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Mireya y yo

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Mireya y yo organizamos un viaje de una semana al extremo sur del país. La idea era recorrer el Cañón del Sumidero, San Cristóbal de las Casas, las lagunas de Montebello, las Cascadas de Agua Azul y Palenque para después iniciar nuestro regreso por el golfo.

Llevábamos seis meses de novios y nuestro sexo estaba en su apogeo. Copiamos como conejos y por mucho era la novia que mejor me había cogido en toda mi vida. Culeaba bailándome el culo como si de una música de salsa se tratara, martilladme el miembro hasta hacerlo vomitar materia lechosa espesa y voladora que normalmente iba a alojarse en sus hermosas tetas de pezones rosados que se inflamaban como cohetones en su camino rumbo al cielo.

A Mireya la vi por primera vez en mi vida en el baño trasero durante una fiesta mientras se daba placer con un compañero de su colegio novio de su mejor amiga. Allí, escondidos del resto y ya tomados, decidieron darse placer prohibido mientras la novia bailaba con las amigas en la sala de la casa principal.

Obvio que al verla tan radiante y en plena acción sexual ejerciendo el derecho de su concha a ser penetrado y gozado a tan precoz edad, pues me dejó perplejo y prácticamente shockeado.

Me mate a cientos de pajas durante las semanas posteriores a dicha visión.

Un día no pude más y me acerqué a ella. Sus hermosos ojos verdes aderezados por aquellas largas pestañas rizadas hacían difícil mantenerle la mirada sin ruborizarse uno. Nunca había estado tan cerca de sus atractivos y medianos senos que asomaban su primera mitad por sobre su generoso escote y sus blancas piernas forzaban una erección simplemente natural y automática en mi.

Me convertí en su amigo y ella en mi amiga y así lo fuimos durante varios meses. Nuestra amistad se hizo tan profunda que en diversas ocasiones me permitía masturbarme frente a ella mientras ella gozaba con alguien más. Sabía que me gustaba pero yo no le gustaba a ella, y aunque siempre me decía que tenía un falo de colección, la verdad es que nunca hizo nada por jalármela o chupármela, como hacía con sus numerosos y selectos amantes de ocasión. Un día me pidió que la llevará con un amigo al otro lado de la ciudad. Pasé por ella y me presentó a sus padres, hermana y hermano. Se veían una familia muy unida y estable, ella la hija mayor y más hermosa. Esa tarde Mireya se veía radiante, hermosa, sencillamente espectacular. Su hermoso cuerpo de joven haciéndose mujer contrastaba perturbadoramente con su rostro de niña y su forma atrevida de vestir. En aquella ocasión Mireya llevaba una falda de mezclilla a medio muslo y una muy ligera playerita de tirantes que dejaban admirar sus hermosos senos coronados por esas dos espinas que eran sus pezones y que marcaban la playera como queriendo perforarla. Me disculpe lo más rápido que pude y me metí al baño a jalármela endemoniadamente. Mis genes salieron disparados en menos de dos minutos. Guau! Qué bien se ve hoy!

-Qué les vaya bien en el cine y no regresen muy noche, nos dijeron sus padres al despedirnos.

Jajaja, al cine, me reí para mis adentros. Si sus padres supieran que el único cine al que iría su predilecta hija ahorita era el cine porno que ella misma iba a escenificar con algún fulano afortunado que en un par de horas gozaría de sus orificios.

Mientras conducía no pude evitar desaprisionar de su encierro a mi usado falo y proceder a írmela jalando mientras le veía de reojo las piernas y la suavidad de sus senos detrás de su tan atrevida mente ligera playerita.

-Te hubieras mejor salido desnuda, no?- le dije en son de broma mientras seguía jalándomela ahora a dos manos en un semáforo en rojo.

-Qué cosas dices Joel- me contestó mientras de reojo veía mi masturbatorio movimiento. Mejor apúrale porque ya es tarde y ya no aguanto.

-Está bien, pásame un pañuelo que batí todo- le pedí una vez que mis genes fueron a parar tan lejos que un lechazo terminó en sus muslos. Qué coqueta te ves con eso embarrado en tus piernas Mireya. Te ves súper sexi así.

-Eres un puerco, ya maneja y sigue conduciendo que aún falta mucho.

Una hora después llegamos al domicilio y y entramos.

-Quieres entrar?- me preguntó.

-Claro, esto no me lo pierdo.

Resultó que el que abrió la puerta era su maestro de Químicas. Un apuesto y joven maestro sujeto de los sueños de varias de las chicas de su escuela. Nos ofreció una cerveza y platicamos de cosas sin importancia.

-Qué atascon te vas a dar con este cuerpecito pensaba yo muerto de la envidia.

Después de la primera cerveza nos ofreció una segunda y se prendió un cigarro que en breve pasó por los labios de Mireya y los míos y así dio varias vueltas hasta que desapareció en los dedos del profesor.

De repente todo se hizo silencio. Mireya se puso en pie y se dirigió a su maestro con ritmo cadencioso e intenciones animales. Se fundieron en un beso seco que inflamaba deseo. La playera de Mireya cayó al suelo y yo enfrente pude ver la majestuosidad de sus blancos y jóvenes senos de chica mujer siendo succionados por la boca lasciva de su amante que intercalaba de uno a otro alimentándose como bebé de esos senos coronados por generosos tiesos pezones de rosadas áureas.

-Para qué lo trajiste?- le preguntó él a ella.

-Para que me trajera, pero no hay problema, es buen chico, no dirá nada- dijo mientras ambos caminaban hacia la habitación desprendiéndose ya de sus ropas que caían en el camino ante mi perturbada mirada y boca espumosa.

-Qué cogidon te van a poner chiquita- dije en voz baja sin que ellos hicieran caso mientras cerraban la puerta y ponían seguro dejándome afuera de sus prohibidas intimidades de una adulta atrapada en el cuerpo de una joven preparatoriana.

-Cógeme como hombre, no seas puto

-Qué buen palo tienes mi amor

-Eres un cabron, te gusta cogerte chavitas

-Cógeme como tu puta

-Métemela hasta el fondo cabron

-Me estoy viniendo, Me estoy viniendo

-Más Más, Así cabron, Así

-En mi cara

Fue el repertorio de palabras que estuve escuchando durante tres horas hasta que finalmente escuché el picaporte abrir y que salieron con cara de satisfacción pero pálidos por el cúmulo de sudores y jugos perdidos durante la sesión.

En el trayecto de regreso a casa de Mireya ella se quedó dormida y yo aproveché para masturbarme con sus muslos estando estacionados a dos cuadras de su casa. Era la primera vez que hacía algo sexual con ella.

Al día siguiente me pidió si la podía llevar de shopping con sus amigas pero con la condición de que yo dijera que era un chófer de Uber y que fingiera no conocerla. Petición se me hizo algo extraña pero accedí.

-No te vas a arrepentir- me dijo casualmente y cambió de plática hacia aspectos de las relaciones internacionales (su padre era diplomático) de las cuales siempre le gustaba hablar.

El día siguiente llegó y yo adopté mi papel de Uber chófer y fui por Mireya a casa de una de sus amigas. Conduje por varios centros comerciales a lo largo del día mientras Mireya y sus amigas iban llenando bolsos de todo tipo de ropa y accesorios. Terminando el último centro comercial ellas salieron y abordaron el coche muy alegres. Las tres reían mucho y percibí un ligero aroma a alcohol. Habían estado bebiendo en la última escala. Mireya me pidió que condujera sin destino exacto, que vagabundeara por aquí y por allá sin rumbo fijo, hasta que en un momento me pidió que estacionara el coche y una de sus amigas, la más bonita de las tres, se sentó en el lugar del copiloto y me preguntó que cuando había sido la última vez que me la habían chaqueteado.

-Qué?- respondí incrédulo. Pensé que había entendido mal.

-Qué cuando te la chaquetearon por última vez, me preguntó en tono ligero como si fuera la pregunta más normal del mundo, algo así como 'Cómo te ha ido?'.

-Hace como tres años- le contesté. Estando en la universidad.

-Y desde entonces nadie te ha hecho el favor?- me preguntó con tono burlón.

-Nadie.

-Tas cabron- me dijo, pero hoy estás de suerte porque hoy yo te la voy a jalar. Sácatela y acomódate bien que te voy a hacer ver estrellitas- me dijo la chavita mientras se sacaba un seno para mostrármelo.

-Álvaro momento de desenfundar Mireya y Gema (la otra amiga que iba atrás) se incorporaron para ver mi pene.

-Wow, pero qué animalote tienes amigo, mira nada más que buen pedazo de carne.

-Acércate que te la voy a pajear para sacarte toda esa leche que debes tener allí adentro- dijo Minerva mientras con su mano derecha reconocía el terreno de mi falo ya descontroladamente erecto apuntando al cielo.

La situación se alargó durante un buen rato pues Gema también quiso participar y entre ella y Minerva intercalaban turnos en el asiento del copiloto hasta que Minerva fue quien finalmente me hizo desenvolverme en una cascada de espeso esperma que acabó por batirle mano, brazo y falda. Mireya nunca me tocó.

-Cómo te la pasaste don Juan- me preguntó una vez que dejamos a Gema y Minerva en sus casas. Te gustó?

-Si Mireya, muchas gracias. Ya lo necesitaba. Te debo una.

-No es nada, déjalo así. Pero tu noche de suerte no ha terminado aún. Te tengo una sorpresa.

-A qué te refieres, de qué me hablas?

-A qué esta noche me vas a coger. Pero escúchame bien, será la primera y última vez que me cojas, o sea que aprovéchalo bien porque será cosa de una sola noche. Nunca más.

-Qué? Porqué?

-No hagas preguntas tontas y conduce. Llévame a un hotel. Mis papas creen que pasaré la noche con Minerva.

-Una cosa más- me dijo. No quiero que me cojas a mi, a Mireya, cógete mi cuerpo como mejor te venga en gana, no pienses que estás conmigo, va? Te presto mi cuerpo por una noche, úsalo como mejor te plazca. Dame la cogida de mi vida.

Entramos a la habitación ella escondida en la cajuela del coche por obvias razones y una vez adentro ambos nos desnudamos sin decirnos nada ni tocarnos, solo nos desnudamos totalmente y quedamos frente a frente. Por fin frente a mi y para mi. Había visto tantas veces a ese pequeño cuerpo entregarse a las más sucias pasiones sin haberlo nunca tocado y ahora frente a mi, ese cuerpo me pertenecía para proveerme de placer.

-Quédate de pie, en posición de firmes- le dije.

Me acerqué a ella, me puse justo enfrente de ella con mi glande rozándole el vientre. Tomé mi falo y lo empecé a untar suavemente por su vientre, nalgas y muslos, primero muy suave y luego cada vez con más presión.

-Abre ligeramente las piernas- le dije ya más en tono de orden que de solicitud.

-Un poco más, así, rico.

Me puse detrás de ella y coloqué mis 23 centímetros de maciza entre sus hermosas piernas sintiendo la humedad pegajosa de su experimentado sexo juvenil y empecé un mete-saca suave, lento pero lo más profundo posible saliendo mi glande por la parte delantera de sus muslos simulando una hermosa y joven chica con un gran falo mirándose frente al espejo. Creo que ella pensó lo mismo porque al ver mi glande entrar y salir de entre sus muslos su respiración se aceleró y sus pezones brotaron por entre mis dedos.

Me voltee de posición y me puse frente a ella para incrustarle mi tranca por entre los muslos pero ahora fundiéndome en un gran beso empapado de saliva en su boca mientras mis manos se posaron sobre sus generosas y hermosas nalgas mayugandolas con presión sintiendo todas sus carnes entre las mías.

-Qué pedazo de hembra me estoy comiendo!- me dije a mi mismo disfrutando el sentir de mi palo deslizándose entre sus muslos, el asir de mis manos sobre sus glúteos y la sensación de tener sus pezones inflamados rozando mi pecho mientras lamia todo su rostro, cuello y hombros con mi lengua viperina. Dios, un manjar para los dioses, un ostión para glotonear. Y al pensar en el ostión que es este cuerpo que me estoy cogiendo inmediatamente me puse en cuclillas, le abrí las piernas y probé su néctar ya escurriendo humedades lascivas de chics joven pidiendo verga. Y de ese cáliz bebí, lamí y chupe por varios minutos que me parecieron fracciones infinitesimales de gozo. Intenté hacerle un mete-saca con mi lengua hurgando entre sus labios pero ya mi lengua estaba exhausta y no me respondía. Me incorporé y la llevé al lecho donde la iba a hacer pecar y me coloqué al revés de ella con mi boca en su sexo y mi tranca en su boca y me fundí en otro beso primoroso embarrando sus jugos en mi cara y cabello mientras la empecé a penetrar lascivamente por la boca. Más que una mamada, eso era una violación bucal consentida y sólo recuerdo que mis estocadas eran hasta el fondo y que yo no entendía cómo eran que le cabía toda mi herramienta mientras me imaginaba el espectáculo que le estaríamos dando a alguien en caso de que lo hubiera. Después de un rato me cambié de posición encima de ella y apunte mi estaca a su cueva sudoroso y me dijo - ya por favor, clávamela ya, ya no aguanto, dámela hasta el fondo- y yo le dije - querías la cogida de tu vida?, sabes lo que me hacías sufrir viéndote coger con todos mientras siempre me negabas a mi? - Y se la clavé sin piedad dejándole ir 23 centímetros de placer sin escala hasta el fondo de su ser sacándole un grito de placer-dolor que la puso fuera de si gritándome a todo pulmón: Si, cógeme como animal - y yo acelere al máximo mis embestidas totales en un arqueo mecánico industrial de mi cuerpo convirtiéndome en una máquina de placer frenético que sólo una vez había realizado años atrás con una prostituta en Guadalajara, Jalisco. Mireya sólo balbuceaba gemidos y me profería insultos de pasión:

-Chinga tu madre guey, que cogida!

-Me estás haciendo tu perra

-Eres mi macho, mi cogedor

-Préñame como semental

-Quiero ser tu puta

Hasta que de repente y en plena faena coital a toda velocidad Mireya calló y se desvaneció. Se desmayó a mitad de su último orgasmo. Yo todavía seguí un rato en la misma posición y con sus palabras 'Préñame como semental' retumbándome los oídos sentí una descarga eléctrica en mi columna vertebral tan intensa que me dejó paralizado seguido de un torrente que de mis guevos salía hacia mi falo inundando la cueva pervertida de mi amante de torrentes de esperma que me dejaron sin ni siquiera poder moverme y sintiendo que un ataque al corazón era inminente.

Minutos después escuché la voz de Mireya diciéndome Qué pasó? Qué hora es?

-Creo que te desmayaste mientras te estabas viniendo.

-Si? De veras?

-Creo que sí

-Puf, qué loco. Creo que sí me diste la cogida de mi vida porque no me puedo ni mover.

-Antes de dormir métete a bañar y límpiate porque me vine en ti.

-Si? Y por qué?- me preguntó preocupada.

-Qué porque? Que no te acuerdas que me gritaste Préñame como semental?

Mireya se dirigió hacia la regadera y abrió el agua caliente. Yo vi mi reloj y vi las 3:30am, aún temprano para seguir cogiendo. Me levanté y vi a Mireya bañándose totalmente desnuda. Qué hermosa era, me dije nuevamente. A escondidas fui por mi celular y le tomé varias fotos para el recuerdo. Me uní a ella en la regadera y me amamante de sus ubres sintiendo como cobraba vida nuevamente una erección de grandes proporciones. Mireya la vio y se hinco ante mi metiéndosela a la boca glotonamente de un bocado.

-Te voy a poseer mi amor- le dije. La incorporé y la puse de espaldas a mi con las manos contra la pared. -Inclínate un poco más.

Mireya obedeció todo sin chistar y me preguntó: Qué me vas a hacer?

-Te voy a hacer mujer chiquita.

-Ya soy mujer desde hace mucho mi amor.

-Si?, desde cuando chiquita, cuéntame.

-Lo hice anal a los catorce.

-Entonces disfruta esta le dije con furia mientras se la dejé ir como si la odiara.

-Te estoy faltando el respeto Mireya, te estoy cogiendo por detrás, como perra- le dije salvajemente.

-Si mi amor, fáltame el respeto, abusa de mi, abusa de esta menor de edad que te estás cogiendo.

-Te gusta mi palo?

-Me encanta cabron, me saca el aire pero me encanta. Cógeme como hombre, más duro, más, mi vecino coge mejor que tú guey, dame duro.

-También te coges a tu vecino putita?

-Si, también, soy bien puta.

-Dime chiquita, con cuantos has cogido, dime la verdad por favor.

-Cómo veinte, contigo veintiuno.

Estando en esas empecé a mayugarle el clítoris con la mayor rapidez que podía hasta que empezó a gritar: Me estás haciendo venirme, me estás haciendo venirme, hasta que se vino eructando gemidos ininteligibles de placer desbordado. La saqué de la regadera y comencé a violarla vaginalmente con todas mis fuerzas hasta que sentí que se me venía otro orgasmo. Rápidamente se la saqué me puse sobre su rostro y escupí todo mi dna sobre su cara, cabello y cuello. Le tomé una foto con mi celular y me quedé dormido.

Despertamos a medio día por su celular que estaba sonando. Eran sus padres. Algo se sospechaban y la querían de regreso lo antes posible.

-Quiero volver a verte Mireya, no quiero que esto haya sido la primera y última vez. Siempre he estado enamorado de ti- le dije mientras conducía rumbo a su casa.

-Habíamos quedado en algo y espero tengas la palabra para cumplirlo, no me hagas enojar y tener que dejar tu amistad.

-No entiendo por qué no podemos siquiera intentarlo. Sé que anoche disfrutaste, y mucho y no entiendo porque no repetirlo como novios, como amigos, como lo que tú quieras.

-Qué no Julián, anoche fui muy precisa y tú estuviste de acuerdo, punto, ya, habla de otra cosa.

Llegamos a nuestro destino y se bajó del coche.

-Lo voy a pensar, sale?- me dijo antes de despedirse y entrar a su casa.

Un mes después Mireya me habló diciéndome que quería hablar conmigo. Nos reunimos en un café en la Condesa. Esa tarde acordamos un tipo de relación que me permitiría seguirla viendo todos los días y gozar con ella de manera casual. El acuerdo fue que yo sería su novio, su novio fiel sin poder liarme con nadie más mientras que ella podría seguir igual que siempre, acostándose con quien quisiera las veces que quisiera y que como antes, si yo quería podía verla en ocasiones. El acuerdo funcionó más o menos bien y así anduvimos seis años hasta que el año pasado se convirtió en mi esposa fiel ahora si nada más para mi y somos muy felices.

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