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Ella re zarpada y yo virgen... (Segunda parte)

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Nada fue igual para mí desde que apareció Denis. No había paz ni en el colegio, ni en mi cabeza, y pronto tampoco en mis sueños, donde se me aparecía para pedirme su bombacha, la que nunca le devolví. Sabía que no era una chica con la que me pondría de novio ni nada de eso. Pero con solo saber que estaba cerca de mí, la pija se me paraba sin control.

Luego de lo que pasó en casa, estuvo unos días haciéndose la otra, la que ni me fichaba en el cole, la que se franeleava con todos los pibes y, por ahí se me venía al humo para apretarme el pito y salir corriendo. Me gustaba ver cómo fregaba su colita por los bultos de los guachos, y cómo los dejaba con las ganas. Era bien escurridiza la pendeja!

Pero una mañana, se me tiró encima para pedirme que la ayude a caminar hasta el baño porque se sentía mareada, que veía borroso y tenía mucho calor. Lo hice, y en cuanto abrí el grifo para que se moje la cara me empujó contra la mesada, me comió la boca, bajó mi pantalón de un tirón y me pajeó unos segundos, hasta que prefirió lamer mi pija que ya se me había parado apenas se me regaló en la galería.

Después se la metió en la boca y succionó un rato agarrada de mis caderas, y cuando se la sacó para decirme:

¡acabame en la boca!, se la volvió a meter para dejármela sequita, limpia y lustrosa. Se tragó todo mi semen, y yo no podía recuperar el equilibrio, mientras ella se iba con las mejillas coloradas y sonrientes.

Durante una semana ni nos hablamos. Pero pronto, volvió a citarme al baño, y esa vez me esperaba arrodillada en el último cubículo, con las tetas al aire y el pelo suelto.

Me encantó que me la muerda encima del bóxer y que me huela con tanta desesperación. De nuevo se tragó mi leche, y además me dejó tocarle las gomas mientras me la mamaba sin gemir. Si hasta parecía que no respiraba!

No lograba concentrarme. Tenía bocha de cosas para hacer de la escuela, y solo pensaba en cómo hacer para cogerla. Se lo conté todo a mi profe de guitarra, que de a poco se convirtió en un amigo, de esos que necesitaba. No podía contar con la opiñón de los pibes de mi edad, por más que, a lo mejor ya se la habían volteado. Justamente él me aconsejó que podíamos ratearnos del cole y refugiarnos en mi casa, donde por la mañana no había nadie. En la suya era imposible porque tiene varios hermanitos.

Pero antes, me regaló otro pete, esta vez en el baño de varones. Ella me siguió en la hora de plástica, y entró mientras yo terminaba de mear. Se hincó, se sacó la bombacha por debajo de la pollerita y dijo:

¡damela en la boquita ahora nenito!

Y no pude no hacerle caso. Me la empezó a chupar con mucha saliva, mientras hacía pichí y se apretaba las tetas. Eso me empaló y, creo que yo le cogía la boca a ella. Esa vuelta sí que gemía, ne la mordía y hasta se metió mis huevos en la boca. Cuando terminé en sus manos me mostró cómo se ponía la bombacha y desapareció, como siempre.

A esto hay que sumarle los mensajitos que me enviaba al celu, y las fotitos por whatsapp. En casi todas vestidas, pero lamiéndose los dedos, o tocándose, o abriendo las piernas con esas calcitas ajustadas que solía ponerse.

Al fin una mañana me animé y le propuse ratearnos. Fue rápido y sin dudas. A las 8 ya caminábamos hacia mi casa, ansiosos, apurados y besándonos cuando la gente no nos observaba. En realidad, ella más que besar me mordía las orejas o el cuello, o me decía al oído: ¡quiero coger!

Entramos alborotados, corriéndonos por el living, despojándonos de mochilas y uniformes, nos re tranzamos, y antes de ir a mi pieza, ella ya estaba solo con su bombacha blanca. Alcancé a prender la tele para buscar música. Pero ella me revoleó de un empujón en la cama, me arrancó hasta las medias con apuro, lamió mi pecho, mi cuello y mis hombros, fregó sus tetas hermosas por mi cara y mi panza, y me las dio para que se las chupe. Me dijo que el día anterior soñó toda la noche con mi pija, y se me subió encima para frotar su entrepierna caliente y húmeda sobre la erección de mi pene que ya me dolía adentro del bóxer. Los dos en ropa interior nos re tranzamos, y ella se pegaba cada vez más a mí, tanto que logró que me acabe encima. Ahí sí gemía, se agitaba, gritaba groserías y me chuponeaba entero.

Me saqué el calzoncillo empapado, ella se corrió un poquito la bombacha y ubicó mi pija todavía parada en la entrada de su conchita suave, esta vez depilada y resbaladiza para que de un solo movimiento se clave toda adentro de ella. Se movía enloquecida, me daba cachetadas y me apretaba la verga con su vagina sedienta.

Pero, como no tenía forros, la di vuelta como pude, se la saqué y le regué la pancita con una cantidad de semen que me sorprendió. Enseguida ella salió corriendo al baño sin poder aguantar sus ganas de hacer pis, por lo que fue dejando un caminito amarillo a su paso. Así que nos vestimos rapidísimo, y después de limpiar todo, fuimos al colegio, porque mi padre estaba por entrar a la casa. Lo supe porque lo vi bajarse del auto desde la ventana de mi pieza. Por lo tanto nos escapamos por la puerta del patio.

Después de esa mañana, estuvo otros días sin hablarme. Hasta que una tarde llegó a mi casa sin anunciarse. Estaban todos, y ella se presentó a mi madre como mi novia. Por suerte no le creyó. Así que fuimos a mi pieza que sigue sin una puerta, jugamos un rato en la compu y, pronto se arrodilló entre mis piernas para correrme el jogging y animarse a pajearme. Le dije que ahora no podíamos hacer mucho porque estaba todo el mundo, pero a ella no le importó.

Consiguió llevar mi pantalón hasta mis pies y empezó a lamer, oler, mordisquear, escupir y besar mi poronga por encima y por debajo de mi slip, sus escupiditas, y cada vez que fregaba su nariz en mi cabecita me volvía loco, y más cuando decía:

¡quiero que me cojas otra vez guacho!

Enseguida fuimos a la cama donde se bajó la calza y me hizo oler su sexo expuesto, ya que no tenía calzones. Me derretía ese aroma que mezclaba dulzura caliente con su fuerte olor a pichí. No entendía por qué, pero eso me calentaba.

Después se me tiró encima para que mi pija penetre su conchita mientras me pedía que le aprete la cola y le separe los cachetes, que le chupe los pezones y que no pare de cogerla. Por suerte su orgasmo llegó antes que mi lechita, la que terminó en su boca. Estábamos tan alzados que ni siquiera supimos si alguien nos vio. Solo mi hermano me dijo cuando me pescó asolas en el patio, y cuando ella se entretenía en el facebook:

¡bien hermanito, por fin pojaste la galletita!

Me molestó su comentario, pero el riesgo de hacerlo en esa situación nos excitaba más.

Luego llegaron las vacaciones de verano, y con ellas la distancia entre nosotros.

No me gustó que no me haya acompañado a mi audición de guitarra, y se lo hice saber con enojo y todo. Pero, a pesar de eso siguió con sus fotos, que eran más osadas. Me mostraba sus tetas en la playa, porque pasó una semana en Pinamar, su boquita lamiendo un helado, o tomando jugos con sorbete, su cola desnuda cuando alguien le ponía bronceador, y la que más me encandiló fue una en la que olía su bombachita blanca.las clases estaban al caer cuando, uno de esos últimos días calurosos de febrero nos encontramos para tomar un helado. No podía creer que me haya llamado! Nos pedimos un cucurucho de chocolate y dulce de leche granizado, y creo que se nos evaporaron por la calentura que nos cargamos. Tranzamos como locos mientras me juraba que se había peleado con su novio, cosa que no le creí del todo. Esa tarde fuimos a mi casa y me hizo un pete rápido, cortito y sin mucha previa, pero efectivo, ya que le acabé de una en la boca, mientras me decía que tenía ganas de comérsela a mi compañero Iván, pero que yo debía estar presente. Quería las dos pijas juntas la viciosa!

Le dije que estaba en pedo, un poco por vergüenza, y se fue con cara de ojete, aunque le prometí que lo iba a pensar.

Esa vez sentí que algunas cosas no me gustaban de ella, como su olor a cigarrillo en la piel o en la ropa. Pero me gustó que cuando se lo comenté me dijera que por mí dejaba de fumar, y volvió a recordarme su fantasía.

A la semana siguiente nos juntamos en la plaza, Iván, ella y yo. La idea era esperar a que mi viejo me avise por sms que salía al parque para entonces ir a mi casa totalmente asolas.

Pero Denis estaba más caliente que una pava. Nos sentamos con una coca en el banco, y ella en medio de nosotros se dedicó a tocarnos los pitos, a masajearlos, apretujarlos y a comernos la boca con pasión. Hasta metió sus manos adentro de nuestra ropa para pajearnos bien, y nos decía al oído:

¡quiero mucha lechita, quiero pija!

La gente pasaba y nos miraba enrojecidos de pudores, y ella lo más pancha abriendo las piernas, y casi con una teta afuera. No me canso de mirarle esas tetas hermosas!

Pero tuvimos que dejar todo ahí nomás, porque su mami la llamó insistente al celu para que haga las compras para la cena. Ambos nos quedamos viendo cómo su cola se perdía entre la gente, hablando de lo trolita que es, y de lo rico que la chupa. A él todavía no se la había chupado, y como confío en él le hablé un poco de sus virtudes.

Llegué a casa directo a pajearme, enfermo por el sabor de sus besos en mis labios, su olor a sexo agitado, el recuerdo de sus manoseos en miverga, sus dientes en mis orejas y su aroma a pipí de gata que, ese día especialmente me enloqueció.

Comenzaron las clases, pasaron los primeros días sin importancia, y entonces la vi en un recreo con sus amigas. La ignoré, pero no dejaba de mirarla. Sus gomas eran más despampanantes, y la punta del pito se me humedecía con solo saber que estaba cerca. Pero cuando la perdí de vista, de repente se trepó a mi espalda sorprendiéndome, y medio colgada de mis hombros me dijo:

¡vamos al baño guachito, que ando calentita!

Me negué porque estaba hueveando con los pibes. Pero apenas me apretó la pija y lamió mi cuello la seguí. Ni bien entramos se quedó en tetas, me bajó el pantalón para fregarlas contra mi dureza, se sacó la bombacha roja y me pidió que la huela, mientras metía mi mano en su entrepierna. Le dio unos besos a mi pija y enseguida me la empezó a mamar, con mis dedos entrando en su vagina super mojada, con mi olfato lleno de su olor a hembra y sin poder aguantar mucho más mi acabada.

Después lamió los dedos que saqué de su chochito y, luego me chupaba la pija junto con mis dedos. Eso no me dejaba pensar en otra cosa que en cogerla, y peor cuando me pidió sin soltar mi pija de su boquita:

¡cogeme con los deditos y pegame en la cola turrito!

Tenía tremendos pelos en la concha, y eso me cagaba de gusto. No quería lavarme esa mano nunca en la vida cuando ella terminó con mi leche en su cara y su orgasmo en mis dedos.

Encima dejó la bombacha tirada en el baño y se fue!

Esa vez quedamos en poner un día para juntarnos con Iván antes de Pascuas, para hacerle la fiestita que deseaba. Obvio, ahora soñaba con ella y amanecía con un palo terrible.

Me enojé un poco cuando un pibe dijo una mañana que Denis recién le había chupado la pija en el baño de niñas, pero a la vez me gustaba saberlo. Eso me dio más valor para estar con Iván y ella. Pasó una semana aburrida hasta que un lunes fuimos a la casa de Iván después del cole. Esa vez el almuerzo duró menos que un suspiro, y cada minuto hasta que al fin llegó Denis fue comerme las uñas y un caramelo tras otro. A las 5 sonó el timbre y, entonces los tres fuimos al patio con una jarra de jugo, preservativos, los puchos de Iván y una guitarra criolla.

No hubo tiempo para nada. Sabiendo que estábamos solos en la casa hasta la noche, ella se tiró en el pastito con nosotros y se puso a tranzarnos mientras nos pajeaba, gimiendo y rozando sus melones en el pecho desnudo de Iván. Casi no hablábamos.

Cuando le dije si quería cantar una canción conmigo y la guitarra, le bajó hasta el bóxer a Iván y se prendió a mamarle la verga sin sensuras. Se la olía y escupía como a mí, y eso me hizo sentir un boludo. Además la tenía más grande que yo. Pero igual se me re paraba, y peor cuando le fregó la cola oliendo su bóxer mirándome con ojos de putita.

Enseguida vino por mí, me hizo chuparle las tetas y me desnudó sin mi consentimiento pero con mi calentura a su favor. Me chupó la pija con más desesperación que a Iván durante un rato, y justo cuando estaba por irme en leche quiso que nos sentemos en el banco largo que había cerca de un cantero para ponerse a chuparnos las pijas. A veces un ratito con cada uno, pero no dejaba de pajear al que esperaba.

Ya estaba sin el top, las sandalias y la pollera cuando se atrevió a meterse las dos juntitas en la boca. A mí me chupaba los huevos y me la mordía un poquito. No aguanté y le acabé en la cara mientras me pajeaba chupándosela a Iván. Ahí se sacó la bombacha y se la frotaba en la concha mientras ahora se la dejaba sequita a mi compañero, que estaba más tranquilo que yo, que me moría por cogerla ahí nomás.

Tomamos un poco de jugo y apenas él se prendió un cigarrillo, ella nos hizo oler su bombacha, y luego tuvimos que agacharnos para olerle la conchita mojada, mientras se metía un dedito.

¡quiero ver cómo se hacen la pajita por mí!, dijo, y le hicimos caso. Nos pajeamos viéndola tocarse y jugar con nuestros calzones. Al mío lo escupió y se lo pasó por las tetas, y al de él lo revoleaba y lo lamía.

Cuando ambos ya teníamos la pija cargada y dura otra vez, volvimos al banco y ella nos peteó con más intensidad. Nos arañaba las piernas, nos pellizcaba y pedía que le peguemos fuerte en la cola por portarse mal, respiraba aceleraba, nos lamía los huevos, fregaba su nariz con locura por todo el pubis, nos pajeaba apretando más de la cuenta, y por momentos se ahogaba de saliva y escupía a su alrededor. Eso, más que nada cuando saltaba con su garganta durante largo rato sobre alguna de las pijas. Yo podía sentir el tope de su profundidad, y temía hacerle daño. Pero ella la quería así.

De repente, mientras pajeaba a Iván y mi pija le golpeaba las tetas, empezó a gritar repetidamente:

¡quiero pichíiii, quiero piiis!

Y, le acabé todo en la boquita a la vez que ella se meaba con las piernas cruzadas, y un dedo clavadito en su vagina. Iván le acabó enseguida en la boca, y después de mostrarnos su boquita llena, incluso rebalsada de semen se lo tragó sin decir ni mu.

Luego lo pajeó a Iván mientras se tranzaban, y justo cuando yo pensaba en vestirme para irme a casa, ella se acercó para decirme bajito:

¡tu pija me vuelve loquita pendejo!

Y volvió a chupármela. Solo que esta vez, mientras su lengua saboreaba mi carne, Iván se puso un forro, se ubicó entre las piernas de Denis, y empezó a penetrarle la conchita. Ahora su boca me colmaba de baba, mordiscos y lametazos mientras se agarraba del banco, y él la sostenía de las piernas para darle y darle. Ella no tocaba el suelo.

Al tiempo que él la cogía la insultaba y la nalgueaba.

Yo no podía hablar de los nervios, y menos cuando cada vez que soltaba mi pija me decía:

¡te gusta cómo te la chupo? Me vas a devolver mi bombachita nenito?

No pude aguantar mi acabada de nuevo toda en su boca, haciéndola toser un poco, mientras Iván seguía cogiéndola. Me salí del medio y, entonces él se sentó en el banco con ella a upa para garcharla con facilidad. La veía coger y no sabía qué hacer. Me hice una paja oliendo su bombacha cuando ella se la chupaba, a pesar de que él le acabó en el forro, y muerto de vergüenza se la di después de llenarla de mi esperma.

A la semana yo fui el que la busqué para que me la chupe en el baño de niñas. No podía más de la calentura, y sabía que su boca era mi cura. Aquel fue un pete normal. Pero a los días se animó a petearnos a Iván y a mí, en el mismo baño, y creo que ninguno entendió nada cuando en medio de sus chupadas fervientes empezó a mearse encima, entera y sin pausa mientras se tocaba el chocho. Esa vez también se tragó todo, fiel a sus costumbres.

No sé si hoy Iván tiene sexo con ella, o si ella tiene novio, o si se la mamó a media escuela. Pero de lo que sí estoy seguro es que esa nena zarpada, cochina, atrevida y sucia me sacó la virginidad, algunos miedos y otros pudores.

Ahora tengo algo de experiencia como para pensar en cogerme algún día a Camila, mi compañera de banco, la que realmente me gusta hasta cuando me ignora! fin

(8,13)