Nuevos relatos publicados: 9

Pasadas las doce de la noche...

  • 7
  • 11.625
  • 8,52 (25 Val.)
  • 2

Fin de Año del 2000, terminan de tocar las campanadas y comienza un nuevo año.

En un local de ambiente se celebra una fiesta multitudinaria.

Cotillón y alcohol a raudales, y buena música; la fiesta está servida.

Y allí estoy yo con mi novio de entonces, y muchos amigos, de los cuales también hay más parejas. Bailamos durante horas terminando todos un poco perjudicados por el alcohol.

Transcurre la noche hasta cerca de las 5 de la madrugada, exhaustos, borrachos algunos, decidimos abandonar la discoteca para ir a desayunar algo antes de llegar cada uno a su domicilio.

Hace mucho frío esa noche, pero no somos conscientes, la fiesta y la juventud de nuestros cuerpos soportan perfectamente todo ello.

Tomamos un chocolate caliente entre charlas y muchas risas, debatiendo quién se ha sobrepasado más con la bebida o quién ha hecho más el payaso bailando entre toda la pandilla.

Algunos ya se han retirado a sus casas, y cuando vamos a irnos, una pareja amiga nuestra nos invita a continuar con el festejo en la suya.

- ¿Por qué no? Esta cerca de donde estamos andando y así no tendremos que coger el automóvil hasta la nuestra.

Franc y Paula son una pareja muy simpática y atractiva.

Son Más jóvenes que yo y mi chico, pero no nos importa, saben pasarlo bien.

Llegamos a su apartamento en pocos minutos andando, es de agradecer, mi cabeza ebria y mis tacones no me hubieran permitido caminar mucho más.

Es pequeño, acogedor y coqueto decorado al estilo minimalista.

-Que bien un sofá. (Pienso yo).

Mientras cojo asiento agotada y los chicos preparan unos cócteles más.

Paula dice quiere ponerse más cómoda de ropa y aparece con un pijama infantil muy gracioso pero a la vez muy morboso.

Yo me descalzo y me quito las medias. Hace calor por la calefacción.

Seguimos con las risas mientras van cayendo otras dos copas más.

Realmente, creo no podremos llegar hasta nuestra casa que está en la otra punta de la ciudad, ahora ya no, tal y como vamos.

Así que Franc nos proponen quedarnos a dormir.

El único problema es que su apartamento sólo consta de una habitación, la suya, y de un sofá chéster precioso, aunque, no muy cómodo para dormir dos personas.

Los caballeros nos ceden la cama grande a mí y a Paula.

Ellos siguen con lo suyo sentados en el salón.

Paula me presta uno de sus pintorescos pijamas y me lo pongo, (no sería de buena educación quejarme), aunque suelo dormir desnuda.

Me siento como una colegiala y su amiga de instituto en una fiesta pijama. Sólo nos faltan los osos de peluche.

Nos acostamos juntas, pegadas la una a la otra, nos damos la espalda, rozando nuestros culos.

No tenemos mucho sueño así que seguimos con la charla.

Entonces Paula me pregunta como mayor en edad que soy, por mis experiencias sexuales.

A esas horas de la madrugada y en el estado que estoy, no puedo negarme aclarar todas sus dudas.

No podemos parar de reír con mis confesiones, así que de repente entra mi chico por la puerta del dormitorio y Franc aparece justo detrás de él, para quejarse del ruido que estamos haciendo.

-¡Os queréis callar por favor ! Así no podemos dormir en el salón.

Nosotras rompemos en risas y pícara de mí le digo:

Sólo estamos hablando de sexo.

Franc es un chico muy bromista y nos contesta:

-Menos hablar y más hacer.

De un salto en la cama se acomoda entre las dos. Estallamos todos a carcajadas.

Mi chico se sienta en los pies de la cama, los dos permanecen atentos a lo que les vamos a explicar.

La borrachera es tremenda y ya hemos perdido el control de nuestros actos, pero sin llegar a sentirnos indispuestos o mal.

-A ver, tu mujer aquí presente no sabe hacer bien una felación. (Digo yo en voz alta)

-Yo os voy a enseñar cómo se hace perfecta.

(Mi boca habla sin más trabándose mi lengua por la bebida ).

Me abalanzo sobre mi chico quitando su ropa interior, dejando a la vista su pene.

Él muy cabrón va empalmado como una vela.

Esa situación lo está poniendo cachondo.

Agarro su polla y se la comienzo a chupar delante de Franc y Paula que miran atentamente como si de una verdadera lección se tratase.

Levanto la vista y mi chico está súper excitado y sin cortarse para nada de la presencia de más personas en aquella cama de metro cincuenta.

Franc y Paula se besan entre ellos y comienzan a desnudarse.

- Lo haces súper bien!

Alaban mi clase magistral.

Mientras mi chico se deshace en gemidos.

Paula propone quitarme el pijama infantil y dejarme también desnuda y Franc se le suma diciendo:

-Ahora vosotras dos, queremos ver un show lésbico.

Pienso que aquello se nos va de las manos y que Paula no se va a prestar a dicha petición.

Pero mientras me desnuda va besuqueando mis muslos y con su lengua dibuja un circuito para subir hasta mi vagina.

Estoy cachondísima.

Me doy la vuelta de modo que yo también puedo hacerle lo mismo a ella.

Y nos liamos en un 69, para comernos el clítoris mutuamente.

Paula grita estremecida por el placer:

-Esto también se te da muy bien, vas hacer que me corra. (Me dice ella).

Los chicos se masturban semi-acostados en la cama mientras nos miran.

Estallamos las dos, corriendonos entre gemidos, mientras nuestras lenguas y dedos penetran por nuestros agujeros.

Mi chico me mira confiado, intentando decirme con sus ojos, que quiere rizar el rizo y a quién se va a follar ahora no es a mi, es a Paula, y nos tocará mirarles.

Paula coge su polla, se coloca a cuatro patas y se deja penetrar por él.

Para ser más joven e inexperta en este tema, se esta adaptando muy bien a la mini-orgía improvisada.

Franc me parece un tipo guapo y atractivo y no le voy hacer ascos.

Parece alguien con doble personalidad que oculta a una mente perversa llena de erotismo.

Me sujeta de las muñecas por detrás y besa mi cuello y espalda.

-Quiero follarte me susurra al oído.

Y yo me muero de placer dejándome tirar suavemente del cabello como para intentar dominarme.

Esta vez los alumnos saben más que la profesora y Franc es todo un artista con sus dedos en mi vagina para después clavarme su polla cuando me tiene a punto.

Nos follamos los cuatro, gimiendo como locos, gritando, quién sabe lo que pensaran los vecinos sobre la orgía que se celebras allí mismo.

Franc me suelta toda su leche sobre mi culo.

Paula y mi chico continúan con su tema un poco más.

Terminan poco después exhaustos.

Nos dormimos abrazados entre nosotros.

Al despertar al mediodía con una resaca de campeonato mi chico no esta allí.

No lo localizo al teléfono móvil, lo tiene apagado, parece se ha marchado a casa.

Me asaltan las dudas, sobre si habrá enfadado por lo que hicimos anoche o simplemente buscaba su cama para descansar bien cómodo.

Paula también esta despierta.

-¿ Lo pasamos bien anoche , verdad ?. (Me dice ella con cara de no haber roto un plato jamás)

Sonrío y le respondo con un:

 (Para mi fue inolvidable también y un secreto que no debía salir de aquellas cuatro paredes ).

Franc despierta al oír nuestras voces y aún medio dormido sella el pacto de que ese será un gran secreto que no se volverá a repetir.

Pero a modo de despedida, la joven pareja quiere hacerme un último regalo.

Me piden antes de irme hacer un trío juntos.

Me debato entre marcharme o seguir allí.

Pero ya es tarde Franc vuelve a la carga con su juventud espontánea enseñándonos su miembro erecto de nuevo, esperando que sus dos concubinas se ocupen de él.

Dos lenguas enroscadas a su falo, Paula y yo lamiendo de arriba a abajo y besándonos entre nosotras.

Cuando Franc esta ya caliente, me suplica gimiendo, repetir lo de anoche.

Su mirada lo delata, le excito muchísimo.

Y Paula dice:

-Quiero os volváis a follar y yo miro.

(Este sí que será nuestro secreto que tu novio nunca sabrá).

Franc me tumba en la cama y me la mete manteniendo su cara de la mía a un palmo, sudando, puedo notar como palpita en mi interior, mientras Paula se masturba sentada observando.

Desde luego son unos buenos estudiantes y alumnos del sexo.

Nos corremos al unísono.

Jadeante, medio inconsciente de lo que ha sucedido de nuevo allí, me visto para marcharme.

Como buenos anfitriones, deciden acompañarme en coche hasta mi domicilio que esta muy alejado.

Me despido en el portal. Subo las escaleras sin hacer ruido y me encuentro a mi chico durmiendo plácidamente como un bebe, me recuesto a su lado y caigo dormida.

Guardaré bien en mi mente esa experiencia.

(8,52)