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Nueva vida, nuevos placeres 3. Final

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Aprovechando el feriado largo los cuatro viajaron hacia la playa, habían reservado un bungalow. Había una habitación con dos camas matrimoniales.

Mirella estaba un tanto acomplejada con su cuerpo, así que se puso un traje de bajo negro de una sola pieza que dejaba ver el nacimiento de sus tetas.

Mientras que Cristina, un tanto más desenvuelta usaba un sensual bikini de dos piezas mostrando su estómago plano.

Se divirtieron en la playa. Ambas parejas jugaban en mar cogidos de la mano, pero solo Cristina permitía que su hijo le dé besos y muestras de afecto en público. Mientras que Mirella, un tanto más recatada apenas permitía un abrazo.

Luego de comer volvieron a la habitación y se acostaron. Apenas apagaron la luz Mirella y Arturo empezaron con el coito, pero lo hacían sin ruido y en la posición del misionero. Mientras que Cristina cabalgaba a su hijo. Lo cual Mirella veía su silueta a través de la poca luz que penetraba de las cortinas, escuchando solo el ruido del colchón y el olor a coito que invadía la habitación.

Al día siguiente durante la noche se pusieron a jugar algo. Arturo propuso en tono de broma Póker de prendas, su madre Mirella estaba sorprendida, pero Cristina estaba encantada con la idea entre vinos y licores.

Al final del juego ganaron las mujeres quienes pidieron que sus hijos hicieran un strep trease. Ambas se sentaron en el sillón y contemplaron a sus vástagos mientras se quitaban las prendas. Observaron que Arturo presenta el pene más largo, mientras que su Iván lo tenía más ancho.

Luego les tocó el turno que los chicos disfruten el espectáculo de sus madres se quiten las prendas: Mirella tenía las tetas más grandes, gordita de esas buenotas y el coño muy peludo, un tanto más tímida. Cristina tenía el cuerpo más delgado, un poco más alta y piel ligeramente más tostada que Mirella, su coño estaba perfectamente depilado y una sonrisa pícara.

Luego sus hijos se acercaron gateando y empezaron a lamer el coño de sus respectivas madres haciéndolas llegar en un orgasmo. Entre las copas y la excitación acordaron hacer un intercambio de parejas.

Mirella se abrió de piernas boca arriba en el suelo, Iván la penetró de una estocada como hacía con su madre, lo cual le causó dolor a Mirella dando un ligero brinquito y gritito, ya que Cristina tenía la vagina más profunda. Mientras que Cristina se puso en cuatro, Arturo penetró de a pocos viendo que el coño de ella era más estrechos y sus labios vaginales se expandían. Cristina se acercó a su amiga y le dio un beso en la boca para que se calmara.

Mientras Iván penetraba a Mirella la cogió de los tobillos para facilitar la penetración bajando el ritmo, Cristina le chupaba las tetas a su amiga. Arturo frotaba el clítoris rosado y rasurado de Cristina mientras la penetraba en cuatro. Luego de varios minutos. Cristina quiso tener el control. Mirella tenía los ojos completamente abiertos y respiraba por la nariz y explotaba el aire por la boca para intentar de calmar el dolor.

Cuando se cansaron de coger, Cristina quiso comerse la verga de Arturo tomando su cabeza la hizo tragar polla. Cristina la babeó completamente para facilitar la penetración. A veces lo miraba a él y a veces a su hijo “¡qué rico me la chupa tu madre!”. Por envidia Mirella quiso chupar la verga de Iván pero al hacerlo de una vez sintió arcadas. Viendo como lo hizo su amiga la llenó completamente de baba y se la metió una parte, besando y lamiendo desde el escroto hasta la punta del glande, poniendo la lengüita y sus labios carnosos trabajar como diosa. Hasta que ambos chicos se corrieron en la boca de su parejas de turno.

Luego cambiaron volviendo a ser madre e hijo. La comparación del éxtasis fue mayor. Los cuatro se dieron cuenta que se complementaban con su familiar, el éxtasis se sentía mayor y la sensación de seguridad y el orgasmo se siente mejor.

Cristina le dio la gran cogida sacudiéndose como perra en celo y él le respondió de buena manera haciéndola sentirme hasta dentro. Arturo por su parte, tomó a su madre y la hizo ponerse boca arriba, se le trepó y tomando su pierna izquierda la hizo colocar sobre su antebrazo mientras con la otra mano le metió la verga despacito una, dos, tres veces haciéndola suspirar de placer. Luego levantó su otra pierna de la misma forma y se puso a follar despacio, muy despacito y el gesto de ella me hizo poner más y más cachondo, mientras él se puso a follar a Mirella cada vez más fuerte y más rápido.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!…

Iván volteó a su madre levemente, la tomó por los tobillos y la abrió a más no poder, miró fijamente a Arturo y arremetió contra su vaginita; sonreía con un placer indescriptible y la verdad, a Cristina se la estaban cogiendo riquísimo. Iván se relamía y lo disfrutaba mientras la hacía jadear más y más. Arturo tomó a Mirella de la misma manera y abriéndole las piernas al máximo, le dio como animal salvaje mientras miraba cómo se la ensartaban hasta que él la hizo participar más, poniendo los ojos completamente abiertos y en blanco.

-¿Te gusta?

-¡Sí!

-¿Te gusta cómo te cojo?

-¡Síiiiiiiiii!

-¡Pues entonces toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma perra!

Cristina comenzó a retorcerse como perra más y más. En ese momento, Mirella y sus hijos tuvieron orgasmos simultáneos: fue sencillamente genial. Arturo la puso a cuatro patas; se puso a lamer indistintamente ano y vagina mientras Mirella se puso a masturbarle. Miraba con cara de puta hambrienta a su hijo. Se puso a meterle los dedos en su concha y en su ano haciéndola jadear y de un momento a otro. Cristina e Iván siguieron con la cogida viendo a la pareja vecina que ya no era tan recatada como hacía unos minutos. En la habitación se escuchó simultáneamente los gemidos de ambas.

-¡Anda! ¡Cojámonos por el culo a este par de putas! –dijo Iván a Arturo completamente excitado.

Los únicos que dudaron eran Mirella y Arturo, así que sonrió. Se acercó y le di un buen beso.

-Tu madre tiene un culo riquísimo. –le decía Iván a Arturo

-¡Tomen, putas! ¡Tomen! ¡Aguanten que les vamos a partir el culo! –dijo el chico fuera de sí.

Iván agarró del cabello a Cristina y Arturo y Mirella se pusieron como dos animales en celo. Los cuatro sudaban por tremenda cogida disfrutando como nunca al entregarse completamente y conscientemente en la sangre de su sangre. Sonriendo cariñosamente y enviándole un beso a sus respectivas parejas.

-¡Toma! ¡Toma perra! ¡Toma perra! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!… Cristina aguantaba sin problema la partida de culo que Iván le daba, pero Mirella no aguantó y su hijo la penetró vaginalmente hasta que se corrió cayendo al piso.

Estaban tan satisfechos con la experiencia, que Mirella y Arturo hicieron el amor un par de veces antes de dormirse. Viendo esto Iván masturbaba a Cristina con sus manos, mientras ella hacía lo mismo con su hijo.

Luego levanto su pierna un poco para mejorar su penetración, ahora sentía que su verga se clavó en toda su raja. Las nalgas y su vientre comenzaron a hacer un ruido de carnes. Se tapó la boca para no gritar o gemir, después de haber cogido hasta la saciedad. En eso Iván buscó a Cristina solo para moverse y colocar su lengua en su ano, lo lamió y luego lo hizo también con su rajita dilatada. Luego de comérselas, volvió a la posición anterior y se la volvió a meter. Lo abrazó, apretó sus senos y dándole fuerte sentía su esperma regarse en el interior de su vagina de nuevo. Le dio varios lechazos y luego se retiró a su lado hasta que se quedaron dormidos minutos después, con la rajita llena de su esperma, amaneciendo con la leche de sus hijos.

Al día siguiente bajaron al restaurante para desayunar. A los cuatro se les notaba diferente pero estaban muy contentos.

- Me encantó la experiencia de anoche. Fue una verdadera delicia. –dijo Mirella.

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