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Abuso y vejación: solo cuento lo que sucedió

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Lo voy a llamar Ariel. Tiene 21 años, delgado, cabello largo, negro y sedoso. Ojos castaños claros. Boquita rosada. Medirá unos 184 y pesará unos 70 kilos.  Llego a trabajar como jardinero en una propiedad que administro a pesar de haber sido estudiante de mercadeo en su país y tener una posición cómoda. Yo lo veía trabajar, sudar y sufrir bajo el sol pero su supervisor y compañeros se quejaban de su rebeldía y grosería.  De vez en cuando veía su cuerpo sudoroso, lampiño y bronceado, brillante de sudor.  Al segundo més estaba más delgado y fibroso y noté que sus pantalones le quedaban cada vez más flojos. La raja de sus nalgas musculosas se veia apetitosa y deseable.
Le advertí que lo despediría si no cambiaba.  A las dos semanas lo llamo a capítulo y le indico que estaba despedido. Estábamos solos en mi oficina, eran las 6 de la tarde. Apenas escuchó la noticia se le aguaron los ojos. Me dijo que no tenía donde vivir, que había peleado con su familia, que no tenía dinero, etc etc. Yo lo veía con lástima pero también con lujuria. Un chico tan guapo llorando como un bebé. Le dije que no podía hacer nada por el, que recogiera sus cosas y se fuera.
Prácticamente se me tiró a los pies. Me agarró por las rodillas y me pidió que no lo despidiera. De repente me miró y me dijo que él haría cualquier cosa para que le diera otra oportunidad. Yo lo miré y me fijé que se le notaban sus nalgas sin vellos a medio pantalón. Se me siguió pegando a mis rodillas mientras me lloraba y repetía que haría LO QUE FUERA. Lo dijo en un tono que cambió levemente pero el calor de su cuerpo y la vista de sus nalgas me fue poniendo arrecho.  Se quedó pegado a mis piernas y yo me levanté lentamente. Así el quedó en el piso. Yo me dirigí a la puerta y la cerré con llave.  Regresé y le pregunté ¿Cualquier cosa?.  Me pasé las manos por la bragueta varias veces mientras lo veía.  El se acercó a mi entrepierna y me puso su cara en mi jeans sudado. La verga se me paró enseguida. Sentía que su cara me quemaba.
Ariel, temblando, me bajó la cremallera y se metió mi verga sudorosa en la boca, lamiendome la cabezona con asco pero firmemente.  Le agarré la nuca y se la fui empujando el huevo hasta que se la tragó toda. le agarré el cabello fuertemente y lo seguí bombeando sin hacerle caso a sus arcadas.  Cuando trataba de sacarse la verga de su boca yo lo apretaba más.  En un momentito comencé a venirme en su garganta, profundamente. El me lamió toda la leche y se la tragó completa. Me miró con una cara de entre terror y asco pero no dijo nada. Solo me subí el zipper y le dije que si se portaba así yo lo ayudaría.
Pasó el día siguiente y luego a los tres días me lo vuelvo a encontrar, esta vez estaba arreglando un depósito de mañanita.........

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