Nuevos relatos publicados: 18

La nena que llevo dentro

  • 5
  • 14.633
  • 8,44 (9 Val.)
  • 0

Las dos culeadas que me dió mi vecino activaron en mí los más íntimos deseos de mi carne y de mi alma, estos fueron ser una mujer, verme, sentirme y comportarme como una. Para lo anterior tuve la invaluable ayuda de mi hermana Lora, ella como la hermosa mujer que es, con sus inquietudes, sus anhelos y esa inmensa feminidad que brota de cada una de sus células me acompañó en este proceso. Mamá era enfermera y a veces le traía a Lora anticonceptivos en píldoras e inyectables, Lora me daba a tomar al día varias píldoras y cada semana me ponía una inyección de estrógenos, así me fui convirtiendo en una mujercita, mis caderas recogían toda las grasas que me metía y también mis piernas aumentaron de grosor, mi piel se hizo más suave y tersa, y ¡Me creció el busto!

Poco pero aumento considerablemente. Mamá ya casi no me decía nada, aun no aceptaba mi nombre de mujer Mara (Lo escogí porque es el segundo nombre que lleva una amiga que tengo, una mujer hermosa muy humana que me ha ayudado siempre) Lora estaba muy intrigada con mi conversión y con las cogidas que me daba el viejo vecino. Hablábamos de ello frecuentemente, en su mirada y por la manera en que juntaba sus piernas supe que mi hermana se calentaba con mis relatos de cómo me follaba el viejo así que le pregunté ¿Te gustaría que te cogiera el viejo? ¡No, cómo crees! Es que siento que eres un poquito morbosa cuando te cuento, como que te calientas. Bueno me gusta el sexo y hablar contigo me ayuda un poco pues me masturbo tres o cuatro veces al día, es que a veces no aguanto este encierro y me caliento todo el tiempo.

El otro día viendo la tele me calenté con un actor y comencé a tocarme la papaya, me mojé mucho y necesitaba una verga adentro de mí, como tu ya casi ni me haces caso. Es que somos hermanas. Pues sí pero aun tienes pito ¿Por qué ya no me lo quieres meter? Es que lo que a mi me gusta, que me lo metan no meterlo. Pues te puedo meter una zanahoria o algo mientras me lo metes a mí ¿Eso quieres? ¿Ahorita? Si, tonta, estamos solas, mi BB duerme ¡Anda ven, vamos al cuarto! ¡Ay Lora, es que aparte de puta no quiero ser una enferma que se acuesta más con su hermana! ¡Mira, estoy muy buena y cualquier pendejo se quisiera acostar conmigo pero, tengo miedo de que me lastimen o a quedar embarazada otra vez o a que me enferme. Tú estás a mano ¡Anda ayúdame! La seguí al cuarto y observé cómo se quitó su viejo pants (chandal) y quedó en pantaletas, se quitó el brasier y brotaron esas tetazas impresionantes, blancas con sus dos pezones color rosado bien parados y que me imploraban que los mamara.

Me acerqué y me recosté como un BB en su regazo, me puso el pecho izquierdo en la boca y comencé a mamar sintiendo un enorme placer además de una especie de protección y cariño por esa mujer hermosa que me protegía siempre y que me daba su cuerpo, del pecho salió un líquido que me tragué, era leche, aun le daba a veces el pecho a su hijito, se excitó y me roció la cara con su leche ¡Lora, Lora! ¿Por qué no soy yo la hembra y tu el macho? Esa pregunta hizo éco en su mente y disparó no sé que mecanismos que la pusieron cachonda, aun más cachonda. Oye, tienes razón Mara, yo debería haber sido el macho y tu la nena, eres sensible y tierna, yo soy mandona y autoritaria, egoísta y cabrona ¿Por qué se equivocó Dios con nosotras? Lora, ¿Estás Loca? Eres una belleza de mujer, sensual, exquisita, tu cara es perfecta, tu cabello claro y hermoso, tu piel única, tus ojos verdes enamoran a cualquiera ¿Y no te gustas? Qué imbécil éres. Es que me gustaría tener un pene y chorrear una papaya de mujer. ¿Lora has mamado una panocha? No, pero en la escuela le toqué una a una niña. Bueno, no quiero saber eso. Dios mío ¡Ya Mara métemelo!, me encimé en Lora introduciendo mi pequeño pene en su enorme papayón, inmediatamente ella juntó las piernotas y yo al mismo tiempo abrí las mías, me jaló más arriba, hacia su cabeza, comenzó a lamerme las tetas y mojándose los dedos de la mano derecha con nuestros jugos me acarició el culo y me metió un dedo, la sensación me puso como loca, luego me metió dos dedos y me picaba el ano con suavidad y cierta fuerza que hacía que pudiera sentirme en el paraíso. Luego abrió su boca y gimió rícamente por un orgasmo que tuvo, sacó los dedos de mi culo y me los dió a lamer llevándolos a mi boca. Máma puta, me dijo. ¡No, no puedo! Mama puta trágate mis dedos. Volvió a buscar mi pene y lo volvió a meter en su vagina, otra vez se vino y yo junto a ella. Lora te amo, Mara, yo más. Hermanas y amantes ¡Vaya cuadro!

Sin embargo yo necesitaba de toda su ayuda para ser mujer y le hice prometer que pasara lo que pasara en el futuro siempre podría contar conmigo para coger o lo que fuera. ¡Qué vida esta Dios mío! Yo sin empleo, sin acabar la puta preparatoria y mi hermana igual, solo dos putas que se aman. Sí, nos amábamos y nunca lo habíamos confesado entre nosotras, solo ese día nos dimos cuenta que eramos el uno para la otra o la una para la otra, o no sé que madres. Continuará.

(8,44)