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Claudia la ninfómana

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Me llamo Claudia, tengo 25 años y soy ninfómana. La culpa de todo la tuvo mi tío, que me violó cuando tenía 18 años. Aunque con su violación, no me hizo que asquease el sexo, sino que me hizo adicta a él.

Después de correrse dentro de mí, me amenazó para que no le contase a nadie lo que había hecho. Yo asustada, no pensaba decir nada a mis padres, pero aun así, sus amenazas fueron un mazazo para mí, casi más que la propia violación.

Pasó un año y yo no había vuelto a pensar en sexo, ni siquiera me había masturbado ni una sola vez. Pero entonces ocurrió algo que cambio mi visión del sexo para siempre.

Tenía un pequeño trabajo en una tienda de mi barrio, donde trabaja conmigo un chico bastante majo y guapetón. Yo notaba que él me miraba siempre que podía y que tonteaba conmigo siempre que tenía ocasión.

Yo no quería saber nada de hombres y mucho menos de acostarme con ninguno. Una noche, después de cerrar la tienda los dos, nos habíamos quedado solos, el jefe había tenido que salir antes, José, que así se llamaba, se acerca a mí y me da un beso en la boca.

-¿Pero qué haces, imbécil? Le solté.

-Nada, pensé que te gustaba.

-¿Qué te gustaba? Ya quisieras tú. Le dije, pero me estaba riendo. Entonces ocurrió algo extraño. Le agarré la cabeza y fui yo la que le besé. Le metí la lengua hasta la campanilla y él no se resistió. Me bajo un poco el pantalón y me metió mano por el culo y me lo sobó todo. Yo me humedecí por primera vez en un año.

Él estaba palote desde el primer momento. Me llevó al almacén y allí me folló, apoyada contra la pared. Fue mi primer orgasmo teniendo sexo.

Esto hizo que despertara en mi un deseo nunca experimentado y que a partir de entonces me convirtiera en una ninfómana.

Una semana después fui yo la que perseguía a José. Siempre procurábamos quedarnos juntos a la hora de cerrar, porque lo que él o yo, cambiábamos los turnos sino coincidíamos. Una noche nos tocó hacer inventario, unos clientes se fueron tarde, por lo que tardamos un poco más en acabar la caja y luego tendríamos que hacer el inventario y yo ya estaba muy caliente. Fue el principio de todo.

-Oye, démonos prisa en terminar esto. Le dije.

-Tranquila, nos quedan repasar los lácteos y ya acabamos.

-Vale, está bien.

Terminar aún nos llevó media hora mas. Yo ya no podía mas y tirando la carpeta donde José anotaba todo, nos pusimos a hacerlo encima de unas cajas de leche. Él se puso encima y me follaba contra las cajas, a mi me dolía un poco, pero aguantaba por el gusto que me daba. Al poco decidí cambiar de postura y ponerme yo encima.

-Ahora te cabalgo yo, guapo.

Él estaba encantado de que fuera yo la que llevara la iniciativa. Me lo estaba follando como nunca lo había hecho, echaba la cabeza hacia atrás, con lo que él tenía un mejor acceso aún a mis tetas, luego se inclinó un poco y me chupo los pezones, mientras yo llegaba al orgasmo. El aún no se había ido y después de correrme, se salió de mi. Me puso en cuclillas y me terminó de follar en esa postura.

Acabamos sentados en el suelo. Estábamos cansados por hacer el inventario y después ponernos a follar. Nos vestimos y cerramos la tienda. Nos despedimos hasta dos días después que volveríamos a trabajar.

Así transcurrió un mes, en el que seguimos haciéndolo, a nuestro jefe no le importaba que nos quedáramos siempre a cerrar la tienda. No tenía ni idea de lo que sucedía.

Una noche, cerramos como siempre y José me propuso tomar algo, en lugar de hacerlo en el almacén, me dijo que luego podíamos ir a su piso.

-Vale, está bien. Vamos a tomar algo. ¿A dónde vamos?

-Al J, conozco al dueño.

Llegamos allí y nos pedimos unas copas. José se encontró con unos amigos del insti y de su antiguo curro y acabamos todos un poco pedo y bailando en la pista como zombis.

Yo me reía como una loca, y empecé a meterle mano a José, en esto que uno de sus colegas me coge del brazo y se pone a bailar conmigo. Se agarra a mi, y después de bailar lento, me da un beso en la boca, yo al principio le rechazo, pero estoy tan pedo, que me da igual. José se ha ido a la barra y se ha olvidado de mi.

Luis, me dice que se llama, me coge y nos vamos al baño de hombres. Nos metemos en uno cerrado y allí me baja los pantalones y las bragas y me empieza a comer todo el chocho. Tengo tal pedo, que me da igual que sea José o Luis el que me lo coma, ya se me ha olvidado la violación de mis 18 años.

Yo le como al tal Luis su rabo, menuda polla tiene, toda circuncidada, con ese glande algo blancuzco en comparación el resto de su rabo. Cuando se le pone tiesa, la tiene como un mástil y no sé si me va a entrar.

Se dispone a penetrarme y le pregunto que si tiene un condón, me dice que no, que no lleva, que solo salía a tomar algo y que no pensaba que acabaría follando. Le digo que me da igual, que se corra fuera y ya está.

Me sube a la taza del váter y allí abierta de piernas me la mete, uf, me duele un poco y no me va entrar toda.

-Oye que no entra toda.

-Que si, mujer, que si. Espera.

Me abre más las piernas y empuja con más fuerza. Doy un gemido de dolor, pero acaba entrando toda. Empieza a bombearme y yo disfruto como una loca. El no para de gemir. La postura es incomoda, me duele la espalda contra la cisterna, pero no me importa. Ya me da igual que no sea José el que me folla.

Después de un rato, alguien intenta entrar, pero los dos decimos que está ocupado. Luis sigue dándole al tema y yo intento besarle, pero él no quiere. Yo estoy muy excitada y el sigue aguantando, bombeándome fuerte. Entonces pasa algo, bueno ya lo supondréis, él se corre dentro de mi y no lleva condón.

Se sale de mi, y yo le miro como diciendo: ¿pero tu eres tonto?¿no te dije que te corrieras fuera? Me mira, pedo como esta y me dice: Perdón, me dijiste que me corriera fuera ¿no? Joder tía, se me ha ido, es que estás tan buena.

Yo me limpio con papel higiénico, pero lo que está dentro no se puede limpiar. Así que mañana me iré al médico y que me recete la píldora del día después. Solo espero no haber pillado nada.

Salimos del baño, y hay un montón de tíos esperando, que al vernos juntos empiezan a reírse. José está en la barra con sus otros colegas, que siguen bastante pedo.

-¿Qué?¿Ya habéis terminado? Me pregunta él.

-Oye tío, lo siento, estoy muy pedo y no me enteraba de nada.

-Da igual, este sitio apesta, vámonos de aquí.

-¿Que dices? Si el J, es lo más. Contesta otro de sus colegas.

-Sí, lo era cuando teníamos 15 años. Ahora da pena. Anda vámonos.

-Pero si fuiste tu el que quería venir aquí. Dice otro de sus colegas que tiene voz de pito.

-Nada, cambio de opinión. Nos piramos.

Salimos un poco perjudicamos de allí, y dando tumbos, acabamos en la tienda donde trabajamos. José nos propone entrar y montárnoslo en el almacén. A mi ya me da igual que me vuelvan a follar sin condón, la ninfomanía está empezando a hacer estragos.

Primero quiere follarme el de la voz de pito. Resulta desagradable oírle, así que le digo que si puede hacerlo en silencio. No creo que se haya enterado, pero me da igual. Me desnuda y quiere metérmela directamente. Así no, le digo, tienes que excitarme primero. Ah si, vale.

Se agacha a comerme el potorro, pero esta tan pedo que no atina. Le cojo dos dedos y se los humedezco y me los meto dentro del chocho, masturbándome un poco, hasta que estoy húmeda.

-Ahora puedes, machote. Le digo.

El tío se pone encima e intenta metérmela, pero no atina. Tengo que agarrársela y metérmela dentro, porque si no, no acabamos nunca. Cuando por fin está dentro de mi, se queda parado.

-Tío, muévete, que si no, no funciona. ¿Recuerdas cómo se hace?

-Ah si, tía, claro, claro.

Por fin empieza a moverse y parece que me hizo caso, porque no se le oye gemir. Solo escucho su respiración entrecortada y al minuto noto su semen dentro de mi. Se ha corrido y es como si no se hubiera enterado.

-Anda ya estas, salte fuera.

Se sale de mi y ya llevo hoy dos tíos que se han corrido en mi sin condón.

Luis quiere repetir, pero José no le deja, quiere follarme el, que no me ha tocado todavía.

-Eres un egoísta, tío. Le dice José. Quiero repetir.

-Pues precisamente por eso, ahora no vas tú. Que ya te las follado antes.

Yo les miro discutir, pero me da exactamente igual a quien le toque. Solo quiero volver a follar y que el tío al que le toque, José o Luis, dure más que la voz de pito ese.

Luis le propone a José jugárselo a piedra, papel o tijera.

-¿Pero tu estas tonto? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Qué somos? ¿Niños pequeños?

-Oye, no me faltes al respeto, ¿eh?

José le empuja y se lo quita de en medio. El otro no reacciona. Se viene a mi y me come la boca, como antes. Me quita la ropa y después de un momento me penetra. Se pone a follarme delante de los otros sin cortarse un pelo. A mi la verdad me da igual. Mientras lo hacemos, miro sus caras de bobos, mientras José me folla.

Luego José se gira y les dice: A ver si aprendéis a follaros a una mujer, par de tolais.

El, creo que aposta, empieza a gemir mas alto y yo que se de que va lo cosa, también empiezo a gritar como una loca y le araño la espalda a José. Al minuto, el no puede mas y se corre dentro de mi.

-Aaaaaaah, grita.

Yo también grito un poco y José enseguida se sale de mi.

Los dos siguen mirándonos, pero no dicen nada. José se limpia el semen que babea su pene y se viste. Me coge de la mano y me ayuda a ponerme de pie. Yo también me visto y entonces nos vamos de la tienda.

Se despiden, pero Luis y el de la voz de pito, no me he enterado de su nombre en toda la noche, no dicen nada respecto a lo que acaban de ver. José me invita a subir a su casa, pero le digo que estoy hecha polvo y que me voy a duchar y a dormir. Nos despedimos y nos separamos.

Cuando llego a mi casa, me doy una ducha muy larga, me lavo bien el chocho, pero el semen que me han metido dentro, ahí se queda. Salgo de la ducha y me seco bien y me voy a la cama en pelotas. Mañana iré al médico, pienso.

Al día siguiente voy a ver al médico, para que me mande la píldora del día después. Tras atender a varios pacientes, por fin es mi turno.

-Hola Claudia, me saluda al entrar. ¿Qué me cuentas?

-Pues nada doctor, venía a pedirle la píldora del día después.

-¿Y eso?

-Ayer fue una noche, un poco movida.

-Vaya.

Se dispone a hacerme una receta, pero le interrumpo.

-Y me escuece el chocho, recéteme alguna crema o algo.

-La vulva, querrás decir.

-Bueno, eso.

-Tengo que preguntarte una cosa. ¿Con cuántos hombres estuviste anoche?

-Bueno, con 3.

-Con 3, y ninguno con condón, ¿verdad?

-Pues sí.

-Puedo mandarte la píldora, pero eso solo evita el embarazo. También están las ETS y el VIH.

-¿Las ETS y el VIH? ¿Por qué me habla con siglas?

-Las ETS son las enfermedades de transmisión sexual. Y el VIH, es el virus de la inmunodeficiencia humana. Si lo has hecho sin protección, pueden haberte contagiado cualquier cosa.

-¿En serio?

-Si, en serio.

-Te voy a hacer unas pruebas para ver si has cogido algo. Anda túmbate y ábrete de piernas.

Hago lo que me dice y el medico coge unos bastoncillos y me los pasa por ahí. Uno de ellos hace que me estremezca.

-¿Qué te pasa?

-Nada doctor, es que me ha dado un poco de placer.

-¿Sigues así después de la noche que tuviste? Se ríe picarón.

-Últimamente, noto que...

-¿Has experimentado un incremento de la libido?

-¿Un incremento de?

-Que si tienes más deseo sexual.

-Pues eso parece. Después de la otra noche, si.

-Vale, ya puedes subirte la ropa, he terminado. Tomate la píldora y ponte esta crema en la vulva y vuelve a consulta en 3 días, que ya tendré los resultados.

Me despido de él, pero no se porque motivo me sale morderme el labio inferior y pasar mi lengua por la boca, relamiéndome. El doctor me sonríe y me acompaña hasta la puerta. Justo antes de salir me toca el culo, no hay nadie en la sala de espera, por lo que nadie nos ha visto.

En la farmacia me dan la crema y la píldora, evidentemente voy a una lejos de casa, donde no me conocen de nada y así no me harán preguntas.

Llego a casa y me tomo la píldora con un vaso de agua y me desnudo y me voy al baño. Me siento en la taza y me abro de piernas, me abro los labios y con cuidado, voy untándome la crema como indica el prospecto. Me escuece un poco, pero a la vez noto alivio. Una vez he cubierto toda la zona, notó que me he humedecido bastante. No sé si tal y como estoy, la crema hará efecto, así que cojo el móvil y llamo a mi doctor, para contarle lo que me ocurre.

-¿Diga? Aquí la consulta del doctor Ramírez.

-Doctor, soy Claudia, perdone que le moleste, pero es que me estaba poniendo la crema que me recetó y me he excitado un poco.

-¿Cuanto?

-Mis labios están muy húmedos, parece bastante, no sé si la crema hará efecto.

-No pasa nada, mira si no te duele demasiado, prueba a masturbarte, noto que sonríe al lado de la línea.

-Vale, doctor, lo haré. Hasta el próximo día.

-Espera, no cuelgues. Empieza a hacerlo y dime si te duele, así me quedo más tranquilo.

Si, más tranquilo, pienso, tú lo que quieres es ponerte cachondo mientras me oyes. De todos modos me da igual, ya me tocó el culo antes y no me importó. Y el chocho, aunque bueno, era por motivos médicos.

-No te oigo, Claudia, ¿estas bien?

-Ah si, espere. Empiezo a tocarme y me duele un poco, como antes, pero también noto placer. Uf, uf, uf, resoplo.

-¿Qué tal vas?

-Bien doctor, muy bi.. uf, ah, ah,

-Vale Claudia, si tuvieras que darle un porcentaje al dolor y al placer, ¿50, 50?

-Uf, no se doctor. 70, 30, 70 placer, 30 dolor.

-De acuerdo, sigue un poco mas. No cuelgo.

Si, vas a colgar, pienso, pues ahora tendrás que esperar hasta que me corra, tengo llamadas gratis.

-Ah, ah, ah. Cada vez estoy más húmeda y más cachonda. La crema se ha absorbido o se ha ido con la humedad, no sé. Yo sigo dándole. Estoy a punto de acabar.

-¡Aaaaaaah, me corrooooooo!

-Bien Claudia, ¿has terminado?

-Si, ¿no lo ha oído?

-Pues si, claro. Al final ¿qué tal? ¿Menos dolor?

-Si, claro, casi nada.

-Me alegro, nos vemos en 3 días.

-Oiga doctor, antes de que cuelgue. ¿No se habrá tocado Ud. también?

-Oye que dices, anda, anda, nos vemos.

-¡Chao!

Cuelgo y me quedo pensado en eso, si el tío no se habrá tocado también. Bueno, que más me da. Parece que la crema me ha hecho efecto y estoy mejor, ahora a esperar los resultados y que no me hayan pegado nada.

Al día siguiente me llamó José, que si quería cambiar el turno para volver a coincidir de noche. Le dije que no, que estaba cansada y que tal vez, en un par de semanas nos veríamos en el turno de noche. Colgó y todavía tardaría en volver a verle.

Pasaron los 3 días y acudí al doctor. Al llegar, había esperando una señora de unos cuarenta y tantos años. Estaba leyendo una revista, pero la bajó para saludarme en cuanto me vio.

-Hola, buenos días.

-Buenos días. La contesté.

Salió otro señor de la consulta y entró ella. Tardó cuarenta minutos en salir, con lo que yo estaba un poco nerviosa ya. Quería que me diera los resultados y saber que no tenía nada.

Cuando entré por fin, el doctor estaba repasando unas hojas, supuse que serían mis análisis.

-Bien Claudia, quédate tranquila, no tienes nada. Todo está bien. Lo de vulva era un poco de irritación por el sexo tan seguido.

-Me deja más tranquila doctor. En esto se levanta y abre la puerta. Mira a la sala de espera y ve que no hay nadie más.

-De todos modos, tengo que asegurarme que está todo bien. Yo le miro pensativa. No sé a qué se refiere. Túmbate en la camilla, me dice y quítate el pantalón y las braguitas.

Yo le obedezco, y me quedo desnuda de cintura para abajo. El me abre un poco las piernas y me examina igual que el otro día.

-Esto esta genial. Me dice. Ahora otra prueba. Coge jabón lubricante y se enjabona dos dedos, yo ya sé que quiere hacer.

-Doctor, le digo, ¿tiene algún paciente después de mi?

-No, tranquila, tú eres la última.

Me mete dos dedos en la vagina y la recorre despacio. Entonces empieza a masturbarme.

-Esto no está bien. No esta... no puedo seguir, me muero de gusto.

-Eres una calentorra, el otro día me pusiste a cien, me dice, pero no pude meneármela porque tenía otro paciente. Ahora vas a saber lo que es bueno.

Después de un rato masturbándome, poco tiempo, no creo que fueran más de cinco minutos, me corro. Me tapa la boca para que no gima. Después de terminar, saca sus dedos de mi y se los lava. Entonces pone boca abajo un foto que tiene, en una mesa al lado, con la que supongo que es su mujer.

-Me han enviado unos preservativos de muestra, que aseguran ser lo mas fino que se ha fabricado hasta ahora. Vamos a probarlos.

Yo le miro, pero me quedo parada, no reacciono para nada, supongo que en realidad estoy deseando que me folle y sentir su polla de medico dentro de mi. ¿Cómo debe de tenerla un doctor?

Vuelve con el preservativo, que deposita en la mesilla que hay al lado de la camilla con cuidado, como si fuera a explotar. Se baja los pantalones y los calzoncillos y esta erecto como un mástil. Tiene una buena polla, circuncidada, con un glande rosa, que al verlo me dan ganas de chupar. Pero abre el preservativo y se lo pone y se dispone a penetrarme, por lo que esta vez, no voy a poder chupársela.

Me penetra despacio, sin estimulación previa, ni siquiera un beso. ¿Cómo he pensado en que me iba a besar, si lo único que quiere es estar dentro de mi?

Empieza a bombear lento, a un ritmo acompasado, con los pantalones y calzoncillos por los tobillos y su bata de medico abierta y un poco su camisa, que me deja ver su barriga peluda. Para ser médico está un poco gordo, parece que no se cuida demasiado.

Intento incorporarme y acariciar su barriga peluda. De repente he sentido un poco de ternura por ese hombre, no sé porqué, ese médico que me está follando, cuando lo único que tenía que hacer era curarme y no follarme, pero bueno en esto estamos, y ahora solo puedo relajarme y disfrutar.

La verdad, no disfruto mucho porque él no dura demasiado, y en un tiempo que adivino breve, él se corre, con un gemido que ahoga, para que no nos oiga nadie del edificio. Se queda dentro de mi, mientras termina de soltar toda su leche en el condón, y al poco se retira.

-Buf, estos condones son buenísimos. Es casi como hacerlo a pelo. ¿Qué tal? ¿Te ha gustado?

-Si, mucho, le miento.

Se quita el preservativo y lo tira a la basura que hay junto a su mesa. Se limpia el pene y veo como empieza a perder su erección.

-Si tienes un poco de paciencia, podemos hacerlo otra vez.

Su pene ya está casi flácido del todo. Se mira y me dice: Tendrás que ayudarme un poco.

Yo me incorporo y se la chupo despacio, el me mira y me acaricia el pelo. Su pene aún no reacciona. Se la chupo con más fuerza, más intensamente y enseguida vuelve a empalmarse. Su glande expulsa unas gotitas de semen de su corrida anterior.

Ahora me pide que me ponga en cuclillas, a cuatro patas. No me opongo. Me quito la blusa y el sujetador y desnuda del todo le pregunto por su mujer.

-Mejor no hablemos de ella. Vamos a separarnos.

Yo, no sé porqué, le beso la boca. El también, nos abrazamos y su pene súper duro, toca mi tripa. Cojo el preservativo y se lo pongo yo, despacio, con cuidado. Me subo a la camilla y le ofrezco mi culo en pompa.

Se acerca a mí y me penetra de nuevo. Se agarra a mis caderas y me bombea fuerte, su pene roza mi punto g y esta vez sí que gozo como una loca, soy una guarra, una ninfómana que solo quiere follar y no me importa quién me penetre.

Seguimos un rato así, el bombeando fuerte y yo gozando como una loca, pero luego me giro y le dijo que quiero ver su cara cuando se corra. Él se sale, me gira y me coge a pulso y contra la pared, termina de follarme. Se corre con un gemido alto, que no puede evitar, mientras acaricia mi cara.

-Claudia, que gusto me das. Me dice.

Me tumbo en la camilla y el también, después de limpiarse el pene y así nos quedamos, abrazados un rato. Me he olvidado por completo de José y su par de amigos imbéciles. Ahora solo quiero follar con mi doctorcito, que me alivió mi escozor y ahora me provoca otro, jeje.

A los pocos días, vuelvo a ver a José, yo estoy un poco fría con él y se da cuenta de que pasa algo, porque ya no quiero cambiar el turno para coincidir con él, cuando me lo propone, pero no me dice nada directamente. A mí no me importa nada. Yo no me quito de la cabeza al doctor y cojo la agenda para llamarle y que me dé cita y volvamos a follar.

Continuará...

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