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Toda la lechita en mi boca

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Me llamo Karla, tengo 18 años, vivo en Morón, soy de tauro, trabajo atendiendo una lencería por la mañana y algunas tardes salgo a correr por el parque.

Me enferma que me digan Karlita, pero me encanta que Los Chicos Malos lo hagan. Ellos son una banda de punk rock que la rompe, y no tienen demasiado renombre porque son re vagos, borrachines, fumones y colgados hasta para cerrar fechas. Diego toca con una guitarra prestada hace más de un año, y Sebi no se pone las pilas para cambiar los platos de su batería. Suena como un montón de chatarra!

Yo soy la grupie más fiel de la banda, y desde los 15 años que viajo con ellos a donde pinte. Pero recién este mes me atreví a llevar a cabo mi fantasía, la que me acompaña hasta en mis sueños mojados, y que por cuestiones legales no podía cumplir.

Los guachos siempre me miraban más allá de sus intenciones para que los ayude a preparar banderas, afiches, pancartas o dibujos para los estampados de las remeras. Yo me re pajeaba por las noches reviviendo cada recital, todos los momentos del viaje en bondi con ellos, los ensayos o las reuniones que se hacían para hablar de canciones nuevas y que terminaban en alguna película con pizzas y cervezas.

Cuando Fito cantaba me mojaba toda! Es re caritmático, alto y de ojos claros, con una boca de ensueño y una forma de seducir con las palabras hasta cuando anda medio faseadito. A él varias veces le vi la pija parada mientras cantaba en vivo, y eso me enardecía la sangre.

Resulta que el finde pasado los pibes tocaron en Pilar, en un teatro under como teloneros de una banda grosa de allí.

El show se armó solo. Gente por todos lados, pibitas alzadas que gritaban por los chicos cuando los veían descargar equipos, el alboroto de los que cortaban entradas y el apuro de los que vendían gorritos y remeras.

Por supuesto, yo viajé con ellos en el colectivo que siempre los traía. El chofer era un vecino de Fito fanático de la banda desde sus inicios, ya que tocaban juntos hace 5 años. Esa vuelta, esperé a que se bajen todos del micro, y en cuanto vi que Diego estaba solito en el último asiento atándose los cordones de las zapatillas me le fui al humo, sin mucha experiencia pero re caliente. Cerré la cortinita que da al pasillo, me levanté la musculosa y le puse las tetas en la cara.

¡qué hacés loquita, tenemos que ir a rockearla, y vos te pomés quenchi justo ahora?!, dijo Diego, asombrado de ver mi corpiño rosa, ya que siempre uso pantalones anchos, cintos con tachas y elijo colores oscuros para vestirme.

¡quiero chuparte la pija!, pude concluir, y en menos de lo que ambos imaginamos, mi boca le bajaba el slip con los dientes para apropiarse de esa verga erecta, pero que crecía más y se llenaba de juguitos. Lo pajeé un poquito entre mis labios, se la apreté haciendo un anillito con mi índice y pulgar para escucharlo delirar con jadeos suaves, y me hice desear un poquito para que me pida que se la mame de una vez.

No lo dejaba que me toque las gomas, y de vez en cuando salía de mis labores para tirarle el aliento a pija de mi boca en la cara. Hasta que sus sacudidas eran cada vez más peligrosas, y supe por pura intuición que tenía la lechita casi en la punta. Entonces, ahora el anillo se lo hice con la boca para subir y bajar rapidito, mientras le acariciaba los huevos y me ahogaba un poco por lo larga de su pija, pa ra finalmente tragarme todo su semen sin asquito ni nada. De hecho, cuando saqué la boca de su pija y la saboreé ante sus ojos sorprendidos, le mostré cómo me la tragaba.

Bajamos apurados del micro, porque alguien nos golpeó la ventanilla. El show estaba por empezar, y nosotros meta pete, encerraditos y calientes!

No puedo contarles cómo me mojé la bombacha en ese ratito!

Ya dentro del teatro empecé a alucinar con los primeros acordes del Los Chicos Malos, y tuve que tocarme la conchita por adentro del pantalón cuando Fito dijo:

¡hola genteeee, disfruten del show, y gracias por estar siempreee!

¡pero el primer tema se lo voy a dedicar a Karlita, nuestra grupie estrella!, dijo Diego con su voz gangosa, antes de que los aplausos le den inicio al tema que más me copa de ellos, que se llama perrita sucia.

Sentía el sabor de su lechita mientras el guacho se mandaba flor de solo con su púa dorada, seguro más relajado, con el pene limpito y el slip babeado.

La gente coreaba algunos cobers, bailoteaba en sus asientos y disfrutaba de los efectos de luces del escenario. Hasta que luego del quinto tema, Diego invita a cantar con la banda a un flaco que toca la acústica, para bajar un poco el clima del punk. Solo quedaron Fito, Diego, Edu, que es el bajista y el Sapo, el invitado.

Enseguida, como si una corazonada me indicara el camino que debían seguir mis pasos, fui hacia los baños. Cuando vi que el Sebi viene hacia mí lo abrazo efusiva, le agradezco por el tema y le manoteo la verga como para que no le queden dudas.

¡qué te pasa gila, ya te fumaste un churrito?!, me dijo apáticon pero con ojos de te parto en cuatro.

¡vamos al baño y te convido!, le dije con voz de gata, y entramos.

¡dale que tengo dos canciones de espera, y después subo!, explicaba mientras sin prevenirle, le bajé el pantalón y el calzoncillo de una.

¡dame pija Sebi, quiero lechita ahora!, le dije ya con su pene contra mis labios, cuando él tartamudeaba boludeces. Se la chupé con ganas, sorbiendo hasta el olor a bolas sudadas que se le impregnaba en la piel, y le mordí los huevos. Cuando me metí uno en la boca, lo pajeaba con una mano, y con la otra le acariciaba el culo. ¡qué pedazo de culo tiene el divino!

Cuando empezó a empujar su pubis contra mi cara supe que quería guerra, que su leche se preparaba, que sus jadeos se acelerarían, y que en breve la tendría en mi paladar. Pero antes me puse de pie, me bajé el pantalón y pegué su pija gordita y cabezona a la raya de mi orto, encima de mi bombacha para pajearlo un ratito.

¡agachate pendeja, dale que ya me salta la chele!, dijo el Sebi, y yo me hice una bolita en el suelo ante sus pies para mamarlo con todas mis fuerzas, para pegarme en la boca abierta con esa chota deliciosa, y para escupírsela con todo como él me lo pedía. Hasta que un chorro blanco de esperma empezó a sacudirle el cuerpo, estremecerle los músculos y pasar de la punta de su verga a mi boca, donde se acumuló y poco a poco fue abriéndose paso en mi garganta.

¡desde cuando la Karlita es tan petera loco!, decía mientras se subía el jean y volvía al escenario. Yo lo seguí detrás para ir a mi asiento, y ni me escuchó cuando le grité que tenía la bragueta abierta.

El reci no se detuvo hasta el tema final. Uno de protesta que parece que a la gente le encanta, y entonces, un gran estruendo entre aplausos, gritos para que se toquen otra, silbidos, y un calor de pura satisfacción.

Los chicos bajaron del escenario con sed, por lo que desarmaron al palo para que la otra banda se prepare, y tan rápido como lo supuse, los cuatro se guardaron adentro del camarín para fumar un faso y entrarle a las birras que trajeron en una hielera.

Yo los seguí, y le pedí a Edu que me acompañe al colectivo a buscar plata para comprarme un pancho afuera.

Sebi y Diego lo miraron con una complicidad que entendí a la perfección, y no tuvo drama en seguirme.

Se reía por el tintineo de las cadenas que cuelgan de mi cuello, y se rió más cuando dije:

¡che, ya no tengo los labios pintados no? Creo que algo de rojo me queda, mirame tarado!

Evidentemente los chicos le contaron de mi paso por sus miembros. Pero no me molestó.

Cuando estábamos en la vereda salí corriendo para detenerme en una canchita de fútbol deshabitada, y él me alcanzó. Casi no había luz.

Boludeamos un rato antes de prender un faso, le dimos dos pitadas cada uno y me subí la remera para apoyarle mis tetas en el pecho. No me acompleja que sean pequeñas, por más que mis pezones son como dos pasas de uvas, aunque ahora duritos por la calentura.

En un impulso que me quemaba por dentro le bajé el pantalón y le dije:

¡ahora me vas a dar la leche como tus amigos!

Sentí un fuego enarbolarse en la punta de mi lengua cuando olí su calzoncillo impregnado con el aroma de su sudor rockero, y me dispuse a apagarlo con una mamada rapidita, cortita pero efectiva. Le encantó que le muerda la pija, que lo pajee una vez que se la bañé con mi saliva, que le meta la lengua adentro del cuero para rozarle el glande y que le pegue en las pelotas.

Su leche no se hizo esperar demasiado. El guacho me inundó la boca apenas me escuchó eructar luego de que me la dejara un ratito casi en la faz de mi garganta, y me gritó:

¡uuuuuf, tomá chancha de mierdaaa, abrí esa boquita que te la doy toda guachaaaa!

Mientras su pija volvía a su estado original, que no es como para desmerecer, se la saboreé como a una rica salchicha con mostaza para dejársela limpita, y volvimos corriendo al teatrito.

La banda pilarense saludaba al público, y entonces las primeras canciones sonaban en los parlantes al palo para que siga la fiesta.

Edu se reunió con los pibes, que ya se habían ubicado en la sala, y yo me senté al lado del chofer y la Yaqui, la fanática más copada de la banda local. Sentía que la concha me ardía, que mi clítoris nadaba en un mar de flujos y que la bombacha me erotizaba con su contacto permanenete, mientras el gustito de la leche de Edu me atormentaba. Algo tenía que hacer!

Cuando vi a Fito caminando entre la gente firmando autógrafos, sentí que algo parecido a unos celos incontrolables crugían en mi estómago. Creo que por mi cara la Yaqui se dio cuenta.

¡che, te calienta mal el flaco ese me parece negri!, me dijo clavándome sus ojos como misiles. ¡qué linda que es esa perra por dios! Si tuviera pija no dudaría en cogérmela, pensaba a la vez que me levantaba decidida a buscar a Fito.

Lo encontré hablando con una minita, y eso me dio más valor para llevarlo al camarín con la excusa de que necesitaba tomar algo.

En el lugar no vendían nada, como en todos los teatros de la zona.

Ni bien entramos me saqué la remera y me le tiré encima apenas se despatarró confundido en un sillón largo.

¡ya fue boludo, quiero garchar con vos, no aguanto más, garchame toda!, le dije sin pensarlo.

Fito quiso sacarme de encima, pero cuando logré extraer su pija de la cárcel de su ropa y se la empecé a pajear, él arrancó a besarme el cuello, a manosearme las tetas y a palpar mi vulva como si me la estuviese masajeando encima del pantalón. Le comí la boca, me agaché para darle unas lamiditas a su pene tan duro y ancho, que por momentos me hizo dudar si me entraría entero, y lo interné entre mis nalgas y mi pantalón.

¡qué putita que estás hoy Karlita, querés pija chiquita?!, dijo cuando sabía que me estaba matando de deseo al moverse haciéndome saltar contra su pubis, mientras su verga se hinchaba más y más. Cuando me bajé el pantalón, tomé la decisión de pararme en el sillón para ponerle la concha en la cara y fantasear con que su lengua la recorra toda. Pero el muy estúpido se rió de mi bombachita rosa con puntillas, me la bajó para pegarme en la cola diciendo:

¡y eso que te hacés la pesada nena, con esa crestita, y mirá las bombachitas que te ponés, calentona!

No hubo tiempo para pensar en otra cosa que en sacarnos las ganas.

¡chupala un poquito pendeja, y te pego una cogida que no te la vas a olvidar en tu vida!, dijo, y entonces mi boca fue el refugio de esa poronga elegante, venosa, rica en olores y sabores, colmada de juguitos de macho en llamas y con dos huevos a la altura de tamaño monumento. Gemía como un pendejo cuando le lamía la puntita, y eso que a sus 35 debieron pasar buenas peteritas por esa pija.

Me volvía loca que me nalguee, que me abra la cola con los dedos y me lama las orejas.

Hasta que de pronto me agarró de los brazos y me sentó en sus piernas, como si mi cuerpo fuese de papel.

¡querés sentirla toda guachita?!, fue lo último que dijo antes de enterrármela toda en la conchita, y sin bajarme la bombacha empapadísima.

Tuve un dolor desgarrador, casi tan insufrible como cuando perdí la virginidad. Es que tenía la pija re grandota y cabezona el turro!

Pero una vez que ambos nos adaptamos al placer, dejé que por poco me rompa la bombacha de tanto que me la estiraba de los costaditos para maniobrar mi cuerpo, para que de esa forma su pija se clave más en el fondo de mi vagina. Sentía que los flujos se multiplicaban, que su lengua en mis pechos era un volcán que jadeaba y se esmeraba por lamerme toda, que mis nalgas se deshacían en sus manos asesinas y criminales de tantos azotes, y que su semen subía de a poco por su tronco fibroso. Yo saltaba como una nena en una calesita, transpiraba, gemía, frotaba mi clítoris en su verga y le pedía que me coja más fuerte, sin miedos y bien duro. Quería morirme aferrada a esa pija!

¡che, cómo le mirabas las tetas a la Yaqui nena, no me digas que te gusta esa pibita!, dijo segundos antes de explotar adentro mío, como si me estuviera meando de tanta leche.

¡sí guacho, no sabés todo lo que le haría si tuviese en la cama a esa pendeja, dame lechita, cógeme toda papi, nunca dejes de garcharme así, dame pija!, le gritaba casi inconsciente del sonido de mi voz en el camarín, cuando todavía su semen me inundaba toda, jadeaba feliz y exultante por su orgasmo impiadoso y su respiración buscando serenarse contra mis tetas.

Me levanté como pude, aturdida y con los pies llenos de hormiguitas y calambres por la postura en la que cogíamos. Me arreglé la bombacha y me arrodillé para limpiarle la pija con la lengua y así agradecerle que al fin me haya dado la papita como yo quería desde guachita, y salimos mientras la banda seguía tocando, cada vez más cerca del final.

No se imaginan lo que fue el viaje de regreso en ese micro, yo con los cuatro de la banda y los amigos de los pibes! Creo que solo bastará con decirles que cuando llegamos a Morón, yo estaba en bombacha y bañada en leche hasta del chofer! Fin

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