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Primer encuentro - Saint Martin

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Yo había reservado un hotel frente a la playa y cambaría mi viaje de retorno para que nos veamos. Martina diría que estarás organizando un evento internación. Quedamos en vernos en Hotel. Sería la primera vez que estaríamos juntos después de tantas miradas cómplices, mensajes atrevidos y fotos explicitas.

Sería la primera vez de Martina en Saint Martin. Llegarías antes que yo así que fuiste al hotel. La habitación no estaría lista pero te darían otra temporal. Te fuiste a cambiar y puesto tu resort look para cuando yo llegara.

Yo aproveche el camino al hotel para hacer las últimas llamadas de negocios, solo las importantes. El resto ya estaba arreglado. El año iba bien y me había rodeado de un buen equipo. Tendría todo el tiempo para ti.

Martina fue a esperarme en la recepción, se sentó en el bar de donde se ve la entrada pero no aguantó, así que se acercó a las escaleras por donde me recibiría al momento de llegar porque es dulce. Caminó a la entrada y vio a un par señoras jóvenes (40?) que habían viajado juntas en el mismo vuelo que ella quejándose de su vida cotidiana y ahora una la veía de arriba abajo, sabía que se había arreglado para esperar a alguien.

Llegué. Bajé del carro y fuiste tan rápido a mí que ni me daba tiempo de pagar. Le deje un billete y nos abrazamos, nos dimos un pico en la boca, acelerados la abrace duro hasta que con calma le separé la cara, nos vimos y nos besamos apenas presionando los labios. Con eso ya salieron chispas de la electricidad que nos corría.

Mientras nos cambiaban de habitación y chequeaban esperamos en el Bar. Pedí dos Rones en las rocas y al voltearme a verte le dije: “Vamos a compartir todo”. Quizás el Bar tender sonrió porque me escuchó, quizás porque quiere propina o quizás porque se ve que estamos locos uno por el otro. Nos está por entregar los tragos y tomo ambos en mis manos aunque uno se lo iba a dar a ti pero Martina ya sabe que seré yo el que te da y sirva de ahora en adelante.

De la recepción nos hacen señas… Que vayamos por la habitación. Cuando se va a parar le tengo levísimamente la mano y le indico al recepcionista que venga él. Martina ya sabe que de ahora en adelante será atendida.

Alguien nos lleva las maletas a la cabaña y la tensión se puede sentir pero yo solo sonrío sereno e infinito. Nos va a explicar algo cuando le corto dándole las gracias: “La propina te la he dejado en la mesa a la salida”.

La puerta se cierra más duro de lo esperado. Yo me acerco, le tome la mano y le pedí que me ponga el agua de la ducha fresca para bañarme y me desvestí mirándola a los ojos. Desnudo, le pedí que me espere cómoda, afuera. Aunque no entendía porque, lo hizo.

Pasa una eternidad en un par de minutos. Salí de la ducha y Martina está tratando de disimular desde que escuchó que paro de caer el agua.

Me acerco, la levanto y la beso antes de que me bese de manera lenta y profunda desenvolviendo mi lengua dentro de su boca. Mi ritmo marca nuestros besos. Sé que mientras más intenso la beso, menos podrá tomar aire haciendo que acelere su respiración. Acelerada no ve que le falta la blusa y desabotone sus shorts.

Mis manos en sus caderas la separan solo para traerla contra mí así, siente como mis dedos corren ahora por su espalda hasta llegar a su sostén, bajándolo siento tus pechos contra el mío y ardo por tanto que los he deseado. Ahora mis besos se desbordan en su cuello, hombros y pechos. Martina entiendes mi pasión y tomando mi cabeza en sus manos me sostiene mientras la beso entre sus pechos, corro mi lengua por sus pezones y los chupo como tanto lo he querido. “AaHh” Es el primer gemido que escucho.

Mis manos ahora bajan sus shorts y sus panties rozan contra la toalla que llevo. Lo único que llevo. Ahora con mis labios en sus oídos se lo digo: “Suéltala”. Me desnuda y estamos casi uno contra el otro pero has mojado sus panties así que nos sentimos uno contra el otro. Estoy duro pero ella, en fotos me has visto aún más y eso es lo que desea.

Doy un paso adelante y cae en la cama de espaldas. Levanta la mano para tomarme y nota como me he endurecido. Me necesite ya adentro. Ya. Así que me lleva entre sus piernas y presiona la cabeza de mi pene contra su clítoris. Eso te la electricidad y me baja a recorrer sus labios bajándome, cuando me empieza a subir de nuevo usa toda su fuerza de voluntad para no traerme dentro sino llegarle otra vez a su botón. El placer que le da se ve en cómo se te cierran los ojos cuando lo hace. Va a volver a hacer el mismo movimiento cuando tomo su mano y presiono mi pene entre sus labios metiendo solo la punta. Siento todo su calor. Le doy tiempo para que se acostumbres. Solo ahora empiezo a deslizarme hacia adentro y cuando hay resistencia me deslizo hacia afuera, se relaja y entro un poco más. Lo hago dos, tres veces. En la cuarta entro casi completamente.

Con mis manos en sus hombros empiezo a penetrarla con ritmo. Cuando la lleno toda, siento que me aprieta y toco todas tus paredes. No bajo el ritmo. Cada vez será más fuerte. Esos golpecitos al entrar completos de mi pelvis contra el suyo le dan justo en su botón de Clítoris. Se da cuenta lo mojada que esta y eso la excita aún más. Cuando vuelve su mirada se enfrentas a mis ojos y la penetro ahora con determinación. Entero y se agarra porque no puede convencer a su cuerpo que haga fuerza. Se lo estoy metiendo entero, de a golpe. Lo habré hecho diez, quince veces cuando se siente derretirte en mí y me va mojando. Curiosa baja una mano para sentir cuanto nos ha mojado. La sorpresa, pasar la mano por sus labios, sentir mi pene cuando la penetro, es mucho; demasiado. Va a acabar y lo sabe. Vas a correrse pronto y sus ojos me lo dicen. Su mano siente lo duro que estoy. Serán veinte veces que la voy penetrando cuando se lo meto más duro, siente mi dominio, mi excitación, acabemos juntos. Las últimas veces que se lo meto es con ardor, a paso más rápido y acabo tieso antes de relajarme.

Me tumbo sobre ella y escucha como me corro las últimas veces porque mis labios están en su oído. Sus caderas en espasmos y deja salir un gemido que va entre suplica y grito. Martina acabo, se corrió.

Nuestra respiración va poco a poco disminuyendo y al recobrar algo de fuerza. Nos abrazamos.

Se le han salido unas lágrimas y yo las beso.

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