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Visitas a mi vecino (El padre de Oscar)

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Después de estar un buen rato contemplando la pequeña orgía que se habían montado Hugo y el “Gordo” con el Rafa. No podía evitar desear follarse a ese macarra.

- ¡Joder!, es que me gusta mogollón. Tengo que seducirle como sea.

Volvió a su habitación y se vistió para salir a la calle. Solo eran las 21:55.

- ¿Donde coño estará mi abuelo?…

Bajó a la puerta de la calle para vigilar la salida de Rafa de la casa de Eladio.

Y, por fin, apareció Fermín

- ¡Joder, abuelo! ¿donde estabas?

- ¡Ah!, ¿que no has visto el wassap que te ha mandado Tomás?

- ¿Qué?

- Que, me fui con con Tomás, a pasear, al parque; y me ha invitado a cenar. Te ha mandado un wassap... ¿no lo has visto?

Sacó su móvil del bolsillo; y efectivamente, ahí estaba ese wassap.

- ¡Joder! no lo he visto “abu”. No sabes lo preocupado que estaba. ¡Por cierto!, no sabía que podías mandar wassaps.

- ¡No!. ¡Yo, no!. Ha sido Tomás, que se compró un teléfono de esos la semana pasada. ¿Y tu?…

Diego se quedó callado, sin contestar...

- Parece que vas de salida ¿no?.¿Has cenado ya?

- No. He quedado para cenar con los chicos, pero no sé que hacer.

- ¡Bueno!, pues ya estoy aquí…

En eso, vio como el Rafa salía de casa de Eladio; y dejándo que su abuelo entrara en la casa, se despidió de él...

- ¡Ciao! “abu”.

Se acercó al ascensor y...

¡Oye! Rafa… ¿podemos hablar un momento?

Rafa se sorprendió. No sabía si realmente se dirigía a él.

- ¿Estás hablando conmigo?, preguntó…

- ¡Si, claro!

- ¡No!. No tan claro, ¡eh!. Que no sé si he hablado contigo alguna vez. Y siempre que nos vemos me pones cara de asco, ¡niñato!...

¡Joder, tío! no te mosquées ¡coño! Es que yo siempre he sido mas pequeño que tu... y ¡la verdad!, antes me dabas miedo, tío...

- ¿Miedo?… ¿y ya no?... ¡bueno, venga! ¿que quieres?

- Pues, me vas a perdonar, pero no he podido evitar ver lo que estabas haciendo con esos dos... ¡que rico!, ¿no?…

- ¿Qué?

- Si. En casa del Gordo…

- ¡Ahí va!, ¿eras tu, el mirón?

Diego asintió tímidamente

- Lo siento tío, pero es que, me quedé paralizado y no podía dejar de mirar lo bueno que estás. Nunca pensé que estuvieras tan... ¡bueno, no sé!... tan potente ¡joder!

- ¿Te gustó?, dijo Rafa con cierta ironía...

- ¡Muchísimo!

- ¡Ahí va la madre que me parió! Ahora resulta que también le gusto a los niñatos.

Cuando se abrió la puerta del ascensor, estaban en el bajo. Rafa, distraídamente había pulsado el cero

¡Bueno, mira!, ahora no puedo seguir hablando contigo ¿vale?

Y empezó a subir las escaleras

Diego le siguió...

- Necesito hablar contigo, Rafa... ¡de verdad!

- ¡Mira, chavalín!, que me voy a casa. ¿Que iba a pensar mi madre si me viera aparecer con un niñato como tu?

- Dile que te he pedido la grabación del partido del jueves pasado, ¿vale? Y así, de paso, podemos hablar un rato en tu habitación… ¡venga, tío!!...

- ¡Joder, que rapidez!... ¡no veas como le das al coco! ¡eh!

Rafa abrió la puerta de su casa y le cedió el paso para que entrara.

- ¡Hola, máa!, ¿ya estáis cenando?

- ¡Si, hijo!

La madre de Rafa enseguida miró a Diego

- ¿Y este?, ¿que hace aquí?

- Es que se ha enteráo de que tengo grabáo el partido del jueves y como no lo pudo ver, me la pedío pa verlo esta noche.

- ¿Tu también juegas al fútbol?, dijo Oscar

- ¡Si!. Cuando quieras te vienes a verme jugar ¿vale?

La abuela se dio cuenta de que a su nieto le gustaba Diego...

- ¿Si quieres cenar?

- ¡No!, ¡no Sra.!, ¡de verdad! Se lo agradezco mucho, pero he quedado con mis amigos; y miró a Rafa

El Rafa vio que su hijo miraba a Diego de una manera especial; y con voz cortante dijo:

- ¡Te quedas y punto!...

Y arrimó otra silla a la mesa

- ¿Te gusta la tortilla de patatas?, le preguntó la abuela

- Si, Sra., ¡me encanta!

- También tengo una poquita ensaláa de pimientos, que le va mu bien y unos boquerones recién fritos.

- ¡Genial!, dijo Diego

- Pues ya está.

Era evidente que al chiquillo le gustaba Diego y quería hacerse amigo de él. No dejaba de mirarle embelesado y con los ojos muy abiertos

- Yo también quiero ser futbolista, ¿sabes? le dijo, muy animado…

... y entraron en una conversación muy graciosa y amena…

La abuela y Rafa, les observaban en silencio y se miraban de reojo… y mientras cenaban, el ambiente fue relajándose, poco a poco... hasta que quedó claro, que Diego era aceptado en esa casa.

Cuando terminaron, Rafa le llevó a su habitación y se desnudó delante de él, sin ningún reparo

A los pocos minutos, oyeron a la abuela, que tras haber acostado al niño se despedía de ellos...

- ¡RAFA!, QUE ME ACUESTO!… ¡HASTA MAÑANA!

Diego se había tumbado en la cama, esperando que saliera de la ducha; y olisqueaba entre las sabanas, disfrutando de ese olor a macho.

Cuando Rafa apareció por la puerta, se sobresaltó un poco; pero después de mirarle fijamente a la cara, bajó la mirada y posó sus ojos en esa pequeña toalla que llevaba enrollada en la cintura.

- ¡Bueno!, ¿de que quieres hablar conmigo?, dijo Rafa, prácticamente susurrando. Y ¡por favor!, habla mu bajito, que mi hijo está durmiendo ¡vale?

- ¡Joder, tío!… es que me gustas mogollón...

Le puso la mano en el paquete y le miro con ojitos de cordero degolláo

- ¡Chsss, chss, chss!, un momentito. Que eso cuesta dinero ¡eh! Y tu, no creo que tengas pa estos vicios…

- Yo soy capaz de romper la hucha, si es dinero lo que quieres. ¿Cuanto me cobras?

- ¡A ver, tío! Tu eres mu joven para pagar. Así que, olvidate del tema ¿vale?

- Es que no veas como me gustas, tío...

- ¡Mira!… ¿como te llamas?

- ¡Diego!

- Diego. Lo que tu viste antes por la ventana, ocurrió porque tengo que cuidar de mi madre y de mi hijo... y ahora, no tengo curro. Pero a mi no me gusta eso ¿vale?

Diego se quedó callado; y le miró decepcionado y casi rendido. Y se levantó para irse, aceptando la negativa...

- ¡Además!, aquí no podemos hacer nada… ¿no te das cuenta?; y levantó el entrecejo, mirando hacia la puerta de la habitación.

Al oír esto, Diego se acercó a él y se arrodilló, poniéndole las manos sobre las rodillas; y en un susurro le dijo

- Sube al 9º A, dentro de un rato. Te esperaré en la puerta ¿vale?

Rafa, no pudo evitar su sorpresa, otra vez... pero aceptó su invitación.

- ¡Bueno!, no tardes mucho en devolvérmela ¡eh!… (procurando que lo oyera su madre, que seguro que estaba despierta todavía)

- ¡Adios, chaval!

- ¡Hasta mañana!…

... y ¡gracias!, Rafa.

Subió otra vez a su casa y al entrar vio que eran las 23:15. La tele estaba mas alta que de costumbre. Entró en la salita y...

- Ya estoy aquí “abu”...

… ¿no crees que tienes la tele un poco alta?

- ¿Sii?... no me había dado cuenta, la verdad. ¡Bájala, anda!, que no quiero que se queje nadie…

- Cuando salía, me he encontrado con el Rafa, el hijo de Justina. Por lo visto necesita una copia de no sé que papeles para una entrevista de trabajo que tiene mañana; y como no tiene impresora, me ha pedido ayuda... ¡por cierto!, que no sabía que tenía un hijo... ¿y tu?

- Si. Ya debe tener 6 o 7 años. Le veo de vez en cuando, con la abuela. Es un niño muy simpático…

- Pues le ha dicho a su abuela, que me invite a cenar; y no he podido negarme.

- ¡Ah!, entonces ¿ya has cenado?

- ¡Si!...

… y su padre subirá dentro de un rato a hacer las copias que necesita.

- Yo no creo que tarde mucho en acostarme. Hoy estoy muy cansado. Pero, no os entretengáis mucho ¡eh!, dijo Fermín...

- ¡No sé “abu”!. Ya veremos como se nos da la cosa. De momento, voy a subir a mi cuarto para preparar el escáner y la impresora… ¡Hasta mañana, entonces!

- ¡Hasta mañana, hijo!

Diego estaba mas contento que unas castañuelas. Y se pasó el resto del tiempo, pendiente de cuando se acostaba su abuelo.

Cuando vio que apagaba la tele y entraba en su habitación, comprobó que estuviera dormido... y salió al descansillo.

Por su parte, Rafa salía de casa con mucha cautela, cerciorándose de que su madre dormía y echándole un vistazo a su hijo antes de salir.

Subió en el ascensor hasta el noveno y se encontró con Diego, que le esperaba impaciente apoyado en la pared. Se echaron una mirada y entraron con sigilo en la casa.

Ninguno de los dos se percató de que alguien los había visto. Pero, D. Carlos se quedó con la mosca detrás de la oreja.

- El macarra del segundo, entrando con Dieguito en su casa. A estas horas, y con tanta precaución, pensaba...

Volvió a bajar; y entró dándole vueltas a lo que acababa de ver. Después de la tardecita que llevaba, era lo único que le faltaba para no poder pegar ojo en toda la noche.

El había salido para darle un recado a Mario, de parte de Tómas, y cuando oyó que subía el ascensor, pensó que era él. Quería interceptarle antes de entrar en su casa. Pero no era él quién subía.

- Rafa, entró en la habitación de Diego y empezó a pasearse mirando aquí y allá...

Se había puesto un pantalón de chándal que marcaba muy bien su culo... y se sentía a gusto exhibiéndose ante él.

- ¡Que bueno estás, cabrón!… ¡como me pones!, dijo Diego… que acercándose a él empezó a pasarle la mano por el culo

El, por su parte, estaba encantado sintiendo las manos del chico manoseándole... y se dejaba hacer.

Le metió la mano en los pantalones, para poder sentir el calor de su piel... y bajo entre sus nalgas, hasta hurgarle en el ojete...

Pero, sintió una humedad que le alertó... y sacando la mano, se miró los dedos...

- Todavía sangras, dijo mirando a Rafa.

- El bruto de Eladio, que me ha roto el culo de mala manera.

- ¡Que hijo de puta!

Rafa sonrió y acercándose le plantó un beso en la boca.

- ¡Ay, que rico!… como me gustas, cabrón. ¡Bésame!, otra vez...

Le empujó para que cayera en la cama y se colocó encima de él. Le besó con verdadero deseo; como si el chico le gustara tanto, como al chico, él.

Luego, poco a poco, Diego fue quitándole la camiseta para morderle las tetillas, le dio la vuelta y, boca abajo, le sacó los pantalones...

- ¡Madre, mia!... que culo mas alucinante tienes, ¡cabrón! ¡Espera un momento!…

Se levantó y fue al cuarto de baño…

... y apareció con algodones y agua oxigenada.

Le limpió el ojete; y siguió con el manoseo.

- Hoy te toca follarme, le dijo Diego. Pero todavía tengo que magrearte mucho mas…

Y empezó a morderle en la espalda y en los cachetes del culo…

… y ese calorcillo terminó de calentar a Rafa.

El chico estaba empezando a caerle bien; y, la verdad, era muy guapo... y también tenía buen un culo.

Se reincorporó, poco a poco, dejando que Diego admirase sus partes mas íntimas y sintiendo un leve escozor en el ojete. Se dio la vuelta... y sentó a Diego sobre él.

- Eres muy guapo, ¡cabrón! Como me has liáo. A ti no pienso cobrarte. Te lo has ganáo. Pero te voy a follar a saco siempre que quiera ¿vale?

Diego asintió. Se sintió totalmente halagado; y le mostró su alegría comiéndoselo a besos.

- ¡Quita, cabrón!, que me vas a ahogar con tanta lengua… ¡joder!

Se levantaron y Diego se lo llevó cogido de la mano hasta la ventana, se apoyó en el borde y colocándose adecuadamente, le dijo

- ¡Fóllame, tío!, ¡reviéntame el culo!…

El Rafa miró a Diego y no se lo pensó dos veces. Se apalancó a sus caderas, metiéndole las manos por delante y le agarró de las ingles. Se pegó a él… y, poco a poco, se la fue metiendo, hasta sentirla bien adentro. Siguió con un suave movimiento de caderas de atrás para adelante, en el que aprovechaba cada envite para metérsela un poquito más; y a los pocos minutos le estaba dando un meneo intenso y espectacular.

- ¡Aghhh!… ¡así, así!… no pares ¡joder!

- ¡Fffffffff!... ¡que culazo tienes, chavalín! Me lo voy pasar de puta madre contigo... no veas como te voy a follar cada vez que te pille, ¡cabrón!

Le estaba dando a tope, como si el caballo se hubiera desbocado.

- Ten cuidado no hagamos demasiado ruido, Rafa. Mi abuelo esta durmiendo.

Entonces, el Rafa aminoró el ritmo y se relajó un poco, pero seguía metiéndosela hasta el fondo… lentamente, pero hasta el fondo.

- ¿Te gusta así?

- ¡Genial!, tío. Me matas de gusto, ¡cabrón!

Estuvo follándoselo hasta las 04:15 de la madrugada.

Estaba extenuado... y, además, quería hablar con el chico antes de bajar.

Se quedó callado durante unos minutos...

… y Diego lo miraba con curiosidad.

- ¡Que pasa!

- ¡Nada!, que quiero hablar contigo. A lo mejor tu puedes ayudarme. Necesito dinero ¿sabes?

- Más de uno pagaría gustoso por follarte, Rafa; y a demás sin tener que salir de este bloque. ¿Es, eso?

Los ojos de Rafa indicaban que Diego había dado en la diana y enseguida le dijo

- Pues tío, tienes que ser mi chulo ¿vale?

Abajo, D. Carlos se había despertado, como todas las noches a eso de las 04:30. Entró en el servicio y orinó abundantemente… y de vuelta la cama, no podía conciliar el sueño. Había sido una tarde muy entretenida.

La visita de Claudia (su hermana) y Alicia, con su hijo Téo, le había impactado.

- Ese muchacho (se decía así mismo) es una joya. No se acordaba de si le habían dicho que tenía catorce o quince, pero ese mozalbete de tremendo culazo y maneras sobradamente viriles, le había trastornado por completo. Y, por otra parte, lo que vio antes de acostarse, cuando salió a ver si pillaba a Mario, antes de entrar a casa, también le tenía muy excitado.

Tuvo que levantarse otra vez y tomarse un vaso de leche, para intentar volver a dormirse. Pero, cuando se disponía a meterse en la cama de nuevo, oyó el ascensor, que subía otra vez.

Rápidamente se dirigió a la puerta de entrada y la abrió con mucho cuidado. Escucho la respiración de alguien que sin duda esperaba ese ascensor; y con mucho sigilo fue subiendo los escalones hasta poder ver al Rafa, que esperaba en el descansillo.

- Han debido de pasar la noche juntos, pensó D. Carlos.

A la mañana siguiente, no tenía fuerzas para nada. Pero, gracias al abuelo y sus truquis, pudo llegar a tiempo al cole. Lo primero que hizo fue llamar a Chencho…

- ¡Hola!… ¿eres tu?

- ¡Si, claro!... ¿quien quieres que sea?

- ¡Ah!, no sé. La última vez que te llamé me contestó tu hermana... ¿que tal, ayer?

- ¡Ufff!, de vicio, tío. ¡Vaya dos! Me dieron a tope… pero muy bien ¡eh!. Eso si, estoy un poco escocido.

- ¿No vienes a clase?

- A primera hora no. Te veo en la segunda ¿vale?

- ¡Vale! Luego nos vemos…

¡Joder!... a ver que dice Loren…

- ¡Hola!

- ¡Hombre!, ¡perdido!... ¿donde te metiste ayer?

- ¡Eso digo yo! Os estuve buscando mas de una hora... y nada, que si quieres arroz.

- ¡Joder!, vaya descontrol ¿no? Si es que no se puede ir a ningún lado con vosotros. Chencho ligó; y se fue a follar con dos bigardos que le gustaban. Me dejó plantado, tío. Y, a ti, te perdí enseguida. ¿Donde te metiste?

- Pues, no sé, tío. Me fui a mear y cuando salí estaba mas solo que la una...

- ¡Buah!, que tontería ¿no?

- Al final me volví a casa y me quedé toda la tarde sin salir... con un cabreo, tío. ¡Que aburrimiento!… ¿y tu?

- Ya te contaré, Loren. Vas a flipar. ¿Vienes al entreno?

- ¡Si!, estaba de salida…

- Entonces, ¡nos vemos!, ¡ciao!...

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