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Mi madre, la calientapollas

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Menuda polla se acaba de calzar mi madre. Salimos juntos a una terraza de verano y se enrolló con un par de tíos, hasta que se la llevaron al coche y se la calzaron a la vez.

Soy Pancho Alabardero, tengo treinta y algunos años, vivo en Madrid y mi madre vive conmigo a modo de madre de día y amante de noche. Me considero a mí mismo Edipo Rey, y en mi largo peregrinar en busca del sexo perdido, aquel que no llegué a disfrutar durante mi adolescencia y mi primera juventud por la ocurrencia de enrolarme en una orden religiosa, cuyo mayor despropósito era la abstinencia sexual entre sus miembros, entenderán que ande dando tumbos de cama en cama, y quizás disculpen mi último despropósito sexual, que a punto estuvo de acabar como el rosario de la Aurora, porque cuando vi a esos dos tíos calzándose a mi madre en mi coche, intenté pararlos, pero no conseguí más que un manotazo de uno, una patada de otro y un arañazo de mi madre, así que decidí dejarles que continuasen, aunque eso sí, me agazapé detrás del coche y disfruté cuanto pude del largo y ardoroso polvo que los tíos le metieron a mi madre.

Nada más llegar a la fiesta la cosa ya empezó mal, porque el guardacoches en lugar de limitarse a señalarnos el lugar para aparcar, va corriendo a la puerta de mi madre y la ayuda a salir del coche, aunque aprovechando que el coche de al lado estaba demasiado cerca y la puerta no se podía abrir del todo, pues se tuvo que apostar muy apretado a la puerta y al salir mi madre le sobó el culo con todo descaro.

Mi madre ni se inmutó, al contrario, metió la mano en el bolso y le largó unas monedas, el muy cabrón, le mete mano y encima cobra por ello. Pero bueno, al grano. El caso es que la fiesta era de esas macro fiestas que se organizan todos los veranos en diferentes extrarradios de Madrid, una zona muy pija llena de trepas, ganapanes, ricachones y tías ansiosas de follar, de modo que comprenderán que los cazadores de polvos abundasen por doquier.

A la fiesta se accedía por invitación y te acomodaban en una mesa rodeada de sillones anchos y confortables, pero excesivamente bajos, de modo que las señoras podían exhibir muy fácilmente sus prendas intimas, eso claro la que las llevase, porque abundaban las que directamente exhibían su abundante mata de pelo tapándolas apenas el chumino.

No era el caso de mi madre, que se aposentó cómodamente en el sillón, se cruzó de piernas y de cuando en cuando cambiaba de postura y en apenas unos segundos te mostraba el albergue de la sexta felicidad apenas tapado por unas brevísimas bragas de encaje que más que tapar insinuaban. El caso es que ni ella ni yo tardamos en ligar, mi madre con un tío como de unos cuarenta y tantos años, muy moreno, de complexión fuerte y de manos largas, porque nada más salir a bailar con mi madre le metió mano al culo y se lo sobó a conciencia.

Yo con una medio gilipollitas, que iba de intelectual y de enteradilla, pero que poseía el mejor culo de la velada. De esos culos que nada más verlos te entran ganas de tocarlos y me pasé la noche intentándolo hasta que casi a media noche conseguí llevármela a un frondoso jardín desde donde se podía ver y no ser visto, con la sana intención de bajarle las bragas y restregarle la polla por su prominente culo.

Como les dije el lugar era excelente: oscuro, frondoso y situado en una especie de pequeño cerro desde donde se podía contemplar todo lo que sucedía en la fiesta y ese fue el problema, porque ya cuando las bragas de la enteradilla con el culo prominente estaban por los tobillos, veo que mi madre se dirige al aparcamiento acompañada de dos tíos, el que nada más llegar la ligó y otro desconocido.

Yo me quedé como petrificado y se lo dije a la del culo prominente:

-Esa que va con esos dos tíos es mi madre. No sé a donde irán-

-Que fashion. Has venido a la fiesta con tu madre- me contesta ella muy divertida y con las bragas entre los tobillos.

-No sólo he venido a la fiesta con ella, además follo con ella- le dije un tanto molesto al ver lo divertida que iba mi madre y cómo los tíos le metían mano a las tetas de mi madre.

-¡OH! Eso si que es cool, yo también quiero follarla- Me dice la del culo prominente con las bragas en los tobillos.

-Pues vas a tener que esperar, porque me da la impresión que esos dos tíos se la van a follar primero- le dije ya verdaderamente molesto por lo que estaba viendo de mi madre y porque no conseguía bajarle las bragas más allá de los tobillos, de modo que en un arrebato de pasión me arrodillé, le quité las bragas y se la metí apresuradamente, porque mi madre se perdía por entre los coches con esos dos tíos.

Nada más correrme en el culo prominente de la chica, la acompañé hasta la mesa y corrí en busca de mi madre. Suponía que a esas alturas ya se la estarían metiendo, y efectivamente cuando la encontré se la estaban metiendo, dentro de mi coche porque mi madre había llevado las llaves y en los asientos de atrás.

Uno de los tíos se la follaba por el chocho y el otro por la boca. Yo intenté abrir la puerta y penetrar no sé con qué intención, pero fui expulsado expeditivamente. Uno me dio una patada, el otro un manotazo y mi madre un arañazo, aunque quiero creer que no sabía que era yo quien venia a su rescate.

El caso es que me fui detrás del coche y no pude hacer otra cosa que contemplar desesperado como se calzaban a mi madre. El que la tenía montada la embestía con tenacidad, el que se la follaba por la boca con impetuosidad. Vi a mi madre al albur de los acontecimientos, dudo que ella estuviese disfrutando porque más que follar parecía que los tíos la estuviesen humillando, pero no intervine hasta que los tíos se desahogaron dentro de ella y la dejaron tendida en los asientos del coche.

Cuando la cogí para incorporarla abrió los ojos y me preguntó.

-¿Te la has follado?-

-Si, me la he follado, pero parece que a ti también te han follado a conciencia- le dije un tanto molesto por lo visto.

-Tonterías- me dijo cansina –esos tíos lo único que han hecho ha sido metérmela, follarme sólo me follas tú-

Y en ese momento la abracé, busqué por el suelo del coche sus bragas y se las puse, le enfundé su sujetador y le metí el vestido como pude. Arranqué el coche y me la lleve a mi casa, a nuestro dormitorio.

Ya en casa hice justo lo contrario, le quité el vestido, le desenfundé el sujetador, le quité las bragas y la metí en la cama. Estaba bastante bebida de modo que enseguida se me durmió entre los brazos y así, abrazados el uno al otro nos despertamos al día siguiente mirándonos a los ojos.

-Buen culo tenía la chica- me dice celosa.

-Buenas pollas tenían los tíos- le dije celoso.

Y en ese momento se tendió en la cama boca arriba invitándome a subirme encima de ella, y me subí encima de Cayetana, mi madre. La miré a los ojos y desprendían deseos, le toqué sus tetas y desprendían chispas, le besé sus labios y se me pegaron de miel, le metí mi lengua en su boca y ella la entrelazó con su lengua y estuvimos tiempo y tiempo restregándonos las lenguas hasta que despacito, despacito, se la metí a mi madre.

Ella al principio se dejaba hacer, dejaba que se la metiera y se la sacara, pero mi madre es un volcán, de modo que pronto aparecieron sus primeros jadeos, sus primeras respiraciones convulsivas, sus primeros envites de cadera para sentirse más penetrada… y también sus primeras frases de frenesí, de locura.

-Métemela degenerado, métesela a tu madre. Métemela cabrón, métela en el chumino de tu madre, que no vas a encontrar otro chumino igual. Métela, disfruta que esto es un incesto, se la estas metiendo a tu madre, métemela, métemela, métemela-

Y se la metí, se la metí, se la metí, me follé a mi madre, me encanta el incesto, me apasiona follarme a mi madre, me enloquece ver cómo se la meten a mi madre, me vuelve loco follar a mi madre después de haber sido follada por otros tíos, me entusiasma sentir como penetra mi polla por el suave y acariciador chumino de mi madre, me embriaga sentirme envuelto en los olores de hembra follada que desprende mi madre después de haber sido follada, me gusta metérsela a mi madre, me gusta metérsela, me gusta ver como se la meten.

Dicen que el sexo es por igual, imaginación y pasión. Se imaginan ustedes algo más apasionante e imaginativo que metérsela a su madre, yo no, para mí no hay nada comparable a metérsela a mi madre, o quizás si que lo hay… ver cómo se la meten a tu madre.

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