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La tanga de Karina

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En la vida de un fetichista surgen oportunidades que tal vez cualquier persona "normal" no aprovecharía, pero nosotros sí, y la verdad es que se presentan más seguido de lo que uno pudiera pensar, es cosa de atreverse a correr el riesgo y disfrutar de los beneficios.

La conocí por fotos, Karina es amiga de uno de mis mejores amigos, en aquella foto, vestía una minifalda negra ajustada, de esas que resaltan enormemente las caderas y piernas de las mujeres, de unos 30 años de edad, de tez clara con cabello negro ondulado y muy simpática de cara además de todo; lo único que pude imaginar después de ver aquella foto fue a mi comiéndome ese hermoso culo, pasando mi lengua desde su ano hasta el clítoris logrando que terminara en mi boca, sin embargo y a pesar de que nunca la conocí en persona disfrute del olor de sus lugares más íntimos.

Era un domingo por la noche, mi amigo me llamo para contarme que aprovechando el fin de semana largo él y algunos compañeros de trabajo (incluyendo a Karina) habían ido a un lugar cercano fuera de la ciudad, y que habían pasado la noche anterior bebiendo y bailando hasta muy tarde en algún antro de aquel lugar, mi buena suerte comenzó cuando me dijo que ya estaban de regreso pero que seguirán de fiesta en casa de alguno de ellos, y afortunadamente para mi estaba muy cerca de la mía, por lo que aprovecharía a llevarme algunos recuerdos que había comprado y de paso platicarme un poco de su fin de semana, así sucedió y ahí comenzó mi buena suerte, cuando llego notamos que una de las llantas de su carro estaba muy baja, seguramente se había ponchado en el camino, abrimos la cajuela para buscar la llanta de repuesto y demás herramientas y note que había una bolsa de mujer y una mochila, que según me dijo eran de Karina y otro compañero de trabajo.

Mi mente trabajo rápido y le comente que lo mejor sería que se llevara mi carro y que al día siguiente pasara y cambiáramos la llanta del suyo, él sin tener idea de mis verdaderas intenciones acepto y se marchó, en ese momento comencé a sentirme excitado, solo con el hecho de recordar el cuerpo de aquella chica y que su intimidad estaba a punto de estar en mis manos.

Pude sentir como mi pene comenzó a apretarse dentro de mi pantalón, tome la bolsa y rápidamente la lleve a mi habitación, busque en mi celular aquella foto en la que tanto me había gustado Karina y ahí estaba tal como la recordaba, acto seguido abrí el cierre de aquella bolsa, lo primero que pude ver fue una bolsa mucho más pequeña que contenía pinturas y maquillaje, también encontré peines y un par de sandalias además de una toalla y cremas entre otras cosas, pero justo al fondo estaba el verdadero tesoro, había unas prendas enrolladas, el primer rollo contenía una blusa color gris con estampado de un gatos, dentro de ella unos pants tipo piyama y un bikini color azul rey, era su ropa de dormir.

No quise perder tiempo y fui directo al puente del bikini, lo acerque a mi nariz y comencé a aspirar ese exquisito aroma de su vagina, sentí como mi pene se lubrico por completo y comencé a desvestirme, tenía mucho que disfrutar aun, me recosté sobre la cama y seguí disfrutando del delicioso olor de la ropa interior sucia de Karina mientras me masturbaba lentamente para poder gozar más tiempo, en cierto momento tuve la intención de eyacular pero preferí ver que me esperaba en el segundo rollo de ropa.

Desenvolví lo que resultó ser una blusa de color morado, dentro de ella había una minifalda negra, lisa de las de corte amplio (como las de colegialas) y justo en el centro del rollo lo mejor, un coordinado de brasiere y tanga de encaje negro, sentí un pequeño escalofrió por mi cuerpo, pero tenía que disfrutarlo lo más que pudiera, así que decidí ir poco a poco, deje de lado el bikini y me concentre en el brasiere, lo lleve a mi cara y casi al instante pude sentir una mezcla entre un ligero olor a sudor y su perfume, esa combinación que en la mayoría de las mujeres es exquisita, comencé a masturbarme con más fuerza mientas aspiraba ese delicioso regalo, podía sentir el encaje rozando mi cara lo cual me éxito aún más, de nuevo tome el bikini azul y comencé a frotar esa suave tela en mi pene y testículos, para ese momento mi verga ya estaba a punto de estallar, pero sabía que lo mejor me esperaba, puse toda mi atención en esa exquisita tanga negra, tenía un encaje grueso de unos 3 centímetros de ancho por toda la parte que va a la cadera, la tela de atrás era una delgada tira con costuras a los lados pero con una pequeñísima tela de encaje en el centro hasta llegar al puente, y finalmente la parte de adelante era un fino triangulo de encaje, de ese que transparenta lo que está debajo de ella, en el puente pude notar esas peculiares líneas blancas que tanto disfrutamos los fetichistas, lo sabía, eran sus fluidos impregnados en aquella diminuta prenda, no me pude contener más y aspire el puente con gran entusiasmo, no podía dejar de pensar que apenas la noche anterior esa tanga seguramente había terminado completamente empapada con su sudor y que incluso algo la había excitado un poco al grado de dejar sus fluidos impregnados en la tela, no me equivocaba, el olor que desprendía era algo fuerte entre el sudor y su intimidad, pero sin duda delicioso, en ese punto estaba tan extasiado que aun sentí algo de humedad en la tanga, lamí con entusiasmo el puente, buscando el sabor de su vagina, de sus fluidos, de su sudor, estaba a punto de eyacular pero quise terminar de la mejor manera, busque la tira que apenas algunas horas antes había estado metida entre ese exquisito par de nalgas y que estaba impregnado con el sudor de su culo, envolví mi pene con el bikini azul y aspire fuerte deseando encontrar el aroma e incluso el sabor del culo de Karina en aquella diminuta tanga negra de encaje y justo en ese momento eyacule como nunca antes.

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