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Betsy: el inicio

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Era un fin de semana. Betsy, mi concuña, rica como toda una mujercita joven, con muchas ganas de todo.

En ese entonces yo tenía 21 años, 1.80 de estatura y un cuerpo si no atlético, por lo menos bien formado. Ella con 19, 1.60, morena (mi debilidad), pechos bien formados, cintura delgada y cadera grande, y un trasero enorme que de acordarme me excito sobremanera.

Ese día nos quedamos solos en casa, sin más familia cerca. Ella estaba lavando un poco de ropa, vestida con una playera normal, un ahorro pegado, y unas chanclas de baño solamente. Yo tenía puesto un pantalón de mezclilla, playera y chanclas de baño al igual que ella, ya que era un día caluroso.

Se suponía que yo estaba acomodando algunas cosas en la cocina pero al verla no resistí la tentación de tenerla cerca, por lo que me fui hacia donde ella estaba, le recogí el pelo, que le llegaba por debajo del hombro, y empecé a besarle el cuello.

Para mí sorpresa, ella no impidió mi cercanía, sino que por el contrario empezó a pegar su cadera a mi cuerpo como buscando estar perfectamente pegada a mí. Yo seguía mordiendo suavemente sus orejas, y empecé a tocar su pecho por encima de la playera que llevaba puesta, a lo que ella gemía y dejó todo lo que estaba haciendo, buscando tocarme sin voltear hacia atrás.

Después de algunas caricias en su pecho, fui bajando por su costado, buscando su cintura y sus nalgas tan atractivas para mí. Estaba literalmente ardiendo.

Entonces ella se volteó y empezamos a besarnos en la boca, apasionada y lentamente. Jugando con nuestras lenguas y dando algún que otro mordisco.

Después de estar unos diez minutos así, subimos a mi habitación tomados de la mano y encima de mi cama seguimos besándonos, acariciando uno al otro y subiendo la temperatura, hasta que no pudimos más y nos empezamos a sacar todo.

Primero le quité su playera, y linda sorpresa, no traía nada debajo. Luego su short y ella se quitó las chanclas. Por su parte, me quitó el pantalón y la playera, con lo que nos quedamos únicamente en interiores. Entre tantos besos y caricias, empecé a lamer su cuello y seguí rumbo a su pecho, el cual empecé a besar, chupar y morder esos pezones de ensueño hasta que estuvieron bien paraditos y bajé su única prenda, deshaciéndome igualmente de la mía.

Nos acostamos en la cama, yo encima de ella y estuvimos besándonos, chupándonos y mordiéndonos a más no poder. Yo con una erección a esas alturas bien rígida.

Entonces yo me acomodé sobre su rajita y empecé a presionar para entrar. Estaba muy cerrada, por lo que costó trabajo pero al estar dentro fue delicioso sentir su calor y su estrechez.

Entonces empecé a entrar y salir de ella, durante un tiempo que no sé cuánto haya sido, pero es uno de mis más deliciosos recuerdos.

Ella gemía, suspiraba, me arañaba la espalda y así estuvimos hasta que no aguanté más y me vine en su interior húmedo y caliente. Y luego de eso nos quedamos abrazados un buen rato hasta que decidimos que era necesario tomar una ducha.

Continuará...

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