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Madura prueba como actriz porno

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Primera parte:

Dori era una de esas señoras que en su juventud había traído de cabeza a más de un chico, porque era la típica rubita guapa con un cuerpo impresionante, y unos pechos generosos. De ser una de las tías buenas del instituto, pasó a ser, poco antes de cumplir los 40, una de esas MILFs que despertaban el deseo de muchos hombres, una de esas madres que todos quisiéramos disfrutar en una cama, ya que aunque se vestía diferente que en su juventud, no dejaba de ponerse faldas cortas ni escotes generosos. Sabía que era el objeto de deseo de más de uno, y no le importaba permitir que los hombres se desahogasen contemplando su cuerpo, como aquel día en que su cuñado la pilló vistiéndose, tan sólo con una falda y medias, y los pechos completamente desnudos. Se tapó instintivamente, pero no demasiado, y supo perfectamente que había hecho él en el lavabo cuando poco después se encerró allí y se oyó la cisterna, llevándose el fruto del deseo que sabía que despertaba en él su cuerpo...

Dori solía realzar sus curvas con una buena faja, y no le importaba llevar medias con liguero, aunque se notasen bajo la falda, sabía que eso le daba un toque de distinción, y además el liguero era cómodo para ir al servicio. Se pasaba horas frente al espejo, maquillándose y poniéndose guapa, lo que le servía además para mantener una buena vida sexual, ya que su marido se volvía loco por ella, y en la cama le permitía casi de todo...

El día en que cumplió 49 años, se compró un vestido muy sugerente, presumiendo de pechos, que aún tenía casi perfectos. No pasó por alto el hecho de que las miradas aquel día se centrasen en sus pechos, además de en unas piernas muy bonitas, cubiertas por unas medias de encaje negro. Estaba radiante, y más de uno le dijo eso de "yo te echo... 30 años", con el evidente mensaje oculto de "yo te echaba 30 polvos...". Dori era muy activa sexualmente, y aunque su marido estaba bastante anticuado, sí que habían probado cosas como los tacones de aguja, los bodys de látex o los vibradores. Pero Dori a sus casi cincuenta años seguía teniendo la mentalidad de disfrutar del sexo hasta límites aún mayores, por eso le había propuesto alguna vez a su marido entre bromas lo de hacer un trío con otro hombre, cosa que él no había querido entender ni discutir, no contemplaba la posibilidad de compartir a su mujer con nadie.

Por eso Dori investigó por su cuenta y a base de navegar por Internet dio con un anuncio en el que pedían modelos para un rodaje. Era bastante evidente que se trataba de una película porno, pero lo que le llamó la atención fue una nota explícita: "se ruega abstenerse menores de 45 años.". Dori estuvo un día entero dándole vueltas a la idea de que hubiese gente que le gustase el sexo de adultos tan adultos. Al día siguiente se tiró a la piscina y llamó al teléfono, con la intención de curiosear. Una mujer muy agradable le dijo que podía acercarse a una dirección y allí le informarían. Dori se vio en la situación de seguir adelante, y al día siguiente, en cuanto se fue su marido, se duchó y se puso sus mejores galas. Un conjunto de braga y sujetador, liguero y medias semitransparentes, y sus pendientes de perlas con el collar a juego. Sacó del armario un vestido no demasiado largo, y con un poco de abertura en la falda, y unos zapatos de tacón. Quería estar muy guapa, como el día de su cumpleaños. Se presentó en el lugar, que era un apartamento bastante grande en pleno centro, y le atendió una chica joven, que le hizo un halago en cuanto la vio. Dori pasó a una sala y poco después la llamaron, entró a un despacho y una mujer de unos 40 años le explicó que estaban rodando una película porno de maduritas, preguntando si había hecho antes algo así. Dori le dijo que no, pero que estaba dispuesta a probar...

Segunda parte:

- "Hola cielo, ¿cómo te llamas?".

- "Dori, pero...".

- "No te preocupes, nadie utilizará tu verdadero nombre, cariño. Sólo es para hacerte la ficha". Tengo que preguntarte si haces algo de deporte, ya sabes que estas cosas requieren estar en forma.

- "Oh, claro, bueno... hago Pilates dos veces por semana. En fin, ¿cuánto dura una secuencia?".

- "Pilates está bien, verás, eso depende. La directora suele rodar secuencias de 20 minutos, pero a veces para conseguir ese corte se necesita rodar durante media hora o más. También depende, bueno, ya sabes, de si tu compañero se corre antes o dura más".

- "Entiendo, entonces estos polvos sí que son largos, ya veo. Por cierto, los actores ¿son también... son jóvenes o de más de 45?".

- "Veo que no te han pasado el guion, si se puede llamar así. Se trata de una película de tíos cachas que les gustan las maduritas como tú, normalmente ellos será más jóvenes, en torno a 30 años, aprox.".

- "Madre mía, en pleno apogeo de hormonas, ¡qué miedo!".

- "No te preocupes, cielo, seguro que tú les ganas en experiencia. El secreto es saber llevarles al orgasmo cuando te lo indique la directora. Hay muchos trucos, acariciarles los huevos, tocarles el glande con la lengua o simplemente decirles que se corran. Por cierto, imagino que no tienes nada en contra de que se corran en tu cara. No te preocupes, no tienes que tragarte la corrida si no quieres.".

- "Menos mal, con estas cosas nunca se sabe...".

- "Más cosas: habrá una secuencia de felación, luego te penetrará por la vagina y sólo si se lo pides te hará sexo anal. ¿Cómo lo ves?".

- "No tengo problema en tragarme la polla si no es muy grande, pero nunca me han penetrado por el culito, aunque estoy aquí para probar cosas nuevas, eso es verdad...".

- "La polla será grande, pero si sabes tragarla hasta la garganta no creo que tengas problema".

- "Otra cosa, ¿estás depilada? Normalmente pedimos que lo hagáis antes de rodar".

- "Oh, sí. A mi marido le gusta más así, sin pelitos".

- "Bueno, pues la verdad es que no hay más cosas, ahora si quieres podemos poner fecha para tu primer rodaje y si te apetece y quieres, puedes hacer una prueba hoy mismo, no sé si vienes preparada...".

- "De hecho pensaba que hoy empezaría, así que sin problema, ¿qué tendría que hacer?".

- "Déjame un momento, que voy a ver si tenemos a algún chico disponible y te grabamos un rato con él. Si quieres un vibrador para jugar un poco tú sola antes y estimularte, mi compañera te lo dará, y un poco de vaselina".

- "Perfecto, muchas gracias. Espero que no me traicionen los nervios".

- "No te preocupes, y piensa que vas a poner calientes a más tíos de los que te imaginas".

Tercera parte:

Dori se alegró de que el consolador no estuviese usado. Después de sacarlo de su envoltorio, abrió el sobre de vaselina. Sin embargo, sola en aquel cuarto de baño digno de una película, con una decoración tan elegante y en esa situación tan morbosa, al apartarse la braguita para abrir paso al vibrador, notó que había mojado la braga hasta el punto de que con una ligera caricia del juguete contra su vulva, éste se introdujo sin la menor dificultad. Notó sus labios vaginales repletos de flujo, y la sensación de la silicona abriéndose paso dentro de ella hizo el resto...

Se colocó de nuevo la braga mojada y se bajó la falda, saliendo del cuarto de baño. Al fondo vio a la chica que le había atendido, y al ir hacia ella, pasó por delante de una habitación enorme en la que un par de chicos se follaban a una mujer de mediana edad, como ella. La chica la tranquilizó, diciéndole que de momento no iban a hacerle una doble penetración, y entonces apareció un chico en albornoz. Se presentaron y pasaron a otra habitación, en la que sólo había un trípode con una cámara. Dori se puso un poco nerviosa, sobre todo cuando el chico, que debía tener 20 años menos que ella, le dio dos besos y la miró fijamente con un claro aire de deseo carnal.

La chica les indicó la posición inicial, junto a la cama, y luego activó la cámara. Entonces les dijo que empezasen cuando quisieran, y el chico dejó caer el albornoz al instante, acercados a ella. Dori no pudo evitar mirarle el pene, de un tamaño más que razonable, aún en estado de reposo. La cogió por la cintura y empezó a besarla en el cuello, y luego se acercó a su boca. Dori decidió tomar la iniciativa y entreabrió su boca, invitando al chico a entrar en ella. Éste había bajado hasta sus pechos, pero volvió inmediatamente y le metió la lengua hasta la garganta, mientras sus manos recorrían el culito de Dori, que empezaba a excitarse por momentos. El chico desabrochó la blusa y la dejó en sujetador. Luego soltó la falda y ésta cayó al suelo, quedando Dori en ropa interior. La lengua de su amante se centraba ahora en sus pezones, y no paró hasta que se le pusieron duros. Dori se hizo con el pene del chico y empezó a masajearlo, sintiendo cómo iba creciendo poco a poco. No tardó en sentirlo rozar sus medias, donde se recreaba mientras él frotaba la entrepierna de sus braguitas, ya muy mojadas.

Dori notó cómo sus pechos se le salían del sujetador debido a las caricias del hombre, cada vez más intensas, y entonces oyó la petición de la chica de comerle la polla. Así lo hizo. Se agachó y abrió su boca para recibir el pene dentro, hasta que tuvo dificultad para tragar más. Él inició un movimiento de vaivén que hacía que le entrase más el pene, y ella aguantaba las arcadas producidas por la falta de costumbre. Cuando cogió ritmo, la polla entró hasta su garganta de un tirón, y entonces fue consciente de lo dura que se la había puesto al chico. A una orden de la chica, sacó su pene de la boca de Dori y la puso de espaldas, buscando la entrada de su vagina, ya muy lubricada. Dori le ayudó y poco después su vulva rebosante de flujos estaba llena por el generoso pene de su amante.

Se la folló hasta que Dori empezó a acusar el cansancio. Había perdido la noción del tiempo, pero cada embestida del chico era más intensa que la anterior. La forma en que gemía hacía indicar que estaba muy excitado, y Dori a su vez gemía cada vez más desinhibida. En la entrada de la habitación se había reunido ya un grupo de curiosos que habían terminado el rodaje en la otra habitación, y todos miraban atentos la forma en que Dori estaba siendo atravesada por la polla ansiosa del chico.

Intercalaron varias posiciones, pero Dori siempre acababa exhausta y con necesidad de cambiar, ya que aquella polla le entraba hasta el fondo de su ser. Entonces su pareja le preguntó si quería cambiar de agujerito, y ella le pidió que fuese despacio. Ella tumbada boca abajo, empezó a sentir la polla entrar con la ayuda de vaselina y sus propios flujos vaginales, y lo que primero fue un dolor mayor que el anterior, se fue convirtiendo en un placer inesperado. Una vez que cogió ritmo, el chico quiso cambiar de postura, pero Dori aguantó muy poco tiempo en la postura de perrito, para luego intentar sentarse sobre la polla para recibirla así. El chico estaba cada vez más ansioso por follársela, y se agarraba a sus pechos y al liguero, le sujetaba las piernas y ayudaba los movimientos cogiéndola de las caderas, pero Dori no podía soportar el ritmo frenético del chico, y caía cansada en la cama. Éste se ponía tumbado detrás de ella y seguía follándosela, consiguiendo que sus gemidos fueran ensordecedores. La chica le pedía que aguantase, pero obviamente Dori no estaba en forma para una sesión como esa. Sus brazos y sus piernas trataban de aguantar, mientras suplicaba al chico que se corriese. Le lamía la polla y le masturbaba con la mano, pero estaba pletórico.

Entonces la chica decidió intervenir y acercándose a la cama se subió la minifalda y sin quitarse los tacones se sentó sobre la verga del chico, follándoselo casi por sorpresa, mientras acariciaba los muslos de Dori, que quedaba a un lado, completamente exhausta. La chica empezó a moverse de una forma inimaginable para Dori, y en un par de minutos el chico empezó a gemir entrecortadamente, viendo venir el orgasmo. Entonces la chica se apartó, y dirigiéndose a Dori con un guiño, le susurró que eso debía acabarlo ella. Dori se sintió halagada, y volviendo a colocarse sobre el chico, dejó entrar su polla completamente entre sus piernas, y después de dos embestidas más, el chico sacó su polla de ella y la regó con una corrida que recorrió sus pechos y su cara, resbalando en parte hacia sus labios pintados. Una vez terminó la descarga, la chica se inclinó sobre ella y lamiéndole los labios le quitó la salpicadura de su boca, sonriendo satisfecha.

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