Nuevos relatos publicados: 9

Trio de ases

  • 9
  • 12.971
  • 9,25 (24 Val.)
  • 4

Megan, era soltera, y cada tarde después de su jornada laboral, al llegar a casa, se sentaba frente a su ordenador para sumergirse en la red y las paginas de contactos y así poder evadirse de su solitaria y rutinaria realidad.

Era una chica resultona, no especialmente guapa, pero, si con un aire morboso, así, que cada vez que abría su perfil en dicha página, no le faltaban los pretendientes.

Saltaba de foto en foto, observando su pantalla, como si fueran ganado, mientras tomaba su café.

Muchos eran los que no le encajaban, ni tan sólo para un encuentro fugaz y menos para una relación más durareda.

Al fin y al cabo, sabía que ahí sólo encontraría sexo fácil y quizás algún amigo, pero no tenía esperanzas de nada más.

Esa tarde lluviosa, revisando, encontró en su buzón un mensaje extraño, ya que no era un chico el que le escribía, si no una chica.

Su primera reacción fue el pensar que se trataba de una mera equivocación.

El mensaje iba acompañado de una fotografía, era una chica morena de ojos claros que se hacia llamar Luna. En el mensaje se limitaba a presentarse y dejar un simple: -Hola, me gustas, me encanta tu mirada,¿ podemos conocernos?

Megan se dispuso a responder rápidamente el mensaje para ser educada y no crear ningún tipo de confusión, ya que a ella no le interesaba ningún tipo de relación con chicas, más que una amistad, no era cerrada de mente, pero tenía claro le gustaba más el apéndice de los chicos que no probar a esas alturas una de su mismo sexo.

- Hola Luna, encantada de conocerte.

Mi intención aquí es encontrar chicos, así que agradezco tu piropo y sinceridad, pero no eres lo que estoy buscando.

Y le dio a la tecla Intro para enviar el mensaje.

Sólo pasaron cinco minutos cuando en su pantalla parpadeaba con la alerta de un mensaje.

- Hola, no pasa nada, podemos sólo ser amigas, yo soy bisexual (dejando clara su condición, por si acaso), pero si quieres podemos hablar y ya esta.

Este mensaje desencajo por completo a Megan, en realidad la chica en cuestión le parecía sexy, pero de ahí a meterse en la cama con ella, distaba mucho.

Así que a partir de esa misma tarde, comenzó una relación de idas y venidas de mensajes tipo amistad, se contaban su vida, relaciones, trabajo, se reían virtualmente, y compartían confidencias.

Sin lugar a dudas se caían bien mutuamente. Incluso conspiraban y se burlaban de los chicos de la página en cuestión que casualmente habían intentado coquetear con ambas, sin que pobres ilusos, tuvieran constancia de que ellas se conocían entre si.

Semanas más tarde, Megan recibió un mensaje de Luna, proponiendo un café en su domicilio.

Ya eran amigas y hablaban casi a diario, así que Megan no vio el porque de no asistir a la cita. En el fondo se sentía atraída hacia Luna, pero, era una sensación extraña y desconocida para ella.

Se dispuso a arreglarse para dicho encuentro; una minifalda, maquillaje y su perfume preferido, la hacían sentirse cómoda.

Mientras salía de casa para subirse al transporte público, meditaba el porque de su cosquilleo en le estomágo, se cuestionaba del porque, si sólo había quedado con una amiga, pero, era como si su sexto sentido la advirtiera de que algo le ocurriría esa tarde.

Llego al domicilio, se planto en la puerta y llamo al timbre.

-Ding dong...

Megan respiro profundamente y espero abrieran la puerta.

-Hola, dijo Luna; y se abrazó a ella.

- encantada! -le dijo.

Por fin nos conocemos en persona, pasa por favor.

Luna vivía en un piso pequeñito pero coqueto, ordenado. Nada hacía sospechar que alguién más vivía allí.

De repente apareció, Él... un chico alto, moreno, fíbrado, con una mirada muy penetrante, que se clavo en Megan.

- Ah! sí... Este es Pol, mi compañero de piso.

Automáticamente el repaso entre ambos fue mutuo, Megan sintió una atracción inmediata hacía el chico, pero, no quería ser descortés o maleducada hacia su amiga.

Se sentaron los tres, en la mesa de la acogedora cocina para tomar café, parecía se conocían de toda la vida, y la tarde transcurrió rápida y fugazmente charlando los tres.

Se hizo de noche, y Megan se levantó de la silla para recoger su largo abrigo, que la aislaba del frío con aquella minifalda.

-Por favor, quédate a cenar. Preparamos algo rápido o pedimos comida fuera. - ¿que te parece?.

Megan pensó: total..! nadie me espera en casa y no tengo más planes, estaría bien quedarme, estoy a gusto disfrutando de una buena compañía.

-De acuerdo me quedo.

La cena llego de manos de un mensajero del restaurante de comida rápida, descorcharon una botella de vino.

Y la conversación se alargo para unas horas más, el vino iba caldeando la situación, y a la segunda botella, las risas y carcajadas ya estaban aseguradas. Durante la cena, Megan advirtió que Pol no dejaba de mirarla, y observar detenidamente, ella sonrojada por el vino y la atracción, cada minuto que transcurría, le era más difícil disimular, que el feeling era mutuo.

La música abrió paso al postre de chocolate y el alcohol, seguía corriendo por las copas.

La situación se estaba calentando por momentos, cuando ya, desinhibidos los moradores de la casa, comenzaron a confesar que eran inquilinos con derecho a roce y que no les importaba compartir pareja.

Megan estaba excitada, no sabía si por el alcohol, por las miradas furtivas de Pol, o por las insinuaciones de Luna, picaruela.

​​De repente la ropa comenzó a estorbar y Luna se quito la camiseta, dejando ver bajo su ropa interior un tatuaje en la espalda de una bonitas alas de ángel.

Megan dijo en voz alta sin reprimir sus pensamientos:

- Me da a mi, que tu no tienes nada de ángel y si de demonio, ¿verdad Luna?.

Luna se levanto de la silla, para esconderse bajo la mesa y acariciar las piernas de Megan.

Le recorrió un escalofrío por la espalda, no estaba incomóda y eso le sorprendía. gratamente.

Mientras, Pol miraba la escena con morbosidad, expresando abiertamente lo mucho que le gustaba lo que veian sus ojos.

​​Luna procedió a quitar las botas de Megan y acariciar lentamente mientras llegaba a su entrepierna.

Ella se dejaba hacer, presa del alcohol, que ya no le responsabilizaba de sus actos y permitía sacar una nueva faceta desconocida.

Pol se unió al juego, mientras besaba a Luna, y terminaba por quitarle toda la ropa para dejarla desnuda.​

​Luego los dos anfitriones, desnudaron a Megan con todo el cuidado del mundo mientras recorrían con sus cuatro manos su cuerpo y se besaban entre sí.

La excitación era brutal.

Pol era imponente, tenia un cuerpo maravilloso y tatuado.

Megan no podía dejar de observar, como si de un caramelo se tratará, y la química entre ellos cada vez era más fuerte.

Deambularón hasta la cama los tres entre juegos y risas, desnudos.

Pol lamía por completo el cuerpo de Megan, y está se dejaba de tabúes, decidiendo probar nuevos territorios, besando a Luna en la boca.

​​​​​Le gustaba, no estaba para nada incomoda.

Se dejaba llevar, era como si se tratará de un trofeo de caza, para aquellas dos personas, que compartían su cuerpo para jugar sexualmente.

Pol tenia una polla esculpida y erecta perfecta que no dudo en introducir sin avisar a Megan, y Luna ofreció su sexo para deleite de la boca de Megan.

Dios!...tanto placer no podía ser gestionado en ese momento en la mente calculadora de ella.

Megan lamía el clítoris de Luna segura de si misma, aunque fuera su primera relación lésbica, sabía bien que tenia que hacer, donde tocar con sus dedos, y como lamer bien aquel coño que estaba humedecido.

Pol se la follaba a cuatro patas agarrando sus caderas.

Entraba y salía a su antojo, entre gemidos de los tres.

Las caricias eran como una maraña de manos recorriendo cuerpos y sexos húmedos y ardientes.

-Luna se corrió en la boca de Megan, era un sabor desconocido y penetrante, pero, a la vez satisfactorio.

Y Pol tomo las riendas de nuevo para intercambiar de pareja, agarro a Luna de el cabello, tirando , de modo dominante y le dijo:

​​​​​​​​-Ahora te toca a ti chupar y saber cual es el sabor del coño de Megan después de habérsela metido hasta el fondo.

Luna obedecía conforme, se notaba no era la primera vez tenía un encuentro así.

Luna chupaba su glande rojo, sin dejar de agarrarlo con una mano y con la otra tocarse su vagina masturbandóla.

Megan besaba el cuerpo de Pol para bajar despacio también hasta su polla dura.

Eran dos bocas al unísono lamiendo y tocando.

Como si de dos esclavas sexuales se tratará.​

Después, cuando ya estaba a punto de correrse, soltó su leche caliente en la cara de las dos que a su vez se relamían como si de un dulce se tratará.

Exhaustos de sexo y alcohol cayeron abrazados los tres, encontrando la llegada del amanecer, con un sol tímido, entrando por las ventanas.

​​​Fue una noche loca, sin tabúes, sin control, llena de gemidos, órgasmos triples y complicidad.

Megan observó que ambos dormían plácidamente, se vistió, se puso su abrigo largo para protegerse del frío matinal de una mañana de Diciembre y salió de la casa.

Mientras volvía a su casa en el transporte público, una sonrisa invadía su cara, resacosa de alcohol y sexo duro, nunca hubiera jurado, que terminaría probando las mieles de otra mujer y su vagina, ni probado un trío, pero así fue.

Quedaría perpetuamente en su memoria, como la mejor experiencia atípica de su vida

Escrito por Iría Ferrari.

(9,25)