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Emilio (El rufián - 1ª parte)

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Entre sueños, Emilio escuchó a su tata Dolores hablando con otra mujer. También volvió a oírla en la cocina, hablando con Marcos, antes de irse a Almería de compras con su hermana. Luego, percibió el olor a limpio de la ropa tendida en el pequeño patio que había junto a su habitación y también sintió las manos de su abuelo abriéndole las nalgas para humedecer su agujerito.

- ¡Ahy!… abuelo, ¿eres tu?… dijo, sin apenas fuerzas.

Todavía no tenía fuerzas ni para abrir los ojos, pero sentía la lengua de su abuelo lamiéndole el ojete.

Se dio la vuelta con mucho esfuerzo y Marcos se quedó mirando ese aparato tan erguido....

- ¡Ojuh, que buen rabo, quillo!, que ganas tenía ya de comerme algo así. Y empezó a comerle la polla.

Emilio sintió el calorcillo de esa boca y se abandonó al placer que le proporcionaba. Pero, no podía seguir en la cama. Miró a su abuelo tiernamente y...

- ¡Ay, abuelo!... Que ganitas me tienes, ¿eh?

Le cogió la cara con mucha delicadeza y se la acarició, sin dejar de mirarle a los ojos.

- ¡Espera, un momento!…

Se levantó y dejó que su abuelo disfrutara de su desnudez, simulando que buscaba algo en su macuto y en los cajones del armario.

Luego se acercó a él y le dio un beso.

Pero, de alguna manera, sintió, que no era ese beso, precisamente, el que hubiera querido su abuelo.

De hecho, Marcos hizo amago de querer besarle en la boca; así que, Emilio volvió a acercarse y le beso en la boca, sacando un poquito la lengua, para que se confiara y le comiera los morros a gusto.

Marcos aceptó contentísimo ese beso y se abandonó a el, como si quisiera que durase eternamente. Pero, se le aflojaban las piernas; y Emilio, se dio cuenta.

- ¿Que te pasa, tato?…

- ¡Ay, niño!, es de puro placer, ¡mi amor!... ¡es que me gustas a rabiar!…

Le cogió de la mano y se lo llevó al cuarto de baño.

- ¡Quiero que me bañes como cuando era un niñito, ¿te acuerdas?...

Marcos asintió con la cabeza y empezó a enjabonarle. Recorrió con las manos su cuerpo hasta hartarse y se quedó un ratito mas en el ojete, metiéndole los dedos.

- ¿Te gusta, niño?

- ¡Claro, abuelo!, ¡me encanta!

De repente, Marcos cogió la toalla, se secó las manos y salió del cuarto de baño

Emilio se extrañó, pero supuso que quizás hubiera llegado Dolores.

Marcos, sin embargo entró en la cocina, con la idea de mirar en el verdulero, para ver si había algo que le gustara para seguir jugando con su nieto, pero oyó la voz de Santiago

- ¡QUILLO!, ¿ESTÁS POR AHÍ?...

Volvió a la puerta de la cocina y se dio cuenta de que Dolores había dejado la puerta de la calle abierta. Solo tenía la cortina echada.

Sorprendido, empezó a titubear; sin saber, si coger un calabacín, o, salir a recibirle.

- ¡Hombre!, Santi. ¿Que tal?. Me alegra que hayas venido a buscarme, pero no sé si podré ir a la playa…

Santiago, se quedó, un tanto parado, viendo a Emilio, en pelota picada, que en ese momento salía de la ducha...

- ¡Perdona, niño!... ¿tendría que haber llamado al timbre antes de entrar, no?, dijo mirando a Emilio

Y enseguida saltó Marcos:

- ¡No, hombre!, no. Tu eres de confianza, Santí… ¡ya lo sabes!.

- ¡Bueno!, pero, ¡a lo mejor!, a Emilín, no le apetece que nadie le vea así, por las buenas…

- ¡Tranquilo, Santiago!, dijo Emilio

Y empezó a estirarse como si quisiera desperezarse...

… ¿hasta cuando estará la tata fuera, abuelo?

- Pues, creo que hasta las 13.30... ¡por lo menos!. Tenían muchas cosas que comprar... Y su hermana es muuu tranquila...

En un arrebato de atrevimiento Santiago dijo:

- Este nieto tuyo, está mu guapo ¡eh!. ¿Has visto que cuerpaso, quillo?...

Emilio, sorprendido, miró a su abuelo y le guiñó un ojo. Luego, sonrió, y con premeditada lentitud, le cogió la mano a Santiago... Y mirando fijamente a su abuelo, se fue metiendo el dedo índice de Santiago en la boca; y empezó a chupárselo como si fuera un chupachups.

- ¡Ven abuelo!, acercate...

Marcos, estaba estupefacto, mirando como su nieto le chupaba el dedo a Santiago. Frunció el entrecejo y desvió la mirada, para mirar a Santiago, interrogante…

Pero, solo vio la cara de circunstancia que se la había quedado a su amigo. No entendía bien...

Se acercó, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Emilio dejó de chupar ese dedo y le plantó un beso en la boca…

De repente, todos los perjuicios, que les asaltaban desaparecieron y se dejaron arrastrar por lo que sentían. Santiago, entendió la jugada perfectamente y se acercó al muchacho, por la espalda para empezar a besarle en el cuello. Pero, Marcos, aunque estaba lanzado, no daba crédito a lo que veía. Lo aceptaba, si. No sabía porqué...

Quizás, porque estaba mas caliente de lo normal…

... Y sí, le pareció bien que Santiago quisiera follarse a su nieto…

Como no iba a querer follárselo, si le estaba provocando de esa manera.

- A ti también te gusta mi nieto, ¿verdá?. Pues a las 12:30 te esperan en la playa

Y levantó la cara, empinándose, para besar a su nieto, mientras le echaba mano...

- ¡Que buen rabo tienes, hijo!

Santiago, que ya veía la situación con más claridad, se arrodilló detrás de Emilio, le separó bien las nalgas y metió la cara en medio...

Empezó a chuparle el ojete encantado; y Emilio abrió las piernas para que pudiera comérselo a sus anchas...

Santiago pudo volver a ver esa cara que tanto le gustó la noche anterior; y que le puso a cien.

Luego, se puso en pie y bajándose el bañador, hasta media pierna, liberó ese rabo inhiesto y lo mojó con saliva, convenientemente... Y se lo enchufó entre las nalgas.

- ¡Guau!… ¡que rico!… ¡dale Santiago!… ¡que gustazo!

Marcos, sintió los envites de Santiago; y bajó a comerse la polla de su nieto que había despertado en él un ansia incontenible…

A veces, daba la impresión de que quisiera comérselo de un solo bocado…

Pero entonces, Santiago, que observaba a Marcos, mientras se follaba al chico en profundidad, consideró que tenía que cederle el paso a su amigo, y se desenchufó de Emilio haciéndolo girar y entregándoselo...

Marcos, lo agarró por las ingles y le obligó a agacharse, lo suficiente, como para poder metérsela sin tener que empinarse. Y su nieto, le ayudó, sacando el culo todo lo que pudo, para que pudiera empotrarlo contra la pared hasta que se hartara.

- ¡Dale, abuelo!... ¡pégale fuerte!... ¡guau!, ¡que rico!… ¡eres el mejor!

Y así estuvo Marcos, dándole lo suyo hasta que Santiago vio como, poco a poco, se desinflaba...

- ¡Deja algo para mi, Marquitos!, que todavía no he terminado, ¡eh!…

Dijeron de continuar dentro de la habitación de Emilio y entraron directos a la cama. Emilio se colocó en la orilla y levantó las piernas todo lo que pudo. Enseguida sintió ese trozo de carne, que Santiago manejaba con absoluta maestría, llenándole el culo como pocos lo habían hecho.

- ¡Que bien lo haces, Santi!… me matas de gusto, ¡cabrón!...

No pudo haberle dicho nada mejor.

A partir de ahí, tanto Marcos como Santiago, se lo trabajaron con verdadero mimo; dándole lo mejor de ellos y procurando sacar matricula de honor.

Muy pocas veces le habían dejado tan a gusto.

Después de correrse los tres, se ducharon…

Y Marcos se tumbó un poco para recuperar fuerzas. Emilio entró en la cocina y se preparó un buen tazón de café con leche; luego, salió al comedor...

- ¿Quieres desayunar conmigo Santi?

- ¡No puedo, quillo!. Me tengo que ir a la playa, que me están esperando. ¡Nos vemos esta tarde, vale!... Y nos vamos a pescar.

Quedó con él a eso de las 16:30. Hoy había muchos nublos y apenas pegaba el sol.

De regreso a la playa, Santiago se encontró tumbados en sus respectivas toallas, a Pepe y a su cuñado Luis Miguel, que también estaba de Rodriguez; y que últimamente venía mucho a visitarle.

- ¡Vaya!, parece que no tienen mucha gana de bañarse hoy ¿no?, dijo Santiago (refiriéndose a las mujeres y a los niños)... ¿cuando se han ido?.

- En cuanto se fue el sol, dijo Pepe...

Santiago miró a Luis Miguel, que estaba tumbado boca abajo, haciendo ostentación de su precioso culo enfundado en un Speedo azul.

Y Pepe siguió con la retahíla...

- Que si... ¡vaya un día para estar en la playa!, que si... ¡mejor nos vamos a terminar de limpiar la casa!…

... ¡En fin!... Pa qué te vi a contar... ¡a ver si termináis ya la obra!, ¡coño!

- ¡Pues yo he quedáo con Emilín, pa ir a pescar esta tarde!, Pepe. Así que, ya sabes...

Pepe miró a su cuñado y le dio una palmadita en el culo

- ¡Quillo!, ¿porqué no sacamos el yate esta tarde?, que tenemos plan…

... Y mi lancha es mu chiquitilla.

Seguro que cuando lo veas, se te va la olla, como a nosotros, ¿verdá Santi?…

- ¡Es un bombón, Luis Miguel!. Un verdadero bombón…

- ¡Vaya!, o sea, que hay que ir a Aguadulce esta tarde, ¿no?...

- ¡Claro, niño! Y ya verás que bien lo pasamos…

Su cuñado, que está casado con su hermana Ester, la pequeña, tiene 41 años; y aunque Pepe es treinta años mayor que él, se lo folla en cuanto tienen un momento.

A Santiago también le gusta y, siempre que puede, también le hinca el diente.

Cuando llegaron Dolores y su hermana, cargadas con pescado de la Lonja del puerto de Almería y un montón de matanza, entre otras cosas, a Emilio no le quedó mas remedio que ayudarlas con todo y echar una mano en la cocina.

Eran las 13:05...

- ¿Y Marcos?, dijo Dolores…

- ¡No sé, tata!. Cuando ha llegado con Santiago me ha dicho que estaba cansado y que se iba a echar hasta que tu llegaras.

- ¡Claro!... Y luego, ¡la siesta!…

… ¿como va a dormir bien por la noche?. Así le tiene al médico, que ya no sabe lo que le va a mandar… ¡Ay, Dios mío!, ¡que hombre!

Y llegó la hora de comer. Eran las 15:00...

- ¡Oye, tata!, que me ha dicho Santiago que iban a pescar esta tarde; y yo quiero ir con ellos.

- ¿Ahora, por la tarde?, ¡que raro!; y miró a Marcos

- ¡Están chalaos!… conmigo que no cuenten ¡eh!. Dile a Santiago que yo voy a echarme la siesta, que luego me acerco a su casa...

- ¡Vale, tato!…

... Voy a coger algunas cosas y me voy... ¿vale?

Y miró a su tata...

- ¡Claro, hijo!. No vas a estar siempre metío en casa.

Alrededor de las 16:30. Pepe y su cuñado ya estaban esperándoles en el Club Naútico.

Sin embargo, Santiago, que estaba en la playa, miraba el horizonte con la mirada perdida, pensando en lo que había ocurrido por la mañana en casa de Marcos. No sabía lo que sentía por ese chico, pero desde que llegó, ocupaba todo sus pensamientos.

- ¡Hey, Santi! ¿que pasa?

Santiago se giró y le miró de arriba abajo, como embobado.

La verdad, es que esos pantaloncitos de running, blancos y esa camiseta, sin mangas, azul marino, completamente dada de sí, le favorecían mucho. Se quitó las chanclas para entrar en la arena y sonriendo…

- Bueno ¿que?...¿estamos solos?

- ¡No!, ¡que va!, es que Pepe y su cuñao, que ha venío a verle, nos esperan en el Club Naútico. Parece ser, que lo de pescar, va ser mañana; porque, luismi nos ha invitáo a darnos una vuelta en el yate. ¿Te apetece?...

- ¿Tiene un yate?

- Y. ¡de puta madre!, ¡quillo!

- ¡Guau!, pues venga... ¡vámonos!. ¡Ya pescaremos mañana!

Santiago le acarició el cuello, mientras lo miraba con una gran sonrisa y se enfiló en dirección al Club Naútico.

- ¡Están ahí mismo!, ¿los ves?

- Si, claro

- Yo creo que son aquellos dos, ¿no?

- Si. A Pepe le conozco y le veo muy bien… ¿el otro es su cuñado?

- Si. Se llama Luis Miguel, aunque le llamamos luismi

- Parece mucho más joven, ¿no?

- La verdá es que si. Podría ser su hijo. ¡Anda ponte tu delante, que me gusta verte andar!, dijo Santiago…

Y según se colocaba delante de él, le dio un pequeño azote en el culo.

Emilio sonrió

- Te gusta mirarme el culo ¡eh!

- ¡No lo sabes tu bien!…

Se acercaron a ellos y...

- ¡Hombre, Emilin!, no sabes lo contento que estoy de poder presentarte a mi cuñado luismi. Es el nieto de Marcos, dijo mirando a su cuñado…

- ¡Ah!, hola...¡Encantado!

- ¡Hola!

Se miraron mutuamente y luismi entendió perfectamente porque la insistencia de los dos para ir a dar un paseo en el yate.

- Supongo que Santiago te habrá dicho que vamos a a darnos una vuelta en el yate de luismi ¿no?…

... Mañana vamos a pescar ¿vale?

- ¡Vale!, sin problema… me hace mucha ilusión subirme en un yate. Nunca he subido a uno; y me ha dicho Santi que está genial.

- ¡De lo mejor!. Y muy bien cuidado. ¡Ya verás!. Lo tenemos en Aguadulce. Así que, tenemos que coger mi lancha para ir hasta allí, ¿vale?. Venga, ir subiendo que nos vamos ya.

Santiago salto dentro de la pequeña embarcación y se sentó detrás, haciéndole un hueco a Emilio para que se sentara a su lado y luismi se colocó al lado de Pepe, que se encargó de conducirla. No tardaron mucho en salir del puerto.

Las manos de Santiago se entretenían en la espalda de Emilio, acariciándosela, mientras daban pequeños botes sobre el agua en dirección al puerto deportivo de Aguadulce.

Al llegar, tuvieron suerte y pudieron aparcarla cerca del yate, que no era muy grande, pero si muy bonito. Blanco y azul. Con un diseño muy moderno.

Nada más subir, Emilio, que iba detrás de luismi, miró esos anchos asientos tapizados en blanco, que contrastaban con el color rojizo de la madera del suelo, luego giró la cabeza para admirar la cabina, que le pareció más grande de lo que podía parecer a simple vista, con un bonito cuadro de mandos y un cómodo asiento para el encargado de conducir, más un soberbio volante con su funda de piel, colocado a la altura idónea.

De repente, apareció Dani, que era el encargado de El Rufian (nombre del yate).

Pepe, ya le conocía; y sabía que era otro de los lios de luismi. Un Jubilado de la Armada, que tenía mucha experiencia en estos menesteres; además, de tener muy buena planta y muchas otras cosas…

Le enseñó al chico, todo lo que ya estaba a la vista; y aprovechó que su cuñado y Dani se enfrascaron en una intensa conversación, para sugerirles sentarse a tomar algo en esos maravillosos asientos blancos de la cubierta. La tarde era espléndida y Emilio se arrodilló sobre ellos para mirar a su alrededor y curiosear, mientras salían del puerto.

- Son las 18:00, dijo Pepe, con una tónica en la mano. ¿Os pongo algo?

Y Santiago que se había sentado junto a Emilio, le miró y subió con la mano por la pierna de Emilio hasta tocarle los huevos.

Emilio abrió las piernas y sacó un poco el culo; y Pepe se acercó a ellos…

- ¿No quereis tomar nada?

La mano de Santiago había empezado a recorrer esa estimulante rajita... Y enseguida se sintió acompañada por la de Pepe; que había entrado de arriba a abajo.

- Yo, no... ¡de verdad!. ¿Tu Emilio?

- No, no… ahora no quiero nada de beber… luego te pido algo ¿vale?

Pero, Dani, desde la cabina, les miraba atentamente...

- Parece que están impacientes y ya tienen ganas de que empiece la fiesta; le dijo a luismi, que estaba de espaldas.

- Entonces, vamos a movernos; no sea, que llamemos demasiado la atención…

A pesar de la intensidad del manoseo de Pepe y Santiago, todo resultó muy discreto; y apenas lo percibió nadie, excepto los protagonistas y Dani, que parece estar muy impresionado con el chico y no le quita el ojo de encima.

Luismi giró la cabeza para mirarles, y dijo…

- ¿Has visto lo que nos hemos traído?

- ¡Como no verlo, Luis!… ¡es maravilloso!

- Podemos hacer con él lo que queramos, Dani.

El Rufián empezó a moverse, con la clara intención de salir del puerto deportivo; y no tardó mucho en alejarse de la costa...

Emilio ahora estaba tumbado en los asientos de estribor, con las piernas encogidas y las rodillas separadas, para que Pepe y Santiago, que no dejaban de tocarle, tuvieran a mano su esfínter… y todo lo que les apeteciera.

Esa cara de buen chico y sus pocas palabras, en un muchacho con un cuerpo como el suyo invitaban aún mas a querer poseerlo.

Pero a Pepe le llamó a atención que Dani y su cuñado no salieran de la cabina. Así que lo dejó en manos de Santiago y se acercó a ellos.

Dani estaba sentado y con el volante en las manos, dirigía la embarcación mar adentro, mientras que luismi, de pie, a su izquierda le ordeñaba lentamente. Al darse cuenta de la presencia de Pepe, le miró y sin decir palabra, se giró y le besó en la boca.

A Pepe le llamó la atención la zambomba de Dani y se quedó mirándola unos segundos

- Creo que ya estamos lo suficientemente lejos de la costa. Voy a parar los motores…

Eran las 18:44 y la tarde era tranquila en medio de las aguas. No se veía nada, ni a nadie… solo las olas del mar, que se mecían tranquilamente junto a la embarcación.

Pepe correspondió al beso de su cuñado y vio como Dani le metía la mano entre las piernas con la intención de ir subiéndolas, poco a poco, hasta llegar al culo.

- No creas que te vas a librar de nosotros porque hayamos traído a Emilio, dijo Pepe; que miró a Dani

Sacando la lengua todo lo que pudo. Dale caña a este mamón Capi, que quiero reventarle el culo antes de que empiece la orgía.

Le dio la vuelta enérgicamente y le bajó el bañador, para dejarle con el culo al aire; y mientras Daní empezaba a comerle la polla, le daba saliva en abundancia en el ojete

- ¡Joder!, me voy a quedar seco ¡coño!… ¿donde tienes las herramientas luismi?

- En los cajones que hay bajo los asientos de estribor

- Espera que los traigo, dijo Dani

Se levantó del volante y se acercó a Santiago, que curiosamente estaba sentado encima.

No pudo resistirse a la visión de ese agujero en el que Santi metía sus dedos y al que le daba chupetones como si su boca fuera una ventosa.

- ¿Puedo?, le preguntó a Santiago…

Y se acercó a lamer ese culo, que le pareció una verdadera golosina…

- ¡Mmmmmmmmmmmm!, que lujo. No sabes lo contento que me pone tenerte aquí, niño.

Emilio, que había cerrado los ojos para concentrarse en el placer que sentía en el ojete, le miró sin decir nada y volvió a cerrar los ojos.

Le costó un poco, pero tiró del cajón y sacó una bolsa llena de cremas, aceites, preservativos, dildos, consoladores de todo tipo, bolas chinas, vibradoras… en fin, un auténtico arsenal de juguetitos para pasarlo bien. Volvió a mirar a Emilio y esta vez se acercó a comerle la boca.

- ¡Cabrón!, ¡que guapo eres!... No me canso de mirarte.

Y volvió al ataque metiéndole la lengua hasta la campanilla.

- ¡Precioso!... Te vamos a follar hasta que pidas socorro.

Emilio, le miró, sonriendo, con cara de “cuando tu quieras”; y tuvo que levantar el culo porque Santiago le estaba quitando los pantaloncitos, para engrasárselo. Luego, levantó las piernas y se preparó para recibir el trabuco de Santiago, que pedía paso. Y mientras Dani no sabía, si engancharse a ellos, o, llevarle las herramientas a Pepe, Santiago le puso el culo a tono.

Pepe por su parte, esperando el encargo que le había hecho a Dani, disfrutaba de una magnifica mamada. Pero no pudo evitar echarle una mirada inquisitiva para que le llevara las herramientas, a ser posible, ya. El capi se acercó a luismi con las herramientas necesarias y Miró a Pepe, dándole a entender que estaba dispuesto a colaborar con él en lo que dispusiera...

Luismi, es un machote muy atractivo. Moreno, con barba de tres o cuatro días, siempre; porque a su mujer le gusta más así. Musculado hasta cierto punto y en conjunto muy viril. Todavía consigue que algun@s se vuelvan para mirarle. Muy apetecible y tragón, por supuesto. Le gusta sentirla dentro, desde que la probó.

Dani, es otra cosa. Pelo canoso, casi blanco, muy alto y corpulento. Lo que se dice un buen bigardo. Con 68 años y recién jubilado. Se puede decir que, por lo menos cuando era mas joven, se le había considerado un hombre guapo. Marino de profesión y con muy buen gusto para los hombres; y una buena tranca, que tiene loco a luismi.

Pepe, es un golfo. Lo ha sido siempre. Pero muy simpático y descarado. También buena persona y un poco extravagante. Le gustan los tíos mas que el comer y ya tiene 71. Estatura media. Con barriguita peluda y cierto sexapil. No se sabe porqué, pero con él caen todos (los que el quiere ¡claro!)

Santiago, es delgadito y alto, pero no demasiado. Con 76 años y un cipote tremendo y revoltoso como el solo. Cara de “yo no he sido” y una sonrisa muy convincente. Es un ligón. Y a su edad, seguro que folla mas que cualquier adolescente de su barrio. Esta muy emocionado con Emilio y le tiene totalmente abducido, sin saberlo él.

A Emilio, en estos momentos, no sé si lo he presentado antes, pero es un muchacho tremendamente hermoso. Moreno, de pelo negro como el azabache, carita de niño bueno y una mirada limpia, con un cuerpo tremendo, que no se sabe de donde le viene y que, hasta vestido con la máxima sencillez, resulta muy sexy. De pocas palabras y muchas sonrisas. Inteligente y discreto; y con un desnudo de infarto. Una completa golosina para la que no encuentro palabras que le hagan justicia. Maravilloso. Para volverse loco. Pasivo y complaciente con los viejitos... Y cada vez más putón.

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