi caliente vagina, me pareció increíble sentir lo que sentí pero era como si ambos estuviésemos hechos para cogernos mutuamente, ya que parecíamos un engranaje perfecto.

Había disfrutado de penes que al ingresar en mi me dieron la sensación de partirme en dos, con éste no lo sentía, pero sentía algo distinto, algo más profundo, que aún hoy no puedo precisar que es, pero que me hacía feliz y me hacía gozar. Abrí mi boca para dejar escapar un quejido y llevé mi boca hacia la suya, saque mi lengua y la enrede con la suya, jugando con ella, quería tener lo máximo de él y sentirle plenamente.

Fue algo realmente hermoso que repetimos infinidad de veces pues él se comportó realmente como un guardabosque cuidando que ningún truhan se acercase a Carla. Hoy ella tiene ya 24 años, hoy si quiere ya está en condiciones de follar con quien desee, y de hecho lo hace, hoy ya sabe lo que es quedar embarazada muy joven, hoy ya no hay problemas si queda embarazada, lo cual es muy difícil ya que me ha contado que si bien se cuida prefiere el sexo anal, algo a lo que ya aún no me he animado aunque estoy pensando en hacerlo con Facundo, ya que se ha convertido a lo largo de estos años en un excelente amante y deseo darle todo de mí.

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