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Historia de M

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Me llamo Marcial Parra Diez, pero en el pueblo me conocen como Marcial “El Tractorista” y Marc los muy íntimos. Mi historia comienza un día en el que estaba rozando hierba en el bancal, en un descuido me di con la azada en una pierna y me provoque una herida seria, por lo que me fui a la consulta del médico, al llegar, el doctor me pasó de inmediato a la sala de curas y ahí estaba ella, había oído hablar de la nueva enfermera, y lo que en su momento me parecieron exageraciones ahora me parecía la pura verdad, culo prominente, curvas pronunciadas, y pechos de escándalo, todo lo que a mí me gusta en una mujer, absolutamente todo. Me indico que me sentara en la camilla y que me remangara la pernera del pantalón, cosa que hice solicito, se inclinó sobre la herida de mi pierna y la visión que se presentó delante de mis ojos hizo que se levantara de su letargo y en toda su longitud mi miembro viril, un amplio escote dejaba ver un espléndido canalillo y parte de sus grandes pechos, la erección era de escándalo, en un momento dado ella alzo la vista y pudo comprobar donde se dirigía mi mirada, yo turbado no sabía cómo disimular, y ella sin inmutarse me sonrió y se abotono la bata y termino de hacerme la cura, y me dio cita para la siguiente cura dos días después. La espera se me hizo larga, no me la quitaba de la cabeza, no sé cuántas veces me masturbe pensando en ella, las muñecas me dolían, y tenía calambres en los dedos, así que, llegado el día y a la hora indicada estuve en la consulta médica como un clavo y mi mejor sonrisa. Cuando se abrió la puerta de la consulta apareció tan esplendida como hace dos días, me indicó que pasara y repetimos la misma rutina, pero esta vez al acabar me arme de valor y le pregunte por su nombre; me dijo que se llamaba Antonella, pero que prefería que la llamaran Nella, también me contó que era italiana, lo que explicaba su acento, ya que estábamos le pregunte cuando terminaba su turno y si le apetecía tomar algo, Nella respondió afirmativamente, por lo que quedamos aquella misma tarde. Pasé a recogerla por su casa a la hora convenida.

- ¡¡¡Mamma Mía!!! – Exclamé para mis adentros.

La espera mereció la pena, vaya maciza salió del portal, Nella se había puesto para la ocasión una vaporosa camisa de gasa negra transparente, la cual dejaba adivinar el sujetador a juego, abierta por delante lo suficiente para ofrecerme la más generosa de las visiones, y una minifalda blanca, que al entrar en el coche se le subió dejando a la vista una porción generosa de sus redondos y prietos muslos, nos saludamos, arranque el vehículo y nos dirigimos a tomar algo antes de cenar, el trayecto se me hizo más largo de lo normal, imposible no mirar a aquella mujer y no ponerme a cien, seguro que se me marcaba el paquete, la tenía bien tiesa y el pantalón me apretaba, ella miro de reojo, se tuvo que dar cuenta, seguro, pero no dijo nada.

La cena transcurrió, de manera normal, agradable tema de conversación, flirteo por aquí y por allá, miraditas penetrantes, y en el momento donde la confianza era mayor soltó la bomba.

- ¿Il grumo in la machina era per colpa mía? – Me pregunto con ese acento italiano que tanto me pone.

- ¿Qué? – Respondí confuso.

- Come si dice… - Quedo pensativa, hasta que encontró la palabra que estaba buscando mentalmente – ¿Il bulto en el coche era per colpa mía?

Ahora sí que estaba confuso de verdad, avergonzado, sin saber dónde mirar, mas colorado que un tomate, anonadado… Balbuceando le confesé la verdad.

- Esto... sí… Cuando te he visto salir del portal… yo… que puedo decir… lo siento.

- ¿Perche? Io me lo tomo come un complimento.

- Como un cumplido - Dije aliviado.

- ¡Echo… un cumplito! – Asintió ella.

Pagamos la cuenta y fuimos a tomar unas copas a un pub de moda, y ya avanzada la noche la acompañe a casa. Me invitó a tomar la última y subí con ella hasta su piso. La noche se alargaba y yo estaba allí cómodamente sentado en su sofá junto a ella charlando animadamente, cuando decidí jugármela y me incline sobre Nella y besé sus cálidos y carnosos labios, ella respondió abriendo su boca y entrelazando su lengua a la mía. Mis manos agarraron su cintura y en sutiles movimientos las dirigí a esos pechos con los que tanto había soñado, así estuvimos un rato, cuando ella hábilmente, desabrocho mi pantalón, y saco mi erecto miembro, para acto seguido agacharse y metérselo en la boca, mi pene era un juguete en sus manos, se lo introducía, se lo volvía a sacar, pasaba su lengua por todo el tronco de abajo a arriba, y al llegar a los testículos se los metía en la boca y jugueteaba con ellos, el placer era máximo, estaba a punto de explotar, cuando soltó mi pene bruscamente y se incorporó. Me quede helado de golpe, bloqueado, no sabía que había pasado, ni cómo reaccionar, cuando me invito amablemente a que me fuera, ya que debía madrugar y le esperaba una jornada de trabajo bastante ardua. Me levante, me despedí de ella, y me dirigí a casa, preguntándome donde me había equivocado o que había hecho mal, por supuesto no encontré la respuesta.

Dejé pasar unos días, he intente hablar con ella, pedirle disculpas por lo que pudiera haber hecho mal, pero sin resultado, Nella me esquivaba, no me cogía el teléfono, después de una semana de haberlo intentado todo me rendí.

Era una mañana de viernes como otro cualquiera, me dedique a las labores del campo subido a mi flamante tractor nuevo, pare para almorzar y entonces me sonó el móvil, era ella, Nella. El corazón empezó a latirme a mil por hora, me acababa de invitar a cenar a su casa esa misma noche como compensación por lo del otro día y a pesar de mis reticencias iniciales me convenció la promesa de una noche inolvidable.

Me acicalé y me vestí de la manera apropiada para una velada como aquella. Llegue a su casa puntual, llame a la puerta, me abrió y lo que vi, me dejó de piedra, llevaba la misma camisa negra de gasa de la otra vez, pero sin sujetador, dejando a la vista sus prominentes senos, y una minifalda negra, la cual sería más propio de califica como “cinturón ancho”, me invito a pasar y me propino un húmedo y caliente beso en la boca que me dejo sin aliento, la noche prometía, por suerte, yo siempre llevo unas pastillitas de Eros Maximun Powerfull, un vigorizante que en los momentos de exigencia máxima siempre me ha ido muy bien, y este parecía ser uno de esos ellos. Durante la cena estuvimos hablando, es un decir, porque yo no podía apartar mis ojos de aquellos pechos, que me extasiaban, y Nella era consciente de ello. Por fin terminamos de cenar y pasamos al café, un delicioso café italiano, preparado por mi musa, mientras yo me serbia azúcar, ella aprovecho para levantarse y poner música lenta y sugerente, se acercó hacía mí, contoneando levemente sus caderas al suave ritmo de la melodía, que imagen, mi Nella, mi diosa, delante de mi bailando invitándome a unirme a ella, me tome el café de un sorbo; ni que decir tiene que me abrase la lengua, pero mi estado de excitación me impedía poner mi sentidos en otro lugar que no fuera la ninfa que tenía ante mí. Bailamos abrazados, aprovechando yo nuestra unión para restregar mi miembro completamente erecto, apunto de romper el pantalón.

- Questo è il telefonino o sei solo felice di ballare con me? – Me dijo susurrándome al oído mientras aprovechaba para juguetear con mi lóbulo de la oreja con sus labios.

- ¿Qué? –Balbucí.

Se apartó y señalo con su mirada mi abultada entrepierna.

Me sentía aturdido, lento de reflejos, me pesaban los parpados y en cuestión de segundos perdí el mundo de vista.

Desperté varias horas después en una habitación cerrada, en la cual no entraba la luz natural, cubiertas las paredes por cortinas negras, atado por cuerdas, colgado del techo y amordazado. Si saber la razón notaba mi ano húmedo y como si hubiese sido penetrado por algo, y por algún motivo esa cosa estaba aún dentro.

Se abrió la puerta y apareció mi preciosa Nella, mas divina que nunca. Vestida con botas de cuero y tacón de aguja, con unas braguitas y un sujetador que dejaba a la vista sus erectos pezones del mismo material, y su pelo recogido en una coleta. Mi miembro reaccionó nada más verla.

Se acercó donde yo estaba y con la fusta que llevaba en las manos, acaricio mi erecto pene y mis testículos duros como piedras, y acto seguido me azotó el trasero, di un respingo y un pequeño quejido que quedo ahogado por la mordaza que tapaba mi boca.

- ¿Ya te has despertado, Mi Bello Durmiente? – Me dijo en perfecto castellano y poco acento italiano.

¿Qué había pasado con mi bella italiana, a la cual le costaba hablar el castellano con fluidez? Sin duda, a causa de mi aturdimiento, no conseguía entender lo que estaba ocurriendo.

Nella acercó su boca a mi oído y me dijo en un susurro.

- Ahora te voy a quitar la mordaza de la boca, da igual que grites, nadie te va a oír, la habitación esta insonorizada. Si aceptas lo que va a ocurrir hoy aquí, seré toda tuya, si no, te soltare y te iras a casa, y te olvidaras de mi para siempre. Que dices ¿aceptas el trato? – Asentí con la cabeza, como negarse, si mi Nella estaba dispuesta a ser mía con tal de que yo me entregara a su placer esa noche. Sin duda no entendí en toda su extensión lo que aquello significaba, pero no tarde en comprenderlo.

- ¡Paula… puedes entrar!

Acto seguido entro una voluptuosa rubia por la puerta, alta, de curvas espléndidas y cara de vicio, vestida con una minifalda de cuero, botas de tacón de aguja y torso desnudo, mostrando unos pechos que si no tan generosos como los de mi Nella, desafiaban de igual manera la ley de la gravedad.

Mi chica me quito la mordaza y me dio un beso en la boca de campeonato, se apartó de mí y se dirigió hacia donde estaba atada la cuerda, la soltó y me bajo unos centímetros y la volvió a atar fuertemente. Se acercó a mí, pude comprobar que había quedado a la altura de su entrepierna, se inclinó y me volvió a besar.

- Bien demos comienzo a la diversión – Dijo.

Se quitó la braga de cuero y lo que vi me corto la respiración de golpe. Entre las piernas de Nella, apareció una polla que aun estando semierecta, era más grande y gruesa que la mía. Se la cogió la acerco y me la introdujo entera, comenzando a follarme la boca, yo estaba atado, no podía hacer otra cosa que tragarme aquel pedazo de carne, que de vez en cuando, me golpeaba la campanilla haciendo que me atragantara.

Al mismo tiempo note como Paula, trajinaba en mi ano, sacando aquello que me presionaba en mi interior y sustituyéndolo por algo, más gordo y caliente, que me introdujo sin miramientos y provocándome un dolor inmenso, mi grito quedo ahogado por el falo de mi reina, entrando y saliendo de mi boca.

De reojo pude comprobar que lo que Paula me introducía, no era otra cosa que su polla, más grande y gruesa que la de Nella. No me lo podía creer, mi chica y su amiga eran transexuales, como no me había dado cuenta, como me había dejado embaucar…

- ¿Te gusta amor mío? – Dijo Nella, entre jadeos de placer.

Yo me sorprendí, a mí mismo asintiendo con la cabeza, era cierto sin saber porque, el dolor se había transformado en placer, Paula me estaba pegando una follada de campeonato. Nella le hizo un gesto con la cabeza a su amiga y cambiaron, ahora era mi chica la que me daba por detrás, mientras la rubia viciosa hacía que me atragantara con su enorme pedazo de carne. Así estuvieron un rato, intercambiando la posición, hasta que en un momento dado, mi diosa, mi amor, me saco la polla de la boca y volvió a acercar sus labios a mi oído.

- Ahora te voy a soltar, no quiero que te incorpores, te voy a poner y collar con una correa y a partir de ahora serás mi perrita sumisa. ¡Aceptas!.

- Sí.

- Sí ¡Que…!

- Sí ¡Mi amor! - Balbucí.

Sin miramiento ninguno Paula que estaba detrás de mí, me dio un fuerte golpe con la fusta.

- Sí… Ama. ¡Repite! – Dijo Paula

- Sí… Ama – Repetí.

Paula me volvió a fustigar más fuerte.

- Esto es para que no se te olvide. – Me espetó la rubia.

Acto seguido Nella me bajo al suelo y entre ambas deshicieron los nudos de la cuerda y quedé libre, pero aunque quisiera estaba tan entumecido, que me era imposible incorporarme y salir corriendo.

Ellas se fueron de la habitación, mientras yo quede tendido, exhausto y sin capacidad alguna para asimilar como había llegado a aquella situación. Al cabo de un rato volvieron de nuevo, mi dueña llevaba consigo un collar de perro que me puso al cuello y me hizo incorporarme a cuatro patas.

- Ahora toca pasear a mi linda perrita. ¿Quieres que demos un paseo?

- Sí… Ama. - ¡Zas… Fustigazo al canto! Que mala baba gastaba Paula.

- ¡Los perros no hablan! – Me grito la rubia.

Y comenzó el paseo por la habitación. Dimos varias vueltas. Nella se detuvo y dijo:

- ¿Sabes que hacen muy bien los perros?

Por supuesto era una pregunta retórica y no contesté, lo hizo mi ama por mí.

- Lamer…

Acerco su bota a mi cara y comencé a lamer sumisamente. Al poco retiro su bota y acerco la otra y continué con mi labor.

Paula mientras tanto acariciaba con la fusta mi piel, yo ya temía lo peor, se dirigió lentamente a mi retaguardia y se arrodillo.

- Apuesto que esta perrita está deseando que le claven una buena polla.

Introdujo un dedo en mi ano, lo saco y lo olió.

- Lo que yo te diga, está deseando una buena verga en su culito respingón – Se lo dio a oler a Nella, que asintió y después me lo hizo chupar.

Mi amor, mi diosa, mi Ama… se arrodilló, me cogió de los pelos e introdujo su erecto pene en la boca, comenzando a follármela, mientras Paula, me cogía de las caderas y de un pollazo me la clavaba por detrás. Así estuvieron un largo rato hasta que sentí como un líquido caliente y espeso llenaba mi ano, y acto seguido Nella hacia que me atragantara con su abundante corrida, no me permitió que me apartara por lo que me tuve que tragar toda su leche, aunque no pude con toda, y algo se me escapó por la comisura de los labios, ella me beso tiernamente compartiendo saboreando su semen de mi boca. Caí rendido a los pies de mi reina, cansado, sin fuerzas.

Paula ya más calmada, con menos mala leche, se puso en cuclillas a mi lado y acaricio mi cabeza.

- Bien perrita, hoy te has portado muy bien. Pronto seguiremos con tu adiestramiento y serás una perra sumisa. Ya lo veras.

Ambas se fueron dejándome allí tirado, hecho unos zorros, con semen chorreando de mi dilatado y escocido ano y con el sabor salado de la corrida de mi ama y señora. Me quede totalmente dormido, henchido de felicidad.

Profundamente dormido estaba, cuando mi Dueña entro en la habitación y me despertó con un cálido y tierno beso, iba vestida con una corta bata rosa de seda, abierta, dejando un generoso escote, y sin ropa interior, como puede constatar desde mi posición. Me indicó que me incorporara, me quitó la correa de perro y me condujo hasta el baño. La bañera estaba llena de agua, y espuma, me hizo un gesto para que me introdujera en ella, y así lo hice, se arrodilló a mi lado y con una esponja con gel comenzó a lavarme y asearme, quizás por el agua templada o por el placer de sus caricias, mi miembro estaba completamente erecto, cosa que al salir de la bañera pudo constatar mi Bendita Dueña, dedicándome una dulce sonrisa. Me seco con la toalla y me dio por todo el cuerpo cremas y lociones. Me dio un albornoz que yo me puse. Salimos el baño y nos dirigimos al comedor allí me esperaba un buen desayuno, tostadas, café, zumo de naranja, mantequilla y mermelada, yo me quede allí desayunando y recuperando fuerzas mientras ella fue a su habitación. Al rato me llamo.

- ¡Marc, mio caro!! – por supuesto yo fui.

Al entrar en su habitación quede perplejo, mi Diosa, estaba más Divina que nunca, se había vestido con un babydoll rosa con falda de encaje, con lentejuelas a la altura de los pechos y cintura, con una abertura delantera con lazo y espalda descubierta y un tanga de hilo del mismo color. Se acercó hasta la puerta, me rodeo con sus brazos el cuello y unió su boca a la mía, nuestras lenguas se entrelazaron en un cálido y profundo beso, cuando nos separamos, nos faltaba el aliento, nos miramos a los ojos, y con una ligera presión en los hombros, mi Reina me hizo bajar hasta ponerme de rodillas, le baje el tanga y apareció ante mí su inhiesto miembro, me lo introduje en la boca sin bacilar, me estaba empezando a gustar su sabor, me lo saque de la boca y lo lamí desde el escroto hasta la punta, mi lengua se paseó por aquella caña dura y caliente una y otra vez, me metí sus testículos en la boca y juguetee con ellos, copiaba, todo lo que había visto hacer a las chicas en las pelis porno, con las que me pajeaba una y otra vez en la soledad de mi cuarto, disfrute e hice disfrutar a Nella de aquella mamada, lo sé, por lo entrecortado de su respiración y por la mirada de vicio que tenía. Fuimos a la cama y me insto a ponerme a cuatro patas, se puso detrás de mí y empezó a jugar con su lengua en mi esfínter, la introducía una y otra vez, procurándome gran placer, después me introdujo un dedo, al poco dos, recreando se en un mete y saca con ellos, que hacía que me pusiera a cien, tanto es así, que sin poder aguantar más, le exigí que me penetrara, cosa que ella hizo presta, me la clavo de golpe, y aunque me dolió un poco, hizo que casi me corriera en ese mismo instante, conseguí aguantarme. Nella no decía nada, pero yo sabía que estaba disfrutando la situación, ya que me tenía rendido, y pidiendo a gritos, que me hiciera suyo. Inició un cadencioso movimiento de caderas, que fue acelerándose poco a poco hasta llegar a un ritmo frenético, culminando con una abundante corrida, yo al sentir toda esa leche en mis entrañas no pude aguantar más y también me corrí. Nos derrumbamos en la cama, yo debajo y ella abrazada a mí y con su polla todavía dura en mi interior. Por fin, se salió y cambiamos de posición, quedando tendidos boca arriba uno junto al otro. Así llevábamos un rato, recuperándonos, cuando Nella me cogió el pene y comenzó a hacerme una paja, como no podía ser de otra manera, mi miembro, empezó a cobrar vida y a crecer, cuando estaba en todo lo suyo, mi Nella me susurro al oído.

- Ya es hora que te comportes como un hombre.

No me hice de rogar, me puse encima de ella y nos fundimos en una caliente beso, ella me rodeo con sus pierna, fue sentir el contacto de nuestras pollas y me puse a cien. Me deshice de su nudo y levante sus piernas y penetre sin problemas su dilatado ano, y comencé a bombear, por fin era mía, la poseí con gana, la ame como nunca había amado a ninguna otra, disfrute el momento como nunca había disfrutado ningún otro. Nella me imprecaba, me exigía, pedía de mí lo mejor, y yo se lo di, lo abundante de mi corrida así lo atestiguó. Nos volvimos a fundir en un apasionado beso, hasta que mi miembro perdió toda su dureza y acabo saliendo solo de su cálida y estrecha prisión. Me volvió a empujar hacia abajo, comprendí lo que quería y me aplique a ello, recogí todo el semen que escapaba por su esfínter y lo compartimos, para posteriormente quedar de nuevo tumbados el uno junto a la otra cogidos de la mano, nuestros dedos entrelazados, en comunión silenciosa, rindiéndonos poco a poco al sueño hasta caer definitivamente en los brazos de Morfeo.

Despertamos abrazados, sin saber qué hora era, poco nos importaba, nos levantamos y nos duchamos juntos, y comimos algo para reponer fuerzas. Nella me conto que yo le gustaba desde el primer momento que entre en el centro de salud, pero que le fastidio que mirara con tanta insistencia y sin disimulo alguno sus tetas, se enteró de que yo era el salido del pueblo y decidió darme una lección. Se puso en contacto con su amiga Paula una experta dominatrix de la capital y trazaron un plan, el cual se desarrolló tal como he relatado aquí, a excepción de que cuando, mi Diosa y su amiga la domina me abandonaron en la habitación y se fueron juntas a rematar la noche disfrutando la una de la otra, aula le comento a Nella de que yo tenía madera de sumiso, y que si quería me podrían educar juntas y convertirme en una perrita obediente y sumisa… y hasta ahora; en la calle soy Marcial el Tractorista, en casa soy Marc compañero y amante de Nella y una vez al mes Marilyn la perrita de mi dueña y señora y de su amiga la dominatrix. En fin nunca pensé que de esta manera se vieran colmados mis deseos de una vida feliz, ni los derroteros que tras los cuales alcanzaría una realización plena, enamorado, sometido y esclavo de los deseos de una transexual divina. Nella mi amor, mi dueña, mi ama, mi señora, mi diosa.

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