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Una familia incestuosa. Parte 2

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Ya han pasado dos semanas desde que Mery y yo follamos en la ducha. Desde ese día, siempre que podemos practicamos el sexo. Al volver de la universidad nos metemos en un caminito y practicamos sexo oral. Alguna noche me he colado en su cuarto mientras dormía para tocar su cuerpo. Un día estábamos follando cuando llego mi padre más pronto de lo habitual y casi nos pilla. Nos daba igual. Queríamos disfrutar el uno del otro el máximo tiempo posible.

Un sábado por la mañana nuestros padres nos dijeron que se iban a comer con unos amigos y que volverían tarde. Nuestros hermanos tampoco iban a estar en casa. Mery y yo vimos nuestra oportunidad de poder follar sin interrupciones desde el día de la ducha. Era una idea que nos excitaba a los dos.

Cuando nuestros padres se marcharon nos quedamos ambos en el salón, en silencia, mirándonos a los ojos sin decir nada. Yo iba con un chándal corto y una camiseta de manga corta. Ella llevaba puesta una camiseta de tirantes y una minifalda. El calor del verano ya se acercaba en pleno mes de abril. De pronto, Mery abrió las piernas y vi como no llevaba puesto nada debajo de la falda, dejando a la vista su hermoso coño ya húmedo. Esa visión hizo que mi polla despertase del todo. Me puse de rodillas y me acerqué gateando hasta mi hermana. La miré y vi como tenía una sonrisa pícara en el rostro incitándome a lamerle el coño. No la hice esperar más. Le quité la minifalda de un tirón y olí el delicioso aroma que salía de su entrepierna. Saque la lengua y con la punta le toque el clítoris. Un débil, pero sensual gemido se le escapó a mi melliza. Mi lengua empezó a hacer su trabajo. Le lamia los labios lentamente para saborear cada parte. Sus jugos empezaban a salir y yo los absorbía, deleitándome con su sabor. Levante la vista y vi que estaba totalmente desnuda. Se había quitado la camiseta y el sujetador y ahora sus medianos pero firmes pechos estaban libres. Introduje un dedo en su coño. Su mano se posó en mi pelo. Le gustaba así que aumente el ritmo. A continuación, le metí un segundo dedo. Sus gemidos ya eran altos y se podían escuchar por toda la casa. Mientras mis dedos entraban y salían, y mi lengua se movía por su clítoris; mi hermana seguía dándome tirones en el pelo mientras se frotaba los duros pezones:

—Alvaro me ahh vas a volver loca -decía mi hermana mientras se masajeaba uno de sus pezones.

—¿Te gusta? -mis dedos seguían con un ritmo rápido- ¿te vas a correr verdad hermanita?

—S-si estoy a punto de correrme.

De pronto pare. Una fuerte presión en la parte baja de mi cuerpo no podía aguantar más. Me puse de pie ante la mirada interrogante de mi hermana y me quité la camiseta. Ella lo comprendió al instante y se tumbó en el suelo boca arriba. Me despoje de mis pantalones cortos y mi polla fue liberada de un salto. Estaba totalmente dura y con la cabeza mojada. Me tumbe encima de mi hermana con mi polla en su boca y su coño en mi boca. Antes de que me diese cuenta se la metió de golpe en la boca:

—¿Una carrera a ver quién se corre antes?

—Venga -respondió mi hermana con mi polla aun en su boca.

Retome el trabajo de antes volviendo a insertar los dedos en su ya lubricado coño mientras ella empezó a succionar sin descanso mi polla. Mientras me hacia una buena mamada me masajeaba los huevos y me los repasaba con su lengua mientras me masturbaba con su mano.

Estaba en una nube y notaba como mi corrida se acercaba, pero no podía perder contra mi hermana así que aumente el ritmo todo lo rápido que mis dedos y mi lengua me lo permitía. Ella hizo lo mismo, pero yo tenía ventaja:

—Ya no aguanto maaaaas -dijo, y con un fuerte gemido se corrió.

Me puse de rodillas encima suyo y junté sus tetas en mi polla. Empecé a hacerme una cubana mientras mi hermana recuperaba el aliento:

—Adoro tus tetas hermanita.

—Vamos córrete, quiero tu semen.

—N-no vas ahh a tener que esperar ahh mucho.

Unos grandes chorros de semen salieron disparados al rostro de mi hermana. Exhausto vi como sacaba la lengua y repasaba sus labios llevándose algunos restos de mi corrida.

Ambos, desnudos y cansados en el suelo del salón nos miramos fijamente mientras sonreíamos:

—Eres increíble hermano.

—Tu eres increíble.

Nos dimos un fuerte beso en los labios con toda la pasión del momento:

—Ambos sois increíbles.

De pronto nuestros corazones dieron un vuelco. Nos incorporamos rápidamente y vimos, apoyada en la puerta de entrada al salón, a nuestra hermana Roció. Todo mi mundo se vino abajo en un segundo. Nos habían descubierto. Nos separarían y no volvería a ver a mi hermana. Estaba muy asustado al igual que Mery:

—R-roció, ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -pregunto Mery con la fuerza que pudo reunir.

—Lo suficiente para ver lo mucho que se divierten mis hermanitos.

Su voz no sonaba enfadada o sorprendida. Estaba relajada, con una fina sonrisa marcando su rostro y con la mirada divertida mirándonos de arriba abajo:

—Por favor no se lo digas a nuestros padres -le suplique.

—Tranquilo Álvaro no les diré nada, al fin y al cabo, he guardado vuestro secreto estas últimas semanas.

Mery y yo nos miramos sorprendidos ante lo que acababa de decir nuestra hermana:

—¿Lo sabias? -le preguntamos a la vez.

—Por supuesto. Hace dos semanas volví a casa porque olvide un archivador para hacer el trabajo cuando escuche unos gemidos que venían del baño. Supuse que alguno os habríais traído a alguna pareja para follar. Y cuál fue mi sorpresa al asomarme y encontrar a mis hermanos mellizos practicando el incesto como animales.

Mi mirada se posó en la de mi melliza que estaba igual de sorprendida que yo:

—Al principio no podía creérmelo -continuo Rocío- pero luego me empezasteis a poner muy cachonda hasta tal punto que ese día me tuve que masturbar varias veces. Cuando os corristeis me fui.

—Ese fue el ruido que escuchamos -le dije a Mery.

—Si, salí a toda prisa para pesar y llegué a una conclusión. Yo también quiero que me incluyáis en el grupo del incesto.

—¿Cómo? -dije sin creérmelo.

—Si. Tenía que esperar a pillaros con las manos en la masa para que no pudieseis negarlo.

—Quieres follar con nosotros -le dijo Mery, ahora con un tono más divertido que sorprendido.

—Así es. ¿Por qué no hacemos un trio? Hace mucho que no siento una polla dentro de mí y la de mi hermanito no está nada mal.

—Bueno, por mí no hay problema -dijo Mery- todo depende de ti Álvaro.

—Por favor hermano, déjame participar y te daré de esto.

Roció se levantó la camiseta y dos grandes y rosados pechos salieron. Me quede hipnotizados mirándolos. Después mire a Mery, esperando que me diese su aprobación y con una sonrisa afirmo con la cabeza:

—Está bien -dije por fin- follaremos los tres.

—Genial -soltó mi hermana mayor- vamos a mi cama que es más cómoda.

Subió corriendo las escaleras. Me acerque a Mery:

—¿Estas segura de esto?

—Si. Sé que es una locura, pero también es nuestra hermana.

—Aunque lo hagamos quiero que sepas que es a ti a quien amo -le digo mientras le beso en los labios.

Subimos las escaleras y al entrar en su cuarto la vimos de pie, totalmente desnuda. Mi hermana Roció es un poco más alta que nosotros. También es delgada y tiene una larga melena que le llega un poco más debajo de los hombros del mismo color moreno que nosotros. Sus ojos marrones son penetrantes y lascivos. Sus grandes pechos son acariciados por sus manos mientras va bajando. Llega a su coño mojadito y sin un pelo:

—Vamos Álvaro quiero que me hagas lo mismo que a Mery.

Me puse de rodillas. Ella abrió las piernas sin sentarse y metí mi lengua hasta el fondo. Empecé a hacerle un oral mientras mi mano recorría mi polla. Estaba empezando a empalmarme de nuevo. Mery se puso al lado de Rocío y me cogió del pelo para que mirase. Ambas empezaron a morrearse con una pasión que hizo que mi polla creciese más de lo normal. Quería participar en ese beso. Me levante y los tres juntamos nuestras lenguas mientras mis dedos se introducían en los coños de ambas. Sus manos agarraron mi polla y empezaron a masturbarme. Esto es la gloria pensaba. Después, se arrodillaron frente a mí y empezaron a hacerme una mamada las dos. No tarde mucho en correrme en sus caras.

Caí de espaldas en la cama de mi hermana recuperando el aliento. De pronto escuche unos débiles gemidos. Al incorporarme vi una escena que me dejo con la boca abierta. Mis dos hermanas se estaban besando mientras se masturbaban mutuamente. Ver como mis dos hermanas compartían un excitante beso con lengua. Ver como sus dedos entraban y salían de las vaginas; y recorrían sus cuerpos. No recordaba otro momento en el que me sintiera más cachondo. Mi polla opinaba lo mismo. En unos pocos segundos volvía a tenerla al cien por cien con ganas de continuar pero, estaba tan absorto en la escena lésbica que estaba presenciando que no era capaz de moverme. Ambas se tumbaron una encima de la otra y empezaron un 69, como el que habíamos hecho Mery y yo unos minutos antes. Mis dos hermanas no paraban de gemir:

—AHH Rocío estás haciendo ahh que me dé vueltas todo.

—Tengo mucha experiencia haciendo que un coño se sienta bien. He practicado mucho con el mío.

—Es una deliciaaa, no voy ahhh aguantar mucho más.

—Córrete hermana. Déjame saborear esos fluidos que tanto le gustan a Álvaro.

Veía como Mery estaba a punto de correrse. Ya empezaba a conocer esa cara. Al contrario, Rocío aun no iba a llegar. Me levanté de un salto y me puse detrás de mi hermana mayor. Mery, entre gemidos, seguía lamiendo el coño de Roció mientras le metía un dedo. Uní mi lengua la trabajo. Roció se giró sorprendida al verme y soltó un gran gemido antes de volver a chupar el coño de Mery. Nuestras dos lenguas estaban dando sus frutos y los gemidos de Roció se intensificaron:

—Dioooos los dos sois muy buenos ahhh. Estoy muuuuy cercaaa

—Yo también ahhh quiero correrme yaaaa.

Con un último movimiento rápido ambas empezaron a correrse. Pude saborear los fluidos vaginales que brotaban de mi hermana. Tenía un sabor distinto a los de Mery, pero aun así me gustó:

—Bueno -dijo Rocío mientras se sentaba en la cama, aun con las piernas temblando- va siendo hora de que esa polla erecta entre dentro de mi coño.

No necesito repetírmelo. Me acerqué a ella y la tumbé delicadamente. Mis labios se juntaron con los suyos lentamente. Reconocía el sabor del coño de Mery en la boca de mi hermana. Fui bajando por su cuello. Me pare en sus tetas. Siempre había querido apretar unas tetas grandes y ahora tenía la oportunidad de hacerlo. No tenía queja de las tetas de Mery, que me encantaban, pero tener la oportunidad de chupar unas mayores me excitaba. Sus pezones ya estaban duros. Las junte para poder lamerlos a la vez. Mi polla palpitaba contra e estomago de mi hermana. Fui bajando con mi lengua recorriendo su vientre hasta llegar a su sexo depilado. Lamí un poco más su coño, aunque ya estaba totalmente mojado. Con mi polla iba abriendo el coño de mi hermana. Sentía un cosquilleo en la punta mientras sus labios vaginales la rozaban. Con un fuerte movimiento le introduje totalmente mi polla. Durante unos segundos ambos nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos. Después inicie los movimientos lentamente. El calor del coño de mi hermana hacia que mi polla quisiera más:

—Joder Álvaro ahh que polla tienes.

—Tu coño si ahh que me hace enloquecer.

—Me encanta veros follar -dijo Mery acercándose por mi espalda. Sus senos se apoyaron en mí, y notaba como su húmedo coño tocaba la parte baja de mi espalda mientras su lengua recorría mi oreja y mi cuello- yo también quiero participar.

Se subió encima de Roció juntando sus coños. Tenía dos coños mojados solo para mí. Era un sueño. Cuando la sacaba del coño de una se la metía a la otra para que ambas disfrutasen de mi dureza:

—Me encanta tu polla -decían las dos.

—Vuestros coños también me gustan.

—Dios ahh como estoy disfrutando.

Se la volví a meter a Rocío. Mery se levantó:

—Creo que Roció debería disfrutar de tu corrida.

—Muchas ahh gracias hermana, pero no dejare que te quedes sin un buen orgasmo.

Roció la agarró por la muñeca y situó el coño de Mery en su cara. Mientras yo seguía con mis embistes, cada vez más rápidos y profundos. Roció le comía el coño a Mery y esta a su vez se agarraba las tetas mientras me miraba, imaginando que era mi polla la que le producía esa sensación de placer. Mientras la follaba salvajemente sus tetas me hipnotizaban. Botaban con cada embestida. Me tumbe sobre ellas y, a veces, le lamia el clítoris a mi otra hermana, Cuando note que mi corrida se acercaba las avise:

—Roció, Mery estoy a punto de correrme.

—Ahh yo también -dijo Mery- tu lengua es una maravilla.

—Por favor ahh Álvaro córrete dentro de mi todo lo que quieras ahhh.

—Sii toma ahh todo mi semen. Me corrooooo

Agarre sus tetas con más fuerza y todo el semen que me quedaba en los huevos salió, inundando el coño ardiente de mi hermana. Mery no tardo mucho más en volver a correrse también. Los tres estábamos agotados. No era capaz de mover ni un musculo mientras veía como Roció se sacaba mi semen de su coño y lo lamia y le daba un poco a Mery que tampoco se movía. Al contrario que nosotros dos, Roció no tardo en recuperar el aliento y levantarse. Mientras caminaba su coño iba goteando:

—¿Cuantos años… hace que follas? -le pregunto Mery mientras tragaba bocanadas de aire para llenar sus pulmones.

—A los 18 años perdí la virginidad con un tío del bar donde trabajaba, en el almacén. Desde ese día cambie y he follado todo lo que he podido. Pero lo que acaba de pasar es mucho mejor. Gracias por dejarme participar en vuestro secreto.

—De nada. No se lo podemos decir a nadie.

—No lo haré. Aunque aún os falta mucho para llegar a mi nivel -dijo riéndose al ver nuestras escasas fuerzas- debéis practicar más.

—Tranquila…lo haremos -le dije-Espero que nos ayudes.

—Claro, para eso está vuestra hermana mayor -se dirigió a la puerta- voy a darme una ducha antes de que nuestros padres y Nico regresen. Cuando volváis a la normalidad podéis venir si queréis.

Nos guiño el ojo y salió. Oímos como el agua empezó a correr. Mire a Mery a los ojos y ella me devolvió la mirada:

—¿Te ha gustado? -me pregunta sentándose en el borde de la cama.

—Si, ¿y a ti?

—Ha sido raro al principio, pero luego lo he disfrutado mucho. Y no tener que ocultar nuestros deseos a nuestra hermana me quita un peso de encima.

—Eso es verdad. Pero tenemos que tener cuidado de que nuestros padres nos descubran.

—Si.

—Venga vamos a ducharnos.

Cuando me estaba levantando me agarro de la mano:

—Te ha gustado follar más con Roció, ¿verdad? Tiene mejor cuerpo y más tetas que yo.

—Mery -la dije seriamente, agarrándole el rostro con mis dedos para que me mirase a la cara- follar con nuestra hermana me ha gustado mucho y quisiera seguir teniendo sexo con ella. Pero lo que siento hacia ti no lo puedo sentir con nadie más.

Se levantó y me dio un apasionante y caluroso beso al cual yo correspondí. De sus ojos brotaron dos finas lágrimas de alegría. Finalmente, cogidos de la mano, salimos al encuentro de nuestra hermana para continuar con un día de incesto increíble.

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