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(12) Los amores de Ana Etxeberría

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-Vamos, Martina, mueve el coño –imperaba Belinda con el pelo mojado aún.

-Voy, joder, que me estoy peinando.

-Para el sexo eres la mejor, pero para el deporte eres una negada –rio Ana.

-Cómemela, zorra.

-Ya lo he hecho muchas veces –siguió Ana con su risa.

-¿Dónde es? –buscaba Belinda la puerta a medida que recorrían el pasillo.

-Creo que es esa –señaló Martina una en concreto.

A eso que se cruzaron dos chicos.

-Hey, ¿es un cohete? ¿es un avión? No. Son tres putas con bragas limpias.

-Que te jodan, Luisma –le hizo Ana la peineta.

-¿Y quién dice que llevemos bragas? –se levantó Belinda la falda y mostrando sus atributos púbicos.

Los dos chicos aplaudieron descojonados de risa.

-Chúpame el culo –se lo abofeteó Ana ella misma.

-¿Gratis o cobrando? –rio el otro chico.

-Gilipollas –se aburría Martina.

-Antes era gratis. Ahora 50 euros o nada –hizo mella Ana donde más dolía.

-Puta asquerosa.

-Eso te pasa por bocazas.

-Era solo una broma. Un piropo gracioso.

-Por aquí me paso tu puta gracia –se agarró Ana su entrepierna.

-Chicas, ¿vamos a lo que importa o no? –suplicó Martina.

-El sexo se acabó con vosotros dos. A partir de ahora manual –hizo Ana el gesto de masturbación.

-Puta de mierda… -y se fueron enfurecidos.

-Así se habla –le dio Belinda una chocada de manos a Ana.

-¡Yeah!

Martina, ya harta, abrió la puerta…

-Venga, petardas.

… y Belinda y Ana entraron con ella.

Pero al instante un chico desnudo y con su verga alzada como un sable del amor, las frenó.

-Hey, ¿a dónde vais?

-Nos han dicho que Carolina Torres está por aquí –le informó Martina-. Solo queremos hablar con ella y nos largamos.

-No estáis invitadas a esta fiesta.

-¿Y qué hay que hacer para conseguir una invitación? –repuso Ana.

-Despelotaros. Es la única norma. Es una fiesta nudista.

Ninguna de las tres lo dudaron y fueron quitándose prendas hasta quedar totalmente desnudas.

-¿Puedo? Para mi colección –señaló el chico la cámara de su móvil.

A las tres les pareció bien.

El chico, de rodillas, fue haciendo fotos púbicas a cada una. Ana incluyó su dedo corazón tieso.

-Madre mía, tenéis un coño tonificado y prieto –se mordía el chico la lengua del gusto.

-Chicas, que eso sube como la espuma de cerveza –rió Ana viendo la verga cada vez más dura.

-Pues ya sabes, tío. Paja pajita, y el deseo se quita. Vamos, chicas –tiró Belinda de sus dos amigas.

-¡Wow! –se sorprendió Martina al ver una crazy party.

Vómitos decoraban los rincones con hedor.

Las latas vacías de cerveza te hacían tropezar andando.

Varias chicas bailaban con el cuerpo pintorreado de palabras putescas.

Martina pudo ver a una chica enseñando el culo y cuatro chicos sacando fotos con el móvil.

-Joder, y yo me estaba perdiendo esto –alucinaba Belinda.

Chorreaban alcohol por el aire y papel higiénico como si fuese cotillón.

-Oye, puta –una chica llamó a Martina con lascivia desde un sofá en forma de polla. Con las piernas separadas, se pintó un mensaje bajo el ombligo “TUYO” y una flechita señalando su zona sexual.

-Tengo trabajo, chicas. Nos vemos luego –la lengua de Martina se fue directa a la entrepierna de la desconocida. Soltó un alarido de aprobación excelente.

-Qué zorrón –rio Ana-. ¿Dónde estará Carolina?

-Dijo algo de un salón anexo.

-Será por ese pasillo.

De repente una chica se cruzó, le susurró algo a Belinda y ella quedó encantada.

-Ana, te dejo cinco minutos.

-¿A dónde vas?

-¿Tú qué crees? –sacó Belinda la lengua entre dos dedos.

Ana rio.

Y Belinda se fue detrás de esa chica.

-¡No corras, putón!

Ana accedió a una zona más tranquila y menos concurrida. Aunque el vaivén de chicas desnudas proseguía. De vez en cuando se escuchaba un orgasmo en medio de la música chillout.

Ana entró en un salón penumbroso, pero aun así se podía ver una mesa de billar y una barra de bar. En tres sofás se practicaba sexo. Una chica bailaba totalmente colocada. Además, en un plasma se veía una película de porno hardcore pero en off.

Ana pudo ver en una mesa un despliegue de cocaína y drogas sintéticas de todo tipo. De hecho, dos chicos se ponían hasta el culo de pastillas.

Ana se hizo paso entre los desnudos y los gemidos, hasta llegar a Carolina en un tresillo. Estaba muy bien acompañada por dos chicas, una sentada a cada lado. Carolina intercambiaba lengua con una y luego cambiaba con la otra. Las tres tenían los cojines empapados de flujo.

-Hola, Carol –la saludó Ana, pero estaba tan embelesada con sus lengüetazos que no la escuchó. Ana cambió de táctica-. Hola, zorra.

Fue cuando giró la mirada y reconoció a Ana.

-Ani, ¿haciendo pellas?

-Igual que tú, pero yo tengo un motivo.

-Y yo también. Tengo dos buenos motivos –lamió Carolina a una la cara y un beso a la otra.

-¿Te queda mucho?

-Pues diez minutos con una. La corro. Otros diez minutos con la otra. La corro también. Y cinco minutos sentada en el bidé. ¿Tienes prisa?

-Es urgente.

-Bueno, fóllate a una y así acabo antes. Desde aquí veo tu clítoris erecto.

-Yo solo necesito cinco minutos.

-Pues demuéstralo. –Seguidamente Carolina le susurró algo a la chica de su derecha, ella miró a Ana complaciente y separó los muslos como si fuese a parir-. Vamos, Ani, a ver si es verdad –puso el cronómetro en su reloj.

Ana se arrodilló, se preparó…

-¡Dale!

… y su lengua se hendió en los bajos de la chica.

Carolina hizo lo propio con la suya.

Los gritos de ambas se entrelazaron en el ambiente.

Ana y Carolina trajinaban de rodillas y una pegada a la otra.

El doble sexo oral fue a más. Solo había que ver a las dos chicas contorsionándose de auténtico placer.

Pero Ana logró un orgasmo intenso y contundente en el minuto 3 y 20 segundos. La chica eyaculó en la cara de Ana con un gustazo irrepetible.

-¡Puta de mierda! –se quejó Carolina.

-Acaba tú, o ¿es que necesitas ayuda? –se burló Ana.

La lengua de Carolina pasó a chupetones violentos que hicieron correr a la chica como una yegua en celo.

-Siete minutos –consultó Ana el reloj de su amiga-. ¿Quién es la mejor?

-Te odio, jodida puta –se levantó Carolina del suelo y salió del salón.

-Chicas, habéis estado formidables –besó Ana a una con pasión y luego a la otra-. Buscadme en facebook o en Instagram, ¿vale?

Pero estaban tan bien corridas y tan exhaustas que no podían ni mover un músculo.

-Es de mala educación no contestar una pregunta –pegó una fuerte cachetada clitoridiana a cada una.

-¡Au, joder!

-¡Ayyyy!

Riendo sexi, Ana también abandonó el salón tras Carolina.

... continuará.

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