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Familia sin tabúes (4) Raúl me deja satisfecho

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El domingo a medio día regresamos Felipe y yo de la acampada, ya que él tenía que ir a su pueblo para quedarse en casa de su madre, y acompañarla a la mañana siguiente al médico. Así que comimos algo rápido en el McDonald's, después nos echamos un rato en la cama y le hice una buena mamada en la polla, y a eso de las 19:30 se arregló, cogió el coche y se puso en marcha.

Me quedé rendido en la cama, pensando en la follada que le habíamos dado mi novio y yo, en la tienda de campaña a su primo Adrián la noche anterior, y así me fui quedando profundamente dormido. Sobre las 21:00 horas me despertó el sonido del teléfono móvil, que no paraba de sonar. Era mi cuñado Raúl, quién me llamaba sin parar, seguramente habría discutido otra vez con mi hermana, y querría hablar para desahogarse... como siempre. Él conmigo se llevaba fenomenal, teníamos muy buen rollo y mucha confianza, por eso yo era su paño de lágrimas. Tamara era muy hija de puta cuando quería, muchas veces, cuando quería salir sola con sus amigas, provocaba una discusión con Raúl por lo que fuera, y así él se iba enfadado, y ella podía irse de juerga. A veces me daba pena Raúl, porque él era muy bueno con Tamara, y la muy zorra lo trataba con la punta del pie.

En mi caso, yo no lo trataría con la punta del pie, si no que se lo comería, como me comería también su polla, su culo, su boca y todo su rico cuerpo. Raúl tiene 22 años, y trabaja de repartidor de UPS, y ya os podréis imaginar los fuertes brazos que tiene. De cara es muy guapo, tiene una mirada melancólica que lo hace muy atractivo y morboso. Los pelos siempre los lleva engominados y de punta, y huele a perfume, a tío limpio. Viste muy bien, toda la ropa que lleva es de marca y súper moderna. El cuerpo lo tiene buenísimo, fibroso, musculado, y proporcionado a su estatura, 1´80 más o menos. Los brazos fuertes como ya he dicho, manos grandes, pecho marcado, con un culo tremendo de bueno, que me pone cachondo y me calienta el cipote. Era digno de ver como los pantalones vaqueros, le separa las nalgas marcándoselas en todo su esplendor, o mirar ese oscuro boquetito a través de la fina tela, que los calzoncillos dejaban entrever y sutilmente transparentarse.

Atendí la llamada, y hablé con él. Como ya os había dicho, se había peleado con mi hermana y estaba en un bar del centro bebiendo sin parar. Me pidió, que por favor fuera a donde él estaba para hablar conmigo, y por supuesto a recogerlo porque así no podía conducir. Para no aburriros con los follones de mi hermanita, y los problemas del noviazgo entre los dos, os diré que fui al bar, me tomé un par de cubatas con Raúl, y a las dos horas ya estábamos en mi casa. El problema de Raúl es que no podía beber, se quedaba cao y hasta perdía muchas veces el conocimiento. Más de una vez he pensado en meterle mano en el paquete, y cogerle la polla mientras estaba fuera de juego, y darme un buen atracón mamándosela.

Y allí estaba otra vez como siempre, tumbado en el sofá del salón sin reaccionar, y regalándole a mis ojos un delicioso y abultado paquete. Escuché ruido en el dormitorio de mi padre, y si me iba a propasar con mi cuñado no quería que me pillara en plena acción, así que me lo llevé como pude a mi habitación, procurando no hacer mucho ruido. Después supe con el tiempo... y ya os lo contaré... que el que estaba con mi padre en su dormitorio era Pablo, y que por lo visto se lo estaba follando y abriéndole el ojete a pollazos.

Cuando entramos en mi habitación, lo primero que hice fue quitarle la camiseta y los vaqueros, y dejarle solo con los calzoncillos. Lo tumbé boca arriba encima de la cama, y me senté a su lado para contemplar su imponente, viril, y hermoso cuerpo. Así estuve varios minutos, observándolo lascivamente, e imaginándome las mil posturas que haría con ese cabrón buenorro, que estaba acostado en mi cama. Acerqué mi nariz hasta él y comencé a inhalar aquél olor tan delicioso, absorbiendo ese aroma que despedía a macho, y que tan caliente me ponía. Empecé por su cara, su boca, su pecho, y sus axilas, donde me detuve un buen rato. Después me desplacé hasta sus pezones, y me atreví a lamérselos muy suavemente, primero uno y luego el otro. Seguí olfateando mientras bajaba por su abdomen, sus ingles, por cada una de sus poderosas y musculosas piernas. Metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a oler, husmear, percibir la fragancia que desprendía aquél marcado paquete, y me tomé la licencia y libertad de pasarle mi lengua por encima.

El cabrón de Raúl estaría cao y dormido, pero la polla se le estaba empalmado aceleradamente. Y no sé, si era porque estaba pensando en mi hermana, en alguna follada que le había dado en el coño, o porque estaba sintiendo mis lamidas sobre su verga... pero el caso era, que su miembro no paraba de crecer y crecer. Como mi cuñado no reaccionaba, me atreví a sacarle el pollón fuera de los calzoncillos, y terminar de ponérsela gorda y dura dentro de mi boca. Me dije a mi mismo, - En fin... si me pilla chupándole la polla, no creo que se enfade mucho conmigo, ya que somos muy amigos y tenemos suficiente confianza para que no haya malos royos - ...La empiné agarrándosela desde la base, abrí la boca entera y engullí al instante toda su polla. ¡Que sabor más exquisito!... Tenía una fuerte mezcolanza a sudor, pre-cum y un poco de orina, pero aun así me encantaba y estaba flipando de gusto.

Ya estaba dura como el acero, y se le notaba cada una de las venas, que surcaban el tronco de su polla. Cuando lo escuché gemir suavemente, y su capullo no paraba de segregar pre-cum, comencé a mamársela fuertemente, con la maestría que me caracteriza, y succionando con mi boca como una puta aspiradora. Me gustaba mucho también, la sensación de aferrarme con mis labios a su glande, sacándole y exprimiendo las gotitas de pre-cum, mientras le apretaba con fuerza donde empieza el capullo, y bebérmelas al tiempo que las absorbía.

Aparté los ojos un momento de su pollón, para mirarle la cara a Raúl, y me llevé un susto de cojones, que me bajó la calentura de golpe. El muy cabrón me estaba mirando fijamente, y sin decirme nada. Yo me paré en seco sin saber qué hacer, sin sacarme su polla de mi boca, no sabía cómo actuaría el colega, y lo peor de todo, es que el minuto que duró esa situación me pareció eterno.

Al cabo de un minuto interminable, él seguía sin decir ni media palabra... solo se abrió de piernas, flexionó las rodillas hacía el techo, levantó la pelvis bien arriba presionando su polla contra mi boca, y me envergó el trozo de miembro que quedaba fuera. Siempre se ha dicho, que cuando bebes y estás borracho no sabes lo que haces, pero yo te digo que no es cierto... cuando estás borracho te desinhibes totalmente, y haces lo que realmente deseas y no te atreves hacer cuando estás sobrio. Alargó los brazos agarrándome con sus manazas las orejas, y continuó follándome la boca con un mete-saca suave y rítmico, sin dejar de mover alegremente la pelvis. Yo le tenía atrapada la piel del cipote con los labios, haciendo presión en el capullo, y comprimiéndolo fuertemente mientras Raúl subía y bajaba las caderas. Yo seguía succionando intensamente los fluidos, que rezumaban por la rajita de su capullo, y saboreando el gustillo salado que me dejaba el líquido en la boca.

Yo sé perfectamente que Raúl no es maricón, a él le gustan mucho las tías y está muy enamorado de mi hermana. Pero colegas, la carne es débil, y a nadie le amarga una buena mamada en la polla, y más si eres un tío calentón como mi cuñado, que siempre está satireando los culos y las tetas de las tías. Se le notaba por la excitación, que estaba sintiendo el gustazo de mí mamada, gemía y resoplaba con la boca abierta y los ojos cerrados. Mí hábil boca trabajaba a destajo, y su polla no paraba de engordar, casi no me cabía, y me estaba destrozando las comisuras de los labios. Dos buenas arcadas me provocó el hijo de puta, al metérmela de un golpe hasta los huevos sin avisarme, dejándome sin respiración y creyendo que iba a vomitar encima de él.

Por fin me habló el colega,... y con la respiración entre cortada por la excitación, me dijo, - Lo tuyo no es una boca tío, es una puta aspiradora, joder - ... - Ve al dormitorio de tu hermana, y coge de la ropa sucia su ropa interior, y póntela -...Por supuesto lo hice, además me encanta disfrazarme y travestirme de mujer. Fui hasta su habitación, cogí del cesto de la ropa sucia un sujetador y unas braguitas rosas de encaje, y me las puse allí mismo. Cuando volví a entrar en mi dormitorio, ya había cambiado el chip y me había concienciado, de que desde ese momento era una tía... era su putita... su guarrilla hambrienta de polla... ¡Que morbo me daba aquello!... Sobre todo, porque las braguitas de Tamara apestaban a coño, y tenían manchas secas de fluidos vaginales.

Desde el primer momento dejó muy claro, que él iba a mandar y yo a obedecer. Me agarró por los hombros y me llevó hasta el filo de la cama. Levantándome una pierna la colocó encima del colchón, dejando a plena vista mi culito bien abierto, y clareándose a través del encaje de las bragas. Raúl se agachó delante de mis nalgas, y comenzó a pasarme los dedos por la raja del culo. Me la manoseaba con ardor, con entusiasmo, súper excitado, llegando incluso a pegar su nariz a mi ano, para olfatearlo detenidamente y sin prisa. Aquello me provocaba un vicio tremendo, estaba hasta mareado y la cabeza me daba vueltas, solo de pensar que ese tío buenísimo, mi delicioso cuñado estaba oliéndome el culo, y tocándomelo con sus manos.

De los dedos pasó a la lengua, y de las manos a la boca. Empezó a comerme el culo por encima de las braguitas, paladeando y degustando el sabor de mi ano mezclado con el olor de su novia, que estaban impregnados en la tela. Yo estaba extasiado y alucinando, me tenía el cabrón a mil por hora, sintiendo su áspera y mojada lengua en mi ojete. Con cada lametón que me daba sentía un escalofrío, era como una descarga eléctrica que me recorría todo el cuerpo, haciendo que me retorciera de gusto y de placer. El cabrón metió los dedos por la tela del encaje y las rajó, rompiéndolas justamente por donde estaba el boquete de mi culo. Cuando mi hermana descubriera las bragas rotas, se iba a poner hecha una furia, pero me daba igual... que se joda la cabrona... Yo estaba gozando, y lo demás me daba igual.

Sentí en la entrada de mi ano su glande gordo y duro, y luego un dolor completamente desgarrador cuando me la ensartó de un golpe. El hijo de puta me estaba desgarrándome entero por dentro, arremetía contra mi culo sin compasión ninguna, sin freno alguno, y con una crueldad desmesurada. Me hacía pensar que me tenía ganas el cabrón... pero ¿En qué grado?... ¿Ganas de follarte el culo para que disfrutemos?... o... ¿Ganas de joderte el culo, para que aprendas a no calentarme más la polla?... Parecía... no... no parecía, era una violación en toda regla, el mamonazo de Raúl me estaba violando el culo, y lo más fuerte es que a mí me gustaba, y me tenía la polla chorreando de pre-cum del gustazo.

Yo jadeaba y gritaba de dolor sin parar, mientras aquél monstruoso pollón me taladraba el orificio anal. Me embestía con movimientos rápidos, y luego se paraba en seco, como si tuviera que contener el semen para que no se le escapara del gusto. Estuve un par de minutos aguantando el dolor, solo hasta que mi ano se moldeó a su grande y gordo pollón. Eran penetraciones fuertes, largas, muy duras y bestiales. De vez en cuando sacaba su polla por completo, me pasaba el capullo mojado por ojete, y luego empujaba fuerte y salvajemente hacia dentro, provocando que mi cuerpo perdiera hasta el equilibrio. Pero aun así, mi cuñado seguía bombeando y bombeando dentro de mi culo, era una bestia parda que nunca se cansaba de follar, y de darle placer a esta putilla sumisa y toda suya. La puta de mi hermana estaría satisfecha, porque el muy cabrón era el amante perfecto.

- ¿A que gusta putita? -... - Te gusta que sea tu macho... ¿Verdad? -... Me decía Raúl, mientras me cogía en brazos y me sentaba encima de él. Se sentó en el borde de la cama conmigo encima, sentado con su polla dentro de mi culo, y de cara a él. Y seguía diciéndome, con su cara pegada a la mía... - Sé cuñadito... que esto hacía tiempo que lo estabas deseando... que te partiera el culito a pollazos... siempre deseando y mirándome el paquete... pues aquí la tienes maricón... que hoy te vas a hartar bien de polla. -

Me agarré con las manos a su cuello, mientras él me cogía con las suyas por los costados, y comenzaba a subirme y bajarme sobre su polla, con movimientos lentos. Era muy morboso verle sus grandes brazos, mancando los músculos mientras hacía el esfuerzo al levantarme... y observarle la cara que ponía de gusto con cada envergada que me daba, en el ano con su vergota. Yo quería besarle los labios, se me antojó comerle toda boca, meterle mi lengua dentro y frotarla con la suya, y así poder probar, el sabor de su saliva mezclada con la mía. Raúl fue acelerando las embestidas, que cada vez eran más duras y rápidas, y a los pocos segundos noté como se corría dentro de mí. Soltó dentro de mi ano, muchos trallazos de leche caliente mientras él gemía de placer, Y ese fue el momento para pegar mi boca a la suya, y comérsela a besos. Él me respondió sin ningún problema, al contrario, me metió la lengua hasta la garganta dejándome sin respiración, al mismo tiempo que sentía su esperma brotando de su pollón, y quemándome el agujero del culo.

Miré su cara de placer, y en ese momento empecé a correrme sin tan siquiera tocarme la polla. Raúl vio mi corrida, y puso su mano en mi polla, pringándosela de semen completamente. Entonces me puso la mano en la boca, y lamí mi propia leche hasta limpiársela entera. Después se tumbó en la cama conmigo encima, y sin sacar su polla de mi culo, empezamos a morrearnos. Compartimos mi esperma, mientras aún sentía los últimos palpitos de su polla dentro de mi culo. Después de un buen rato así, hice lo que a mí más me gusta... lavarle el cipote a conciencia con mi boca, y no dejarle ni una sola gota de semen. La polla del cabrón, no se le había bajado la dureza ni la rigidez ni por un momento, y esto provocó otra vez que me follara la boca, y la consecuente y abundante lechada de regalo. Os tengo que decir que me la bebí toda, y me la tragué enterita... ¡Que sabrosa estaba!

Por supuesto me dijo, que la follada que habíamos tenido esa noche, no se podía enterar nadie... ni Felipe, y mucho menos mi hermana. Lo cual me hizo jurar y prometerle, pero a cambio yo le dije, que cuando nos apeteciera a alguno de los dos... repetiríamos sin pensarlo. Sabéis la respuesta ¿No?

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