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Fin de la tinta blanca

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Nadia deseaba que llegara Martín.

Habían quedado a las 23h y pasaban cinco minutos, ella estaba muy nerviosa, como otro día más organizó la performance: puso música, sacó el colchón aproximándolo al extremo de la piscina, el vino y las copas. Decidió ponerse un cubata fuerte para hacer tiempo, tequila con fanta de limón fue su elección. Se sentó en el colchón contemplando el cielo.

Llevaba un vestido de encaje blanco que dejaba muy poco misterio a la imaginación y unos tacones de aguja muy altos. Nunca cesaba su provocación e insinuación, ni siquiera esa noche.

Eran las 23:30h, se había bebido el primer cubata y preparó el segundo, el coche de Martín accedía al chalet, Nadia se puso de pie sin girar la vista hacia él.

- Joder, que guapa te has puesto. –Admitía Martín aproximándose a Nadia con un look muy playero.

- Pues nada, lo primero que he pillado. –Respondía con la mirada perdida en el tequila.

- ¡Qué ganas tenía de verte! – Clamaba Martín abrazándola por detrás.

- ¡Más tenía yo! –Exclamó Nadia inclinando la cabeza hacia detrás y depositándola en su torso.

Cada vez que tenían la oportunidad de encontrarse era como si una espesa nube de excitación abofeteara todos sus sentidos. Su conexión era como la del imán y el metal, con el contacto mínimo, solo acariciándose aumentaban considerablemente sus pulsaciones. Eran un gozo anhelado, una sutil perversión.

Nadia se dejó caer sostenida por sus brazos, apenas podía aguantarse sobre sus piernas.

Martín empezó a besarle el cuello, Nadia se estremecía con la delicadeza y suavidad que manifestaban los labios en su piel. Con serenidad la tumbo en el colchón y se colocó encima aguantando su peso. Su lengua le ganó protagonismo a su boca, bajaba despacio por el cuello, bordeó sus considerables pechos duros mordisqueando sus pezones. Nadia le miraba con descaro mordiéndose el labio y jugando con un mechón de su pelo.

Martín se abalanzó sobre su boca y empezó a besarla impetuoso, uno de sus dedos empezó a rozar su zona íntima por encima del vestido descubriendo que no había impedimento bajo el vestido, sino acceso directo. Su dedo índice, muy astuto penetró en su clítoris. Nadia sin mucho esfuerzo le bajó su bañador elástico y tomó aquel hermoso pedazo de carne palpitante, lo apretó con su mano y sintió cómo se desperezaba cada vez más. No paraban de besarse.

La vagina de Nadia cada vez producía más fluidos, el pene de Martín no podía estar más rígido. Se arrancaron las ropas mutuamente, Martín se tumbó en sentido opuesto a Nadia y le dieron vida a un clásico sesenta y nueve. Presos de una intensa excitación actuaban precipitadamente. Martín olía la entrepierna que tanto adoraba perdiendo su lengua en el laberinto vaginal, Nadia saboreaba su más exquisito manjar ciñéndolo a su aparato y mordiéndolo. Ambos necesitaban penetración.

Martín retiró su cuerpo y volvió a ponerse encima de ella, dirigió su salivado miembro hacia el interior de Nadia, quién le recibió con extremada lubricación natural. Sus movimientos se volvían más intensos, sus cuerpos se tensaban, todo indicaba que el orgasmo estaba próximo, Nadia detuvo sus movimientos para reducir su excitación y retrasar ese momento de eyaculación que significaría el fin del acto sexual y de sus encuentros.

Pero Martín le proporcionó un placer indescriptible, no podía aguantar más, gritó como nunca y encogió todos sus órganos vaginales para alargar ese momento y secuestrar la dureza de Martín, sensación que adoraba e irremediablemente le llevaba a la eyaculación. Sería la última vez que derramaría tinta blanca sobre Nadia.

Martín gimió fuertemente, los gritos de ambos se chocaban en el aire.

- Esto es un lujo. –Sonreía Martín.

- Esto es el fin. -Confirmó Nadia descorchando la botella y sirviéndose su copa con la mano temblorosa.

Martín descolocado encontró en la comisura de aquellos labios un mar de las lágrimas. Se quedó quieto por un momento.

- ¿Por qué dices eso, te ha dolido? Habérmelo dicho y hubiese parado, tonta.

- No, no es eso, pasaba de mandarte un triste WhatsApp, necesitaba despedirme de ti por última vez cara a cara, cuerpo a cuerpo. –Intentaba aclarar.

- Me estoy perdiendo, si es una broma no tiene gracia. Aun te quedan diez días en España ¿Cómo va a ser hoy la última vez?

- Lo que es una broma de muy mal gusto es todo lo que me has dicho, las ilusiones y expectativas que has creado en mí. Eres un mentiroso, un puto mentiroso.

- Todo lo que te he dicho es verdad.

- Recuerdas que me dijiste: “Estar contigo es lo mejor que me ha pasado en este año”, “Celebraremos la nochevieja en la Acrópolis”, “Nos iremos a la nieve juntos”, “Si el destino nos ha juntado ahora es por algo”, “XSJ” como final de cada mensaje, ¿Eso también se lo dices a Marta?

- ¿De dónde has sacado eso? –Preguntaba con los ojos como platos.

- Eso no te importa, pero casualmente en todos los lugares que has estado este verano ella también ha estado y los mismos días. Incluso en Costa Rica, dónde tú decías que te ibas con amigos, pero finalmente no pudiste ir por tu trabajo. Me imagino que le dirías que lamentabas no estar allí con ella… Esos días en los que me follabas a mí. Una lástima que ahora ella se tenga que enterar de toda la verdad. ¡Qué mal te ha salido la jugada!

- … - Martín no dijo nada.

-¡Vete, vístete y vete! ¡No quiero verte nunca más! ¡Borra mis recuerdos! ¡Deshazte de todos mis relatos y rompe lo que te regalé! ¡Para mi te has muerto! –Voceaba echándose el vino en la que sería su segunda copa y tragándoselo todo de una, como los persistentes pececillos del villancico.

- Nadia, yo… No es así del todo, ella es del grupo de amigos con los que viajo. Tú me gustas muchísimo… Joder tú te vas dentro de cuatro días y volverás dentro de seis meses…

- ¿Vas a decirme que no te has acostado con ella? ¿Tú no decías que estabas mirando vuelos para visitarme en Grecia? ¡Qué te vayas, coño! ¡Un hombre vale por lo que vale su palabra! ¡Y tú no vales nada, inseguro de mierda! Si solo querías penetrarme no hacía falta tanta palabrería, ni celebraciones de cumpleaños, ni presentaciones de compañeros de trabajo, ni ningún detalle. Yo te hubiera reventado igual pensando que eres un rollo de verano.

- Nadia, yo no me esperaba esto.

- ¡Vete ya!

- No te quedes aquí sola, ya has bebido mucho.

- ¡Para ti estoy muerta desde ahora mismo! ¡Nada de lo que me pase te importa!

- Sí que me importas.

- ¡Claro! ¡Igual que Marta! ¡Martín y Marta pegáis y todo! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¡Ajjjj veteee! – Le gritaba histérica empujándole.

Martín se puso de pie, se vistió y cabizbajo con los ojos llorosos desfiló hasta su coche. Toda la magia de aquel verano se estaba esfumando, y sería para siempre. La felicidad se había convertido en tristeza, el sueño en pesadilla y la ilusión en melancolía.

Nadia siguió rellenando su copa y descubrió que se le hacía pedazos un órgano que nunca le había dado problemas, su corazón.

Carmen y Esmeralda estaban en una terraza bebiendo mojitos. Nadia no paraba de llorar, les llamó para contarles todo lo sucedido, ellas también quedaron desconcertadas.

C: Estoy flipando, no sé ni qué decirte.

E: Me parece tan increíble. No entiendo nada, si vino a las fiestas de mi pueblo con sus amigos y se notaba que le gustabas mucho, pero si no paraba de mirarte, bailar y beber contigo.

N: No quería contaros nada hasta haberlo dejado con él, seguro que me hubieseis prohibido que quedara, pero yo... Necesitaba verle, una última noche.

C: No llores tía, no puedes estar triste por Martín, pero si es un gordo rehabilitado que en cuatro días se queda calvo y además arruga la frente como el perro ese.

E: Si, el carlino, no te olvides de la dentadura postiza que me lleva. Otra ostia tendría que darse con la bicicleta. Por subnormal.

N: Hombre Carmen, gordo rehabilitado tampoco ¡Ni que fuera alcohólico! ¡Tampoco quiero que se accidente, Esmeralda! ¡Estáis fatal!

C: Que no Nadia, que no, si se deja el gimnasio vuelve a su posición inicial, gordo.

N: Ja ja ja, tía que estoy muy mal, no me hagas reír.

E: Me voy a tener que enfadar, mal están los niños que se están muriendo en la guerra o por alguna enfermedad.

N: Joder Esmeralda, tampoco es eso.

E: Nadia ¿Con todo lo que has pasado y vas a hundirte por esto? ¿Tengo que recordarte quién eres? Cuando empecé a compartir piso contigo tenías 21 años y lograste que la agencia de prensa más importante de España te contratara, con 23 años te seleccionaron para cubrir la Gala de los Goya y has conseguido entrevistar a los mejores artistas de España. Eres toda una profesional y alegras un día malo a cualquiera. Todo hombre con buen gusto se enamoraría de ti.

N: Joder cari, gracias. Pero pfff, me ha engañado como a una tonta. Me ha hecho creer que no quedaba con nadie más, incluso había diseñado planes de futuro conmigo.

C: Ningún hombre vale tanto como para tener dos mujeres, ni una mujer vale tan poco como para ser la segunda.

E: Eso es, ¿Sabes lo que pasaría si intentaras vender un reloj de oro en un mercado?

N: No

E: Que nunca te lo comprarían, el valor es demasiado alto para ese lugar. A Martín le ha pasado lo mismo. Eres demasiado para él y no te ha sabido apreciar, de haberlo hecho no hubiese quedado con otra, pero tranquila que con el tiempo, el arrepentimiento le alcanzará.

N: Eso espero... Estoy tan desilusionada, no me creo que esto sea verdad. Estoy muy mal, siento que he perdido mi tiempo, todo el verano.

C: Eso tampoco cari, saquemos la parte buena, has empezado a romper mano como escritora, relatando vuestros encuentros.

N: Si, de eso también quería hablaros, vosotras sabéis el tiempo que me ha llevado describir cada cita con él: encontrar las palabras adecuadas, darle ritmo y forma, me niego a que se queden en mi ordenador y el suyo.

C y E: ¿Qué vas a hacer?

N: Intentar venderlos a algún periódico, sé que son buenos.

C: ¡Tía seguro que sí! ¡A mí me encantan!

E: ¡Si si! ¡Son geniales! Los que mandaste por el grupo de WhatsApp nos gustaron a todas. ¡Martín va a flipar cuando sepa que todo el mundo puede leerlos! Ja ja ja.

N: No sé si existe la justicia divina o el karma, pero voy a crear el concepto de justicia textual y contar mi experiencia con él. Que todo el mundo sepa el tipo de persona que es.

C: ¿Con la tal Marta vas a hablar? ¿Le vas a mandar alguna captura de pantalla de tus mensajes con Martín en los que decía que tanto significabas para él?

N: El cree que sí. Se lo he dicho para que se asuste, pero lo cierto es que no. Me da mucha pereza iniciar una guerra, si lo hiciera, probablemente él intentaría darle la vuelta a la historia para dejarme de mentirosa y loca. Además, eso de las capturas me parece de vengadora mediocre, yo prefiero publicar mi historia con él y que Marta la lea, seguro que se sentirá protagonista. Estoy segura que con ella habrá sido todo igual.

C: Ja ja ja. Nadia eres la mejor. Creo que deberíamos irnos unos días contigo a Grecia y disfrutar los pocos días de verano que quedan. Mañana mismo saco mi billete, ¿Esmeralda te animas?

E: ¡Por supuesto!

N: Caris yo solo quiero llorar. Martín se ha ido…

C: Entonces tienes dos opciones: quedarte en el funeral o celebrar que vuelves a ser la Nadia de siempre.

N: No sé, solo llorar.

E: Pues lo harás, pero en la playa de Mykonos, ya encontraremos a un griego corpulento para que te consuele.

N: Pfff no caris, no.

C: Nadia, te han dado una beca de doctorado en Atenas, la desilusión de ese hombre es lo mejor que te podía haber pasado, créeme. Lo mejor está por llegar, y la primera semana lo comprobaremos juntas.

Nadia no tuvo otra alternativa, Carmen y Esmeralda llegaron un día antes a Atenas y la recibieron con una buena fiesta. Las tres fueron fieles a sus dos pecados capitales preferidos: la gula y la lujuria, aunque Nadia se acordaba de Martín. Se sentía perdida y ganada. Allí renació como una Afrodita saliendo de las aguas. Continuó siendo el prototipo de belleza y distinción que le caracterizaba. Una mujer vibrante, misteriosa que se contoneaba segura de sí misma como la femme que sigue siendo hoy en día. El mal de amor lo llevó como se llevan las joyas, con mucha clase y sin necesidad de exhibirlas.

No borró a Martín del Facebook ni de sus contactos de teléfono, ella quería demostrarle que su actitud no le había causado la más mínima herida. Él no desapareció del todo, le escribió cuando su abuela falleció, para felicitarle la navidad, incluso en fin de año le mandó un selfie desde Venecia acompañado del mensaje: “Tenemos que hablar. Tengo muchas ganas de verte. Este año va a ser diferente.” A Nadia no le costó nada averiguar que ese mensaje lo mandó viajando con ella, no tuvo más que mirar el Instagram de Marta. Se consternó de lo caradura que era.

¿Cómo era capaz de estar celebrando la entrada al año con Marta y proponiéndole quedar a Nadia?

Nadia no respondió.

En enero consiguió vender sus relatos a un periódico de relevancia y tuvieron un elenco importante.

El martes 28 de febrero publicó en su cuenta de Facebook una captura de pantalla que confirmaba el éxito de sus relatos. Con tan solo un día en internet, su quinto relato contaba con 4979 visitas y una puntuación de 9,2.

Martín instantáneamente le dio “Me divierte” a la publicación y a continuación le mandó un WhatsApp que decía: “Normal que los relatos hayan triunfado con lo bien que nos lo pasábamos, yo creo que deberíamos repetir y no hacernos mala sangre, esto hay que celebrarlo.”

Una vez más, Nadia no respondió.

Ese mismo sábado, 4 de marzo, cuatro días después de su proposición sexual, unos amigos de Martín se casaban en el pueblo de Nadia y él acudió radiante de felicidad con Marta.

Sintió una rabia enorme, Martín era un sinvergüenza, un irrespetuoso con la vida de los demás. Capturó todas las conversaciones desde el primer día de verano, buscó las fotos y los videos de ambos juntos con el objetivo de mandárselo a Marta, pero justo en ese momento recibió un email de una agencia de Estados Unidos confirmándole que el trabajo era suyo. Pronto tendría que viajar a Nueva York con un contrato de un año. Noticia inesperada que le emocionó e impresionó provocando que el tema de Martín quedara descuidado.

Bloqueó a Martín de sus redes sociales y guardó toda su rabia en una carpeta del ordenador. El deseo de arruinarle su relación se esfumó.

Una nueva etapa comenzaba para ella. ¿Escribiría sus aventuras con los americanos?

Carolina Gascón

Instagram: dolcecarolinee_

Ha sido un placer escribir estos relatos.

Volveré.

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