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Abuso y vejación (2)

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Como les comentaba en mi relato anterior, este chico sudamericano se volvió una presa fácil. Lo encontré en el depósito solo, en la mañana. Como siempre, estaba sin camisa, sudoroso. Me le quedé viendo con lujuria y sin decirle nada lo empujé contra una pared. Me bajé el zipper del pantalón, lo arrodillé y le puse mi verga en la cara. Antes de que se me terminara de parar la pinga le solté un chorro de orine, bien caliente, en el pecho, las mejillas y la cara. Cuando trató de quitarse le solté una cachetada en toda la cara y le agarré del pelo para que aguantara como vaciaba mi vejiga encima de él. Esa sensación de dominación me excitó más que nunca.

Cuando terminé busqué su camiseta y lo sequé. Para mi sorpresa la verga se le estaba parando, no completa pero si se notaba que estaba arrechándose por la manera en que lo meé. Lo puse contra la pared y le bajé el pantalón violentamente. Le restregué la verga por las nalgas y le agarré el cabello. Olía a orines y sudor y temor pero también respiraba ansioso. Me mojé un dedo con saliva y se lo metí violentamente en el culito. Uf, que rico, apretadito y rugoso, con algunos vellitos. El dedo le fue entrando con fuerza, sentí que me estaba apretando así que le halé más fuerte el cabello y le dije que aflojara el culo que si no le iba a doler más.

- Por favor señor, me duele.

-bueno, quédate tranquilito y pórtate bien, ya sabes que tenemos un trato, hijo de la gran puta.

Volví a mojarme la pinga y lo hice inclinar un poquito hacia adelante. Tenía que ser rápido porque estábamos comenzando la jornada laboral, Fui metiendo mi verga, sus completas 7 pulgadas, dentro de su culo caliente. Ni siquiera le pregunté si le dolía, se la fui metiendo con ganas mientras le decía toda clase de vulgaridades al oído.

- Ahora eres mi perra, vas a quedarte tranquilo mientras te rompo el culo, cierto?

- Ujum, si, lo que usted diga.

Así lo bombeé rápido, con unas ganas de llenarlo de leche que no me dejaba casi ni respirar. Los dos estábamos empapados de sudor. Sentí como mi semen entraba en lo profundo de su ano, así, sin condón y con un culo estrechito, le rompí el hueco a este hijo de puta. Me quedé tranquilo, mareado, con la cabeza dándome vueltas mientras le hacia la paja al chiquito de verga. No tuve que hacerle mucha vaina porque apenas me terminé de venir se le salió la leche solita.

Vi un hilito de sangre corriéndole entre los muslos, no mucho pero alguito. Me salí de dentro de él y corrí a lavarme la verga.

-Ve a lavarte. El día de tu quincena te voy a agregar algo más porque te estás esforzando mucho, perra.

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