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Me follaron en el gimnasio

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Me llamo Sheila y tengo 40 años, estoy casada con mi esposo Rafael desde hace 20 años y tenemos un hijo de 18 llamado Lucas y una niña de 12 llamada Laura, soy veterinaria y a mi edad podía decirse que era una mujer normal, ni gorda, ni flaca, ni fea, ni guapa, bastante era teniendo en cuenta que a mí nunca me había gustado el ejercicio físico, bastante trabajo tenía en casa con mi esposo y mi hijo de 18 años como para hacer más esfuerzos después de venir de trabajar de la clínica.

Faltaban 3 meses para que llegara el verano y ante la insistencia de mi esposo que decía que me vería más bonita y mejoraría mi salud decidí aceptar su propuesta de apuntarme a un gimnasio, al mismo en que estaban apuntados mi hijo y el, a decir verdad aunque los 2 llevaban más de 2 años apuntados no se notaba mucho porque mi esposo tenía una prominente barriga desde hacía bastantes años motivada en parte por su trabajo como camionero y a pesar de la juventud de mi hijo, este iba por el mismo camino de ponerse bastante ceporro.

Aunque como ya dije, al principio no estaba muy motivada, la verdad es que no me desagrado la experiencia, resultaba entretenido y entable una curiosa relación con dos amigos de mi hijo a los que conocía desde hacía años del colegio y en los que nunca me había fijado especialmente hasta en que mi primer día de gimnasio pude ver que si los efectos del ejercicio no parecían notarse en mi esposo ni en mi hijo, sí que lo hacían en estos dos chicos, un año mayores que mi hijo y los cuales tenían unos cuerpos bastante musculados.

Mi ejercicio favorito era el spinning y para mi sorpresa no me resulto complicado ni excesivamente cansado porque como ya dije a pesar de todo mi estado de forma era bastante bueno, en estas clases me ponía con Héctor y Manuel, los dos amigos de mi hijo dado que ni mi esposo ni mi hijo duraron más de 15 minutos en la clase ya que no podían aguantar el ritmo de exigencia.

Después de 1 mes de clases me encontraba espectacular y había perdido 5 kilos de peso, los amigos de mi hijo me piropeaban en cada sesión y me felicitaban por los resultados conseguidos, aunque en ocasiones estos piropos eran algo más que "amigables" yo no daba ninguna importancia especial a aquella situación ya que me llevaba muy bien con ellos y a pesar de nuestras diferencias de edad podía decir que casi los tenia por amigos, además ni siquiera se me paso por la cabeza que aquellos muchachos fuertes, jóvenes y atléticos pudieran sentirse atraídos por la madre de su amigo la cual les doblaba la edad.

Aquel día en el gimnasio fue diferente, yo solía irme tras la clase de spinning mientras mi esposo, mi hijo y sus dos amigos solían quedarse 45 minutos más, justo el tiempo que tardaba en cerrar el gimnasio después de la clase de spinning, a esas horas casi nunca había más de 10 personas en el gimnasio y aquel día no fue diferente exceptuando el que Héctor y Manuel me invitaron a tomar una sauna con ellos, algo que siempre hacían después de la clase y a lo que yo nunca me apuntaba por vergüenza más que nada, ya que como he dicho, a esas horas apenas quedaba gente en el gimnasio y no me parecía muy apropiado meterme en la sauna medio desnuda con aquellos dos jóvenes amigos de mi hijo.

Ese día fue diferente, me encontraba bastante cansada y ya tenía la confianza suficiente con aquellos muchachos como tenerles por unos amigos míos y no solo "los amigos de mi hijo", pensé que me vendría bien la sesión de sauna y me metí con ellos en la sala.

Yo iba con un albornoz y Héctor y Manuel tapados por una toalla, lo cual resaltaba sus estupendos cuerpos sobre todo sus sudorosos torsos bien marcados, en la sauna había dos jóvenes más que se fueron casi al momento de entrar nosotros, así que al cerrar la puerta me quede sola con Héctor y Manuel, en la puerta había una ventana pequeña desde la que podía ver la sala de musculación en la cual estaban mi esposo y mi hijo.

Llevábamos 5 minutos charlando en la sauna cuando pude ver como en la toalla de Héctor se marcaba un buen bulto, yo me sonroje y no le di importancia, a mi edad ya no me asustaba de aquellas cosas pero no tarde en darme cuenta de que mientras hablábamos, aquel bulto seguía creciendo y Héctor no dejaba de mirarme el canalillo, entonces me di cuenta de que el albornoz estaba mucho más abierto de lo que yo pensaba y mis tetas habían quedado parcialmente descubiertas y la raja del albornoz me llegaba al ombligo, no sé porque lo hice, pero decidí no taparme y hacer como si siguiera sin darme cuenta, supongo que me sentí halagada de que aquel enorme bulto en la toalla de Héctor fuera provocado por mis tetas.

Pero la situación se me fue de las manos, Héctor debió darse cuenta de que yo no hacía nada por taparme así que se levantó y con toda la cara del mundo dijo.

—Bueno Sheila, supongo que ya tenemos confianza suficiente y no te importara que tomemos la sauna como cuando estamos Manuel y yo solos.

Inocentemente y sin saber muy bien a que se refería, les dije que sí, ante mi sorpresa tanto Héctor como Manuel se quitaron las toallas de la cintura y las dejaron a un lado, luego se sentaron otra vez en los bancos completamente desnudos.

Yo me quede alucinada, me puse roja como un tomate y no dije nada, es más, ni siquiera pude bajar la vista porque aquellas dos pollas que tenía ante mis ojos me dejaron anonadada.

Si bien ya había comentado que aquellos dos chicos tenían un aspecto estupendo, unos cuerpos bien moldeados y además eran bastante guapotes, no podía imaginar que aun guardaban más "virtudes" bajo la ropa, porque aquellas pollas sin duda lo eran.

La de Héctor debía medir sus 20 centímetros y aunque la de Manuel era bastante mucho más normalita en cuanto a longitud, lo sorprendente era que parecía un salchichón de lo gorda que era.

Debí de mirarlas demasiado porque aquello fue como una invitación para los muchachos que no dudaron en levantarse y decirme

—Sheila, si quieres también puedes probarlas.

Aquellas palabras me sacaron de mi ensimismamiento, me levante pensando en mi esposo y mi hijo a los cuales podía ver desde la ventanita de la sauna, Héctor y Manuel estaban delante mía, con sus pollas erectas apuntando directamente hacia mí, pensé en salir de la sauna inmediatamente pero un hormigueo en mi coño me hizo saber que deseaba aquellos miembros, sin decir nada me quite el albornoz dejando mis tetas y mi depilado coño libres ante los ojos de los amigos de mi hijo y sin decir nada me arrodille ante aquellos ídolos de carne en barra a los que debía adorar.

Me quedé anonadada, con la boca abierta ante la polla de Héctor, el cual me miraba sonriendo. Despacio, le agarré el pene y fui descendiendo hasta que mis labios se posaron en su glande, comencé a besar su polla como una loca, primero despacio y luego deprisa, sacaba mi lengua y me empleaba a fondo sobre esa polla, después de haber ensalivado bien, me la metí en la boca o eso traté de hacer, porque apenas me entraba, tenía un sabor diferente a la de mi esposo, nada desagradable. Manuel no se quedó quieto, deslizó su mano por mi culo y luego un dedo por la raja y mientras yo trabajaba el aparato de Héctor, Manuel me masajeaba el ano con su dedo. Mientras le comía la polla a Héctor, me vino el primer orgasmo, casi de una manera dolorosa, pasado un rato, Héctor comenzó a jadear más fuerte, me agarro con fuerza del pelo justo cuando Manuel enterró su dedo hasta el nudillo en mi recto.

Un chorro cálido y cremoso como el yogur comenzó a llenar mi boca… y aquello no paraba ni un momento, mi boca tragaba y tragaba pero aquello no me daba respiro… El esperma me rebasaba la boca y al final me tuve que quitar, con la boca llena y aun tuvo fuerza para enviarme un chorro que me manchó cara y pelo.

Me incorporé y comencé a tragar lentamente el semen, saboreándolo lentamente, jamás lo había hecho con mi esposo ni con ninguno de los tres novios que había tenido antes de conocerle pero estaba más caliente que una yegua en celo así que lo degusté como si fuera un vino. Tenía un sabor entre dulce y salado y parte se me escapó por las comisuras y me cayó en las tetas.

Aquello me saco de mi estupor, volví a pensar en mi hijo y en mi esposo al que jamás había engañado hasta aquel día, también pensé que cualquiera podía entrar en la sauna y pillarnos en aquella situación así que decidí levantarme y salir de allí antes de que aquello pasara a mayores o nos pillaran en plena faena, pero antes de que pudiera levantarme y coger mi albornoz, Manuel me tiró de las piernas, quedando tumbada sobre el suelo de madera de la sauna.

Me separó las piernas y hundió su cara en mi entrepierna, comenzó con mi clítoris y fue como si una explosión hubiese sucedido en mi vientre y en mi cabeza. Iba a gritar como una loca pero Héctor se dio cuenta y me metió su polla flácida en la boca.

Solo se oía el chapoteo de la lengua de Manuel en mi coño y mis jadeos. La lengua de él se deslizaba una y otra vez dentro de mi inundada vagina y con una mano pajeaba mi clítoris, ni siquiera me di cuenta cuando Manuel dejo de lamerme y puso su dura polla en mi boca justo cuando era Héctor el que ocupaba su lugar en mi coño, abrí los ojos y allí tenía yo ese salchichón dentro de la boca así que comencé a mamar como si me fuera la vida en ello, Manuel emitió un gemido, se inclinó sobre mí y agarrándome los pechos, comenzó a follarme la boca, entraba y salía como si fuera un coño y ante su rapidez no tardó mucho en correrse en mi boca.

El semen de Manuel era mucho más cremoso y grumoso que el de Héctor y como se movía mucho, parte se me derramó sobre mi cara, mientras yo también me corría, Héctor comenzó a follarme con su martillo pilón, mientras Manuel me extendía con su polla la leche por mi cara y yo me recuperaba de los coletazos de mi orgasmo, noté como la bestia se apoyaba en mi coño y comenzaba a abrirse camino.

Comencé a gemir y a jadear, notaba como se iba abriendo camino a través de mi canal. Héctor empujaba y empujaba pero era tan grande que le costaba mucho meterla, finalmente, Héctor se salió un poco y de un violento empujón me la metió entera, los 20 cm entraron de golpe y la punta de su polla golpeó con violencia en el fondo de mi vagina.

Manuel se rio y dijo algo como "Tío, que vas a romper a la madre de Álvaro, jaja" pero Héctor le dijo que "Por mis cojones que se la traga hasta los huevos" y comenzó a moverse.

Cada vez que la metía me golpeaba el fondo, pero ya no me dolía, todo lo contrario, empezaba a gustarme demasiado.

Manuel se puso de pie y miraba por la ventanita, "No te preocupes, el capullo de tu esposo y tu hijo no se enteran de nada, allí siguen levantado pesas"

Me sentía tan llena que aquel insulto hacia mi esposo y mi hijo no me importo, Héctor estuvo follándome un rato mientras Manuel vigilaba que nadie nos interrumpiera, yo tumbada en el suelo, la cara manchada del esperma de Manuel, desnuda con Héctor que me sujetaba los tobillos en alto y cada vez que entraba o salía, sonaba el chapoteo de mis jugos, que se me salían de mi coño y me resbalaban por la raja del culo.

Finalmente, Héctor empujo hasta el fondo, hasta que sus cojones golpearon en mis nalgas y sin sacarla, comenzó a moverla en círculos, se apretó aún más y de un golpe, comenzó a correrse.

Yo, allí tumbada como la puta más puta, notaba como mi vagina se iba llenando de su leche, como el chorro golpeaba las paredes de mi vagina, por fin terminó, saco con un ruido de succión su fláccido miembro y se sentó en el suelo jadeando. Yo me quedé un rato con los ojos cerrados, relamiéndome los labios de los restos de la corrida de Manuel

Abrí los ojos y vi a Manuel haciéndose una paja.

- Manuel, que pasa, ¿es que no quieres follarme tú también?.

Manuel sonrió y se tumbó, con su rabo erecto hacia arriba, me levante y colocándome a horcajadas sobre su polla, me deje caer con todo mi peso sobre ella. Oí el chapoteo que hizo al entrar. Inmediatamente comencé a cabalgar sobre el como una posesa, cada vez que introducía su pene, salpicaba su pubis con mis jugos y la corrida de Héctor, Manuel me agarraba las tetas y me las amasaba y pellizcaba los pezones, yo no quería parar, quería verme llena por dentro de leche, quería que me reventaran a pollazo, Manuel estaba cerca de correrse, así que cambie de postura, me puse de rodillas y abrazando su cuello, comenzó a llevar el control de la follada, llevábamos un rato así cuando me giré y vi a Héctor cascándosela también, vendita juventud, menudo vigor. Le llamé entre jadeos:

- Héctor… cariño… ven… que todavía tengo espacio para ti…

Y señalé mi ano, no sé cómo se me ocurrió con la taladradora que tenía y teniendo en cuenta que jamás había usado mi entrada trasera, mi esposo era bastante convencional y nunca tuvo esa ocurrencia así que no pude evitar desear que Héctor me enculara después de la gran follada que me había dado por el coño.

Héctor se acercó y apunto como si culo tuviera una diana dibujada, de un solo golpe me la metió hasta las entrañas, no sé cómo lo hizo pero me puso sus huevos hasta el culo y no me dolió nada.

Yo había visto en las películas hacia algunos años como dos tíos follaban analmente y vaginalmente a una chica… pues bien… ya lo estaba experimentando. Me follaban por turnos: Manuel me penetraba y Héctor se quedaba quieto en mis intestinos y después de un rato, Manuel me jodía el recto y Héctor dejaba descansar su tranca en mi caverna, esta sensación sí que era nueva, dos pollas dentro de mi cuerpo follandome a la vez, el colmo del placer, sentía las dos pollas a través de la delgada pared que separa recto y vagina.

Luego Héctor me puso a 4 patas y mientras martilleaba mi culo como un ariete que trata de derribar la puerta de un castillo, Manuel me metió la polla por la boca, estaba empalada por aquellas dos pollas y me moría de placer.

"Te gusta la leche ¿verdad zorrita?

Siii, me encanta conteste yo

"Entonces tendrás que ganártela, pídeme lo que quieres" dijo Manuel

Quiero que te corras en mi boca cabron, quiero que me llenes el estómago de semen, quiero sentir tu leche bajando por mi garganta, ver como tu polla escupe sobre mi cara la carga de tus pelotas.

"así me gusta putita, prepárate"

Expectante comencé a mamarle la polla más rápidamente mientras con mis manos masajeaba sus cojones, la enculada a la que me estaba sometiendo Héctor hacia que a cada una de sus embestidas la polla de Manuel me llegara hasta la campanilla así que aquello no se demoró mucho más y entre jadeos Manuel se corrió en mi boca, vaciando por completo sus cojones en mi estómago.

En esa ocasión nada quedo en mi cara y me lo trague con mucho gusto, aprovechando que Manuel había terminado, Héctor me levanto, me obligo a apoyar las manos en la puerta de la sauna y siguió taladrando mi culo con rabia, sabía lo que pretendía el muy cerdo, quería que viera a mi familia mientras me enculaban, pero no pude verles por la ventana hasta que por sorpresa pude ver como mi hijo y mi marido salían vestidos con sus mochilas a la espalda del vestuario masculino y se dirigían a la sauna.

"Joder, mi hijo y mi esposo vienen hacia aquí" dije yo

"Ostias, Manuel entretenles que quiero terminar y darle un nuevo vaso de leche a esta putona"

Manuel se puso la toalla y salió rápidamente de la sauna, cerro justo antes de que mi hijo y mi esposo pudieran verme de rodillas con la polla de Héctor enterrada hasta la faringe y con mi nariz rozando sus cojones.

Pude ver lo que Manuel conversaba con mi familia

"Hombre Manuel, esta mi madre con Héctor y contigo verdad"

"Que va, se fue hace unos 20 minutos"

"Es muy raro que no nos haya esperado" dijo mi esposo

"Dijo que estaba muy cansada, que se iba a tomar un buen vaso de leche y se iba a acostar"

El muy cabron dijo eso justo al instante en que la pistola de Héctor empezó a disparar sus proyectiles dentro de mi boca, nuevamente me lo trague todo sin dejar ni una sola gota

"Pues nada entonces, ya nos veremos mañana Manuel y me alegra que os llevéis también con mi mujer, ella no quería venir al gimnasio pero creo que gracias a vosotros esto le empieza a gustar"

"No se preocupe, para Héctor y para mí es un placer ayudar a la madre de Álvaro"

Mientras me limpiaba los restos de semen pude ver como mi hijo y mi marido salían del gimnasio, luego nos duchamos y cada cual se fue para su casa, llevo dos semanas sin ir al gimnasio con la excusa de que tengo mucho trabajo, estoy bastante arrepentida de lo que ocurrió y algo me dice que si vuelvo al gimnasio acabare nuevamente en la sauna engañando a mi esposo con los amigos de mi hijo.

Pero por otro lado no puedo dejar de pensar en aquellas pollas y en su delicioso néctar.

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