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El encantador de perras -01-

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Nunca olvidare el día en que todo comenzó. Cuando este don, misteriosamente se manifestó en mí, comenzó una nueva etapa de mi vida, a la cual siempre agradeceré.

Todo comenzó con la noticia de que mi dulce y linda hermana menor, vendría unos días a visitarme. Mi hermana Ruth, la cual no veo hace... cerca de 2 años.

Claro, siempre nos comunicamos por mensajes o llamadas, pero dejamos de vernos cuando el estúpido de su marido intento golpearme, en un intento de mostrarse superior, pero solo termino fuera de mi casa, y con un cardenal en su ojo.

Ruth siempre fue de esas jóvenes a las que les gusta llamar la atención y decide sobrepasarse todos los días... Mi hermana... de alguna manera siempre me había llamado la atención.

En fin, ese fin de semana cuando recogí a mi hermana en el aeropuerto, esta no dejo de hablar ni dos segundos. Apenas y tomaba aire, se notaba emocionada... Y eso me irritaba...

Había olvidado lo chillona y aguda que era su voz, y su manía por hacer gestos con el rostro o las manos cada vez que hablaba... Era... irritante y muy molesto.

En una de esas, ambos estábamos sentados en el sillón, mirando una película, y esta me hablaba sobre... alguna tontería que había hecho su marido. Ya con los dientes rechinando, le grite que se callara y solo prestara atención a la película.

Rápidamente, esta cerró la boca y se dispuso a ver la televisión. La mire con confusión, pero no le hice caso.

-¿Por qué en vez de hablar tanto, no haces unos sándwiches?- hable para mí mismo, aun molesto, pero rápidamente vi como esta se levantaba y caminaba a la cocina. Su expresión seria y su mirada fija me asustaron un poco.

Luego de unos 10 minutos aproximadamente, Ruth volvió con un platón lleno de sándwiches y una cerveza. Coloco todo en la mesa de centro que había frente a mí, y se quedó parada a mi lado.

¿Sera cosa mía... o Ruth está obedeciendo mis órdenes? Parecía totalmente desorientada y había acatado dos órdenes, una indirecta, pero contaba...

Con un poco de duda, la mire fijo y pronuncie su nombre.

-Ruth pon tu mano en la cintura -ordene claro y alto, sonriendo cuando ella obedeció sin titubear. Hice unas pocas pruebas más, hasta que decidí cruzar ese fino limite, que nos separaba de ser hombre y mujer, la hermandad. -Ruth... quítate el vestido.

Vi a mi hermana obedecer, quitándose lentamente el vestido, dejando al aire un par de tetas, de buen tamaño, con un gran pezón rosadito, y una bombacha turquesa, que dejaba a la vista unos pequeños pelos a sus costados. Me levante y me acerque a ella, tomando uno de sus pechos, viéndola apartarse con miedo y confusión.

-¿Que se supone que haces, Nicholas?

-Ruth, ponte firme y mira al frente, quédate callada y se una buena chica -le ordene con una sonrisa maliciosa, viéndola obedecer, sin mucho más que pueda hacer.

Comencé a tocar y a frotar sus senos... eran de un buen tamaño, casi de la palma de mi mano. Su color tostado, hacia buena combinación con sus pezones rosados, y el tamaño hacia resaltar su esbelta y enana figura.

Amase un poco sus senos, antes de dirigirme a su bombacha, y bajarla, viendo una vagina pálida que contrastaba radicalmente con el resto de su piel tostada. Su vagina cubierta por pequeños y cortos pelos negros, y... por lo que notaba... estaba comenzando a mojarse...

Acaricie con delicadeza, abriendo sus piernas y tanteando en su entrada, mi dedo del medio, escuchando sus débiles gemidos.

Deje entrar mi dedo, escuchando el gran gemido desesperado de su parte, y sintiendo la humedad de su agujerito... Vaya que estaba estrecha...

-¿Tu esposo no te mantiene como debe, perra? -solté repentinamente. Quise retractarme, pero la vi asentir frenética, mientras pedía más. Así que mi pobre hermana estaba desesperada, veo que su esposo si es un bueno para nada después de todo.

Fui metiendo mis dedos, moviéndolos cada vez más rápido, escuchando el chapoteo de su húmedo agujero y sus roncos gemidos, mientras rogaba y suplicaba que no me detuviese...

-Oh dios, Nicholas no te detengas... más rápido, dame más... -pronto escuche un gemido gutural, y sus manos se aferraron a mis hombros- ¡ME CORRO AH AH AH! ¡NO TE DETENGAS! ¡QUE RICO!

Sentí una gran cantidad de humedad en mi nabo, cuando esta se corrió, con un gran gemido. Me mordí el labio, esto si me había calentado. La erección en mis pantalones era muy notorio y mi aire irregular, hacían notar mi excitación.

Tome a Ruth del cabello, intentado ser rudo y demostrarle quien mandaba, y la arrastre a mi habitación, echándola a la cama.

Ese fin de semana, iba a ser interesante...

CONTINUARA...

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