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Diario de un putito (2)

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A la mañana siguiente bajé solo en el ascensor y esperé al señor Roque un poco inquieto por su tardanza, aunque poco después apareció.

Su saludo fue un “hola, Jorgito” y un beso en la mejilla, a milímetros de la boca…

-Hola, señor Roque, pensé que no venía… -dije y bajamos a la cochera mientras yo pensaba cómo hacer para quitarme la duda en cuanto a su rol sexual… Cuando estuvimos en el auto me dije que no había otra forma que atreverme y ser directo y entonces dije después de aclararme la garganta:

-Señor Roque, usted me… me dice que yo… que yo soy lindo y cosas así…

-Sí, claro, porque es la verdad, Jorgito… -me dijo cuando el auto se ponía en marcha…

-Y entonces yo… ¿le… le gusto, señor Roque?...

-Mucho, Jorgito… ¡me gustás mucho!...

-Ay, pero… pero ¿cómo le gusto? ¿qué… ¿qué me quiere hacer, señor Roque?...

Él rió y dijo: -Ay, Jorgito, ¿de veras no te imaginás lo que te quiero hacer?...

-Bueno, yo…

-Te explico, lindo… Cada vez que bajás del auto con el blazer en la mano y caminás hacia la puerta de la escuela yo me quedo mirándote ese lindo culito que te abulta el jean… Además me encanta tu boca… ¿Entendés lo que te quiero hacer?...

Sus palabras me estremecieron y tranquilizaron al saber que era activo:

-Sí, sí, señor Roque… entiendo… -murmuré sintiendo que una emoción intensa me atenazaba la garganta y que mis mejillas ardían…

-¿Y me vas a dejar que te lo haga?...

Vacilé, pero no por dudar sino por lo nervioso que me sentía y finalmente dije:

-Sí, señor Roque… Hágame lo que… lo que quiera… -dije sintiéndome ardiendo de ganas…

Estábamos detenidos en un semáforo y al oírme me tomó una mano y la llevó a su entrepierna:

-Mirá cómo me tenés, Jorgito… -y me di cuenta de cómo lo tenía cuando mis dedos palparon su verga bien dura bajo el pantalón…

-Ay, señor Roque…

El auto volvió a ponerse en marcha y el señor Roque me preguntó:

-¿Vivís con tus papis, lindo?...

-Sí…

-¿Y tus papis trabajan?

-Sí, señor Roque…

-¿Los dos?...

-Sí…

-¿Y qué horarios de trabajo tienen?

-Se van al mediodía y vuelven a eso de las ocho de la noche…

-Ah, qué bien, nene, así que vos estás muchas horas solito y libre cuando volvés de la escuela…

-Sí, señor…

-Bueno, oíme, yo, como te dije, soy profesor y doy clases en tres escuelas… Vuelvo a casa a las cinco de la tarde, así que a hoy a las cinco y media me tocás el timbre… ¿De acuerdo, Jorgito?...

-Sí, señor Roque… A esa hora le toco el timbre…

Supongo que imaginarán lo que fueron mis horas después de ese acuerdo… Un tiempo vivido entre la ansiedad, el miedo y el deseo…

No aguante más la espera y cuando faltaban cinco minutos para las cinco de la tarde ahí estaba yo, tocando el timbre en el departamento del señor Roque… Me había propuesto incitarlo y entonces llevaba un shocito de jean celeste, musculosa blanca y zapatillas sin medias…

-¿Jorgito?... –preguntó…

-Sí, señor Roque…

Me franqueó la entrada y después de cerrar la puerta me rodeó la cintura con un brazo, me estrechó contra él y su boca buscó la mía mientras yo sentía en mi vientre la prometedora dureza de su verga…

-Qué provocativo te viniste, nene… Linda ropìta… -dijo después de un beso largo y apasionado…

-Es que quiero gustarle cada vez más, señor Roque… -dije con un ronroneo…

Él me tomó de una mano y prácticamente me arrastró por el living…

-No perdamos tiempo, Jorgito… ¡Me tenés muy caliente!... –dijo mientras atravesábamos ese ambiente donde había una mesa principal con seis sillas a su alrededor, una mesa ratona ante un sofá ubicado contra una de las paredes, varios cuadros y una cortina de gasa blanca cubriendo el gran ventanal que daba al balcón…

Una vez en el dormitorio, tan espacioso como el living, comenzó a desvestirse muy apurado: -Desnudate, Jorgito… -me ordenó y entonces me quité la ropa tan apresuradamente como él… En ese momento mis sensaciones de ansiedad, miedo y deseo se acentuaron y comencé a respirar fuerte con la boca bien abierta para que el aire llegara a los pulmones…

Por fin estuvimos los dos desnudos y nos miramos… A mí me dio mucho morbo su piel lechosa, sus carnes flácidas, su pelambre grisácea y abundante en el pecho… Un típico viejo de ésos que me calientan tanto… ¡Y qué delicia su verga a media asta hasta ese momento!, pero ya bien gorda y que yo me encargaría de poner dura y lista para entrar en acción…

Él hizo que girara despacio sobre mis pies y cuando volví a quedar de frente me dijo con la voz algo enronquecida: -Qué cuerpo tenés, Jorgito… ¡Qué culito!... Esa cinturita… Esas caderas… ¡Esas piernas!... Es una figura casi de nena…

-Ay, no, señor Roque… Soy varón… -protesté sin demasiado énfasis…

Él emitió una risita algo perversa y dijo: -Después de la cogida que te voy a dar vas a ser mi nena…

Mi calentura y mi miedo crecían cada vez más y en un gesto inconsciente miré la cama de dos plazas, muy grande y con dos mesitas de noche a ambos lados de la cabecera…

-Vení acá, nene putito… me ordenó y fui…

-Arrodillate…

-Sí, señor Roque…

-Agarrame la verga… -y la tomé entre mis manos, que temblaban un poco por la intensa emoción erótica que me abrasaba de pies a cabeza…

-Primero me la vas a chupar…

-¡Ay, sí! –exclamé sin poder contener mi entusiasmo ante esa verga que ya estaba bien erecta y dura entre mis manos que la sobaban…

-Vamos, ricura, comela ya…

Y la engullí con un poco de esfuerzo y debiendo abrir mucho la boca, por el grosor de ese delicioso ariete cárneo… ¡Ay, que hermosa sensación tenerla toda en mi boca y palpitando!... Tomé los huevos entre mis manos y fue excitante sentir cómo se iban hinchando…

-Sí, Jorgito, sí, sobame los huevos mientras me la chupás… -aprobó el señor Roque y entonces seguí combinando el trabajo de mi boca con el de mis manos mientras me asombraba por lo bien que estaba haciendo las cosas a pesar de ser un novato total en materia de sexo…

En un momento pensé qué pasaría si el señor Roque se corría dentro de mi boca… ¿Tendría que tragar su leche? ¿qué gusto tendrá el semen de macho humano? Me pregunté sin dejar de chupar y notando que el jadeo de mi hombre se hacía cada vez más fuerte… Hasta que de pronto la explosión en medio de un rugido del señor Roque, que me sujetaba del pelo con ambas manos, varios chorros de semen en mi boca y una orden: -¡Tragá, putito! ¡tragá todo!... Y tragué, con esfuerzo al principio, por el sabor algo agrio de esa sustancia, pero pronto se impuso mi ser gay y fui acostumbrándome velozmente y tragando todo, hasta la última gota… Él se había sentado en el suelo y me ordenó que abriera la boca para comprobar que allí no quedaba nada de leche… Satisfecho al ver que yo había tragado todo me felicitó: -Muy bien, Jorgito… ¡Muy bien!... No pensé que fueras tan bueno chupando una verga… ¿Seguro que es la primera?...

-Sí, señor Roque… -le aseguré…

-Perfecto entonces, vas a ser una putita de lujo…

-Un putito… -me atreví a corregirlo…

Él lanzó una carcajada y fue a recostarse en la cama…

-Vení y limpiame la verga con esa boquita tan linda que tenés… -me ordenó echado de espaldas y mientras yo le quitaba con los labios y la lengua los últimos restos de semen me dijo: -Dentro de un ratito va a ser el turno de tu culo, Jorgito… -y pensé con cierto temor: “¡Ay, es gorda!¿me entrará?”…

(continuará)

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