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Sexo en un concierto

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Hoy les voy a contar algo que me pasó en un concierto.

Había ido solo a un concierto. Al inicio pensé que sería problemático ir sólo, pero una vez ahí ya no sentía la responsabilidad de cuidar de una persona o un grupo, como soy alto y tengo confianza en mí mismo, las personas que me conocen me eligen como líder y protejo bastante a mis amigos y amigas.

Bueno el concierto estaba lleno, era la hora de disfrutar y hacer todas aquellas cosas que no había hecho antes, la euforia era tanta, que durante las canciones estridentes me metía a los pogos. Los pogos se forman cuando un grupo de gente abre un espacio entre la multitud y todos aquellos que entran deben salir de ahí repartiendo golpes y tratando de evitar lo de los demás. Se meten aquellos valientes que quieren algo emocionante, bueno yo me metía dos, era genial, ya sabes, entrar ahí a lo achorado repartiendo patadas y puñetes al azar mientras al ritmo de la música intentas caminar hacia el otro extremo sin terminar noqueado.

Hubo uno que se formó muy rápido y muy amplio, como si se tratara de un violento remolino del mar, se abrió entre las personas muy rápidamente y hasta a mí me cogió inadvertido, los que estaban a los bordes estaban a punto de ser golpeados, muchos de ellos no participaban de eso. En eso vi que un codazo se acercaba violentamente a la chica que tenía delante de mí, yo instintivamente la cubrí con mi brazo y parte de mi hombro. Le dije, no te pegues muy al borde es peligroso, mientras la ponía a un lado.

Cuando salió del susto, me dijo mirándome a los ojos: Gracias.

Esa palabrita caló en mí, porque era linda, en serio era muy linda, no me lo esperaba, su pelo era ensortijado medio largo, color castaño al igual que sus ojos del mismo color, bonita de rostro y su sonrisa derretía, tenía 22 años

Le pregunté su nombre y cosas así, me dijo que había venido con un grupo de amigos y amigas, pero que a ella se le hizo tarde entrar y sus amigos estaban ahí pero ella no pudo contactarlos porque su batería había muerto.

Nos hicimos compañía, mientras nos conocíamos. La música estaba genial, no sólo era la chica, mi euforia y alegría estaban a tope y uno de esos empujones del público logré acercarme más a ella y el olor de su cabello me agradó,

Estábamos muy adelante y la gente se empujaba continuamente, yo estaba ahí nuevamente haciendo las funciones de protector sin habérmelo propuesto, la protegía de la gente, hasta que me animé a abrazarla por la espalda. Ella no dijo nada, el concierto seguía.

El hecho que no me dijera nada hizo que mi diablito volviera a aconsejarme: "ok, estas con una bella chica, ambos solos aquí, solteros ambos, no hay mucho que pensar!"

Su aroma despertó a mi pene, mientras imaginaba lo rico que sería cogiéndola de perrito en ese momento.

Los empujones venían y mi paquete tocó su culito, tampoco dijo nada, me sentí su enamorado y la abracé cogiéndole de la cintura, ella se sonrió. Era la señal que necesitaba, que rico era apretarla, esa sensación de mujercita indefensa a punto de sentir mi calor, me excitaba

Fui discreto al inicio, pero luego no había forma de controlarme, el bulto de mi pene estaba bien crecido y ahora era yo quien intencionalmente fingía que me habían empujado para aplastárselo en su poto.

Estuvimos un buen rato así, mi pene quería salir de ahí y bombearle leche en su culito peladito, deslicé mis manos por su chompita delgada y apreté sus tetas sobre su brazier aprovechando que la gente estaba más atenta en el concierto. Ella me dejó seguir.

El manoseo se hizo intenso, mi pene estaba supercaliente y goteaba por dentro, los besos en su cuello no faltaron y nos dimos un beso apasionado.

Yo esperé que terminara el concierto para llevarla a algún lado, pero no pasó así, salimos intencionalmente antes de que terminara y nos escondimos en un lugar oscuro entre el estadio y la salida. Noté que era aún inexperta besando, pero mis besos salvajes hicieron que sintonizara conmigo, cogí su mano y la puse en el bulto de mis pantalones, intentando hacerle conocer al monstruo que ella había despertado, ella se excitó más, la di la vueltita mientras le cogía de la cintura, y le susurré, quítate los pantalones, mirando a ambos lados lo hizo con un poco de ayuda mía. También saqué mi herramienta que latía de excitación y bastante húmeda también.

Rocé varias veces mi pene sobre su vaginita como cuando un tigre juega con su presa antes de comer, estaba remojada la condenada y ahí fue ingresando mi pene grueso, en esa vaginita apenas estrecha y húmeda.

Ahí parados, la cogí de la cintura y la pegaba a mi pene, fuerte, insano, sin piedad. La punta de mi pene estaba hinchadaza y el calor de esa mujer alimentaba más mi deseo. El frío la noche ya no lo sentíamos, éramos dos sujetos ardiendo de deseo en ese momento.

Lo cogía parada mientras mis manos apretaban sus pechos nuevamente, esta vez metidos debajo de su brasier. Sus tetas estaban tibias y erectas, me imaginaba que eran rosadas por su color de piel.

Luego de unos minutos intensos, descargué mi lechecita en toda su vaginita, mi pene latía y se contraía fuertemente expulsando su líquido lechoso.

Nos vestimos como pudimos aún sudados y sucios y nos despedimos de la mejor manera. Ir sólo a un concierto, fue la mejor experiencia que tuve.

(9,12)