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Prostitutas (Puebla)

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Desde que empecé la universidad, la forma más rápida de ir a mi casa es pasando por un par de calles con varias prostitutas, curiosamente no les presté atención hasta hace un par de años. A estas alturas ya no recordar bien el número, pero he estado con al menos unas 15 de ellas. Sólo una vez he estado con alguna prostituta más de una vez que, curiosamente fue la primera con la estuve. Ella es delgada, de piel morena y de baja estatura. Recuerdo que las dos veces en que estuve con ella su ropa interior estaba rota y sucia y tiene varias manchas alrededor de su vagina. Ella es la segunda prostituta a la que le tengo más aprecio y de vez en cuando me la he topado en su esquina.

Durante la época en la que más me interesaba estar con ellas, hubo una que me llamó mucho la atención. Ella era bastante gorda, de piel morena oscura y con un mal tinte de pelo rojo, siempre iba con una blusa morada e intercalaba entre unos jeans y unos mallones (leggins), también morados. Debido a la esquina en la que estaba, ella era la que siempre veía primero. Estuve observándola durante más de un mes, ya que siempre le veía hablar con algún cliente o comiendo. No me gusta interrumpir a las personas, así que sólo la contemplaba, hasta que un día por fin la vi sola, fui con ella y le pregunté el precio, acepté y fuimos a un prostíbulo camuflado como baños públicos. Ella era todo lo que deseaba, su vagina tenía mucho vello, sus jugos vaginales eran muy ácidos, sus pechos eran pequeños pero sus pezones no y gemía como loca. Los detales que ´más recuerdo era que ella también tenía mancha alrededor de la vagina, su bracier se veía bastante sucio y sus muñecas tenían cortadas. Ella era muy amable por lo que terminé interesándome por ella más ella de lo físico.

Cada vez que pasaba por ahí nos saludábamos y charlábamos por un par de minutos, sin embargo, un día ella desapareció y no la he vuelto a ver desde entonces. No pasó mucho tiempo para que otra ocupara su lugar, la nueva chica también es de piel morena también pero no muy oscura, está algo llenita y siempre le veo con leggins de diferentes colores. Al principio se le veía una cara inocente, pero con el pasar de los meses ella adoptó una expresión mucho más rígida así como un tinte de cabello rojo. Al principio me molestaba el que alguien más ocupara el lugar de la que me gustaba tanto, pero después de un tiempo empecé a fijarme en ella también. Ella siempre estaba maquillándose, o con su celular así que sólo pude hablar con ella hace unos días.

Por diversas razones, ese había sido un día bastante malo y yo estaba de muy mal humor. Sólo pensaba en volver a casa y dormir, pero por casualidad, ella estaba libre. Cuando la vi, pensé en descargar mi frustración con sexo. Le pregunté el precio y fuimos al hotel.

Una vez que subimos a la habitación, y ella fue al baño, rápidamente se quitó los leggins verdes que llevaba junto con una tanga en blanco y negro, le pregunté si podía quedársela puesta pero me dijo que no. Me puso el condón, se recostó y se abrió de piernas, me acomodé y ahí empezó lo divertido.

Para acomodar mi pene dentro de su vagina, traté de abrírsela un poco con los dedos a lo que ella reaccionó con un pequeño grito, me pidió que no le metiera los dedos ya que podrá “echilarse”. Esa reacción me desconcertó y pregunté por el significado de eso. Me respondió que algunos de sus clientes le han metido los dedos después de haber comido chile y eso le provocaba una fuerte picazón. La cama estaba junto a una ventana y ésta tenía una cortina, con el movimiento que provocó esa situación, la cortina se calló y ella tardó un poco en ponerlo de vuelta en su lugar, mientras lo hacía, yo había vuelto a mi buen humor.

Volvimos a tomar posición y ella lo metió por mí. Ella, al igual que otras prostitutas, desviaba la mirada, ya sea a la nada, a sus manos o a su celular. En cierto momento le vi haciendo algunos movimientos y escuché un par de sonidos, le pregunté si había puesto un cronometro es algo común por aquí), ella rio y me dijo que no, entonces me di cuenta que había puesto música. Eran esas canciones genéricas que se escucha por la radio; me preguntó si me gustaba esa música y le dije que me era indiferente ya que hace mucho aprendí a ignorarla.

Después de un par de minutos pregunté por una pose, y sin muchas ganas se montó encima de mí, siguiendo con la “charla” ella me llamó amargado, cosa que encontré muy divertida. Para ese momento, estoy seguro de que ella pensaba que yo era un completo engreído (lo cual es cierto, pero ese no es el punto), pero yo sólo contemplaba su figura, me concentré tanto en cada parte de su cuerpo con no me di cuenta de que mi pene estaba flácido. Ella se cansó y volvió a recostarse, pero como mi pene estaba flácido, me senté frente a sus piernas abiertas empecé a masturbarme.

Mientras me masturbaba con una mano, con la otra recorría sus piernas. Ahí me di cuenta de que es una chica con mucho vello, ya que se podía sentir a lo largo de sus piernas, además ella se había depilado el área del bikini, no lo hizo muy bien, pero yo estaba fascinado con seguir tocándola. No me importaba si pene volvía a estar erecto, yo sólo quería seguir viéndola y tocándola. En un punto ella se desesperó y me masturbó ella misma. Recuperé mi erección y me preguntó si le seguía penetrando, pues se estaba acabando el tiempo. Respondí que sí, aunque realmente quería seguir sólo viendo y tocando.

Después de unos minutos, el tiempo llegó a su fin sin que yo me eyaculara. No me importó. Estaba yo totalmente satisfecho. Ambos nos vestimos y antes de irnos le pregunté por un tatuaje de la Santa Muerte que tenía (las creencia religiosas me son indiferentes también). Volvimos a reír, pues ella pensó que hablaba del precio de su bracier, ella me contó que se lo habían hecho sin costo. No pregunté más y ambos salimos del lugar.

Terminé de tan buen humor que le di dinero a uno de esos sujetos que se suben a los camiones sin siquiera escuchar lo que decía.

(9,10)