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El diario de Claudia: mi violación

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Aquella noche quería alistarme temprano para mi ronda nocturna; había tenido una buena mañana y me sentía de buen humor y feliz, quien sabe, quizá porque mi nuevo trabajo como puta a tiempo completo me llenaba con todo tipo de satisfacciones: monetarias, sexuales, y de aventura (y literalmente, me llenaba de semen!).

Abrí mi closet y me puse a repasar mis opciones: ¿cómo quiero lucir hoy? ¿Cómo puta escandalosa con un traje que apenas me cubría el culo? ¿O como puta con clase y elegancia? Luego de mucho pensarlo opté por lo segundo así que decidir salir en full color rojo: un vestido rojo de licra súper pegado, con los hombros desnudos y que apenas llegaba a cubrir la redondez de mi trasero; también me puse unos zapatos rojos de taco, de casi 12 cm de alto. Opté por no ponerme trusa - ¿para qué la necesitaría? Me maquillé cuidadosamente: mis labios y uñas en color rojo fuego, sombras negro carbón en mis ojos, mi cabello largo y ondulado acariciando mis hombros. Finalmente todos los accesorios: pulseras, anillos, y un collar tipo choker o gargantilla adornando mi cuello. Me miré al espejo – me veía sexy y putera al mismo tiempo.

Agarré mi auto, dirigiéndome hacia el centro. Decidí estacionar mi auto cerca de la calle de la Moneda; serían casi las 10 de la noche. Mi intención era simplemente caminar un rato para ver si la suerte me acompañaba y conseguía algún tipo arrecho por el lugar. Llegué a la calle 37 – una zona bonita de la ciudad pero en la noche, por ser una calle bastante estrecha puede ser también algo “complicada” para una “chica de mi clase” Seguí caminando, con un cigarrillo en la mano derecha, y pronto llegué al cruce con la carrera 11. Allí, finalmente, un tipo que conducía un sedán negro se detuvo a mi costado, llamando mi atención.

- “Hola nena, ¿cómo estás? ¿Necesitas compañía?”

- “Hola amor” respondí con una sonrisa, arqueando mi cuerpo hacía su ventana derecha – “la pregunta es si tú necesitas compañía esta noche” “¿quieres pasarla bien conmigo?”. Al mismo tiempo que preguntaba levanté ligeramente mi vestido dejándole ver la cabeza de mi pene.

- “Uff mamita! Eres justo lo que necesito ahorita” Respondió excitado. “¿Te puedo llevar a mi hotel? Está aquí cerquita”

El tipo, quizá en sus 30s parecía agradable y prometedor así que sin dudarlo me subí a su carro. “A propósito, soy Claudia” le dije. “Hola Claudia, soy Néstor. Amor sí que estas riquísima!” “Te voy a dar una verga que te va a hacer desmayar”. Ya estaba acostumbrada a esas ofertas pero de todos modos, le seguí la corriente.

Seguía manejando por la carrera 11 hacia el sur pero de pronto me doy cuenta que salíamos del centro histórico…me pareció raro. “¿En qué hotel estás alojado?”, le pregunté. Nos salimos de la avenida y nos metimos a una de las calles laterales más pequeñas. De pronto nos estacionamos frente a un local con media luz – para mí no lucía en absoluto como un motel.

- “Ven, baja del auto linda”

- “¿Dónde estamos? Esto no luce como un hotel” Reclamé.

- “Claro que sí, ya lo vas a ver”

Abrió la puerta principal; la luz era muy tenue y se escuchaba algo de música melosa. El aire estaba saturado por el olor de tabaco y alcohol. “Esto para nada es un hotel” me dije, ahora algo preocupada… “mejor salgo de aquí”

- “Hey sabes, esto no es lo que pactamos así que mejor olvídalo, me voy”

- “No, no para nada, no te vayas, te queremos a ti”

¿Te queremos? ¿De qué habla?

De pronto Néstor se acercó al pie de una escalera y gritó hacia el segundo piso. “Muchachos, ya tenemos carne para hoy” ¿Carne? ¿Quién, yo? Esto ya no era el servicio común al cual estaba acostumbrada. Esto era algo más. De pronto escucho un candado que cierra la puerta principal. “Estoy encerrada.” Apurados, bajaron un grupo de personas, todos hombres, la mayoría en sus 40s, otros en sus 50s, completamente desaliñados, oliendo a alcohol y sudor.

“¡Mierda! ¡Sí que nos trajiste una buena puta hoy compadre! ¿Tiene pito o no?” Exclamó uno de ellos, mirándome de arriba abajo. “Claro que sí… esta puta solo toma verga por el culo hermano” “supongo que también es traga leche… mira esos labios tan ricos” respondió.

“Chicos, si quieren coger, ok, puedo coger con todo el grupo, pero ya saben, tengo una tarifa diferente en ese caso” les dije. De inmediato todos empezaron a reírse a carcajadas

“¿Qué te hace pensar que estamos contratándote por tus servicios, puta?” “Vamos, de una vez, no tenemos toda la noche” Amenazó uno de los tipos.

De pronto sabía de qué se trataba esto: pensaban violarme. Pensé buscar otra salida pero ya estaba completamente rodeada, sin escapatoria. No sé cuántos eran: quizá unos diez o doce, la poca luz y el temor no me dejaban calcular bien.

Entonces pensé: “si te opones demasiado la cosa puede tornarse violenta y será peor. De todos modos saldré perdiendo, la cosa es como perder poco” Apenas había terminado mis pensamiento cuando siento que alguien me toma de atrás, por la cintura, y empieza a jalar mi vestido hacía arriba; como no llevo trusa alguna quedo completamente expuesta, con el vestido enrollado por encima de mi vientre; de un empujón me doblan a la fuerza las piernas haciéndome caer sobre mis rodillas en la gruesa alfombra. Entonces alguien separa mis pierdas, exponiendo mi culo a todos. Uno de ellos se me acerca con un trago de tequila: “Tómatelo, para que te relaje” No lo pensé dos veces, me lo tomé de un tiro.

Sabía lo que me esperaba pero temía cómo sería esto. Nunca había sido violada, mucho menos por un grupo. Estaba tensa, temerosa, con ganas de correr. Crucé mis brazos sobre la alfombra y luego apoyé mi rostro sobre ellos. Se escuchaban gritos de celebración. “¡Qué rico culo tiene esta perra! Se nota que es una buena puta! ¡Hay que darle lo que se merece!” ¡Ja, ja ja, ja!

De pronto siento unas manos ásperas tomándome fuertemente de las caderas y entonces la punta de una verga sobando mi orto; sin ningún tipo de lubricación, salvo un poco de saliva, empezó a empujar hacia adelante para metérmela. “Oh dios, esto va a doler” pensé; cerré los ojos y aguanté la respiración. Esa gran verga negra, dura como un bate de beisbol empezó a entrar hasta el fondo de mi recto. El tipo no tuvo piedad alguna – nada de sutilizas, me violaba, no me hacía el amor. Metió ese mazo de 25 centímetros por completo dentro de mi cuerpo y una vez allí se quedó incrustado, como un tapón. Todos celebraban, gritaban, festejaban. Algunos filmaban o tomaban fotos con sus celulares. Al cabo de unos segundos en mi interior, su pene gigante empezó a perforarme violentamente; el negro este se movía como su estuviese montando una yegua salvaje – se retorcía cada vez que lo metía o lo sacaba. Sus largas uñas apretaban contra mi suave piel, hasta que casi me las clavó, entonces me di cuenta que me había inundado con su semen. Sentí el chorro caliente salir disparado y bañado mi recto. “Al menos servirá como lubricante para el siguiente pensé”

Todos celebraron. El volumen de la música era ahora mayor, más humo de tabaco, más licor regado por los suelos. Yo seguía en mis cuatro, arrodillada en el suelo, cabeza contra el piso, piernas expandidas, culo al aire.

Alguien más tomó el segundo puesto; de igual manera que el anterior, me tomó fuerte de la cintura y sin dudarlo un instante, esa culebra que tenía por verga se perdió en mi hueco; luego de meterlo y sacarlo múltiples veces, su semen salía disparado para llenarme de leche salada. “Ya van dos”

Todos estaban desnudos, pajeándose, esperando su turno sentados alrededor mío. Cada vez que alguien me llenaba de semen, me traían un trago de tequila Traté de reusarme pero a la fuerza abrían mi boca para hacerme tomar. Empezaba a sentirme adormecida. No me sorprendería si el trago contenía alguna sustancia adicional.

El tiempo pasaba y las vergas seguían entrando a mi cuerpo; para entonces me abrían violado unos ocho de ellos; seguían embriagándome; el semen ahora chorreaba de mi hueco, el cual se había expandido hasta el ancho de una lata de cerveza. Me sentía sin fuerzas para resistir sus penetraciones casi brutales. Solo escuchaba carcajadas, gemidos, arengas. Me gritaban de todo: puta, perra, zorra, cachera, marica. De pronto pasó algo inesperado, quizá de manera subconsciente o por alguna razón, cuando tenía una verga adentro yo empecé a empujar hacia mi violador, como deseando tenerla más y más adentro; ellos se dieron cuenta de eso y lo celebraron más aún “¡la puta lo está empezando a gozar…! ¡Te dije que era una verdadera perra!” Entonces hice algo más, levanté mi rostro, pasé mi lengua sobre mis labios, los miré a todos, y abrí mi boca por completo… básicamente diciéndoles “ahora violen mi boca y garganta” Todos ellos festejaron con aplausos “¡la puta quiere tragar leche!” Entonces los que ya tenían las bolas llenas de esperma se apresuraron a ponerse delante mío, con sus vergas bien duras y apuntando a mi boca.

…Mientras alguien cogía mi culo, otros empezaron a meter sus mazos en mi boca; cada uno cogía mi cabeza y me obligaba a tragarme su verga hasta rozar mi garganta, masajeándola con mi lengua hasta que explote de semen. Mi culo y mi garganta empezaron a llenarse de esperma. Ya no sé si esto era realmente una violación o una orgía tipo gangbang. Quizá por el trago o por toda esa cogida, yo estaba como anestesiada, simplemente recibía lo que me ponían delante…era un contenedor de semen.

Las horas transcurrían. Me habían volteado de espaldas contra la alfombra, con las piernas separadas y un cojín ancho debajo de mis caderas. Mientras unos seguían expandiendo mi culo, otro lubricaba mi garganta con leche salada; al mismo tiempo yo masturbaba a otros dos, uno a cada lado mío, hasta que suelten su deliciosa carga sobre si cara o mi pecho. Me habían sacado el vestido, solo llevaba puesto mis tacos. La tequila entraba a mi estómago mezclada con semen. Ahora sí, en definitiva, quería que me sigan violando: mientras más duro y tosco, mejor aún. Mis violadores estaban asombrados y casi en shock: “esta puta sí que es verdaderamente insaciable… no para nunca”

En total habían sido 18 los que me violaron. Llenaron de semen cada agujero que encontraron disponible; el esperma, como un flujo de lava, corría lentamente por mis mejillas, cuello, pecho, muslos. Alguno de ellos, realmente no sé quién, incluso se dio el gusto de masturbarme hasta hacerme explotar; mi semen se juntó con el de todos mis violadores.

Eran algo como las 4 de la mañana. Aun completamente desnuda, solo me cubría un fino velo de esperma caliente, salí de la casa. Estaba mareada por toda la tequila que había tomado. Néstor, el gancho, me subió a su auto y me pidió una dirección; solo le indiqué la ubicación de mi auto; me llevó hasta el lugar. Así, desnuda como estaba me metí a la parte trasera de mi auto donde tenía un abrigo largo. Solo atiné a cubrirme por completo con él, cayendo de inmediato en un sueño profundo.

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