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El secreto de la lujuria - Cap. 1

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Él era Carlos, un chico alto, joven y con una gran suerte por lo que le pasará luego. Tenía un cuerpo bien definido, cabello lacio y siempre había tenido un cierto atractivo para las mujeres sin embargo seguía siendo virgen. Él había tenido algunas enamoradas en su vida pero con ninguna tuvo más que toqueteos.

Él tenía una novia con quien llevaba bastante tiempo juntos. Ella se llamaba Andrea, era alta como su enamorado, cuerpo esbelto con pechos y culo moderadamente grandes, lucía un cabello largo y rizado que combinaban perfectamente con su sonrisa risueña. Ella tampoco había tenido encuentros sexuales antes, ella prefería mantenerse virgen hasta que sea el momento correcto según ella.

En un día de otoño, toda su familia estaba reunida en su casa celebrando su cumpleaños. Todo transcurría normal, nada extraño, hasta que estaba en la cocina solo con su abuelo, los demás estaban en el patio. Su abuelo se acercó y le entregó una pulsera dorada con una fina raya verde en el centro.

Carlos: Abuelo, gracias no debiste molestarte en darme un regalo

Abuelo: Es algo más que una simple pulsera, Carlos. Prométeme que la usarás sabiamente

Carlos: Esta bien pero no sé qué podría hacer mal con la pulsera

Abuelo: Pronto lo sabrás

Sin más que decir el abuelo salió al patio. Carlos se quedó extraño y pensativo por un momento, mirando la pulsera prefirió guardarla en su bolsillo por mientras.

Pasaron algunos días y Carlos decidió que era hora de averiguar a qué se refería su abuelo y analizar esa extraña conversación. Observó la pulsera por un momento, sentía un poco de miedo pero de todos modos se la puso. Pudo notar que, con letras muy pequeñas, tenía escrito “Rasca”. Carlos dudó al leerlo pero quiso arriesgarse. Rascó pero nada pasó, se sintió decepcionado así que caminó rumbo a la cocina.

Ahí encontró una escena muy rara, su hermano comía cereales pero estaba paralizado en el aire, no parpadeaba, miraba fijamente el tazón y no daba signos de haberse enterado de su presencia. Carlos quedó perplejo, no esperaba nada similar a eso, miró su pulsera y desde ese momento supo que tenía un gran poder con él, podría hacer muchas cosas que siempre habría querido hacer sin que le pillasen, podía parar el tiempo.

Carlos salió de su casa y vio una chica que estaba caminando, pero al igual que su hermano, estaba quieta en el aire. Era una chica muy bonita, era mediadamente alta, una cabellera larga y rubia. Tenía un hermoso cuerpo, no sobresalía demasiado pero en cierta medida era deseable pero no más que Andrea. Él se acercó a ella, la miró fijamente. Alzó su brazo, aun con cierto temor a que la chica se diera cuenta. Al ver que no reaccionaba decidió ir más profundo: con sus dos manos empezó a tocar los pechos de la chica. En ese momento ya confiaba en el poder de la pulsera. Carlos los masajeaba, lo que nunca había hecho con Andrea lo estaba haciendo con una chica extraña y ella no se daba cuenta. Los agarraba descaradamente, los subía y bajaba a su placer. Se asustó un poco al notar que los pezones se habían endurecido, pensó que la chica se había percatado de sus sucios actos pero ella seguía como al inicio. Se daba cuenta de los efectos que tenía sobre los demás mientras funcionaba su pulsera.

Volvió a su trabajo interrumpido pero esta vez le quitó la camisa que llevaba puesta la mujer, vio su brasier rosado y lo desabrochó. Lo guardó en un bolsillo. Luego volvió a masajear las tetas ya sin miedo de que lo descubrieran. Enterró su cabeza en ellos, los empezó a chupar y lamer por todos los lugares en los que se puede decir que son los pechos. Le encantaba chupar especialmente las areolas.

Satisfecho con ello recordó que todavía había lugares que podía explorar. Bajó a los pantalones y los bajó. Quedó ante sus ojos las bragas, nunca había llegado tan lejos en su vida amorosa. Algo en él le dijo que eso era trampa pero poco le importó y siguió con lo que empezó. Le quitó su ropa interior y también se lo guardó. Vio con detenida atención el coño de la chica, no sabía que hacer primero. Con una mano se adentró al lugar, lo sobaba por fuera. Quería copiar las películas porno por eso ya con sus dos manos abrió las puertas de la vagina, y enterró dos dedos dentro. La empezó a masturbar despacio, entraba y salía. Sus dedos estaban mojados pero le gustaba la sensación. Por lo que parecía a la chica también ya que de pronto empezó a brotar un líquido de su vagina.

Carlos siguió metiéndole dedo hasta que se hartó. Ahora tenía más ambición, tenía planeado follarla ahí mismo, parado. Sabía que iba a ser un poco difícil con la posición pero decidió intentarlo de todas maneras. Se desabrochó sus pantalones, bajó su bóxer y dejó al aire su pene. Ya estaba bien grande y erecta, estaba orgulloso del tamaño y grosor de su pene. Era la primera vez que ponía a prueba su capacidad sexual. De él ya salía líquido pre seminal. Sin dudarlo más introdujo su pene en la vagina húmeda. Era una agradable sensación, su pene yendo cada vez más profundo dentro de las paredes vaginales de la chica. Cuando llegó a su límite lo sacó despacio para sentir todo a la perfección. Su pene estaba húmedo como el coño de la mujer. Volvió a repetir los mismos movimientos, iba acelerando el ritmo poco a poco.

Carlos estaba disfrutando el momento, solo esperaba que dure bastante antes de venirse. Trataba de pensar en otras cosas pero el placer era tan grande que se le era muy difícil por no decir imposible. En ese instante empezó a bombear más rápido, lo hacía con el mayor de los esfuerzos. Quería que su primera vez sea maravillosa, lo estaba haciendo hasta ahora. Llegó a un momento en que sintió llegar pero no sacó su pene de la vagina. La llenó de su semen, todo escurría del coño de la chica. Sentía cómo su pene perdía poder dentro de ella. Lo sacó y se limpió en las piernas de ella.

La volvió a vestir pero sin su ropa interior. Se alejó un poco, se escondió para que ella no lo notara cuando volviera a rascar su pulsera. Se quedó pensando en lo que acababa de pasar, le gustó demasiado y no dudaría en repetirlo con otra incauta. Rascó su pulsera, el tiempo volvía a transcurrir. La chica dio un gemido, se oyó fuerte. Ella se quedó extrañada, se preguntaba por qué había gemido de la nada, caminando normal. Sintió algo raro debajo de ella, estaba mojada, no recordaba estar así. También sintió que no llevaba puesto ropa interior, sus brazos instintivamente taparon sus pechos, se sentía desnuda a pesar de llevar camisa y pantalones. Se dio media vuelta y regresaba a su casa.

Carlos reía en su escondite, era bueno hacer lo que él quería sin ser descubierto. Gracias a su nueva pulsera, había tenido su primera vez, había conseguido el brasier y las bragas de una chica fácilmente y tenía muchas más posibilidades que hacer. Estaba cegado por el poder. Como ya estaba vacío, ya descargó todo su semen y no parecía poder durar otra sesión de sexo decidió ahora hacer travesuras.

Se dirigió a una calle concurrida, se apoyó en la pared afuera de una tienda y se dedicó a observar y escoger a la desafortunada que sufrirá su primera broma. Vio una hermosa chica con cabello corto, cara de traviesa. Tenía unos pechos grandes para su estatura, no era muy alta, y no tenía anda que envidiar a los traseros de las demás. Carlos rasó su pulsera y todo se detuvo otra vez. Caminó a donde estaba la mujer. La escaneó de cerca antes de proseguir con lo suyo. Luego la empezó a desnudar frente a todos los demás que por mala suerte no la podían ver en todo su esplendor. Le sacó su sostén y sus bragas. Quería guardárselos al igual que con la anterior pero sus bolsillos ya estaban llenos así que se fijó en un hombre que caminaba cerca de la escena y los escondió en su abrigo.

Carlos: Toma un pequeño regalo, disfrútalo

Volvió a acercarse a la chica pero esta vez la volvió a vestir. La posicionó al igual que antes de parar el tiempo, regresó a su sitio en la tienda y rascó su pulsera. El tiempo volvió a la normalidad, miraba fijamente la reacción de la chica. Ella se quedó quieta un rato, se dio cuenta que cosas muy importantes le faltaban, se sonrojó por ello y siguió su camino avergonzada y deseando que no se le notara desde afuera.

A Carlos le estaba encantando su nuevo poder, se le veía disfrutarlo. Hizo lo mismo con dos chicas más las cuales reaccionaron igual que la chica de cabello corto. Decidió probar otras cosas. Se dio cuenta que afuera de otra tienda había un gran cola para comprar. Allí vio a otra chica guapa que estaba con su celular. Carlos volvió a detener el tiempo y se le acercó. Pudo notar por sus mensajes de texto que se llamaba Paola. Ella parecía un poco mayor que él pero eso no le quitaba su sensualidad, era una mujer que cualquier hombre desearía. Cara bonita, cabello largo y pelirrojo. Sus senos reventaban su camisa y su trasero sobresalía de su falda negra. Era claro que venía de una oficina. Carlos le masajeó sus pechos al igual que la primera chica. Paola al igual parecía disfrutarlo también.

La dejó así para dirigirse al hombre detrás de ella. Vio que él también la estaba viendo, la estaba comiendo con la mirada porque de su short salía un bulto. Carlos alzó la falda de Paola, arrimó sus bragas en la parte posterior, bajó la cremallera del hombre dejando caer su gran pene. Él lo vio, era de un tamaño similar a la suya pero a pesar de eso seguía considerando a su propio pene mejor. Trató de acercarlos introduciendo el pene erecto del extraño en el ano de Paola. La tarea resultó más difícil de lo que imaginaba pero después de muchos minutos al fin lo consiguió. Se alejó un poco y observó la escena que había creado mientras rascaba de nuevo su pulsera. Paola dejó escapar un pequeño gemido que se ahogó al instante al notar que todo era extraño. Las personas alrededor voltearon en dirección a ella y al hombre que estaba atrás. Ambos estaban sorprendidos. El hombre la deseaba con locura pero no esperaba encontrarse follando de repente y en medio de una multitud. Paola sintió de inmediato el pene dentro de ella, trató de separarse y cuando lo logró miró fijamente a su penetrador y le propinó una cachetada. Las personas que reaccionaron rápido, estaban filmando la situación. Paola se enrojeció se acomodó con vergüenza sus bragas y se fue. El hombre también se cubrió su pene que había perdido longitud por la situación y también se fue del lugar pero en sentido contrario.

Carlos miraba excitado la escena que acababa de pasar. Algunos reían, otros lo comentaban con sus conocidos, otros estaban enojados por descarados. Él comenzó a buscar a Paola, la vio caminando rápido en la acera del frente. Le dio el alcance y la siguió dos cuadras más. Cuando el lugar donde habían estado estaba fuera de vista, rascó su pulsera. Se acercó a Paola, ahora decidió que volvía a ser su turno de disfrutar. Le desabotonó su camisa, sus pechos salieron casi reventando de ella, le sacó su brasier y empezó a lamer sus senos. Los tomaba con las palmas de sus manos, apenas podía contenerlos. Eran los pechos más grandes que había visto y por supuesto tocado. Los tenía a su merced. Decidió tomarles foto para la posteridad y volvió a masajearlos. Trataba de acariciar cada parte del torso desnudo de Paola. Bajó su falda, le dio un nalgazo y le quitó sus bragas.

Después decidió desnudarla por completo, incluyendo los zapatos. Cuando la tenía completamente al natural, trató de alzarla con sus brazos, la recostó sobre la pared al costado de ellos y le introdujo su pene. Era una nueva posición para él. La penetraba fuerte y rápido, no le importaba el cómo lo estaba haciendo. En ese lugar podía ir más profundo dentro de ella. Claro que era más difícil tener sexo con alguien que no se puede mover, más bien que ni estaba enterado de la situación.

Cuando sentía venirse decidió cambiar de posición. Él quería su culo con toda locura, se acordó del hombre y la escena anterior, le dio un poco de asco pero igual le enterró su pene dentro. Le dolió un poco pero valía la pena. Poco a poco Aprovechaba la humedad del coño de Paola para lubricarse y poder penetrarla mejor desde atrás. La tenía de perrito delante de él. Podía ver todo su culo, su ano, completamente todo. Le dio más nalgazos y me continuaba embistiendo. Con cada embestida, con cada empujón la arrimaba más abajo a Paola hasta llegar al punto que ella estaba encima del piso con Carlos detrás siguiendo penetrándola. Después de unos minutos más, llegó a su límite, era la segunda vez que le pasaba en el día. Le arrimó más profundo esta vez, con todas las fuerzas que le sobraban y descargó todo su semen en el ano de Paola que estaba recostada.

Creyó que se volvería costumbre limpiar su polla en las piernas de las chicas con las que follaba. Se levantó, se arregló ya que no se había llegado a desnudar por completo al igual como estaba su compañera sexual e intentó colocarla en la misma posición que estaba antes de cogérsela.

Tiró su ropa en el basurero más cercano, se acercó de nuevo pero retrocedió unos pasos y la dejó así, desnuda, caminando por la calle. Rascó su pulsera y vio cómo Paola gritaba los gemidos que la había hecho sentir, eso le agrandó su ego. Luego Paola sintió aire fresco recorriendo cada parte de su cuerpo, miró para abajo y ahora dio un grito de sorpresa al verse desnuda. No podía recordar cómo llegó a quitarse la ropa, ni siquiera dónde lo puso. Trató, sin mucho éxito, cubrir sus partes íntimas mientras que las personas cercanas la miraban atónitos de ver una exuberante mujer al desnudo. Paola de pronto corrió rumbo a su casa deseando que todo eso termine pero muchos la volvieron a filar y tomar fotos. Estaba avergonzada, más que hace un rato con el hombre.

Carlos se encontraba más que satisfecho, no había ni una gota de remordimiento, su lujuria lo estaba cegando. Tampoco se arrepintió de haber traicionado a su novia, Andrea, dos veces ese mismo día. Decidió que era toda la diversión por ese día y regresó a su casa. Cuando abrió la puerta descubrió que sus abuelos estaban de visita. Los saludó cordialmente y aprovechó un momento para ir a su habitación a guardar su pulsera. Su abuelo lo siguió.

Abuelo: Parece que ya descubriste su poder, se nota en tus bolsillos.

Carlos: Ehh sí bueno eso creo. Abuelo ¿Cómo conseguiste eso?

Abuelo: Déjame contarte todo lo que sé. Esa pulsera pasa de abuelo a nieto en nuestra familia. Solo lo recibe el primogénito cuando lo merezca y habiendo pasado una prueba. Te diré lo que dijo mi propio abuelo cuando me llegó el momento “Es un gran poder y una gran responsabilidad. Que no te engañen esas palabras, esta pulsera no fue creada precisamente para hacer el bien. La prueba por las que pasamos es usar su poder para conseguir aplacar nuestra lujuria, nuestro placer. Ahora parece algo terrible, pero es solo para la prueba, después puedes hacer el bien, eso depende de ti. La prueba es para verificar que eres digno de la pulsera ya que para eso se creó.”

Carlos: Entonces tú también…

Abuelo: La respuesta ya la tienes

Carlos: Déjame analizarlo ¿Me estás diciendo que esta pulsera fue creada para tener sexo?

Abuelo: Básicamente

Carlos: ¿Y tiene alguna restricción o un límite?

Abuelo: Eso tienes que aprender por tu cuenta. Abre tu mente, tienes infinitas posibilidades. Todo depende de ti, de tus deseos y lo que quieres lograr. Pero hagas lo que hagas, no debes contar qué hace especial a esa pulsera a nadie por más cercano que sea a ti. Es un secreto familiar, tampoco debes entregarlo a ninguna persona, no podemos arriesgarnos a que se divulgue el secreto. Pondrías en peligro a toda la familia y a todas las personas a las que amas.

Carlos: Nunca haría eso abuelo

Abuelo: Esta bien, te creo. Una cosa más, a pesar de todas las medidas que hemos tomado desde la antigüedad, existen personas que saben de la pulsera y sus poderes. Son cazadores de tesoros, se pueden identificar fácilmente.

Carlos: Pero mi vida corre peligro, de todos modos estoy en peligro

Abuelo: Esa pulsera solo ha estado en esta ciudad siempre, casi nadie lo conoce.

Carlos: Eso no me tranquiliza mucho

Abuelo: En cualquier caso sigues teniendo el poder de parar el tiempo, puedes hacer de todo.

Sin decir más se fue del cuarto. Carlos se quedó parado pensando en todas las consecuencias de poseer esa pulsera maldita. A partir de ahora deberá tener más cuidado y fijarse en todas las personas extrañas y sospechosas. El resto del día transcurrió normal, sus abuelos se fueron en la noche.

Los días siguientes decidió no usar su poder nuevo así que fueron días como cualquier otro: iba a la universidad, comía, salía con su novia, dormía. En ese transcurso seguía insistiéndole a Andrea a hacer el amor, ella no parecía ceder pronto. Carlos estaba pensando seriamente en usar su poder contra su novia pero esta vez sí tuvo remordimientos. Dudaba en hacerlo o no. Después de varios días meditándolo ideó un plan para seguir a Andrea, quería averiguar si de verdad quería mantenerse virgen, quería descubrir el lado sexy y travieso.

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