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Mi primera vez con una mujer

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Mi nombre es Gerardo. Por azares del destino, mi padre se volvió a casar y termine viviendo con él y su nueva pareja, Cintia. Mi edad en ese entonces era de 18 años. Ella tendría unos 34 años, todavía era delgada y atractiva.

Desde el principio note que ella me miraba con intensidad y después de un tiempo nos llevamos muy bien. Un día estábamos platicando en mi cuarto, y la conversación empezó a girar en torno a las chicas de mi escuela. Me pregunto si sabría que hacer en caso de que se me presentara la oportunidad de estar con una mujer. Le dije que no sabría muy bien por dónde empezar o que decir. Entonces me hizo una proposición muy inesperada. Me dijo, mira si me tienes confianza, yo te puedo orientar, podemos simular que estas en esa situación, pero no le digas nada a tu padre. Entonces, guiado por una gran curiosidad, accedí.

Solo ella sabía hasta donde quería llegar. Se quitó su blusa y su pantalón, quedando en ropa interior negra semitransparente. Mi corazón latía a mil por hora. - Ponte cómodo, hace calor y estaremos en la cama. Me quito todo, solo quede en trusa. Mira lo que tienes que hacer en situaciones como esta es colocarte encima de la mujer, y comenzar a acariciar todo su cuerpo, besarlo, decirle cuanto la deseas. Así lo hice, comencé a acariciarla. Mis manos tocaban sus brazos, sus piernas, pero no me atrevía a tocar otra cosa. - Eres muy tímido, me dijo. Puedes acariciarme cualquier parte que desees. Pude acariciar su lencería que cubría sus pechos, pude notar como se transparentaban sus pezones. - Exacto, vas muy bien, así se acaricia a una mujer. Mi pene estaba erecto, pero nuestras prendas impedían la penetración. Note que su pantaleta estaba húmeda. - ¿Porque estas mojada? Le pregunté. - Mira, las mujeres cuando están disfrutando este momento, se humedecen. ¿Por qué no te quitas esto, - refiriéndose a mi trusa- para que puedas sentir la humedad de mi pantaleta. La punta de mi pene rozaba su pantaleta cada vez más húmeda. La respiración de ella se estaba comenzando a agitar. Por instinto, deseaba entrar en ella, pero la pantaleta lo impedía.

Hoy en día, pienso que ella no quería llegar hasta ahí, pero la situación se le fue de las manos, porque de pronto mi pene de alguna forma comenzó a entrar por un costado. - No, Gerardo, que haces? - No sé, perdóname, siento muy rico. - Yo también, pero... ahh, ahhh. Comenzó a gemir, ya era muy tarde, ya había entrado y entrado y nuevamente, pero esta vez más profundo. Con sus palabras me decía que me quitara, pero son sus manos me abrazaba fuertemente. - Mi excitación era demasiada. No aguante que me empezara a acariciar mis nalgas... y acabe muy pronto encima de su vientre. Ella estaba sorprendida de lo que había pasado, confundida. - Por favor, no le comentes nada de esto a tu padre. - No, no lo hare. Con el paso de los días, nuestra relación se volvió un poco distante, pero inevitablemente tuvimos la oportunidad de volver a hablar de lo que paso. - Te gusto lo que hicimos? me pregunto - Me encantó, fue maravilloso, respondí. -A mi también, no dejo de pensar en ti. - No sabes cómo me gustaría repetirlo. - No, no está bien, a mi también me gustaría mucho, pero no. Busca a alguna chica con quien puedas continuar lo que yo te enseñé.

Y esa fue mi primera vez, y la única vez que lo hice con ella. Después yo conseguí novia, y lo demás es historia.

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