Nuevos relatos publicados: 7

Mis catires (rubios)

  • 3
  • 4.146
  • 9,67 (3 Val.)
  • 4

¿Qué tiene de malo ser puta? Yo no le veo nada de malo, al contrario, a muchos activos les gusta.

¿Quién no ha tenido sexo o fantasías con un compañero de trabajo? Y como siempre digo, casado no es capado. Los cuatro (04) catires con que sueño, son casados, sé que son heterosexuales y que jamás se van a fijar en mí, pero eso no me importa. Las fantasías no son un crimen, y son ricas aunque nunca podamos cumplirlas.

César, Geovani, David y Virgilio, estos son sus nombres, cada uno es distinto al otro, cada uno tiene algo que me llama la atención.

César, trabaja en Seguridad Industrial, antes trabajaba en Control de Calidad. Siempre me gustó, aunque ahora me gusta más, porque desde que lo cambiaron de departamento, está más cerca de mí. Es algo bajito, pero no demasiado, delgado pero pesa más que yo. Lo que más atrae de él, es que tiene unas manos gruesas, un pecho algo peludo y ojos saltones, que denotan algo de lujuria perversa. ¡Me encanta! Un chico malo que me someta. Mi fantasía por su puesto es mamarle el güevo (La Polla) arrodillado mientras con sus gruesas manos empuja mi cabeza hasta su monstruoso y hambriento miembro. En la penetración, me gustaría que los dos estuviéramos sentados y usarlo como silla, sentarme en su provocativo y rígido miembro y cabalgar como una vulgar zorra. ¡Por qué lo soy!

Geovani, él es italiano, es Gerente de Contabilidad, alto y rubio, delgado pero musculoso, al menos durito y en forma. Lo que más me gusta de él es su boca y su voz, su boca es fina, pero igual se ve atractiva, sueño con que me dé un beso negro. Su voz es gruesa y a veces grita, cosa que me parece bien, porque así me recuerda quien manda. ¡Quiero qué me trate mal! ¡Qué me hable sucio y me grite! ¡Qué me pegue! Mi fantasía con él es que ponga sus piernas alrededor de mi cuello, mientras le practico sexo oral, que no me suelte hasta que me trague todo blanco y espeso néctar. Que me coja como si fuere su mascota, su perra para ser específico, que ate una correa en mi cuello y la jale mientras ambos estamos boca abajo, clavando su clavando su larga y fibrosa verga hasta el fondo de mi apretado ano, mientras soporto todo su peso sobre delgado cuerpo.

David, mi ex compañero de trabajo, se retiró y emprendió su propio negocio, pertenecía a la gerencia de RRHH. Mis fantasías comenzaron cuando me fije en su cara, tiene el ceño fruncido, algo que lo hace ver como una bestia en la cama. Se volvieron más intensas, un día que la empresa organizó un paseo y nos invitó a una piscina, tuve la oportunidad de verlo sin camisa. ¡Qué delicia! Un verdadero Dios. Su pecho es casi lampiño, excepto por una fina franja de vellos rubios, que baja desde el medio desde su cuadro y robusto pecho de acero, hasta desaparecer en su entrepierna, lo que me hace imaginar un pene grueso peludo esperando por mí, tiene unos firmes y blancos aunque bronceados pectorales, que me invitan a tocarlos y pasarles mi juguetona lengua. Sueño con que me penetre de pie, pero con cariño, que me diga cosas lindas al oído mientras me empuja con fuerza, pero muy cuidadosamente contra le pared. Todo esto después de que se siente en una silla, y le practique sexo oral con sus pantalones hasta la rodilla y la camisa abierta, acariciando su pecho con mis suaves manos.

Virgilio, el más joven de todo, es portugués, es alto, blanco y algo gordo. Lo que me gusta de él, es su picara y burlona sonrisa, algo diabólica a veces. Le mamaría la verga sentado en una silla con las manos atadas, mientras él se para en frente mío jalándome del cabello mientras grita de placer. Quisiera que me cogiera en cuatro, con fuerte y dolorosas embestidas.

Yo soy un chico sumiso, aunque a veces me pongo algo rebelde. ¿Habrá alguien dispuesto a ponerme en mi sitio? ¿Un macho qué me recuerde quién es el que manda? ¿Qué una zorra siempre debe obedecer a su macho? Eso es lo que busco, un hombre que me ponga en mi lugar.

(9,67)