Nuevos relatos publicados: 6

Fui iniciado por un médico (3)

  • 3
  • 16.086
  • 9,36 (11 Val.)
  • 0

Me la metí en la boca y empecé a trabajar con mis labios y mi lengua mientras sentía que la verga se iba poniendo dura, cada vez más dura. Tenía buen sabor y sentí que me encantaba chuparla en tanto él me tenía sujeto por el pelo y gemía de goce.

El tiempo parecía no existir mientras yo chupaba y chupaba hasta que por fin él descargó su semen en mi boca ansiosa por probar esa sustancia que resultó ser deliciosamente caliente y espesa.

Gemía mientras estaba acabando y en cuanto soltó el último chorro me ordenó entre jadeos: -Tragá nene… ¡Tragá todo!...

Y yo, con la boca llena de esa leche, contesté: -Sí… sí, doctor… -y tragué, tragué hasta la última gota ese delicioso licor a cuyo sabor algo agrio me acostumbré muy rápidamente.

Él seguía sujetándome por el pelo y no me soltó hasta que le dije: -Ya… ya está, doctor… ya… ya tragué todo…

-A ver, abrí grande la boca. –y me torció la cabeza hacia atrás.

-Bien, Jorgito, muy bien… -me aprobó después de la inspección que le permitió comprobar que en mi boca no quedaba nada de semen.

Me ordenó ponerme de pie y cuando estuve así, avergonzado, con la cabeza gacha, me dijo: -No me canso de mirarte, nene… ¡Qué lindo chico sos!

-Ay, gracias, doctor…

-Bueno, ahora contame… Supongo que vas a la escuela de mañana, ¿cierto?

-Sí, doctor…

-¿Y qué hay de tus papis?

-Ellos trabajan, doctor…

-Ah, qué bien… ¿Y qué horarios hacen?

-Se van al mediodía y vuelven a eso de las ocho de la noche, doctor…

-Perfecto, es decir que vos estás mucho tiempo solito en tu casa…

-Sí, doctor, desde que llego del colegio, a las doce y media más o menos…

-Perfecto, Jorgito, ¡perfecto! Ter voy a decir cómo serán las cosas. Te habrás dado cuenta de que me gusta mandar, ¿cierto?

-Sí, doctor…

-Y a vos te gusta obedecer… ¿Me equivoco, Jorgito?

-No… No se equivoca… -confirmé avergonzado…

-¡Muy bien!... Sos la putita perfecta, linda y obediente…

-Pero… pero soy varón, doctor… -me atreví a protestar y entonces me cruzó la cara de una bofetada tan fuerte que me llenó los ojos de lágrimas…

-¡A mí no se me contradice, nene! ¡Vos sos lo que a mí se me antoje que seas! ¡¿Está claro?!

-Sí… Sí, doctor, sí… -admití después de tragar saliva…

-Pedime perdón...

-Pe... perdón, doctor...

-Eso está mejor y ahora escuchame, ¿tenés celular?

-Sí, doctor…

Fue hasta el escritorio, tomó su agenda y una lapicera y me ordenó que le dijera el número, lo hice y él, después de anotarlo y dejar las dos cosas en su lugar siguió explicándome: -Vas a tener el celular prendido todo el día, porque puedo llamarte en cualquier momento para ordenarte que te presentes en mi casa…

-Sí, doctor, está bien… Pero en el colegio tenemos que apagarlo…

-No hay problema, lo encendés en cuanto estés volviendo a tu casa…

-Sí, doctor, lo que usted diga…

-Bien, putito, ahora vestite y andate… Cuando tengas los resultados de los exámenes ya veremos de indicarte un tratamiento...

-Sí, doctor… -y me fui sin imaginar todo lo que me esperaba en manos de ese hombre, un auténtico pervertido…

(continuará)

(9,36)