Nuevos relatos publicados: 18

(14-A) Los amores de Ana Etxeberría

  • 4
  • 8.272
  • 9,00 (5 Val.)
  • 0

19

Más que pensativo era una batalla interior que lo mantenía quieto y callado en su despacho. A todo esto, el inspector Balaguer visionaba el sexto video porno de Irene Fernández en su ordenador. Había que reconocer su belleza, sus artes amatorias y ese estilazo follando que cada vez le convencía más para rodar ese video porno con ella. Irene se corrió como una loca y el inspector Balaguer pasó al séptimo video. Tampoco tuvo que buscar mucho. Irene era conocida en la red por sus videos de sexo universitario.

-Hey, jefe –entró su ayudante Leo.

Con disimulo, el inspector Balaguer apagó la pantalla del ordenador.

-¿No sabes llamar a la puerta o qué?

-¿Estás bien? Te noto rojo como un tomate.

-He tenido días mejores.

-Es que me han llegado informaciones muy inquietantes de otras comisarías sobre el campus de Teatinos.

-Escupe.

-Tengo aquí la ficha policial de 12 estudiantes y cada uno con más de 20 cargos por violaciones a chicas universitarias. Y adivina. Todos son de OMEGA.

-La fraternidad.

-Exacto. Me debían un favor en otra comisaría y me facilitaron estos datos porque de otro modo me hubiese sido imposible.

-¿Qué pasa? ¿Lo ocultan?

-Digamos que es información reservada.

-¿No quieren que salga a la luz?

-Toda la cúpula de OMEGA está implicada, ¿y quién fue el principal abogado defensor? José Luis Espinosa, el hermano del rector facultativo David Espinosa, ¡toma ya!

-Joder…

-¿Conoces a Darío Anglada? Es el presidente en funciones de OMEGA. Toda una joya universitaria. Detenido por violación, escándalo público, resistencia a la autoridad y así sigue la lista.

-Sí, lo vi esta mañana. Me dio mala sensación.

-Pues este chico se reconoce misógino, antisistema y lidera además Respuesta Estudiantil, un movimiento universitario que promueve la anarquía y un país libre de maricones, negros e inmigrantes. Ha tenido encontronazos muy graves con el Sindicato de Estudiantes y al líder, Daniel Rodríguez, lo tienen en el objetivo. Aquí tengo una copia de su ficha policial. Aparece documentación fotográfica de sus tatuajes fascistas en los brazos, de sus escapadas futboleras a La Rosaleda, siempre rodeado de sus lobos, como él los llama.

-Joder, Leo, esto se nos va de las manos.

-Pero es que hay más. La familia de Marta Capdevila ha denunciado su desaparición hará un mes. Un día dejó de ir a sus clases en la facultad y nadie más volvió a verla. La familia acusa al rectorado de ocultar información y la versión policial confirma una fuga voluntaria.

-¿Y en qué estado está el caso?

-Caso cerrado. Nunca se encontró ningún cadáver y hay una nota de despedida de Marta, aclarando sus intenciones de emprender una nueva vida, pero la familia asegura que no era su letra, en fin, un barullo.

-¿Tienes la ficha de Marta Capdevila?

-Eso y todo esto –colocó el ayudante Leo todo lo capturado en archivos y fichas-. Ya tienes trabajo.

-¿No me vas a ayudar?

-Me muero de sueño. Voy a echar una cabeza ahí atrás.

-Una excusa muy mala.

-Fuiste tú quien me sacó de la cama a las tantas, ¿recuerdas? –Y el ayudante Leo se marchó.

El suspiro del inspector Balaguer fue largo y profundo. Vio la columna de papeles y fichas, y prefirió seguir viendo videos pornos, esta vez descargados en el móvil de Ana Etxeberría. Ya en el primero le dejó muerto de amor y fuego.

-Wow…

La maestría de Ana en el sexo quitaba el sentido. Era un ejemplar muy especial. Dos videos. Tres. Cuatro. Cinco. Más sexo. Su abultado paquete indicaba una gran excitación viril.

En ese momento sonó su móvil.

Era Ana.

-Dime, Ana.

-Hola, poli duro. Ya estamos aquí reunidas las cuatro. No te preocupes. Seguimos vivas.

-Veo que tu humor sigue intacto.

-¿Y ahora qué hacemos?

-Busca un punto de encuentro en el campus. Deseo veros y haceros unas cuantas preguntas.

-En nada toca almorzar. Podemos vernos en el comedor. Allí te esperamos.

-Genial. Ya salgo para allá.

-Aquí te espera tu harén.

-Menos rollo, Ana.

-Te noto apagado. ¿Todo bien?

-¿Por qué iría mal?

-Dímelo tú.

-¿De repente quieres psicoanalizarme? Eso debería hacerlo yo.

-Pues hazlo. Te doy permiso.

-Soy inspector, no psicólogo.

-Pues a mí me encanta analizar a la gente para saber si me esconden algo, y noto que tú lo haces.

“¡Qué zorra!”, pensó él.

-¿Yo? ¿Cómo qué?

-Tienes la voz jadeosa. Eso quiere decir sexo. ¿Me equivoco?

-Vas muy mal.

-¿Has follado?

-Estoy de servicio, Ana.

-Entonces estás viendo porno. ¡No! ¡No puede ser!

-¿Qué?

-¿Te has puesto a ver mis vídeos porno?

-Algo así.

-No sabes lo que me alegras el potorro, poli duro. Ya te lo prometí. Antes de 24 horas. Tú y yo. En mi cama. Como perros en celo.

-Haré como que no escuché nada. Ahora voy para allá. –Y colgó. No se atrevió pero volvió a visionar otro video porno de Ana. Sus gritos. Su modo de follar. Su carita de placer. Todo provocaba. Otro vídeo. Al inspector Balaguer le llegó un momento de necesidad sexual.

-Buffff…

“Malditas putas de facultad”, pensó apurado.

... continuará.

(9,00)