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(8) Los amores de Ana Etxeberría

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Por la hora que era, Ana sabía a ciencia cierta dónde encontrar a Martina Benavent. De ahí que encaminara sus pasos a los servicio de chicas. En efecto, fue entrar y allí estaba Martina en uno de los toilets, aunque muy bien acompañada. Él aguantaba los saltos sentado en el váter mientras ella hacía selfies con su móvil.

-Hola, Martina –se asomó Ana-. ¿Te queda mucho?

-Si me desconcentras tardaré más, guarra.

-¿Quién es el de hoy?

-Uno del equipo de fútbol. Llevo detrás de él un mes. Lo estoy desprecintando.

-¿Es virgen?

-¿No le ves? Se me va a poner a llorar y todo. ¿No es una monería? A ver, otra fotito –alzó el móvil para hacer otro selfie.

-Córrete pronto. Hay que buscar a Belinda y a Carolina. Es urgente.

-Follarme a este angelito inocente también es urgente –empezó Martina con unos saltos más pronunciados. Los primeros gemidos surgieron de su garganta.

El olor a meada rancia revolvía el estómago a cualquiera. Además, el interior del váter tenía varias capas de heces secas y el tufo lo impregnaba todo. Pollas pintorreadas y frases obscenas decoraban las paredes del toilet.

Llegó un momento en que Martina alcanzó el éxtasis sexual.

Tres chicas aprovecharon para hacer unas fotos entre risas.

-¿Quién es? –preguntó una de ellas a Ana.

-Martina Benavent. Ponlo bien en tu facebook.

Ahora reía Ana con ellas tres:

-Su coño es como un reloj. Siempre está en el mismo lugar a la misma hora.

-Qué zorrón –dijo la otra.

-No lo sabes bien.

-¡Ana, vamos, coño! –alargó Martina la mano con su propio móvil. Ana lo entendió y se puso a grabar. La borrachera de sexo no la dejaba ser una persona normal.

Ana inmortalizó en vídeo los últimos instantes coitales de Martina. Unos saltos más. Un meneo magistral de pelvis. Y ambos alcanzaron el orgasmo. Ella gritando y él sollozando. Martina le susurró con amor a medida que la eyaculación finalizaba. Le retiró las lagrimitas con la yema de los dedos.

-Ya eres un hombre, amor mío. ¿Estás bien?

-Sí.

-¿Sí? ¿De veras?

-Sí.

-Dale al stop, Ana -se levantó Martina del váter desnuda y sudorosa-. ¿Cómo ha salido? A ver –revisó Martina el vídeo con Ana al lado. Los ojos del chico devoraban el culo pomposo de Martina, al nivel de su cara.

-No te preocupes. Sales muy puta y muy bien.

-Mira, mira qué bien me lo follo –visualizaba su coito con orgullo y satisfacción. Martina se rascó los bajos con la mano y el chico no perdió detalle-. Esto va para mi facebook. Con esto consigo 500 followers más.

-Ya puedes presumir durante meses. Anda, será mejor que te vistas y nos larguemos.

-¿Será mejor por qué?

-Fíjate –le señaló la erección endurecida del chaval-. Creo que se ha quedado con más ganas.

-Serás guarro. Anda, largo. No me van los cerdos.

-Lo siento –se avergonzó el chaval.

-Venga, coge mis bragas. Te las regalo.

-¿En serio? Gracias.

Martina se inclinó y las cogió del suelo. En ese movimiento, le puso el culo en la cara del chico.

-Qué zorra eres –suspiró Ana.

Los ojos del chaval echaron chispas.

Martina esperó aposta.

-Oye, ¿me estás mirando el culo, cabrón? –jugó con él.

-¿Yo? No… bueno, sí, pero lo siento… yo…

-Que sea la última vez, pervertido.

-Te lo prometo. Será la última vez.

-Anda, a tomar viento. Largo.

-¿Y tus bragas? ¿Me las das?

-Claro que sí.

Martina lió las bragas y las ató con un nudo resistente al miembro viril del chico.

-¿Qué haces?

-Como me entere de que te las quitas no hay más sexo.

-Me las has apretado mucho. Me duele.

-Es una prueba de amor. Quítatelas a las doce de la noche. Antes no. ¿Lo harás por mí? –puso Martina un tierno pucherito.

-Vale –se levantó del váter.

-A clase, capullo –le abofeteó Martina su culo lechoso.

-¡Au! ¡Me ha dolido!

-Más fuerte te daré la próxima vez.

El chaval salió ante las risas fanfarronas de las nueve chicas del baño. Fueron crueles con burlas y mofas. Siete de ellas alzaron su móvil como indicando que el material ya estaba en curso. El chico se fue humillado.

-¿No te da pena? –rio Ana.

-Más pena me da no follármelo. Es mi tercer virgen en dos semanas. Estoy haciendo un favor social a esta universidad.

-Claro, tenían que hacerte un monumento en el campus, bueno, a ti no, a tu coño.

-¿Tienes un rotulador?

-Claro –lo buscó Ana en su mochila. Mientras tanto Martina se vestía-. No sé de dónde sacas a todos esos vírgenes, pero tienes que decirme el truco.

-Y tengo a cinco pendientes de desvirgar. Son mi especialidad y tengo buenas credenciales. Ofrezco experiencia, dulzura y seguridad, y todos me buscan.

-¿Y dónde te anuncias?

-Por eso quiero el rotulador.

-Toma.

-Gracias –quitó Martina el capuchón y se puso a pintorrear en una pared.

-¿Qué escribes?

-Hora del coito. Nombre del novato. Y por supuesto mi nombre completo y el número personal de mi móvil. Y dejo una nota. EXPERTA EN SEXO VIRGINAL. MASTER EN SALUD SEXUAL POR LA UNED. La clave está en escribir con letras más grandes que el resto. Así destaca más. Ya sabes cómo me anuncio.

-Qué zorra…

-Tendrías que ver los baños de chicos. Tengo mensajes míos hasta en las papeleras. Uso mi pintalabios en los espejos, pero las putas de las limpiadoras siempre lo limpian. Me encanta entrar y verlos mear en fila en los urinarios. A más de uno se le pone dura y se le corta el chorro –rió Martina.

-Eres de lo que no hay.

-Tendrías que verme. Transformo el pis en semen en un minuto. Hago magia. Como Cristo con los panes y los peces.

-Ya veo. ¿Estás vestida? Hay que buscar a Carolina y a Belinda.

-¿Para qué?

-Luego te lo explico.

-Belinda sé dónde puede estar. Está ahorrando para hacer un master y necesita ganar dinero. Y ya sabes que aquí dinero es sinónimo de sexo. ¡Yeah!

...continuará.

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