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Mis amigas las lesbianas

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Me aficione a las fiestas en la casona de (lo llamaré Henry) donde como anteriormente expliqué que iban personas adineradas de la sociedad a satisfacer sus instintos con travestis, transgéneros, homosexuales y lesbianas, a veces habían hasta 30 personas, otras unas 5 o 6 Henry era el último heredero de una familia originaria de España que tuvo nexos con el Porfiriato y con las clases dominantes del país en el pasado, poseedores de fábricas y comercios que les produjeron una gran fortuna, con el tiempo Henry quedó sin más familia en la ciudad, su única hermana vivía en la Ciudad de México y su hermano falleció de cáncer hacía 15 años.

Henry tenía alrededor de 48 años, refinado y culto, muy promiscuo le gustaba el sexo con hombres, mujeres y tenía especial preferencia por los travestis no muy femeninos. Las reuniones las hacía en la casona que fue de sus abuelos por encontrarse en un sitio alejado y discreto, rodeada de enormes pinos y palmeras datileras. La casona estaba construida en tabique rojo y piedra amarilla, con pisos de mármol, parecía un pequeño castillo. El salón era enorme, tenía varios espejos muy grandes traídos de España por sus antepasados, algunos cuadros de sus familiares y muchos candelabros por todas partes. Tenía además muchos amplios pasillos que daban a habitaciones enormes decoradas con buen gusto con pieles de venados, pumas y lobos, con camas enormes y antiguas. La parte central del salón era dominada por una barra curva de caoba y roble con un espejo atado a una enorme columna cuadrada hecha de tabique rojo. En sí misma la casona era un lugar hermoso donde me quedé a dormir muchas veces después de las intensas sesiones sexuales en las que me vi envuelta. Henry viajaba mucho y con el tiempo hicimos cierta amistad por lo que él le dio indicaciones al señor que cuidaba la casona para que me dejara quedarme cuando yo quisiera.

Le contaré algunas de las más memorables cogidas que recibí en ese lugar. Alfonso, era un muchacho de unos 22 años, bajito, de familia venida a menos pero siempre invitado por la alta sociedad a sus reuniones y fiestas por ser amable, alegre y despreocupado. Nos quedamos a tomar y platicamos de muchas cosas, esa noche mamá no estaría en casa y aproveché para pasar la noche en la casona. Cuando solo quedábamos unas 4 personas incluido Alfonso, nos calentamos viendo a dos lesbianas darse placer. Alfonso les suplicó que le dejaran participar pero ellas no quisieron, una de ellas le dijo: quítate lo caliente con la travesti de Mara.

Así que Alfonso regresó conmigo y yo burlonamente le dije: Ya ves, no te queda otra que calmarte conmigo ¿Te acaricio? ¡Bueno, está bien! Respondió. Me arrodillé alzándome la falda entallada color naranja que llevaba ese día y mientras él se recargó en la barra le bajé un poco los pantalones y le saqué el flácido miembro. Poco a poco mis manos mágicas hicieron que se le parara o fue eso o la agradable visión que teníamos de las dos lesbianas tendidas en un enorme sofá en un 69 de éxtasis. Me llevé su pene a la boca y comencé a mamárselo como si en ello me fuera la vida. De repente me detuvo ¡Espera, quiero metértelo por el culo! Me puse en posición recargada en un banco, me bajé las pantaletitas, abrí las piernas mientras él se acomodó detrás de mí ¡Qué rico culo tienes, tus nalgas son de puta! Las lesbianas pararon un momento y fueron a ver la escena ¿Quieren mirar? Les dijo Alfonso ¡Pues miren! Con delicadeza me puso el pene en el ano, lo frotó rico y me lo metió centímetro a centímetro. Volteé a ver a las chicas y vi que miraban extasiadas cómo el pene de Alfonso me entró hasta los huevos ¡Wow! Dijo una de ellas, una chica delgadita, blanca de pelo negrísimo y lacio, una hippie de faldota y su amiga, una morena delgada también de rostro hermoso y enormes aretes de plata y minifalda de mezclilla se cogieron de la mano y se acercaron aún más.

Una de ellas puso sus manos en mis nalgas ayudando a Alfonso a separarlas lo más posible para que pudieran ver esa verga entrando y saliendo de mi culo ¡Ay chica, te debe gustar mucho la verga para ponerte así! Un rato después Alfonso se vino dentro de mí, sacó su pito y las chicas se asomaron a mirar cómo me salía su semen cínicamente de mi culo. Esto las excitó y se pusieron ellas a darse placer, la blanca se recostó en el sofá más grande del salón y la morena se hincó a besarle la vagina, húmeda, suave y hermosa, con maestría le rozaba el clítoris y la otra chica echaba la cabeza para atrás, de verdad eran dos chicas muy hermosas, dulces y tiernas, increíble era de imaginar que fueran dos lesbianas a las que les encantaba darse placer con mujeres. No pasaban de 18 años. Alfonso me haló para que las viéramos de cerca, ellas concentradas como estaban ni siquiera notaron nuestra presencia. Fue maravilloso contemplar esas almejitas abiertas bien mojadas.

De repente la Morena me hizo una seña para que la suplantara sin que la blanca se diera cuenta, como en una broma que le quiso hacer a su amiga. Me arrodille y en un rápido movimiento quedé frente a esa húmeda y cálida vagina y la besé, la chica se arqueaba y se vino sujetando mi cabeza contra su sexo luego abrió los ojos y se sorprendió de ver a su amiga arrodillada cerca de ella y a mí saliendo de entre esas piernas preciosas. Alfonso rio y nos invitó a la barra a tomar un brandy. Pasamos el resto de la noche en la cama de una habitación follándonos los cuatro. Alfonso y yo nos cogimos a las putas lesbianas, con condón y todo pero ¡Cómo gozaron las putas estas!

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