Nuevos relatos publicados: 13

Candy convirtiéndome en hombre

  • 5
  • 14.563
  • 9,20 (15 Val.)
  • 0

Era una tarde de rutina, había terminado mi tarea para poder descansar un rato, fui a mi recamara para leer una revista erótica que compre al regresar de la universidad, tenía 18 años, delgado, varonil, pero virgen...

En mi recamara eche un vistazo a la ventana tarde fresca y agradable, comencé con la lectura y la erección no se hizo esperar, deslice mi mano por debajo de las sabanas y comencé a estirar y jalar mi pene con fuerza, me provocaba un enorme placer tocarme, deseaba que el día de estar con una mujer se hiciera realidad.

Mi hermana tenía una amiga mucho mayor que ella, Candy era su nombre, calcule unos 30 años, madre de dos hijos, con un cuerpo envidiable, rubia, ojos hermosos, caderas y un par de piernas lindas, no podía dejar de pensar en ella, era hermosa y muy amable conmigo, cuando mi madre y mi hermana no estaban y ella nos visitaba me atendía como a un hijo, me servía la cena y algo para beber., con mis masturbación mi mente viajaba deseándola me imaginaba sus pechos grandes y hermosos, no tarde en venirme y chorros de leche salían de mi pene erecto, limpie rápidamente y quede dormido profundamente.

Habían pasado casi dos horas cuando las carcajadas de Candy y mi hermana se escucharon en la sala, salí a ver qué pasaba y se disculparon por haberme despertado, le sonreí a ambas y regrese a mi cama, Candy entro a mi cuarto y se sentó a mi lado, me pregunto lo de costumbre, como estas?, cómo va la Universidad?, con un sonido respondí dando entender el aburrimiento que me causaba, me seguí imaginando hacer el amor con ella y la excitación no se hizo esperar, me tape con las sabanas para evitar que ella me viera, me toco el hombro y me dijo que ella también estaba aburrida de su trabajo, ella atendía la biblioteca de la localidad, me dijo que a ver que día la ayudaría a ordenar todo y conteste que en cuanto ella me dijera, me dio las gracias y pregunto qué porque olía raro mi cuarto y se sonrió, me había olvidado de olor a semen y la revista sobre mi cama la cual ya tenía en sus manos.

Seguidamente puso seguro a la puerta y levanto la sabana, ahí estaba mi miembro erecto, casi a reventar, lo tomo en sus manos, yo estaba paralizado, era lo que siempre había deseado, me dijo que ese olor a semen la volvía loca y comenzó a besarlo y saborear los restos que habían quedado de la masturbación, le pedí que fuera lento pues sentí que me vendría por segunda ocasión, ella reía mientras me tocaba la cara, yo estaba rojo y caliente de la excitación que tenía, ella me sentó en la cama, separo mis piernas y succiono mis testículos al tiempo que se me llevaba las manos a su pecho, hice a un lado su blusa y su brasier, de pronto brotaron esas dos hermosas piezas perfectas, sus pezones color rosa, la suavidad y el olor de su piel, me hicieron sentir el máximo placer, me dejo besarla toda, bese sus piernas su abdomen, se recostó en la cama y me llevo la cabeza a su sexo y hundió mi cara en su vagina, sentí ahogarme por todo el líquido abundante que salía de él, ya que ella empujaba mi boca contra su vagina con bastante fuerza, trague un poco y pude sentir ese olor a hembra por primera vez, quería comerme todo lo que de ahí salía, sentía mi pene estallar, yo gemía de placer y ella con su mano tapo mi boca indicándome que me callara, abrió sus pierna y se preparó para recibir mi verga, cuando por fin entre, no puede contenerme y estalle de nuevo inundando su vagina de mi semen, sentía desvanecerme del placer que me causaba. Me abrazo y me dejo descansar en sus pechos mientras acariciaba mi espalda como una madre a su hijo. Con una gran ternura, me dio un beso profundo., nuevamente mi pene comenzaba a tomar erección ella se hinco frente a mí para meterlo en su bosa una vez que había alcanzado la erección me coloco sobre el piso y me monto, moviéndose frenéticamente, sentí como un líquido caliente mojaba mi pene y escurría por mis piernas hasta llegar a mis nalgas, mientras terminaba por tercera ocasión, al tiempo que ella se desplomaba sobre mí. Me volvió a besar y nos quedamos quietos inmóviles por varios minutos, ella se vistió enseguida, salió se despidió de mi hermana y se fue, mi hermana había sido su cómplice ya que pude ver sus miradas de complicidad, me duche y dormí hasta el día siguiente. Por fin mi sueño se había hecho realidad.

Después de lo sucedido, nuestros encuentros fueron más frecuentes en la biblioteca, cerrábamos para coger en el baño, en la oficina, en las mesas de la misma biblioteca, me enamore de ella aun siendo casada, yo tuve que emigrar a otra ciudad y no la vi más, a veces quisiera ir a visitarla, pero no sé cómo sería nuestro encuentro.

Saludos a todos.

(9,20)