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Viaje de parejas - Cap. 1

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Conocí a Lucía hace un año y desde entonces hemos estado saliendo juntos. Ella es una chica alta, rubia, cabello rizado, su cuerpo esta bien definido, unos pechos medianos pero firmes (era la razón de que muchos chicos la miraran) que combinan perfectamente con su figura además de manejar un trasero grande que lo exhibía con orgullo. Yo soy de su altura aproximadamente, mi cuerpo no está tan trabajado pero no me quejo de nada, ella también está satisfecha con eso y nunca se ha quejado del sexo entre ambos.

Como estamos de vacaciones decidimos ir a una excursión a las montañas. Invitamos a dos amigos que son pareja también, ellos se animaron de inmediato. Se llaman Martín y Gabriela; ella era un poco más pequeña que Lucía, cabello negro y un contorno de infarto, tiene unos pechos inmensos además de un trasero un poco ,mejor que el de mi novia. Martín era un chico normal, nadie se explicaba como acabaron juntos, pero era un gran amigo y buena persona, es más alto que yo y su cuerpo estaba aun más descuidado que el mío.

La noche antes de partir, Lucía y yo estabamos conversando acerca del viaje. Estaba emocionada por pasarla bien junto a su novio y a sus amigos. Podría decirse que yo también lo estaba pero tenía un deseo de hacerle el amor mientras que la otra pareja los podría oír, eso me encendió en el momento. Se lo dije a Lucía y me miró con una cara de sorpresa pero al igual que yo le excitaba la idea. El ambiente se calentaba así que dimos rienda suelta a nuestros instintos. Ambos nos desnudamos y comenzamos a besarnos apasionadamente. Saqué un condón y me lo puse, inmediatamente empezé a penetrarla. Ella gritaba, más con la idea del viaje que del momento ya que estabamos apurados. Sacaba y volvía a meter mi pene dentro de ella. Hasta que cambiamos de posición, ella se puso de a cuatro frente a mí. Primero la acaricié con mis dedos, luego los introduje dentro de su ano. Al principio le dolió un poco pero luego le gustó así que seguí con mi trabajo. Le enterré mi pene, esta vez más fuerte que antes y la embestía. Pocas veces habíamos hecho sexo anal pero era mi favorito en especial esta posición ya que puedo verla en todo su esplendor. Acabamos la noche teniendo un buen sexo.

La mañana siguiente fuimos en carro a la entrada de la montaña, ahí ya nos esperaban Martín y Gabriela. Nos saludamos y empezamos a caminar dentro. Estuvimos así un par de horas hasta que encontramos un buen sitio para descansar. Como era muy cómodo decidimos pasar el día ahí. Armamos nuestras carpas. Martín y yo fuimos a conseguir leña para la fogata. Cuando estabamos solos, aprovechó para decirme:

- Que bueno que hace calor para que ellas anden con menos ropa

- Por su puesto, que suerte tienes junto a un mujerón como Gabriela

- No es para tanto, Lucía está muy buena también

- ¿Y tienen planes para esta noche?

- Si algunas cosas

Esta última pregunta pareció incomodarlo o prefería mantenerlo en secreto. Volvimos al campamento, las chicas habían terminado de armar todo y solo faltabamos nosotros. Habían traído carne para cocinarla luego. Nos quedamos sentados todos admirando el paisaje. Ya en la noche después de cenar, abrimos algunas cervezas y nos pusimos a conversar. Al inicio era una simple charla entre amigos pero luego ya sea por el alcohol o por la calentura se tornó más atrevida

Gabriela: Lucía, ¿Como te hace el amor?

Lucía: Nada mal, me gusta

Gabriela: Martín es todo un semental aunque no lo parezca

Martín: Tenías que decirlo

De todos Gabriela parecía más borracha así que Martín se la llevó a la carpa antes de que pase algo más. Lucía y yo nos quedamos sentados un rato y le dije:

- Así que te gusta como lo hago

- Por supuesto

Le levanté su camiseta, no traía brasier por el calor de la caminata, pude ver sus pechos rebotando. Los acaricié y los besé. Lucía lo disfrutaba más de lo normal. bajé a su pantalón, lo dejé en el suelo e hize a un lado sus bragas. Empecé con lamerlo, cada vez mas adentro. Ella todavía no gemía pero sentía que en cualquier momento lo iba a hacer. Seguía con el trabajo, ella se echo sobre el asiento donde estabamos y pude lamerla con más facilidad. Después de un rato empezó a salir jugos de su interioir junto con gemidos. Se quedó así duranto un rato, luego se sentó otra vez, me bajó el cierre y empezó a lamer mi pene. Luego lo masturbó, estaba excitadísimo. Se ño tragaba todo, no dejaba ningún espacio seco. Siguió repitiendo los mismos movimientos hasta que me corrí en su boca. Pude controlar mi pene y después de un rato volvió a estar erecto. Ella tragó todo el semen de su cara y pechos. Me quité el pantalón y nos fuimos dentro de nuestra carpa. La tumbé boca arriba y la empezé a penetrar, pero esta vez lentamente. Mi pene entraba y salía, ella seguía gimiendo pero más bajo. Empecé a ir más rápido, le estaba dando fuerte con todo lo que tenía. Ella gemía y gemía, eso me daba más coraje para seguir. Cambiamos de movimiento, ahora ella estaba encima, podía ver su elpalda desnuda y su trasero en mi pene. Se lo puso en su ano y empezó a ir de arriba a abajo. Fue maravilloso,con mis manos la rodeé y acaricié sus pechos. Estaban duros y parecía más grandes, apenas los podía tener en mis palmas. Seguimos con la faena hasta que escuchamos unso sonidos, ella volteó a verme. Era la voz de Gabriela, estaba gimiendo despacio y unos golpes típicos del sexo. Eso nos encendió más y fuimos más fuertes ahora. Lucía se estaba luciendo como nunca, sus movimientos eran frenéticos pero sensuales. Decidí cambiar de luagar. La tome desde sus piernas y la abrí, ella se apoyó en nuestras mochilas y volví a meterle mi polla. Quería hacerla gemir más fuerte para que la escuchen.

Lucía: Solo sigue sigue fuerte fuerte

Y eso hize, lo hize tan fuerte pero sin descuidar la técnica. Ella gemía fuerte como quería. Las embestidas a veces la descolocaban pero se volvía a arreglar para no perder el momento. Eramos como nos perros en celo. Embestida tras embestida ibamos llegando al clímax. Cuando sentía que ya no podía más dije:

- Ya me vengo

Pero ella no me respondió, justo en ese momento había llego a su orgasmo. La sentía temblar, ya no podía apoyarse. Luego cuando se recuperó me dijo:

- Córrete encima

Saqué mi pene a punto de estallar, ella lo masturbó para dar el toque de gracia. Exploté y le lancé todo el semen que pude. Cayó en su cara en sus pechos y en su vientre. Lamió todo lo que podía y cuando se secó nos abrazamos. Dormimos así, desnudos y recién acabados. Todavía podíamos oír a Gabriela y Martín, esta vez era más fuerte. Pensamos que era porque ellos empezaron después.

A la mañana siguiente nadie dijo nada, como si nada hubiera pasado pero se notaba la felicidad que había en cada uno. Empezamos a caminar de nuevo para ver más lugares...

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