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Ella re zarpada y yo virgen

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Mi nombre es Gabriel, tengo 18 años, soy un tanto inexperto en lo sexual, y eso me pone muy nervioso a la hora de hablarle a una chica. El último verano me interné en un gimnasio y así logré algunos músculos, y eso es bien codiciado por ellas… la verdad, mis padres me mandaban porque no querían un hijo obeso, ya que fui gordito de niño.

Hace no mucho comencé a acercarme a las de mi curso. Pero siempre siento que ellas avanzan muy rápido, y yo me quedo mirando el techo mientras mis compañeros me cuentan que salen con ellas y todo lo demás.

Para el mundial Brasil 2014 hicimos una pequeña apuesta con una guachina de quinto año, que siempre andaba metida entre los más grandes. Ella apostó que nuestra Argentina no llegaba a la final y yo que sí. El que ganaba se quedaba con algo del otro. Solo que jamás pactamos qué sería ese algo.

El primer día de clases luego de las vacaciones ya sabíamos el resultado, pero yo creí que ella olvidaría el tema. Al fin y al cabo las mujeres no tienen tan en cuenta el fútbol. Entonces, cuando la vi, después de sobrarla y decirle que no entiende nada de eso, medio jodiendo le dije que me diera su bombacha como premio, y me sonrojé. ¡La muy guacha me llevó al baño de niñas, se la sacó por debajo de la pollera y me la dio en la mano, mientras me decía que ya cumplió los 18!

La miré fijamente aunque idiotizado apretando la prenda, y creo que se me notó que se me re paró. Ella se las tomó, yo le pegué una olida y salí con la idea fija de llegar a casa y disfrutarla más.

Ya en mi habitación, con una presión en el pecho y tremenda recompensa, la saqué de la mochila para olerla re cevado. Por un lado sentía algo por ella, pero por otro estaba seguro que era una calentura. Solo pensaba en que no podía ser tan lanzada y tan chica, y me acabé en las manos como un boludo.

Denis es bajita, mide 1,57, es morocha con rulos y pequitas, tiene ojos marrones y es rellenita. Por las noches olía su bombacha un poco manchada, olorosa y suave. ¡Se la imaginaba puesta y me re pajeaba!

La tercer noche que la tuve me encerré en el baño y desesperadamente le terminé encima. No sabía qué hacer ni dónde esconderla. Todavía mi madre me limpia la pieza. Así que la metí toda enlechada en una bolsa y la guardé en la parte de atrás de un cajón de medias.

A los días la piba llamó a mi casa. No sé cómo consiguió mi número. Como tengo el fijo en el comedor toda la familia observó aquel llamado mientras almorzábamos. Me sorprendió escuchar su vos. Hablamos dos palabras y ya me decía cosas super zarpadas, cosas como si ya la tenía parada, si me gustaban sus tetas, si le tenía ganas y más. Pensé que podía tragarme el miedo, pero aun así me sentía vigilado. Le dije una huevada que casi me muero y le corté, medio embobado y temblando como borracho.

A la semana siguiente en el colegio, cuando me vio, con un gesto del dedo índice me pidió que fuésemos a un lugar. Híper hipnotizado la seguí sin darme cuenta que nos acercábamos al baño de mujeres. Ya adentro me dijo con cara de super putita: ¿trajiste mi bombacha?

Con la mano se subió un toque la falda y me mostró que no tenía nada. De a poco se me acercaba, y yo super tieso. ¡por Dios, qué excitación! Me hizo chupar el mismo dedo que me trasladó hasta allí después de pasárselo por la concha. Era demasiado para mí. Con esa misma manito me desabrochó el jean. Estaba muy lleno, así que apenas me rozó la punta de la pija acabé en ella. Me miró sorprendida lamiendo mi leche de entre sus dedos, y luego se dio media vuelta para entrar al baño. ¡Me dejó re hinchado y loquito!

La semana siguiente me dio su número de celu. Esa tarde no soporté la ansiedad y la llamé. En mi casa estaban construyendo, y mis viejos andaban distraídos con eso. Así que le dije que se viniera a mi casa, porque en la suya había visitas. Cuando llegó fuimos a mi habitación, y después de jugar un rato con la compu, de la nada empezó a subirse la remera y a bajarse el corpiño para que sus gomas suban mis pulsaciones a mil.

¿Te gustan?, preguntó, y siguió jugando a la vez que yo intentaba disimular mi erección. Al rato, la muy zarpada se me tiró encima. Me contó que andaba noviando pero que yo la calentaba mal. Tenía una remera escotada y una calza re apretada que se le mojaba, y eso lo supe cuando metió de prepo mi mano en su entrepierna. ¡Para tener esa edad se carga mansas tetas!

Volvió a preguntarme por su bombacha, se paró a mi lado, se bajó un poco la calza y me mostró que de nuevo no traía nada. De paso le vi el matorral de pelos que no me dio asco ni nada, mientras se pegaba en la cola.

Otra vez me puso al palo apenas se me subió como antes, porque noté que tenía mucho olorcito a pis, y hasta su baranda a cigarrillo que nunca me gustó en una mujer me empalaba. Se franeleaba toda contra mi verga, gemía agitada, me daba unos besos calientes mordiendo mis labios, me apretaba el pito con una mano y me decía: ¿me la querés poner toda pendejo. Te gustan mis tetas, te pajeás pensando en mí, me vas a devolver la bombachita?

Yo estaba en la gloria, pero no podía mandarme ninguna porque estaba toda mi familia en la casa. Incluso mi hermano que siempre se burló de mi virginidad. Pero me acabé encima dos veces. Una cuando se bajó la calza y la otra mientras la tenía en brazos moviéndose imparable, mordiendo mi cuello ya sin remera ni corpiño.

¡Estuvo de puta madre, y me la quiero coger ya! esa tarde no pasó porque su madre la empezó a densear por celular para que vuelva a casa. Después de esto no me importa que esa rapidita calentona tenga sea la novia de un amigo de mi primo. No voy a parar hasta culearla por más que me mate la timidez.

Continuará.

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